domingo, 9 de septiembre de 2018

¿Somos los escritores objetivos al comentar los libros de los amigos?

Ya hace tiempo no comento en Amazon. No por temor a las represalias, como podrían pensar algunas personas, porque no sé qué represalia podría tomar contra mí el escritor que reciba mi opinión. Es porque no sucede nada. Si pongo una estrella a una novela es porque el libro está tan mal que con seguridad no lo habré terminado de leer. No soy masoquista. Y tampoco me considero capacitada para criticar un libro ni para indicar cuántas estrellas merece.

Lo que dijo Oscar Wilde: «No hay libros malos, solo mal escritos”, puede ser cierto, eso lo captan los lectores sin necesidad de ser grandes críticos literarios. Los libros gustan o no gustan. Hay algunos que son «interesantes», pero el argumento está tan mal planteado que se hace difícil leerlos.

«Un libro que gusta es aquel que se desliza como la seda, sin nudos, sin que nada sobre ni falte».

Seguramente más de uno leyó lo que acabo de escribir en rojo y hasta es probable que estuviese de acuerdo. Pero un libro no puede deslizarse como la seda. No tiene sentido lógico. Son las palabras que contiene las que deben deslizarse como la seda:



 «Cuando un libro está bien escrito, su narrativa nos envuelve, nos abstrae del mundo, sus letras se deslizan como la seda y será imposible dejar de leerlo hasta el final». 

Mucho mejor. Requirió de mejor utilización de los términos, mayor descripción y al mismo tiempo absoluta rotundidad.

El error que señalo es muy frecuente en la narrativa de los autores. Los correctores no son capaces de «ver» errores de lógica, de continuidad o de estructura. A lo más, se fijan en la sintaxis, ortografía y algunas veces en las redundancias. La razón es muy sencilla: la mayor parte de ellos no son escritores.

Se hace mucho hincapié en que hay muchos bodrios entre los libros autopublicados. Es probable que tengan mucha razón, y es más que probable que los que yo escribo estén en la línea de la mediocridad. No me considero, como lo he afirmado muchas veces, una gran escritora. No estoy capacitada para emitir críticas, a lo más un comentario razonable, si el libro me ha parecido a mi juicio, excelente. Pero de lo que sí estoy segura, es de que la mayoría de los escritores que critican los libros de manera negativa, se consideran a sí mismos, muy buenos.

Es difícil ser objetivo con uno mismo, y cuando las críticas provienen de escritores amigos, generalmente no es muy confiable. O tienden a ser demasiado halagüeñas o pueden ser mortalmente «honestas». Mis libros han sido criticados por escritores cuyos libros según mi opinión están mal escritos. Pero no por ello me ofendo, aunque tengo la creencia de que el escritor que se atreve a poner un comentario a otro autor dando recomendaciones, lo hace más para figurar que por el deseo de servir. Igualmente sucede con algunos lectores que recomiendan no comprar la novela. Lo deseable sería que ellos dejaran su opinión y el siguiente lector sabrá si la comprará o no. Nadie tiene que decirle qué debe hacer.

Según veo el asunto existen dos clases de escritores: los que escriben por hobby y los que lo hacen porque sienten la imperativa necesidad de escribir.

En ambos casos se requiere de un constante aprendizaje y mucha práctica. Porque no por ser un hobby se debe hacer un mal producto. Y los que se sienten realmente escritores, deben preocuparse más por sus propios libros. Mejorarlos para hacer de ellos un libro inolvidable y empezar el próximo como si esa fuera su última oportunidad de escribir. No enfocarse en lo mal que lo hacen los demás. Necesitamos un poco de cordura y de humildad.

¡Hasta la próxima, amigos!