miércoles, 31 de diciembre de 2014

La importancia de las estadísticas, mi último post del 2014

Mi última entrada del año no la dedicaré a dar saludos, que ellos rondan por todas las redes sociales y ya he dado y recibido tantos que deben ser poquísimas las personas (que me conozcan) que queden fuera)

Hoy estuve viendo las estadísticas del blog. Siempre es bueno saber el comportamiento de nuestra presencia en las redes sociales, para saber qué podemos mejorar o qué evitar. Pues bien, los resultados han sido los siguientes:

Entradas totales desde que inicié el blog: 338.154 visitas.

Artículos posteados: 474

La mayoría de las visitas proceden de la URL de Google

Los sitios de donde proceden lo encabeza siempre Google, luego facebook, y Twitter, que ha ido subiendo últimamente de manera asombrosa.

La palabra clave de búsqueda es Blanca Miosi o Blanca Miosi y su Mundo. Aquí hay algo interesante: no me buscan por el nombre de mis novelas.

Las fuentes de tráfico en su mayoría son de Estados Unidos. Al principio eran de España, pero hoy en día son más los hispanoparlantes y tal vez algunos anglosajones los que encabezan la lista. Asumo que es por mi novela en inglés "Waldek".

En números sigue España, luego Alemania, Francia, México, Argentina y Chile. De Perú tengo visitas pero son muy contadas, de manera que no entran en las estadísticas.

La entrada más visitada: "Como vender un libro de manera eficiente" Visitada 11.618 veces y con 85 comentarios,

¿Qué se puede deducir de todo esto?

1. Que los blogs siguen teniendo importancia, siempre y cuando se hable de lo que a la mayoría de las personas interesa: ¿Cómo publicar, cómo vender, cómo comportarse en las redes sociales, qué hacer frente a los comentarios negativos...  siempre que escribo una entrada acerca de mis novelas o de mi persona las entradas se reducen a la mínima expresión, (como en este post) ni siquiera mis amistades más cercanas entran a comentar, lo cual indica que al menos en mi caso, lo que buscan es información práctica o una especie de ayuda para la mejor proyección de sus obras. Observo sin embargo, que hay blogs donde hablan de aspectos personales y cómo criar a los niños o cualquier tipo de asunto que no tiene que ver con lo que yo acostumbro postear y tienen un éxito bárbaro. Creo que, como en todo, cada administrador de blog tiene su nicho de lectores.

2. Google es la plataforma más importante hoy en día, y hablo de Google .com, .es, .mex. .ar. .pe, .au, .de, .fr, o de cualquier país. no estoy segura si todos provienen de la entrada general de Google pero muchos ya empiezan a utilizar Google+ y creo que eso influye mucho.

3. Facebook también genera visitas, pero siempre que estén relacionadas con las personas que frecuentan Facebook, es decir, la mayoría son conocidas,

4. Twitter se está convirtiendo en una importante fuente de tráfico aunque algunas personas no la entiendan ni tengan la menor idea cómo usarla. Lo digo porque últimamente me encuentro con muchos inexpertos que en lugar de utilizar esa plataforma tan importante a favor suyo, lo que hacen es alejar a los clientes potenciales de sus libros. (Hablo de libros porque es lo que escribo y vendo).

5. ¿Por qué la gente me busca por mi nombre: Blanca Miosi y no por mis novelas, una de ellas tan conocida como "La búsqueda"?  Podría deberse a que mi nombre sea corto, fácil de retener, o como dice Jordi Díez, "musical". Pero también es posible que mi presencia en las redes sociales sea bastante más importante de lo que yo crea.
Aquí con un poemario de Rafael R.Costa

He notado que  la cantidad de escritores que me envía mensajes directos es para pedirme entrevistas, o para que por favor lo ayude a promocionar su libro. Supongo que muchos recibirán iguales peticiones, pero yo no me limito a leer los mensajes. Voy al link, estudio de qué se trata, veo si la imagen es atractiva e invento algún eslogan, entonces salen unos Tweets que a veces se vuelven virales.  Eso los autores lo aprecian, y corresponden en la medida de sus posibilidades y conocimientos. Twitter es una comunidad muy entretenida y amigable, es importante estar presente y responder a los comentarios, por eso he dejado de utilizar los robots (tan útiles para las horas nocturnas) y solo tengo tres de mis once novelas en Comercio Center, que por otro lado se ha convertido en una plataforma muy importante, cada día con nuevas herramientas, como la facilidad de poner vídeos, y otro tipo de promociones gratuitas, y si pagan una suma irrisoria también podrán tener acceso a muchas otras formas de venta.

