Un analísis a El legado, por Esther, de Prosófagos
No he resistido la tentación de hacer esta entrada con un análisis de la novela que hizo Esther González, del foro Prosófagos, pues se acerca mucho a lo que yo tuve en mente respecto de la creación y la trama de El legado:
Una de las cuestiones que más me interesan de una novela puede formularse como pregunta: ¿Cuál es la humanidad del relato?
En el caso de El Legado no vacilo en la respuesta: es la historia de un hombre condenado a arrastrar la cruz de su culpa hasta el fin de sus días. Hanussen es, en definitiva, una persona como cualquier otra: llevado por sus ambiciones, se engaña a sí mismo, se autojustifica, y no ve el abismo hasta caer en él. De allí en más toda su vida es solo una cosa: tratar de expiar esa culpa intentando impedir que el daño se propage.
Pero su poder fue mayor que el del común de la gente y sus ambiciones más extremas que las de la mayoría de las personas; el daño causado, entonces, tiene ribetes apocalípticos. Sus actos no solo afectan a quienes lo rodean —su grupo familiar, amigos, los empleados de su empresa—: devienen en guerra, en muerte, terror. Y justamente por eso es pequeña la posibilidad de que logre revertir las consecuencias nefastas de su ambición, y le exige una tarea hercúlea.
Alrededor de este eje se teje una historia que contiene tanto personajes y hechos de la Historia “grande” (Hitler, la Segunda Guerra), como cotidianos: las relaciones entre las personas, los afectos y traiciones, la familia, las esperanzas y amarguras cotidianas. Las que todos vivimos en la vida diaria. La fusión entre ambos planos está muy bien lograda; el lector pasa sin darse cuenta de uno a otro, una y otra vez. El resultado de esa fusión es que Hitler adquiere características tan humanas como la vacilación, la ignorancia, la confusión. Y, al mismo tiempo, la vida familiar de la descendencia de Hanussen es continuamente invadida por el plano de la gran Historia, la que puede tener efectos sobre toda la Humanidad.
No es una novela histórica; es una ficción construida sobre hechos que la Historia recoge como importantes, y a los que le da una nueva forma, un nuevo sentido, a la luz de esa ficción.
La relación entre el nazismo y el ocultismo está, creo, bastante extendida y debatida, y se ha escrito mucho sobre ella. Digo “creo” porque no es un área de la que sepa mucho. En El Legado esta relación se aprovecha con maestría. ¿Por qué? Porque rescata una idea afianzada en el inconsciente colectivo: el mago, el brujo, la entidad oscura, el hombre de las sombras con poder para manipular a los hombres públicos. Y con ella ofrece una explicación para el ascenso de Hitler que resulta coherente. La calidad de esta explicación radica en que se ha prestado atención a los detalles históricos tanto como a la lógica interna de la “magia” de Hanussen; y eso le otorga verosimilitud. Para mí, como lectora, es un valor fundamental de El Legado: sabiendo que es ficción, me convenció de esa ficción que muestra.
No deseo hablar de situaciones precisas, en honor a quienes aún no la han leído, pero no resisto el comentar que la idea del aprovechamiento de las emociones de la gente —y la forma con que se desarrolla esta idea— me resultó, como clave de la primera parte, fascinante.
Si inicialmente la historia es una historia de hombres, luego se convierte en una historia de mujeres. Son ellas las que, en definitiva, deciden sobre el presente y sobre el futuro. Mujeres fuertes, con capacidad para elegir, para soportar el dolor, para ir en contra de los convencionalismos, para seguir su propio camino, para defenderse a sí mismas y también a quienes aman. Si Hanussen se negó a reconocer que todo poder tiene un precio, ellas —desde Alice hasta Justine— lo saben, lo aceptan. En el fondo, los esfuerzos que hace Hanussen para evitar el desastre final los hace en contra de ellas: es a ellas a las que no puede doblegar, vencer, lograr que hagan aquello que él desea. Él, que dominó a Hitler, que fue artífice de hechos que afectaron a la Humanidad, que maneja un imperio financiero y manipula gente de todas clases sociales en más de un continente, que planifica jugadas de ajedrez a largo plazo… él no puede dominarlas. Quizás porque no quiere: son su familia, y él las ama.
