domingo, 24 de abril de 2016

Lo que esconde tu nombre - Reseña

En una reunión de tertulianos literarios comenté que me gustaría escribir como lo hacen los ganadores de premios. Una de mis amigas me recomendó la novela “Lo que esconde tu nombre” de Clara Sánchez, una escritora española, y el dueño de casa, que tenía el libro en su extensa biblioteca, me lo prestó. 

Aunque estoy escribiendo “El manuscrito III, el regreso”, no pude evadirme de leerlo porque me picaba la curiosidad. Pensé que tal vez aprendería mucho, especialmente tratándose de una ganadora de los premios Alfaguara, Nadal y Planeta, además de otros.

Pues bien, leí la novela en tres días, no tanto porque no pudiera parar de leerla, sino porque no tengo mucho tiempo para dedicarlo a la lectura, ya que como dije estoy escribiendo.  Lo que esconde tu nombre empezó de una manera lenta. Narrada en primera persona desde dos puntos de vista: el de Sandra, una chica embarazada que no tiene rumbo en la vida, no quiere al padre de su hijo, y lleva una argolla en la nariz; y Julián: un octogenario que en su juventud estuvo recluido en Mauthausen, y al salir se dedicó a la cacería de nazis.

He escrito dos novelas ambientadas en la época del nazismo, y he vivido durante treinta y ocho años al lado de un hombre que estuvo en Auschwitz y Mauthausen, de manera que sé de primera mano cuándo alguien dice verdades o mentiras acerca de estos campos, pero en el caso de esta novela en particular, no encontré muchas inexactitudes, excepto por el hecho de que considero difícil que Raquel, la difunta esposa de Julián y él, hubiesen empezado su enamoramiento en el campo de concentración. La razón es muy sencilla: hombres y mujeres estaban separados. A menos que ella haya pertenecido al burdel, cosa que se aclaró desde un comienzo que no fue así.

Salvando este escollo, diré que el argumento de la novela es poco creíble. No porque una chica embarazada pueda hacer todo lo que Sandra hizo ni porque Julián sea un octogenario. Aunque no se dicen fechas para hacer cálculos de edad, tanto de Julián como de los nazis radicados en un pueblecito perdido en la costa levantina, por las descripciones, se supone que todos ellos eran ancianos. Pero este tampoco es un escollo para que la novela sea creíble. Mi marido a los 78 años era fuerte como un roble. El que ha sobrevivido a un campo de concentración parece dotado de una fuerza y una resistencia espiritual y física poco comunes. Por eso me parece que la autora no debe de haber tratado con gente de la época o con sobrevivientes de los campos. Yo hubiera puesto a Julián con características físicas diferentes, no como a un anciano al que se le puede hacer daño en la muñeca con un simple retorcijón. Tampoco creo que sufriera de tantos males como para tener que ingerir diez pastillas diarias. Los débiles simplemente morían en los campos, más uno tan terrible como Mauthausen en el que tenían que trabajar en las canteras, cargando bloques de piedra y picando roca tantas horas al día.

Pero esto lo hubiese dejado pasar. Es probable que con los años Julián se hubiese convertido en un anciano frágil y enfermizo. Lo que no me convence para nada es que en un pueblo tan pequeño y habiendo sido ya identificado como sospechoso, los nazis de La Hermandad no lo hubiesen reducido, más, si como narra la autora, desde el comienzo de su estadía en el pueblo alguien entró a su cuarto de hotel para revolverlo todo.

De una  carencia absoluta de credibilidad el escape de Sandra saltando del primer piso por una rama lejana a la ventana con Roberto, el Anguila. Y mucho menos creíble que, éste, que pertenecía a La Hermandad, hubiese ayudado a Sandra estando todos en la casa.

Tampoco logré comprender cómo es posible que Julián fuera a recoger a casa de los noruegos las pertenencias de Sandra y saliera tan campante. Ni logré entender cómo, después de tantos años él todavía guardaba tanto rencor y recordaba cada dos por tres lo sucedido en los campos. Tampoco la novela logró convencerme de los motivos que tenía Sandra para involucrarse hasta el punto de poner en riesgo su vida por algo que ni le iba ni le venía, siendo ella una muchacha indolente y sin una idea clara. No me convenció la manera que tuvieron de conocerla los nazis noruegos Fred y Karim en la playa. ¿Socorriéndola porque estaba vomitando? ¿Unos nazis que en todo momento fueron pintados como lo peor de lo peor del Tercer Reich?

