Las mujeres que no salen en los libros, de Mercedes Gallego Moro
Situada en
los años de la dictadura franquista, Mercedes Gallego relata la lucha de una
mujer, Consuelo, hija de una madre de familia adinerada y de un padre de
profesión abogado, acomplejado por sus orígenes humildes, con ideas arcaicas
respecto al papel que deberían tener las mujeres en la sociedad, en este caso
específico la española.
Laura, por
otro lado, es la hija de una mujer que pasó las peores penalidades durante la
Guerra Civil Española; recorría las calles destrozadas por las bombas alemanas
e italianas que caían sobre Madrid, al lado de su madre mientras su padre
luchaba en esa guerra.
La novela
nos muestra dos caras de una moneda: la de una mujer de posición privilegiada
que lo arriesgó absolutamente todo por seguir sus convicciones y la de otra,
menos consciente de su importancia como mujer, que fue aprendiendo a valorarse,
pero sin ánimo de protagonismo, sin peroratas que aglutinan multitudes sino con
una actitud mesurada e inteligente que ayudaba a las mujeres que requerían sus
servicios.
El punto
focal de la historia se centra en el manejo que se hacían en los hospitales a
los que llegaban a dar a luz mujeres descarriadas, prostitutas o indigentes
cuyo neonatos se daban por muertos e iban a manos de familias que carecían de
hijos. No se habla de robo de órganos ni comercio de niños, es la cuestión
moral; probablemente muchas de esas madres a las que arrebataban sus niños
hubieran preferido que sus hijos tuvieran un mejor futuro del que ellas podían
darles, otras no lo aceptarían, pero Consuelo se convirtió en la abanderada de
la causa y luchó hasta el final exponiendo su seguridad, su vida y la de los
suyos en pos de un ideal contra un gobierno totalitario y una Iglesia
complaciente que amparaba el que los niños fuesen arrebatados a sus madres. No
solo eso: Los niños que por una u otra
razón durante la guerra fratricida perdieron a sus padres iban a parar a
hospicios católicos en donde no solo no recibían los cuidados necesarios, sino
que se abusaba de ellos.
Lo
interesante de la novela es que nos da dos visiones: la de la mujer adinerada
que se afilia al Partido Comunista para reivindicar los derechos de la mujer y
la de la que crece y se desarrolla como una mujer “normal” sometida a las
costumbres de la época, años 50-60 de una España en la que la legislación le
impide comportarse como una ciudadana libre, una situación que las mujeres en
su mayoría veían con normalidad, pues así habían sido criadas. No importaba si
trabajaban para mantener el hogar, seguían siendo personas de segunda
categoría. Lo que para unas era inadmisible, para otras era hasta beneficioso,
porque no tenían que perturbar sus ánimos. Sin embargo el comunismo no fue la
solución en el caso de Consuelo. El comunismo luchaba por sus propios intereses
y utilizaban la valentía y entrega de las mujeres sin darles la importancia que
merecían.
A la muerte
de un esposo que siempre la trató como una igual, Laura, en cambio, y en contra
de todo pronóstico, tuvo que enfrentarse no solo a la burocracia machista para
poder continuar con el negocio de su marido, sino a la habladuría de las demás
mujeres, quienes preferían ver a un hombre al frente de un comercio.
Es imposible
no tomar partido por una de ellas, inclusive por la madre de Consuelo, Leonor,
quien se convierte en un personaje clave en el transcurso de la historia. ¿Por
qué Consuelo lo arriesgó todo por una lucha en la que ni siquiera las mujeres a
las que ayudaba eran conscientes de lo que sucedía? Al comienzo uno puede
decir: “Porque era rica, culta, profesional y no tenía nada que perder”. Pero
en una España dictatorial si podía perder, y se arriesgó. Esta obra me ha hecho
reflexionar acerca del ser humano. No hablo de clases ni de géneros. Hablo del
ser humano per se: cada uno nace para
jugar un determinado papel en la historia de la humanidad. Unos lo arriesgan
todo por una causa mientras otros ven la causa y se solidarizan, pero desde su
trinchera. Unos van a la guerra voluntariamente y otros prefieren resguardarse.
La verdadera libertad consiste en hacer lo que uno desea, pero cuando es
obligado por las circunstancias se convierte en esclavitud aunque goce de
libertad. Es utópico, pero lo veo así, y la realidad es que todos somos
esclavos. Vivimos para que otros lo hagan. Trabajamos para que otros
sobrevivan. Y como lo hacemos de manera voluntaria, pensamos que somos libres.
La verdadera libertad no existe. Estamos obligados a seguir las normas que la
misma sociedad ha impuesto a través de las religiones o la política.
La dictadura
de Franco fue totalitaria, como todas, impuso su manera de pensar y propició la
crueldad con impunidad. El comunismo que lo combatía actuó igualmente con la
misma crueldad. En eso no había diferencias, como se resalta en la novela en
una discusión entre Consuelo y Laura.
No me gusta
el comunismo. Tampoco la dictadura, prefiero vivir una democracia que con sus
defectos, al menos me da la falsa percepción de libertad. ¿Vivimos en un
permanente engaño? Esa es la cuestión.
En amazon: https://amzn.to/2Ccq6cy
¡Qué manera de meterte en la novela, Blanca! Parece que la hubiéramos escrito las dos, claro que tú mejor que nadie sabe lo que es una dictadura. No importa el color, una sociedad regida por una voz única siempre es nefasta porque los humanos somos diversos y esa es nuestra mayor riqueza.
ResponderEliminarTe agradezco mucho que apoyes esta novela, tal vez la última que escriba porque los años van pasando y ahora me apetece pasear, leer, ver alguna serie y perder el tiempo divagando mientras escribo mis memorias y estudio en profundidad el género policiaco y negro. Todo para mí, sin pretensión de publicar nada, es solo un ejercicio intelectual para que no se me oxiden las neuronas.
Un fuerte abrazo, Blanca.
Imposible no empaparme de la novela, Mercedes, además de estar muy bien escrita, toca temas muy interesantes desde dos puntos de vista. La recomiendo encarecidamente.
EliminarUna visión muy acertada de la postguerra, escrita con buen tino y la sabiduría de alguien que, como Blanca, ha sufrido en su carne el Gobierno de su país. Me gusta el libro, bien llevada la trama, con personajes humanos y creíbles. Enhorabuena a Mercedes por su historia. Y, por favor, sigue escribiendo, nunca es tarde para hacerlo. Un abrazo a las dos.
ResponderEliminarMercedes está en su mejor momento como escritora. Absolutamente de acuerdo, Carmen.
Eliminar