Así, Hanussen, que ejerció un poder que exigía el sacrificio del amor y de la descendencia para existir, termina en manos de Alice y Sofía, justamente porque ellas poseen y ejercen un poder que, para existir, exige la presencia del amor y el amor a la descendencia.
Ambas clases de poder son imágenes especulares entre sí.
Creo que uno de los mejores aspectos de la novela es esto último, porque, en definitiva, Hanussen, Alice, Sofía, Albert, Oliver… quedan presos en su propia condición de seres humanos, y lo que sucede y lo que sucederá no es debido a la magia: ellos sienten y actúan como seres humanos.
La trama de la novela se extiende y entrecruza en diferentes caminos: una ambientación asociada con la descripción de sucesos históricos —el ascenso y caída de Hitler, la aparición del hippismo—; características de novela policial —la muerte de Will, las acciones de Klein—; las luchas individuales de los personajes para hacerse un lugar en el mundo —el taller de costura, los fondos para el Museo, por ejemplo—.
Sin dudas, la estructura de la novela, pensada y ejecutada en forma impecable, hace posible que estos diferentes caminos se incorporen hasta conformar una trama compleja y sólida, que atrae y lleva a leer El Legado en forma casi adictiva hasta la línea final. Valga como ejemplo de la calidad de esta estructura la precisión con que se introducen los personajes secundarios para anudar hilos de la trama. Por ejemplo, Rose aparece como personaje relacionado con la puesta en marcha del proyecto profesional de Alice, pero al mismo tiempo es quien salva la ignorancia de Alice con respecto a los sucesos en Europa (cuestión vital en el desarrollo de la narración); y luego su hija es motivo para que Alice se comunique con su padre, y a su vez ello es motivo para que se introduzca la idea de un laboratorio en manos de Hanussen, el cual a su vez tendrá importancia más tarde…
La prosa, fluida, claramente cuidada para no caer en extremos, y los diálogos, bien armados (hago una mención especial a los diálogos con la niña Sofía), se equilibran entre sí, dándole a la lectura dinamismo e impidiendo que el interés decaiga, cuestión que no es fácil de conseguir en una novela extensa.
Una mención particular sobre la figura de Welldone. Este personaje, envuelto en una nebulosa, siempre presente, nunca terminado de revelar, crea por sí mismo el eje más profundo de la trama. Si la forma de operar de Hanussen sobre Hitler aparece argumentada, descripta a través de técnicas y actos reducibles a tácticas y estrategias, el motivo último de estas acciones no llega a saberse… porque no sabemos quién fue Welldone y qué quería. En esa ignorancia se abre las puertas a reflexiones que quedan pendientes luego de la lectura de la novela. Welldone, que manipula el curso de la Historia como si fuera un dios y a través de una sabiduría que parece ser de un nivel superior, también parece patética y humanamente confuso en sus ideas e intentos. Por eso creo que el primer capítulo es importante: contiene las claves de lo que vendrá después. Welldone parece querer intervenir en el futuro de la Humanidad para bien de ella, a través de otorgarle conocimientos a ciertas personas, conocimientos que las harán poderosas… pero, ¿cómo elige a Hanussen y cómo lo convence de aceptar su oferta? ¡Por su ambición y a través de esa ambición, exacerbándola! En el capítulo 34, Alice le pregunta a John Klein: «¿Cree usted en el destino, John?». Él contesta: «Creo que lo que sucede es el resultado de nuestras acciones, para bien o para mal». Al igual que John, creo que El Legado no habla de la inevitabilidad del Destino, sino más bien de una profecía autocumplida: el poder en manos de la ambición no requiere de influencias astrales para conducir al desastre, porque a su servicio terminará quedando tanto el odio como el amor. Por eso, en sus últimas decisiones, tanto Justine como Oliver sintetizan, en sí mismos, toda la historia previa, y el final de la novela —esperado o no— redondea la historia con precisión de cirujano.
Una novela para leer, disfrutándola como tal, en su historia y en la forma de narrar esa historia.