Tampoco me convenció el hecho de que ellos quisieran que ella perteneciera a La Hermandad porque estaba esperando un hijo. Algo como en El bebé de Rosmary; solo que en la novela era porque ellos deseaban tener adeptos a su causa. Una causa que tenía más motivos para su extinción por su propio peso que otra cosa. Y por último y lo peor de todo:

El hecho de que las famosas inyecciones simplemente fueran complejos vitamínicos y los que los tomaban sentían rejuvenecer (y de hecho lo hacían), por su efecto placebo. Hasta allí llegó mi paciencia.

A pesar de todo lo anterior, debo reconocer que la novela está escrita de manera impecable y fue lo que hizo que terminara de leerla, porque la narrativa de Clara Sánchez es sencillamente envolvente, extraordinaria. Tanto, que a pesar de todos los peros logró que sintiera empatía por Julián y por Sandra. Tenía razón mi amiga al recomendarme el libro: "¿quieres saber cómo escribe una ganadora de premios? Con esta novela podrás aprender".

Tal vez haya aprendido algo, eso no se sabe hasta llegado el momento.

¡Hasta la próxima, amigos!

domingo, 17 de abril de 2016

¿Lo hueles o lo lees?

El libro: ¿Lo hueles o lo lees? todavía hay personas que se resisten a usar teléfonos celulares, como doña María, una vecina; también odia las computadoras, aunque por suerte el mando a distancia del televisor lo usa de manera genial. Pero hasta cierto punto es comprensible, tiene 92 años, como le gusta aclararlo. Sin embargo hay personas que a pesar de su edad se avienen muy bien con las nuevas tecnologías, era el caso de mi Waldek que, a sus 82 años disfrutaba una enormidad leyendo noticias y datos en Internet o escribiendo correos electrónicos a sus clientes, a la casa matriz de la representación con la que trabajaba o a algunos de sus amigos que, como él, no daban la espalda a la tecnología.
Por eso me asombra cuando gente relativamente joven dice que prefiere leer libros en papel por aquello del olor y el tacto. Y no lo digo por mis libros, que al fin y al cabo están en todos los formatos, sino por todo lo que se pierden al renunciar a un dispositivo tan práctico como es el lector electrónico.
Acabo de terminar de leer la novela: "La princesa de Hielo" en papel. Me la prestó un amigo. Todavía siento un ligero dolor entre el dedo pulgar y el índice por tratar de retener en su lugar la página. ¡430 páginas en la versión de bolsillo, vaya! Al final las letras bailaban frente a mis ojos. Estoy acostumbrada a mi Kindle, en el que puedo graduar el tamaño de las letras.
En estos días conversaba con la señora María y me dijo con pena que ya no podía leer porque cada vez veía menos. Le expliqué lo del Kindle, pero no hubo manera de que se entusiasmara. Y me consta que es una magnífica lectora. Cada libro que le prestaba me lo devolvía con una nota escrita con sus apreciaciones. En su caso es comprensible, cuando leyó "La búsqueda" contaba 88 años:

Mi muy querida y admirada Blanca:
No tienes idea del placer que me has proporcionado con la lectura de tu magnífico libro «La búsqueda» el cual al mismo tiempo me dio a conocer al maravilloso personaje que fue Henry, tu esposo.
No logro saber dónde estás tú en esa biografía; no sabía que él estuvo en el ataque a las torres de gemelas, debió ser de terror.
Me hizo gracia saber que un hombre tan serio como yo lo veía, haya tenido tantos amores, ¡era un romántico! ¿Quién lo hubiera pensado?
El relato tiene momentos desesperantes por la crueldad nazi que él vivió, asimismo me hizo reír la ocurrencia del que se pintó un termómetro en el pene. Hay pasajes sorprendentes. Tu forma de relatar, sencilla y clara al mismo tiempo me apasionó desde que comencé a leer hasta el final. Te diré que tengo costura, tejido y cosas de la casa y todo lo dejé en espera por leer, leer y leer.
Mis felicitaciones, y me siento honrada de que me hayas considerado digna de leer y entender tu magnífica prosa.
Hoy me siento orgullosa de haberlos conocido y siento no haber estado más en contacto con ustedes.
Con gran cariño te doy las gracias y te deseo continúen tus éxitos,
Tuya,
María Josefina Vegas.



viernes, 1 de abril de 2016

¿Cómo publico en Amazon?