Hot Suite no lo utilizo sino para cuando salgo de viaje. Y como viajo tan poco, pues... comprenderán que casi nunca lo uso. Es práctico, pero para efectos de popularidad no lo aconsejo.

En suma, estos años que he venido utilizando mi blog, según las estadísticas han servido para que el nombre "Blanca Miosi" se haya ido haciendo conocido, pues es así como me buscan, las estadísticas no engañan, sirven para comprender lo que sucede y por qué. Así que con seguridad seguiré en el 2015 con más ideas acerca de cómo hacer para que los escritores puedan hacer buen uso de los métodos de venta más eficientes.

¡Hasta el próximo año, amigos!
Diciembre, 2015



miércoles, 17 de diciembre de 2014

Recuerdos y tonterías en estas fechas...

Con el intenso olor del guiso de las hallacas incrustándose en mi nariz no puedo dejar de sentir que otra Navidad se está instalando en el ambiente. Es como si el arquitecto al diseñar el plano hubiera tomado en cuenta la dirección de la corriente de aire que baja desde las faldas del Ávila directamente hacia el edificio. Una corriente que lleva el olor del guiso de las hallacas hacia los dormitorios y de allí a los recuerdos que parece que estuvieran impregnados de perfumes.

En estos días he recibido varios correos solicitándome entrevistas. Correos electrónicos, obvio. Ya no se puede decir “te envié una carta y el cartero la perdió”.  Ahora es preferible aunque menos creíble: “No pude escribirte porque no tenía conexión”. Los tiempos y el idioma, la manera de expresarse han cambiado mucho en pocos años. Pocos, para quienes como yo, pasan de los cincuenta y dele.

Pero no quiero alejarme de la idea principal de esta entrada que es básicamente el ambiente navideño que percibo con el olor de las primeras hallacas, el plato tradicional venezolano de estas fechas; no porque yo sea muy afecta a él, que si a ver vamos, prefiero los tamales peruanos, un tanto parecidos pero de sabor diferente, lo que me lleva a alejarme un poquito de lo que quería decirles, para recordar a la negra grande y robusta que caminaba con una enorme cesta en la cabeza llena de tamales gritando: ¡Taaamaaaleeees!...  ¡Taaamaaaleeees!... ¡Taaamaaaleeees!... y así iba por las noches alrededor del parque José María Eguren allá en Miraflores, ahora llamado Juan José Chumbiongo no sé a cuenta de qué. Por suerte, el traspaso de nombre del parque ocurrió mientras vivía en Venezuela porque no me hubiera acostumbrado a la nueva dirección. La calle Eguren fue emblemática, allí ocurrieron toda clase de cosas que hacen de una cuadra —porque era de una sola cuadra, justo la que daba el nombre al parque—, inolvidable. Fue el único lugar donde viví tres años seguidos, todo un récord, y tuve oportunidad de hacer algunas amistades, como la del  rubio francesito que vivía una casa antes de terminar la cuadra que daba al Paseo de la República; Jean Francoise. Después me enteré de que no era francés sino sudafricano, y a fuerza de tantas tarjetas navideñas que puse bajo su puerta acabó enviándome una firmada con su puño y letra. O a Francisco, el que quería ser seminarista, que vivía en el edificio de la esquina frente al parque, y de quien me enamoré locamente sin haber cruzado una palabra con él en toda mi vidal. Mi amor se elevó a los cielos al enterarme de que estudiaba para ser seminarista. Y cómo podría pasar por alto a los hermanos Flores; eran ocho en total y vivían en un apartamento de dos pisos cuatro edificios a la derecha del mío. Recuerdo la rareza de esa familia porque el padre jamás cruzaba palabra con la madre que parecía ser la que llevaba los pantalones en esa casa, sin embargo cuando quedó embarazada la madre de Katty por novena vez, cuando ya mi amiga contaba trece años, como yo, comprendí que al menos se comunicaban por las noches.