También una novela para reflexionar.
En el caso de El Legado no vacilo en la respuesta: es la historia de un hombre condenado a arrastrar la cruz de su culpa hasta el fin de sus días. Hanussen es, en definitiva, una persona como cualquier otra: llevado por sus ambiciones, se engaña a sí mismo, se autojustifica, y no ve el abismo hasta caer en él. De allí en más toda su vida es solo una cosa: tratar de expiar esa culpa intentando impedir que el daño se propage.
Pero su poder fue mayor que el del común de la gente y sus ambiciones más extremas que las de la mayoría de las personas; el daño causado, entonces, tiene ribetes apocalípticos. Sus actos no solo afectan a quienes lo rodean —su grupo familiar, amigos, los empleados de su empresa—: devienen en guerra, en muerte, terror. Y justamente por eso es pequeña la posibilidad de que logre revertir las consecuencias nefastas de su ambición, y le exige una tarea hercúlea.
Alrededor de este eje se teje una historia que contiene tanto personajes y hechos de la Historia “grande” (Hitler, la Segunda Guerra), como cotidianos: las relaciones entre las personas, los afectos y traiciones, la familia, las esperanzas y amarguras cotidianas. Las que todos vivimos en la vida diaria. La fusión entre ambos planos está muy bien lograda; el lector pasa sin darse cuenta de uno a otro, una y otra vez. El resultado de esa fusión es que Hitler adquiere características tan humanas como la vacilación, la ignorancia, la confusión. Y, al mismo tiempo, la vida familiar de la descendencia de Hanussen es continuamente invadida por el plano de la gran Historia, la que puede tener efectos sobre toda la Humanidad.
No es una novela histórica; es una ficción construida sobre hechos que la Historia recoge como importantes, y a los que le da una nueva forma, un nuevo sentido, a la luz de esa ficción.
La relación entre el nazismo y el ocultismo está, creo, bastante extendida y debatida, y se ha escrito mucho sobre ella. Digo “creo” porque no es un área de la que sepa mucho. En El Legado esta relación se aprovecha con maestría. ¿Por qué? Porque rescata una idea afianzada en el inconsciente colectivo: el mago, el brujo, la entidad oscura, el hombre de las sombras con poder para manipular a los hombres públicos. Y con ella ofrece una explicación para el ascenso de Hitler que resulta coherente. La calidad de esta explicación radica en que se ha prestado atención a los detalles históricos tanto como a la lógica interna de la “magia” de Hanussen; y eso le otorga verosimilitud. Para mí, como lectora, es un valor fundamental de El Legado: sabiendo que es ficción, me convenció de esa ficción que muestra.
No deseo hablar de situaciones precisas, en honor a quienes aún no la han leído, pero no resisto el comentar que la idea del aprovechamiento de las emociones de la gente —y la forma con que se desarrolla esta idea— me resultó, como clave de la primera parte, fascinante.
Si inicialmente la historia es una historia de hombres, luego se convierte en una historia de mujeres. Son ellas las que, en definitiva, deciden sobre el presente y sobre el futuro. Mujeres fuertes, con capacidad para elegir, para soportar el dolor, para ir en contra de los convencionalismos, para seguir su propio camino, para defenderse a sí mismas y también a quienes aman. Si Hanussen se negó a reconocer que todo poder tiene un precio, ellas —desde Alice hasta Justine— lo saben, lo aceptan. En el fondo, los esfuerzos que hace Hanussen para evitar el desastre final los hace en contra de ellas: es a ellas a las que no puede doblegar, vencer, lograr que hagan aquello que él desea. Él, que dominó a Hitler, que fue artífice de hechos que afectaron a la Humanidad, que maneja un imperio financiero y manipula gente de todas clases sociales en más de un continente, que planifica jugadas de ajedrez a largo plazo… él no puede dominarlas. Quizás porque no quiere: son su familia, y él las ama.
Así, Hanussen, que ejerció un poder que exigía el sacrificio del amor y de la descendencia para existir, termina en manos de Alice y Sofía, justamente porque ellas poseen y ejercen un poder que, para existir, exige la presencia del amor y el amor a la descendencia.
