martes, 28 de mayo de 2019

¿Te preocupan los comentarios negativos?

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J. D. Salinger, ante su obra "El guardián entre el centeno", uno de los escritores más enigmáticos del siglo XX. Le bastó una sola obra para ser idolatrado.
Ser escritor es someterse al escrutinio público. No solo de los lectores sino de las personas a las que un escritor no les cae bien aunque no hayan leído una página de algún libro de su autoría. Antes no existían las redes sociales y no enterarse de la opinión de los lectores concedía cierta tranquilidad a cualquier escritor publicado. Ignorar qué pensaban los lectores hacía la vida más sencilla de cualquier escritor, quienes temían, eso sí, la opinión de los críticos literarios, capaces de situar un libro en las estrellas o hundirlo en el olvido. Hoy en día con el advenimiento de Internet y el acceso a las redes sociales es posible que la opinión de los lectores llegue directamente al autor, antes un ser inaccesible, impenetrable y en nuestra imaginación de lectores situado en algún lugar mágico en el que se encerraba a crear sus obras, los imaginábamos como seres tortuosos, con un cigarrillo entre los dedos o varias botellas de algún líquido espirituoso vacías a su alrededor escribiendo día y noche. Se tejían en su entorno una serie de leyendas que aupaban el misterio ya de por sí endilgado a la dama en cuestión, como fue el caso de Agatha Christie o Amandine Aurore Lucile Dupin, de seudónimo George Sands, la escritora francesa amante de Chopin, o las leyendas misteriosas que se crearon alrededor de Edgar Allan Poe y la vida de Oscar Wilde.

En la actualidad la idea que se tiene de un escritor es absolutamente diferente. Son personas accesibles, en muchos casos bastante normales, aunque también existen los que se crean un aura de relativo misterio o de viajeros empedernidos o los que prefieren permanecer ocultos al público y no tienen cuenta en ninguna red social, o escriben bajo seudónimos —en algunos casos varios—, porque prefieren su intimidad o porque temen que lo que escriben pueda marcarlos de alguna manera nefasta en su vida cotidiana.

El asunto es que cualquier novela que se publique o autopublique terminará vendiéndose en alguna plataforma digital en donde se alienta al lector a dejar comentarios. Igual sucede en sitios como Twitter, Instagram, Linkedin y en especial en Facebook, en los grupos de lectores y escritores en donde gente que lee y también la que no lee opina públicamente de la obra de cualquier escritor, trátese de García Márquez, Faulkner, Hemingway, Proust, Cervantes, Coelho como también de cualquier escritor autopublicado.

Estoy segura de que a un Dan Brown le importa menos una crítica negativa que a cualquier escritor independiente por la sencilla razón de que los últimos están más expuestos y son más frágiles. Pero no debe ser razón para rechazar cualquier crítica negativa. Cada persona es un mundo, y acabo de ver en un hilo en Facebook con más de trescientos comentarios que a unos les encantaba El Quijote, La divina comedia, Cien años de soledad y Las Uvas de la ira mientras otros denostaban enérgicamente de ellas. Tenemos la suerte de que exista tanta diversidad; unos dicen que Rayuela es una maravilla y otros que no llegaron a la tercera página, mientras que El hombre de la rosa era odiado y amado con igual intensidad por casi la misma cantidad de lectores. No se puede complacer a todo el mundo. Así como existen diversidad de escritores la hay de lectores. No podemos desanimarnos porque un lector deja un comentario negativo, claro, los escritores preferiríamos que si es negativo fuese lo más delicado y educado posible, pero los lectores simplemente escriben lo que piensan o lo que sintieron al leer un libro así como nosotros pensamos y sentimos al escribirlo.

Cada escritor especulará que su obra es mejor que la de cualquier otro, y se sentirá ofendido si alguien se atreve a decir que su obra es un bodrio. Pero esa misma obra para otro lector puede ser sublime. Comprobado en el debate al que me referí líneas arriba en el que escritores famosos sufrieron el escarnio público de sus obras más galardonadas. Así como hay escritores incultos, necios, soeces, ignorantes, cretinos, tercos, obtusos, fanáticos religiosos, ateos, sabios, científicos, brillantes, genios, aventureros, misteriosos…, también hay lectores incultos, necios, soeces, ignorantes, cretinos, tercos, obtusos, fanáticos religiosos, ateos, sabios, científicos, brillantes, genios, aventureros, misteriosos… No debería preocuparnos la diversidad en los comentarios sino el contenido de nuestro libro. Contra la opinión pública no podemos hacer nada. Está fuera de nuestro alcance, enfoquémonos en lo que sí podemos cambiar.

