martes, 25 de diciembre de 2018

Lo que algunos no saben de la autopublicación

Existen muchos lectores y escritores confundidos cuando en alguna conversación se menciona a Amazon, sobre todo en una sociedad tan limitada en alcances tecnológicos como la venezolana pues tenemos más de una década de restricciones en el uso de divisas extranjeras, lo que hace imposible la compra por Internet, que es en la que se basan los métodos de lectura y publicación digitales.

La gente aquí conoce Amazon, claro que sí. Pero la conoce porque antes compraba todo tipo de mercancía; libros, incluso. Pero la mayoría de escritores no sabe que en esa plataforma puede publicar sus libros gratis a través del sistema Kindle Direct Publishing o KDP como se lo conoce en el argot de escritores. Algunos tienen una vaga idea de qué se trata, pero la información que les llega es sesgada, dando como resultado que nos miren como una “subespecie”: escritores que al no tener otra opción para ser publicados recurrieron a Amazon. Y no es así. Al menos no en mi caso. Fui publicada sin ningún contratiempo por editoriales de prestigio pero decidí hacerlo por Amazon por mi cuenta.

¿Fue porque mis libros no tuvieron acogida? ¿Porque eran muy malos? ¿Porque no se vendían? No.

Si así hubiese sido mis libros La búsqueda y El legado todavía podrían encontrarse en las librerías y la realidad es que están agotados. Me consta que se vendían a través de cadenas de librerías en Argentina, Uruguay, México, Colombia, Perú… pero una vez agotados los ejemplares no había reposición. Y si se buscaban en España, el país donde fueron editados, ocurría igual. No tuvieron la oportunidad de una segunda edición, no porque fuesen muy malos, es porque las editoriales están saturadas de nuevos lanzamientos y no se dan el tiempo necesario para promocionar los libros y esperar los resultados. Si un libro no se convierte en la primera semana de lanzamiento en un boom corren a buscar a otro que sí parece tener las cualidades de convertirse en el próximo gran bestseller.

Cuando los publiqué en Amazon empezaron a venderse por miles, tanto en formato digital como en papel. Aquí debo aclarar algo: Los autores que publicamos a través de KDP podemos vender nuestros libros en formato digital y también en papel, como cualquier escritor publicado por editorial. Y en audible, como todos
¿Te escondes tras un nombre de editorial
falso porque tienes vergüenza de decir
que eres autopublicado?
mis libros. Lo aclaro para quienes piensan que solo publicamos libros digitales.

¿Cuánto cuesta publicar en Amazon?

La publicación es gratis. Sea en papel o digital. Amazon cobra por la venta de cada libro como lo haría cualquier editorial, la diferencia consiste en los porcentajes:

Una editorial paga al autor entre un 8% a un 12% (en el mejor de los casos) por la venta de cada libro.

Amazon paga el 70% si el libro es digital y está arriba de US$ 2.99 como precio de venta al público, y el 30% si el libro digital está por debajo de ese precio. En cualquier caso la ganancia que se lleva el autor es mucho mejor comparada con la publicación a través de editoriales.

Por eso me asombra saber que todavía existen “editoriales” de autopublicación y me asombra más saber que hay escritores que pagan para ser publicados. Creo que los motivos son engañosos, pues piensan que la editorial de autopublicación correrá con todos los gastos de presentación, promoción y demás ofertas que hacen para captar al escritor y a la larga eso se diluye en nada; promoción cero y lo más importante: la edición absolutamente nula. He leído libros con fallas ortográficas y de estructura que dan vergüenza.

Cuando voy a reuniones de escritores aquí en Caracas que es donde resido y se enteran de que publico en Amazon, capto miradas de conmiseración. Y si se enteran de que soy una de las escritoras que más vende en Amazon muestran un gesto de amable comprensión. “Ah, claro, en Amazon”, sin saber que mis libros se leen en todo el mundo en varios idiomas y no solo en digital; también en papel y en audible.