Pero sin ir más lejos, en el edificio Santa Teresita, el 177 de la calle Eguren donde yo vivía, habitaban los personajes más disímiles —y ahora, después de cuarenta años sigo pensando lo mismo—, que alguna vez conocí.
En la planta baja vivía Nelly; la última vez que fui a Lima la vi y sigue viviendo allí. Era prostituta de alto vuelo, como se les decía a las mujeres de esa categoría que se dedicaban al oficio.  Sin dudarlo era la más guapa de la cuadra: alta, de muy buen cuerpo, de cabello un poco debajo de los hombros y de un color de piel como la canela clara, nadie al verla podría deducir que era prostituta, pues su comportamiento, a mi modo de ver era muy decente, amable y hasta cariñoso con todo el mundo. Tenía dos hijas, una rubia y la otra morena como ella. Según la mamá de Carmen, la que vivía en el tercer piso, era lo peor que podría haber ocurrido en ese edificio tan decente: tener a una mujer de la vida viviendo entre ellos. Y lo decía a voz en grito desde la cocina que daba a un patio central adonde iban a dar todas las cocinas del edificio y donde se mezclaban todos los olores de lo que se cocinaba en cada apartamento. “¡Esa puta está otra vez sancochando ají!”, gritaba entre estertores, mientras mamá movía la cabeza mirándome con ojos de reconvención a la par que tosía por los efectos del ají. Y era cierto. Nelly, como buena norteña, además de dedicarse a la vida alegre, como todos decían, era una magnífica cocinera, lo digo con uso de razón porque probé su comida algunas veces. Pero eso de sancochar ají nunca lo pude entender si lo hacía como una receta secreta o era para joder a todos los del edificio, especialmente a las mujeres que a esa hora hacían oficios en la cocina.

Y qué decir de las hermanas Nora, Viviana y Mayra. Esta última se fue de allí en cuanto se casó con un suizo que se la llevó a vivir a Europa, pero Viviana y Nora, que vivían con el padre, dueño de una estación de servicios y que murió tiempo después, se hicieron amigas de Nelly. Viviana se declaró lesbiana y terminó suicidándose porque su enamorada la abandonó y, de las tres, Nora, que era amiga mía por cuestiones de edad, declarada como la más loca de la cuadra durante mucho tiempo, terminó siendo cuerda, se casó y ahora vive en algún lugar de Lima, y hasta donde supe tenía una niña que ya debe ser una mujer adulta. Es curioso que piense en ella como si tuviera la misma edad de entonces.

De la mamá de Carmen no tengo mucho que decir, pero de Carmen… era con la única con la que mi madre me dejaba salir, porque decía que era una niña decente. Pero a mi modo de ver, una amiga más loca que Carmen no podía haber encontrado, al menos en esa cuadra. Y cuando lo digo no me refiero a las locuras que hacía, que eran bastantes, sino a que en definitiva le fallaba algo en la cabeza, como se comprobó cuando al cabo de años volví a saber de esa familia y me enteré de que seguía siendo una adolescente a pesar de tener más de treinta años. Tenía un hermano con un serio retraso mental; nació cuando yo todavía vivía allí.

Los fines de semana eran los mejores. Desde la ventana de mi dormitorio podía contar los coches que se cuadraban en frente, en el parque, una larga fila en espera de Nelly. Algunas veces por las fiestas que ella hacía con otras amigas y en ocasiones porque según mamá eran sus clientes que esperaban turno. Nunca quise creerle, me parecía absurdo que los hombres hicieran fila para estar con Nelly. ¡Qué asco! Pensaba. Pero mamá parecía comprenderlo bien porque según me dijo cierto día, una tía lejana ejercía de puta en un burdel llamado “El Trocadero” y allí todos los hombres hacía fila para entrar al cuarto de las que ofrecían sus servicios.