Para mí que llevo varios años haciéndolo es una tarea tan rutinaria que la pregunta me causa asombro, pero comprendo que hay muchos escritores que no conocen el sistema, o que nunca han escuchado hablar de Amazon ni de ninguna plataforma digital y, claro, siempre lo nuevo genera dudas, temores y desconfianza.

Lo primero que se debe hacer es familiarizarse con la plataforma. Entrar a cualquiera de las listas para observar qué libros se venden, pasearse entre las listas de géneros y subgéneros para poder dilucidar en qué lista podrían situar mejor su novela cuando la suban.

Si nunca han hecho alguna compra en Amazon es primordial registrarse para subir su libro, lo que pueden hacer AQUÍ

Y, por supuesto, tener su manuscrito escrito y revisado en formato Word (así es como yo las subo) aunque sé que los expertos lo hacen en formato HTML, sigla en inglés de Hyper Text Markup Language (lenguaje de marcas de hipertexto), que parece que queda perfecto, pero yo no he tenido problemas con Word.

Asegurarse de hacer una Tabla de Contenidos porque Amazon la exige. Es un Índice con hipervínculos para cada capítulo, de manera que facilita la lectura en un lector electrónico. Si no sabes cómo hacerla, AQUÍ tienes un sitio donde lo explican con claridad.

La portada es otro de los puntos clave. Si no sabes manejar Power Point, Paint, o cualquier programa para generar imágenes, es mejor que la encargues a alguien que sepa hacerlas. Hay muchas personas que actualmente se dedican a diseñar portadas y en tu país te saldría más económico que encargarla al exterior, sobre todo si vives en Venezuela, pero también tienes la opción que te da Amazon, ellos tienen un banco de imágenes del que puedes hacer uso dado el caso, es gratis y puedes escoger también la fuente. Es un método práctico que en alguna ocasión he usado.

Una vez que ingreses al sitio para subir tu libro, solo tienes que seguir las indicaciones (puedes elegir el idioma arriba a la derecha) al pie de la letra. No hace falta ser un experto en informática, yo era nulidad hasta para registrarme en las páginas web de algunos sitios y en Amazon pude hacerlo sin ayuda. Así que seguro tú también lo podrás hacer. Y si crees que no has comprendido mi explicación busca en Google, hay infinidad de páginas acerca del tema.

Publicar tu libro es la parte más sencilla. Lo difícil viene después. ¿Cómo dar a conocer tu libro entre la enorme cantidad que se expone en Amazon?

Podrías empezar en Facebook. Hay muchos grupos de lectores y escritores, solo tienes que escribir en el buscador: “lectores”, “escritores”,  “libros”, “literatura”, etc., y encontrarás una comunidad de personas dedicadas a leer y escribir. Son contactos o amistades que te irán introduciendo al mundo de la autoedición y verás que no estás solo.

Twitter también es un medio para propagar tus libros, igualmente tendrías que seguir a lectores, escritores, gente relacionada y a quien sea que se te cruce, porque nunca se sabe, un vendedor de helados puede ser un magnífico lector. Y lo más importante: Al mismo tiempo que promocionas tu libro promocionar el de otros. Es la única manera como conseguirás réplicas de tus promociones o como se llaman en Twitter: RT (retweets).

Nunca publicites tu libro sin dar el enlace directo al sitio de venta, de lo contrario ese aviso sería inútil. Y preferiblemente usa imágenes, los avisos sin imágenes pasan inadvertidos la mayoría de las veces.

Yo tengo una lista de avisos de muchos escritores que eventualmente promociono en Twitter, y recibo muchas réplicas y también promocionan mis libros con preciosas imágenes.

Lo que no puedo dejar de decir de ninguna manera: Tu libro se venderá si tu historia es buena y está bien escrita. No cometas el error de subirla con fallas o sin haber pasado por la revisión de un experto o al menos un lector que no sea complaciente.

Espero haber contestado a algunas inquietudes que siempre me preguntan, y aunque tengo muchas entradas al respecto, vuelvo a resumirlas aquí para los que empiezan en el mundo de la autopublicación.

¡Hasta la próxima, amigos!