jueves, 7 de noviembre de 2019

Las mujeres que no salen en los libros, de Mercedes Gallego Moro

Las mujeres que no salen en los libros de [Gallego Moro, Mercedes]

Situada en los años de la dictadura franquista, Mercedes Gallego relata la lucha de una mujer, Consuelo, hija de una madre de familia adinerada y de un padre de profesión abogado, acomplejado por sus orígenes humildes, con ideas arcaicas respecto al papel que deberían tener las mujeres en la sociedad, en este caso específico la española. 
Laura, por otro lado, es la hija de una mujer que pasó las peores penalidades durante la Guerra Civil Española; recorría las calles destrozadas por las bombas alemanas e italianas que caían sobre Madrid, al lado de su madre mientras su padre luchaba en esa guerra.
La novela nos muestra dos caras de una moneda: la de una mujer de posición privilegiada que lo arriesgó absolutamente todo por seguir sus convicciones y la de otra, menos consciente de su importancia como mujer, que fue aprendiendo a valorarse, pero sin ánimo de protagonismo, sin peroratas que aglutinan multitudes sino con una actitud mesurada e inteligente que ayudaba a las mujeres que requerían sus servicios. 
El punto focal de la historia se centra en el manejo que se hacían en los hospitales a los que llegaban a dar a luz mujeres descarriadas, prostitutas o indigentes cuyo neonatos se daban por muertos e iban a manos de familias que carecían de hijos. No se habla de robo de órganos ni comercio de niños, es la cuestión moral; probablemente muchas de esas madres a las que arrebataban sus niños hubieran preferido que sus hijos tuvieran un mejor futuro del que ellas podían darles, otras no lo aceptarían, pero Consuelo se convirtió en la abanderada de la causa y luchó hasta el final exponiendo su seguridad, su vida y la de los suyos en pos de un ideal contra un gobierno totalitario y una Iglesia complaciente que amparaba el que los niños fuesen arrebatados a sus madres. No solo eso: Los niños que por una u  otra razón durante la guerra fratricida perdieron a sus padres iban a parar a hospicios católicos en donde no solo no recibían los cuidados necesarios, sino que se abusaba de ellos.
Lo interesante de la novela es que nos da dos visiones: la de la mujer adinerada que se afilia al Partido Comunista para reivindicar los derechos de la mujer y la de la que crece y se desarrolla como una mujer “normal” sometida a las costumbres de la época, años 50-60 de una España en la que la legislación le impide comportarse como una ciudadana libre, una situación que las mujeres en su mayoría veían con normalidad, pues así habían sido criadas. No importaba si trabajaban para mantener el hogar, seguían siendo personas de segunda categoría. Lo que para unas era inadmisible, para otras era hasta beneficioso, porque no tenían que perturbar sus ánimos. Sin embargo el comunismo no fue la solución en el caso de Consuelo. El comunismo luchaba por sus propios intereses y utilizaban la valentía y entrega de las mujeres sin darles la importancia que merecían.
A la muerte de un esposo que siempre la trató como una igual, Laura, en cambio, y en contra de todo pronóstico, tuvo que enfrentarse no solo a la burocracia machista para poder continuar con el negocio de su marido, sino a la habladuría de las demás mujeres, quienes preferían ver a un hombre al frente de un comercio.
Es imposible no tomar partido por una de ellas, inclusive por la madre de Consuelo, Leonor, quien se convierte en un personaje clave en el transcurso de la historia. ¿Por qué Consuelo lo arriesgó todo por una lucha en la que ni siquiera las mujeres a las que ayudaba eran conscientes de lo que sucedía? Al comienzo uno puede decir: “Porque era rica, culta, profesional y no tenía nada que perder”. Pero en una España dictatorial si podía perder, y se arriesgó. Esta obra me ha hecho reflexionar acerca del ser humano. No hablo de clases ni de géneros. Hablo del ser humano per se: cada uno nace para jugar un determinado papel en la historia de la humanidad. Unos lo arriesgan todo por una causa mientras otros ven la causa y se solidarizan, pero desde su trinchera. Unos van a la guerra voluntariamente y otros prefieren resguardarse. La verdadera libertad consiste en hacer lo que uno desea, pero cuando es obligado por las circunstancias se convierte en esclavitud aunque goce de libertad. Es utópico, pero lo veo así, y la realidad es que todos somos esclavos. Vivimos para que otros lo hagan. Trabajamos para que otros sobrevivan. Y como lo hacemos de manera voluntaria, pensamos que somos libres. La verdadera libertad no existe. Estamos obligados a seguir las normas que la misma sociedad ha impuesto a través de las religiones o la política.
La dictadura de Franco fue totalitaria, como todas, impuso su manera de pensar y propició la crueldad con impunidad. El comunismo que lo combatía actuó igualmente con la misma crueldad. En eso no había diferencias, como se resalta en la novela en una discusión entre Consuelo y Laura.
No me gusta el comunismo. Tampoco la dictadura, prefiero vivir una democracia que con sus defectos, al menos me da la falsa percepción de libertad. ¿Vivimos en un permanente engaño? Esa es la cuestión.