Los que no parecían sentirse ofendidos por la presencia de Nelly en el edificio eran los hombres. Al marido de mi madre le caía muy bien, eso lo sé porque Nelly siempre me decía: “Tu papá es tan buena gente, Blanquita…”; y al papá de Carmen lo vi conversando en la puerta de Nelly un par de veces, por lo que deduje que también eran buenos amigos, a pesar de los gritos de su esposa por el tragaluz de la cocina. Hasta el conserje del edificio era la mar de atento con ella. Si había que hacer algún trabajo, la casa de Nelly era la primera en ser atendida, la jardinera que daba a sus ventanas, las más cuidadas, su pasillo el más brillante de lo pulida que dejaba la entrada. Varias veces lo vi entrando a su casa con botes de pintura y brochas, así que supongo, también se ocupaba de dar mantenimiento a su casa. La mujer del conserje, sin embargo, era la única que no se quejaba de nada, parecía muy feliz con Nelly al igual que su marido. Muchos años después, en el entierro de mamá, Nelly fue a darle el último adiós, finalmente se habían hecho amigas, según me dijo, y cuando le pregunté cómo estaba me dijo con parsimonia: "Como siempre, Blanquita, trabajando".
Nelly es una de esas mujeres que morirá en su ley.

Pero ya me extendí hacia otros asuntos que no venían a cuento, y el olor a guisos de hallacas en el edificio se ha intensificado tanto que he tenido que poner a funcionar el extractor de la cocina, uno que instaló Henry con la finalidad de que no hubiera el más ligero atisbo de olor a comida más allá de medio metro del lugar donde se preparan los alimentos. Y lo digo en serio: creo que iría mejor en un restaurante por lo potente que es. No recicla el vapor que sale de los alimentos y lo lanza por encima de las cabezas, no. El olor, el aire caliente y el vapor se van a través de un ducto hacia la calle y es lanzado, según las propias palabras de Henry a seis metros del edificio.

Esta Navidad como otra más desde hace cuatro años no estará él presente en la cena navideña. Diciembre significa para mí un mes de recuerdos y de nostalgia que cada vez se va haciendo más difusa, menos dolorosa, más acorde con mis circunstancias. Al fin y al cabo uno es como el mundo que lo rodea, es el mimetismo que como si fuera un camaleón aprendí desde pequeña por las dichosas circunstancias que rodearon mis existencia y que, ahora con muchos años más, siguen sirviéndome de escudo.

Por otro lado, es difícil dejar de pensar en él. Los trescientos sesenta y cinco días del año lo tengo presente por el simple hecho de que la novela de su vida se llama La búsqueda y quiéralo o no es el libro que más éxito ha tenido de todos los que he escrito. Lo veo en Twitter, en Facebook, en Amazon, en las entrevistas que me hacen… Por cierto, ya que hablaba de correos, en estos días respondí a cuatro cuestionarios y en todos me tocó hablar de Waldek. Incluso ahora mismo que escribo estas líneas, si Henry está mirando por encima del hombro lo que escribo, sabrá que ya me he acostumbrado a llamarlo Waldushu, como su madre lo hacía. Porque deben saber, el nombre de él era Henriek Waldemar. Waldek, para su familia polaca y Waldushu, para su mamá.


Queridos amigos, compañeros de camino y lectores; a todos los que me han acompañado a lo largo de un año más: ¡Les deseo una Feliz Navidad en buena compañía para los que aún la tengan, y con buenos recuerdos, para los que van quedando solos!

¡Hasta la próxima, amigos!
Blanca Miosi

lunes, 8 de diciembre de 2014

De los niks y de los independientes. Una lista de los mejores.

Vamos a ver… ¿por qué algunos escritores se esconden detrás de un nick impronunciable? ¿Tendrá algo que ver Freud con esto?, tal vez no vaya por ahí el asunto, pero es probable que exista algún lío psicológico.
Una persona, sea hombre o mujer, vamos, un ser humano para dejarnos de problemas de género, que ahora ya hay muchos, si desea ser escritor lo primero que tiene que hacer es darse a conocer para que, en caso de que publique, puedan localizarlo por su nombre en Facebook, Twitter, y demás canales de las redes sociales.
Hasta para los que promocionamos los libros es un caos; por poner un ejemplo: en lugar de decir:

“El resplandor de la jungla” por @RobertoManzano Una novela que te llevará por los senderos perdidos linkxxxxxxxxxxxx.