¡Hasta la próxima, amigos!

miércoles, 15 de mayo de 2019

Atila, el azote de Dios, de William Dietrich - Reseña

Resultado de imagen para atila el azote de diosAtila, el azote de Dios, de William Dietrich, un escritor norteamericano, historiador, periodista, y ganador del Premio Pulitzer.

Me llamó la atención el título: Atila. ¿Quién no ha escuchado: «Cuando las hordas de Atila pasaban, nunca más volvía a crecer la yerba», o algunos refranes refiriéndose al aludido, la mayoría de las veces de manera despectiva, o en el mejor de los casos como ejemplo de destrucción? La curiosidad que este personaje me despertaba me llevó a tomar el libro de la estantería, y ahora, después de llegar a la última página sé que no me ha defraudado.
La época del rey de los hunos, Atila, se establece en 449 d. C., en las postrimerías del Imperio romano, dividido en el Imperio romano de Occidente, gobernado por Valentiniano III, y en el Imperio romano de Oriente, cuya cabeza principal era Teodocio II, quien gobernaba desde la ciudad de Constantinopla.

Atila poseía el ejército más numeroso para su época; no todos eran hunos: estaba conformado por sus aliados bárbaros: ostrogodos, gépidos, rugianos, escirios, turingios, vándalos (pueblos bárbaros procedentes de Escandinavia), refugiados bagaudas de la Galia, y guerreros de más allá del Báltico. Arrasaban con todo lo que encontraran a su paso. Pero Atila quería apoderarse de Roma. Ustedes saben que en la historia de Roma siempre existieron las componendas, las luchas intestinas por el poder, y ese fue uno de los motivos que desencadenaron esta parte de la historia. La hermana del emperador Valentiniano, Honoria, envió un emisario a Atila para que la rescatase de la prisión a la que la había sometido su hermano. El rey de los hunos sería emperador de Roma si acababa con el ejército romano y se casaba con ella. ¿Cómo resistirse ante semejante oferta? Así pues, las hordas de Atila empezaban a acercarse a Occidente cuando el general Aecio, considerado por algunos historiadores como el «Último de los Romanos», logra reunir a los pueblos bárbaros (que también los había del otro lado) y convence a Teodorico, el rey de los visigodos, para unírsele, sabiendo que si lo hacía, las demás tribus que permanecían neutrales, también lo harían.

El ejército conformado por los romanos resultó pues, en una pléyade de aliados de toda índole, casi tan parecida a las que formaban las hordas de Atila, con la diferencia de cierta disciplina remanente, inculcada a través de los siglos. Se libra entonces una de las batallas más impresionantes de la historia: la del Pueblo del Alba, como llamaba Atila a su ejército, contra las legiones de Roma, reforzadas por los alanos, francos, borgoñones, olibriones (veteranos romanos), astrogodos, francos sálicos, sajones del norte, armoricanos , arqueros sármatas, honderos sirios y africanos, y los visigodos, unos de los combatientes más rudos y temibles, en una confrontación bélica que se llamó «La batalla de las naciones».

El que Atila lograra cohesionar a los aliados de Roma resulta paradójico, pues el ejército disciplinado e invencible; las famosas legiones romanas, se encontraban en franca decadencia, y por sí solas hubiesen sido incapaces de contener las ansias de poder del rey de los hunos. En el 451 d. C., en la Batalla de las Naciones, o la batalla de los Campos Cataláunicos como se la recuerda hoy en día, que, según los historiadores se cree, ocurrió en las inmediaciones de la actual Troyes, en el nordeste de Francia, finalmente salieron vencedores los romanos. Sin embargo, otro hecho paradójico como resultado de esta victoria, es que el general Aecio, fue acusado por su emperador de dejar escapar a Atila. 

¿Cuáles serían sus motivos? Sin Atila, el ejército romano no tendría razón de seguir existiendo, ya que cada vez era más costoso su mantenimiento en un decadente Imperio romano. Valentiniano III asesinó al Último de los Romanos, como agradecimiento de haber salvado Roma de los hunos.

Atila se retiró con sus huestes a Oriente, para al año siguiente invadir el norte de Italia con un diezmado ejército, en un intento de recuperar su maltrecha reputación, sin embargo, fue vencido por la peste y las hambrunas que asolaban la región. Muere un año después, en el 453 a. C., según la leyenda: ahogado en su propia sangre, debido a una hemorragia nasal mientras dormía en estado de embriaguez, la noche de bodas con su nueva esposa. Pero esto forma parte del anecdotario popular, pues al no poseer escritura, son muchos los detalles perdidos.

