domingo, 8 de octubre de 2017

Los personajes de una novela, mis compañeros


Cada vez que termino de escribir una novela siento un vacío. Como si los personajes que cobraron vida en las 300 o 400 páginas escritas reclamaran haber quedado sin futuro. O tal vez sea yo la que necesita de ellos, sobre todo de los personajes principales, a quienes no solo les doy vida; los sitúo en determinado lugar, en un período de tiempo, con unas características que conozco tan bien como si conversara con ellos todos los días y captara sus virtudes y sus defectos.

El último protagonista, Toni Montero, de la novela "La lista", tenía una forma de mirarme muy peculiar. Cada vez que contestaba a una de mis preguntas ladeaba la cabeza ligeramente y trataba de ocultar su ojo más pequeño, aquel que le cosieron mal en la prisión después de una reyerta. Y yo lo miraba procurando no poner demasiada atención en su nariz de boxeador por si lo hacía sentir incómodo. Pero jamás me reclamó haberle dado ese rostro. Se sentía conforme, hasta satisfecho, diría yo. Toni es un buen muchacho. Sensible, pese a todo lo vivido. ¡Cómo lo extraño!

Al mismo tiempo me alegra de que muchas otras personas lo estén conociendo. Estoy feliz de que salga a recorrer mundo, Lectores de España, Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, Alemania y, al igual que Kevin Stosskopf, Nicholas Blohm, Dante Contini-Massera y mi querido Waldek, creo que está gustando a la gente.

Y es que para poder situarme en contexto debo visualizar a todo el "personal", cada uno con sus manías, sus tics, sus locuras, sus facciones... porque para mí no hay nada más importante después de la historia que los personajes.

Ahora estoy escribiendo otra novela. "El sustituto". Un nuevo personaje, una nueva vida, un nuevo comienzo. Y, la verdad, estoy tardando un poquito en adaptarme a sus manías. Me había acostumbrado a Toni. ¡Pero qué se va a hacer!, ¡son los trotes en los que nos vemos envueltos los que escribimos historias!


¡Hasta la próxima, amigos!