¿Por qué el rechazo a los escritores que, como yo, son independientes? Por ignorancia. Para el mundo intelectual ser independiente es sinónimo de fracasado. Es no haber sido aceptado por ninguna editorial y tomar el camino de la autopublicación como último recurso porque no queda otro camino. ¡Qué equivocados están! Y me encanta bajarlos de su pedestal cuando les digo que he publicado y, de hecho, sigo haciéndolo a través de prestigiosas editoriales, porque ser independiente es eso: poder escoger con quién publicar y en qué términos, pues somos nuestros propios agentes literarios y elegimos lo que más nos conviene.

Autopublicar en Amazon no es motivo de vergüenza. Si se hace por las razones correctas es motivo de orgullo; nuestros libros llegan a rincones de la Tierra a los que jamás los llevaría una editorial y ganamos mucho más que con ellas, eso está clarísimo, sin embargo hay críticos de esta forma de publicación y sus razones son valederas: al tener la facilidad de publicar se lanzan al mercado libros sin corregir y en muchos casos mucha basura. Y tienen razón. Pero todo tiene su público. El lector acostumbrado a buenos libros desechará los malos, así de simple. En esto rara vez hay segundas oportunidades. Si un escritor por el apuro de ver su obra publicada pasó por alto la corrección ortotipográfica y de estilo tan necesaria para el estándar al que están acostumbrados los consumidores de libros, tendrá como consecuencia el ser borrado de la preferencia de los lectores aunque ponga en letras grandes: “Edición corregida”. Nadie lee un libro por segunda vez para verificar las correcciones, a menos que tenga alguna afinidad directa con el escritor.

El escritor independiente es libre de escoger en qué plataforma desea publicar. Hoy en día hay muchas además de Amazon, me he referido a ella porque es la más importante, pero hay muchas más y el mercado se expande:

Lulu 

¡Hasta la próxima, amigos!