domingo, 3 de noviembre de 2019

¿Qué clase de lector eres?


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Durante estos años he aprendido que existen muchos tipos de lectores:

1. Los lectores amigables, (que no amigos) a los que les agrada dejar un comentario agradable aunque el libro no haya sido completamente de su agrado.

2. Los lectores amigos (generalmente escritores), ellos siempre dejarán comentarios positivos y generalmente de 5 estrellas porque piensan que todo en este asunto de la escritura es recíproco.

3. Los lectores que son escritores y dejan comentarios como condición de que también se les deje comentarios positivos.

4. Los lectores casuales, son los que no te conocen de nada y se topan con tu libro de casualidad, suelen ser muy honestos en sus comentarios.

5. Los lectores insatisfechos a los que les disgusta un personaje y desean que el escritor le cambie el carácter, cambie el final o le da consejos para mejorar la obra. (Yo diría que tendrían que ponerse a escribir, así leerían lo que a ellos les gusta).

6. Los lectores que se creen críticos literarios y opinan con rotundidad, generalmente de manera negativa, y desaniman a cualquier novato en estas lides.

7. Los lectores por compromiso. Son esas personas que conocemos y que se sienten obligadas a leer nuestros libros. (Confieso que nunca he dado a leer un libro mío a nadie si no me lo ha pedido).

8. Los lectores infelices. Son los que sienten placer en dejar comentarios hirientes, insultantes, y en ocasiones dirigidos no al libro que acaban de leer sino al escritor. Es lo que los hace felices y generalmente operan desde el anonimato.

9. Los lectores eruditos. Son los que van leyendo con Wikipedia a la mano y cuando encuentran algún error histórico, callejero, o licencia literaria corren a informar a Amazon para que nos llegue el aviso por correo para solucionar esos problemas. (Yo hago mucho caso de ellos, son los que llamo mis asesores históricos).

10. Los lectores analíticos, son pocos y hacen un trabajo brillante. A mí me encantan porque se nota que leen el libro con atención.

11. Los lectores didácticos, los que anotan los errores y te los pasan por privado. Es la ventaja de esta época en la que todos estamos interconectados.

12. Los lectores cultos, son los que solo leen a autores consagrados porque piensan que entre los autopublicados no hay nada bueno.

13. Los lectores antipáticos, son personas que te conocen en las redes sociales y les caes mal y se desquitan contigo poniendo pésimos comentarios en tus libros.

14. Los lectores insatisfechos, son aquellos que escribas lo que escribas siempre te pondrán una estrella porque nunca estarás a la altura de sus expectativas.

15. Los lectores fans, que leen todos los libros que publicas, que ya te conocen, dejan comentarios y con los que puedes contar siempre.

16. Los lectores fantasmas. Aquellos que dicen que leyeron tu libro pero que nunca comentan.

17. Creo que he mencionado a todos, si tienen alguno más sería magnífico que los recordasen.

¡Hasta la próxima, amigos!