Ambas clases de poder son imágenes especulares entre sí.
Creo que uno de los mejores aspectos de la novela es esto último, porque, en definitiva, Hanussen, Alice, Sofía, Albert, Oliver… quedan presos en su propia condición de seres humanos, y lo que sucede y lo que sucederá no es debido a la magia: ellos sienten y actúan como seres humanos.
La trama de la novela se extiende y entrecruza en diferentes caminos: una ambientación asociada con la descripción de sucesos históricos —el ascenso y caída de Hitler, la aparición del hippismo—; características de novela policial —la muerte de Will, las acciones de Klein—; las luchas individuales de los personajes para hacerse un lugar en el mundo —el taller de costura, los fondos para el Museo, por ejemplo—.
Sin dudas, la estructura de la novela, pensada y ejecutada en forma impecable, hace posible que estos diferentes caminos se incorporen hasta conformar una trama compleja y sólida, que atrae y lleva a leer El Legado en forma casi adictiva hasta la línea final. Valga como ejemplo de la calidad de esta estructura la precisión con que se introducen los personajes secundarios para anudar hilos de la trama. Por ejemplo, Rose aparece como personaje relacionado con la puesta en marcha del proyecto profesional de Alice, pero al mismo tiempo es quien salva la ignorancia de Alice con respecto a los sucesos en Europa (cuestión vital en el desarrollo de la narración); y luego su hija es motivo para que Alice se comunique con su padre, y a su vez ello es motivo para que se introduzca la idea de un laboratorio en manos de Hanussen, el cual a su vez tendrá importancia más tarde…
La prosa, fluida, claramente cuidada para no caer en extremos, y los diálogos, bien armados (hago una mención especial a los diálogos con la niña Sofía), se equilibran entre sí, dándole a la lectura dinamismo e impidiendo que el interés decaiga, cuestión que no es fácil de conseguir en una novela extensa.
Una mención particular sobre la figura de Welldone. Este personaje, envuelto en una nebulosa, siempre presente, nunca terminado de revelar, crea por sí mismo el eje más profundo de la trama. Si la forma de operar de Hanussen sobre Hitler aparece argumentada, descripta a través de técnicas y actos reducibles a tácticas y estrategias, el motivo último de estas acciones no llega a saberse… porque no sabemos quién fue Welldone y qué quería. En esa ignorancia se abre las puertas a reflexiones que quedan pendientes luego de la lectura de la novela. Welldone, que manipula el curso de la Historia como si fuera un dios y a través de una sabiduría que parece ser de un nivel superior, también parece patética y humanamente confuso en sus ideas e intentos. Por eso creo que el primer capítulo es importante: contiene las claves de lo que vendrá después. Welldone parece querer intervenir en el futuro de la Humanidad para bien de ella, a través de otorgarle conocimientos a ciertas personas, conocimientos que las harán poderosas… pero, ¿cómo elige a Hanussen y cómo lo convence de aceptar su oferta? ¡Por su ambición y a través de esa ambición, exacerbándola! En el capítulo 34, Alice le pregunta a John Klein: «¿Cree usted en el destino, John?». Él contesta: «Creo que lo que sucede es el resultado de nuestras acciones, para bien o para mal». Al igual que John, creo que El Legado no habla de la inevitabilidad del Destino, sino más bien de una profecía autocumplida: el poder en manos de la ambición no requiere de influencias astrales para conducir al desastre, porque a su servicio terminará quedando tanto el odio como el amor. Por eso, en sus últimas decisiones, tanto Justine como Oliver sintetizan, en sí mismos, toda la historia previa, y el final de la novela —esperado o no— redondea la historia con precisión de cirujano.
Una novela para leer, disfrutándola como tal, en su historia y en la forma de narrar esa historia.
También una novela para reflexionar.
Esther Gonzalez
Blanca, el comentario de Esther es muy completo y analítico, y desmenuza la obra en sus partes medulares, destacando lo bueno que tiene. Concuerdo plenamente con ella.
ResponderEliminarCariños,
Venator
Un excelente análisis de tu novela, Blanca. Creo que Esther ha entrado en profundidad en la esencia de la obra, entendiéndola desde su misma concepción.