miércoles, 12 de diciembre de 2018

"No puedo hacerlo" No va conmigo

Hace diecisiete años cuando empecé a escribir, no tenía idea de cuál sería mi futuro en ese renglón. Empecé haciéndolo como un pasatiempo; escribía un par de horas después de regresar del trabajo, entonces tenía un taller de alta costura en el que pasaba cerca de doce horas diarias que sentía que se iban volando porque siempre quedaba mucho por hacer. Horas que mis costureras y yo pasábamos entretenidas escuchando música, tocando telas, y yo la mayor parte del tiempo dibujando y diseñando nuevos modelos o tratando de hacer realidad los deseos de mis clientas que, en algunos casos, tenían la imaginación desbordada. Pero ese era mi deber: complacerlas. Decir "no puedo hacerlo" no cabía en mi vocabulario.
Creo que fue lo que me enseñó a buscar solución a todo tipo de problemas. Y también a la crisis. Esa crisis económica que veníamos arrastrando desde hace años y que ahora se ha agudizado. Tuve que idear nuevas formas de encarar el negocio, de formas de cobro, de formas de pago y de adquisición de materiales, todo aquello me mantuvo siempre con la mente despierta, la imaginación a tope y me acostumbré a trabajar bajo presión, y creo que es la mejor manera en que me desenvuelvo. El "no puedo hacerlo" no entra en mi vida.
Es uno de los motivos que me impulsó después a escribir en serio. Con la mentalidad puesta en publicar. Henry siempre decía que si se tiene algo se debe usar al cien por cien. Y eso abarcaba desde cerrar la puerta con doble llave, mantener los cajones cerrados, tener en casa todo en buen estado de funcionamiento para que nuestras pertenencias puedan usarse en el momento en que se requieran. "Si haces algo, hazlo bien, porque te costará el mismo esfuerzo", decía. ¡Y cuánta razón tenía! Por ejemplo: ¿por qué pegar un cierre torcido si coserlo recto toma el mismo trabajo? ¿Por qué pegar botones mal cosidos si hacerlo bien toma el mismo número de puntadas? ¿Por qué freír mal un bistec si hacerlo en su tiempo correcto es mejor?, y así todo en la vida, poniendo por delante la excelencia. 
Cuando empecé a escribir en serio, me dijo: "¿por qué no lo publicas?" Y no supe qué contestarle. Jamás se me había ocurrido que lo que escribía pudiera publicarse, ni siquiera sabía qué había que hacer para lograrlo. Y Henry fue al directorio telefónico y buscó en la letra "E". "Editoriales". Encontró una cerca del taller (para que no tuviera que perder mucho tiempo) y me dijo: Aquí puedes presentar el manuscrito. Era "La búsqueda". 
Así fue como empecé. Y comencé aprendiendo que no sabía escribir pues mi manuscrito fue rechazado, por suerte, acompañado de un par de folios en el que me indicaban los errores. Y como sabía que cuando se hace algo hay que hacerlo bien, me propuse aprender a escribir, porque no es verdad que se aprende a escribir leyendo buenas novelas. No, señor. Cuando uno lee simplemente se fija en la historia, no en los pleonasmos, falta de sintaxis, armonía de las frases, cadencia en la escritura, gramática o riqueza de vocabulario, simplemente se lee y punto. Es cuando uno escribe que se fija en ese tipo de cosas. 
Varios años después pude publicar mi novela a través de una buena editorial española. Seguidamente firmé con una agencia literaria también española muy conocida, y otra editorial publicó mi segundo libro: "El legado". Después de la primera experiencia nunca tuve problemas para que mis libros fueran aceptados por las editoriales, excepto una vez con "El manuscrito", e ¡ ironías de la vida, esa novela batió todos los récords de venta al publicarla en Amazon! Entonces una gran editorial me llamó y quiso publicarla.
Pero no puedo decir todavía que soy una excelente escritora a pesar de haber publicado diecisiete libros y de haber pasado por la criba editorial. Cada día soy más consciente de que tengo mucho que aprender, y cada libro que escribo procuro que sea mejor. Un nuevo reto, una competencia conmigo misma. Leo mis libros después de escribirlos con ojo crítico, como si no fueran míos, y si hay partes que considero malas, las modifico o simplemente las borro aunque a mí me parezcan hermosas, porque a veces escribimos cosas muy bonitas pero sin el sentido que requiere la historia.
Estoy escribiendo un nuevo libro: "Hijo del pasado". Y me estoy tomando el tiempo necesario para hacer una historia diferente, como cada una de las que he escrito. Creo que parte de ese espíritu desafiante que me quedó de mis años de diseñadora ahora lo vuelco a mis libros. Algunos pueden pensar que es una mala táctica, se supone que un escritor debe tener una línea, un género en el que se especializa, pero para mí es un reto escribir diferentes géneros y procuro no encasillarme. 
Hoy fui al cementerio. Un año más en el que dejo flores en la tumba de Waldek. Ocho años ya de su muerte y sigo recordando sus consejos, pues mucho de lo que soy ahora se lo debo a él. Sin embargo, la tumba en el cementerio rodeada de otras que al igual que la de él tienen sus debidas lápidas de bronce, todas iguales, no me hizo sentirme más cerca. Es un sitio hermoso pero impersonal, Es aquí, ahora, cuando escribo estas líneas que lo siento detrás de mí, mirando la pantalla y diciéndome al oído: Mój drogi Blanesko, niech to będzie zrozumiałe, proszę. /Querida Blanquita, haz que se entienda, por favor. Porque para él lo más importante era que mis escritos fueran claros, entendibles, no le gustaba adivinar lo que yo quería decir. 
Así lo estoy haciendo, Henry Waldek, ¿no ves cómo ha quedado esta entrada? hasta te incluí a ti.

Hasta la próxima, amigos.