Uno tiene que poner:

“El resplandor de la jungla” por Roberto Manzano @mataratoncito Una novela que te llevará por los senderos perdidos linkxxxxxxxxxxxx.

Y es que siempre se debe etiquetar, de lo contrario el autor del libro nunca se enteraría que alguien tuiteó su libro y no podría hacer RT o clicar la estrella de favoritos. Y entonces las 140 palabras que permite Twitter no alcanzan.
¿A que no suena mejor un nombre y apellido como nick que @mataratoncito?
Es más serio, práctico y facilita la labor a todo el mundo, tanto a los lectores como a los amigos. Y lo más importante: más profesional. 


Pasando a otra cosa:
Hace unos días leí un post en Facebook de mi querido amigo Rafael R. Costa, que por suerte tiene un nick igual a su nombre, en el que decía:

NOVELAS QUE INTENTÉ LEER
y no pudo ser

RAYUELA
CIEN AÑOS DE SOLEDAD
ULYSSES
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA
LA MADRE
ALGUNOS INDIES


Obviamente los comentarios abundaron sobre todo al referirse a los escritores indies (o independientes, como prefiero llamarlos), especialmente de otros escritores, algunos también independientes, que por lo visto se creen luminarias. No me agrada hacer público mi descontento por el hecho de que existan escritores independientes incomibles, como si yo fuera una literata consumada. De hecho, con la cantidad de libros que llevo vendidos y el volumen de comentarios que generan mis libros podría darme ese lujo y hablar mal, burlarme o despotricar de los indies, pero no lo hago. Creo que todos tenemos cabida en este mundo, y como se referían a Amazon específicamente, me parece que en esa jungla hay de todo, buenos, malos, mediocres, tanto independientes como de editoriales.

Sé que algunos se creen superiores y miran a los demás por encima del hombro. Yo los veo como seres humanos que intentan el camino de la escritura y que a fuerza de ensayo y error terminarán aprendiendo, tal vez algunos no, pero no veo por qué deba hablar mal de los escritores que no lo hacen tan bien como los mejores. En todas las circunstancias de la vida existen niveles; en literatura no podía ser menos. Lo gracioso de todo es que algunos de esos escritores que hablan mal de los que no escriben muy bien, ni son tan buenos ni venden mucho. Pero lo atribuyen a que sus libros son demasiado buenos para que los lea la plebe que compra a los que sí venden. Es probable que tengan razón, no lo pongo en duda. Lo que me desagrada es el aire de superioridad que asumen.

Yo no voy a poner a los autores de libros que no me han gustado. Prefiero tomar el camino desde el otro extremo: Pondré a los que he leído y que me han parecido admirables, fuera de lo común. No enlistaré a los escritores famosos porque son demasiados, me referiré a los independientes aunque algunos hayan publicado por editorial.

Heberto Gamero
José Vicente Alfaro
Jordi Díez
Krina Ber
Francisco Gijón
José Luis Palma
Roberto López-Herrero
Carmen Grau
Rafael R. Costa
Peter Joshep
Micky Baine
Mercedes Pinto
Pablo Martínez Burkett
Julio G. Castillo
FG Labandal
Neo Coslado
Mois Benarroch (En su particular uso del español)
Estos escritores son los que a mi juicio muy personal poseen genialidad. También la mayoría de los que he mencionado tienen un cuidado escrupuloso en la presentación, una gramática impecable, se nota que sus obras han sido el resultado de horas de corrección y de trabajo y los temas escogidos son originales. Hay más escritores con libros igualmente bien corregidos, pero los temas, las historias de sus novelas no me han calado o en algunos casos me han parecido demasiado farragosas o poco convincentes, eso de ninguna manera los desmerita como escritores, es solo cuestión de gustos. También sé que hay muchos otros que no he leído, por eso no figuran en esta lista.

Es probable que algunos escritores al ver esta escasa lista se sientan excluidos, pero no deberían. En esta lista ni yo entraría. Me considero una escritora del montón que vende porque sus libros no son precisamente alta literatura.

¡Hasta la próxima, amigos!