ResponderEliminarSe me había pasado comentar tu anterior entrada, pero he dejado también mi reflexión sobre Dan Brown.
Saludos.
Es estupendo el análisis que ha hecho Esther de tu novela, se nota su profesionalidad. Debes estar muy orgullosa.
ResponderEliminarFELICIDADES.
Te mando un beso.
Esther es una de las personas que mejor saben analizar los escritos de otros. A menudo me deja perplejo porque es capaz de entresacar conclusiones que, tal vez, ni el propio autor quiso o supo reflexionar mientras escribía. Este no es el caso, pues tú misma, Blanca, dices verte reflejada en lo que te inspiró al escribir la novela. Lo cual demuestra, una vez más, lo increíble que es Esther.
ResponderEliminarY respecto a su análisis, también refrenda lo magnífica que es el legado, en lo cual estoy de acuerdo, como ya sabes.
Un abrazo.
Un estupendo análisis y muy completo.
ResponderEliminarImagino que estarás encantada.
Buen finde.
Ohhhh tengo que comprar este libro...ya me piqué. El tema es de lo que más me interesa y la trama suena atractiva e inteligente... Mañana voy por él!
ResponderEliminarHola Blanca,
ResponderEliminarestoy de acuerdo con lo que comenta Esther, aunque debo reconocer que siempre percibí al señor de Welldone como maligno. Es cierto que dá conocimientos, pero tiene las cartas marcadas y conoce las jugadas (no quiero desvelar nada del argumento, ya sabes a lo que merefiero de todas formas, Blanca).
En fin, interesante planteamiento, leeré de nuevo los capítulos en los que sale el personaje para ver si esta nueva perspectiva me hace verlo de otro modo.
Un abrazo.
Esther tiene una capacidad poco común al momento de desmenuzar un rlato, un cuento y ahora veo que una novela. Su mente es radiográfica.
ResponderEliminarBesos, Venator
Blanca
Armando, ya vi tu respuesta en la entrada de Dan Brown, también me gustó el enlace de Petro Angelorum que conduce al blog de Gabriel. Otro buen analista.
ResponderEliminarGracias por comentar, amigo,
Besos!
Blanca
MJesus:
ResponderEliminarDe El legado he recibido extensos comentarios, y de cada uno de ellos me siento muy agradecida, pues cada persona tiene una óptica distinta.
Muchas gracias, amiga,
Blanca
Sí, Sergio, creo que se requiere de una virtud especial para "leer" las obras y analizarlas. Un profundo trabajo de concentración, lo cual agradezco grandemente a Esther.
ResponderEliminarPero también a todos ustedes, cada uno de ustedes ha hecho una reseña enriquecedora, la tuya la tengo siempre en mente y justamente Esther y Fernando la mencionaron.
Un abrzo, Sergio!
Blanca
Hola Lola, más que encantada, muy agradecida.
ResponderEliminarBesos!
Hola abriel:
ResponderEliminarEspero no decepcionarte.
Gracias por tu interés!
Blanca
Jesús:
ResponderEliminarWelldone no encarna al mal, sino es el "traductor" de los deseos de los demás. Como un Fausto, siempre a cambio de algo, pero para bien. Él no logra cambiar el curso de la humanidad, son los seres humanos con quienes se cruza los que lo hacen.
Sólo hay un punto en el que difiero de Esther en este aspecto, pero no lo develaré aún.
¡Besos!
Blanca
Esta es una novela que me apetecía leer, pero después de este análisis, tengo aún más ganas.
ResponderEliminarBesitos
Bueno Blanca, yo que estoy terminando de leer la novela creo que Esther hace una valoración exquisita de cuanto se puede uno encontrar en la historia, sin desvelar, eso sí, cosas vitales de la novela. Ciertamente me ha encantado leer el análisis.
ResponderEliminarBesos, amiga.
Sin palabras me he quedado tras leer este análisis tan fructífero. Utilizo esta palabra porque estoy convencida que cualquier lector que no se haya decidido a leer esta novela, tras leer la crítica de Esther, no va a dudar ni un instante en hacerse con el libro para leer y comprobar por sí mismo cada detalle, y conclusión a la que Esther nos acerca. Porque nos lleva de la mano por ese camino recorrido por ella misma, como lectora que se mete de lleno y por completo en la historia, y nos ofrece unos puntos de vista muy diferentes a los que llegamos por nosotros mismos, y además muy acertados.
ResponderEliminarMuchas felicidades a la autora, y un beso a ti Blanca.
Después de leer esta reseña detallada y explícita tengo más ganas de leerla.
ResponderEliminarRespecto a tu entrada sobre Brown no puedo opinar, nunca le he leido. Algún día...
Besos
Pues es un análisis excelente, con el que coincido en muchos puntos. Además, como tengo referencias de que Esther es un lince como lectora y crítica, es una suerte contar con su reseña. Felicidades. Un beso.
ResponderEliminarBlanca, tengo que confesar que no he leído la entrada entera, tengo un motivo, quiero leer tu libro y prefiero llegar a él sin demasiadas ideas preconcebidas. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, amigos y amigas por sus opiniones respecto al comentario de Esther de mi novela El legado.
ResponderEliminarHe recibido muchos comentarios, todos dignos de ser publicados, cada uno desde diferente perspectiva, porque una opinión depende de muchos factores que pueden incluir desde el modo de ver la vida, así como de las propias experiencias.
Al decir esto quiero que sepan que valoro profundamente cada uno de los comentarios que he recibido de esta novela, todos sin excepción son valiosos, cada uno aporta su punto de vista, y no todos necesariamente deben ser positivos o de mi agrado, (por supuesto, que los buenos, me encantan!) pero vivimos en una sociedad que tiene criterios propios que se rigen desde el punto de vista personal de cada individuo, de sus vivencias, sus experiencias y su capacidad de análisis.
A todos los que han leído mi novela les estoy profundamente agradecida, a los que están en el proceso, les sugiero que no se dejen influir por cualquier crítica, incluyendo ésta.
Agradezco profundamente a todos por su participación, por dejar sus comentarios y por ser como son.
¡Besos!
Blanca
Blanca, ¡qué sorpresa! Sabés que he estado alejada de los blogs (el enojo que he tenido con los problemas informáticos del mío), y no pensé que ibas a subir mi comentario aquí. En verdad, me avisaron que pasara por tu blog…
ResponderEliminar¡Y me emocioné!
Como decís, pienso que cada lector constituye un mundo en sí mismo y que todos leemos en función de nuestras propias perspectivas y experiencias; pero las obras insulsas o superficiales no llevan a que diferentes lectores lleguen a distintas conclusiones, o reparen más en uno u otro aspecto. Se requiere una cierta riqueza en el propio texto para que, justamente, sea posible la apertura de visiones diferentes a partir de la lectura.
Y… ¿Cuál es esa diferencia que tenés con respecto a mi perspectiva? Jejeje… ¡ahora me dejaste intrigadísima!
Un abrazo grande!
Esther
PD: gracias a todos...
Querida Esther, la pequeñíma diferencia te la diré por correo, ja, ja,
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga, eres realmente increíble.
Besos,
Blanca
Es un análisis de me ha dejado llena de asombro por la fuerza que impregna a la novela. Te juro que lei con hambre el primer capitulo que has colgado por ahí, y me dejó llena de angustia al no poder tener el libro el mano. !Pero de ahí a todo lo que cuenta Esther hay un abismo imperdonable!!! Debo admitir que Esther tiene una capacidad para hacer análisis asombrosa. Pero no debo decir mas hasta que no haya leído y desmenuzado cada frase de tu libro, Blanca...
ResponderEliminarUn abrazo...
Gracias, Vicsabelle, para una escritora es muy significativo que le digan palabras como las tuyas, y también que Esther haya hecho casi un estudio de mi novela.
ResponderEliminarEscribí El legado con mucha ilusión, y con todo el empeño que pongo al hacerlo, ojalá guste, es lo que espero, yo misma no me atrevo a afirmar si es buena.
Espero que algún día puedas leerla.
Besos!
Blanca