La historia que ha llegado hasta nosotros es la que cuenta la parte romana. Y es lo más relevante de la novela, pues William Dietrich ha sabido recrear los momentos históricos de los verdaderos protagonistas, cubriendo los grandes huecos con escenas lógicas, que bien pudieron suceder en los escenarios reales.

Atila, el azote de Dios, no es un libro de historia, es una novela con datos verídicos, con una trama interesante que se desenvuelve en un argumento apasionante.

William Dietrich es autor de El muro de Adriano, otra gran obra que pienso leer apenas la encuentre. Otras obras: El Reich de hielo, Las pirámides de Napoléon.


miércoles, 8 de mayo de 2019

¿Son útiles las presentaciones de libros?

Hoy voy a hablar de un tema que no había tocado antes: Las presentaciones de libros.

Todo autor o la mayoría de nosotros espera con ilusión el día en que su libro sea presentado al público. Nos imaginamos frente a los lectores que acudirán interesados a enterarse de qué trata nuestra obra, cómo fue que obtuvimos la idea, y, por qué no decirlo, para darnos a conocer. Algo natural y humano.

Confieso que nunca he presentado un libro. He asistido, eso sí, a varios bautizos como también los llaman cuando se hacen por primera vez. Y he disfrutado cuando se ha tratado de libros de amigos que aprecio. Porque la presentación es más que nada eso: una reunión de amigos, los que te estiman y desean acercarse a ti aunque no compren tus libros, pero quieren apoyarte. 

Hoy leí una entrevista de un superventas, Marc Reklau, un amigo que vende muchos libros en Amazon, tanto eBooks como libros impresos, y estoy de acuerdo con él cuando dice que las presentaciones no son efectivas para vender libros sino para figurar y gastar dinero en ellas. Efectivamente, no es la mejor manera de mercadear un libro si lo vemos desde el punto de vista comercial. El público asistente muchas veces estará presente para pasar un buen rato y después se olvidará del libro en cuestión. 

Cuando la editorial Viceversa (Madrid), publicó mi libro en España me envió una invitación con gastos pagados para la presentación de mi libro El legado, allá por el 2009 y yo estaba en las nubes, pero no pude viajar debido a que según me dijeron en el consulado de España mi pasaporte no tenía el requisito específico para estampar el visado: no era biométrico. Mi pasaporte estaba al día pero no sabía que existía ese nuevo con el sello biométrico que necesitaba para que me extendieran la visa Schengen. Después lo hice, pero el trámite duró varios meses, así que perdí la oportunidad de presentar mi libro en Madrid. Sin embargo, el libro se vendió y fue distribuido en varios países de América hasta agotarse.

Después lo publiqué en Amazon y cobró un segundo vuelo de manera inusitada en esa plataforma que me ha dado tantas satisfacciones virtuales y también personales.

Si se trata de vender libros mi conclusión es que no hace falta presentarlos, lo que hace falta es una estrategia de ventas eficaz y sostenida y tener varios libros escritos. Preferiblemente buenos. Obviamente hablo de la venta de libros en plataformas digitales (en las que se venden también libros físicos y en otros formatos); la mejor manera de hacernos conocidos como escritores y también la mejor manera de ganar dinero escribiendo. Algo que la mayoría que publica a través de editoriales o autopublica por empresas de ese tipo no logra. 

No me puedo quejar, mis libros se venden en todo el mundo, y están traducidos a varios idiomas incluido el chino.

Pero en el entorno en el que vivo, solo saben que existo las amistades cercanas y algunas personas del Círculo de Escritores de Venezuela. Y estoy segura de que la mayoría no sabe qué escribo ni ha leído mis libros, porque en este país comprar en Amazon se vuelto muy cuesta arriba. La razón es muy sencilla: nuestras tarjetas de crédito no funcionan en el exterior, por eso y para darme un gusto personal, que no económico, voy a tener el placer de dar satisfacción a mi ego presentando una de mis obras más conocidas, LA TRILOGIA El manuscrito




Mis libros I, II y III serán presentados por el Círculo de Escritores de Venezuela en la librería Kalathos del centro cultural Los Galpones en Los Chorros.


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Yoyiana Ahumada
Nunca pensé que llegaría ese día. Y, la verdad, no me importa si mis libros se vendan o no ese o los días posteriores. Yoyiana Ahumada, una conocida periodista, locutora, escritora y poeta será quien hará los honores de presentar mi libro y no puedo estar más emocionada.

Los que estén en caracas el día sábado 8 de junio de 2019 están invitados. 

Desde aquí agradezco infinitamente a Lidia Salas, a Carmen Cristina Wolf, actual presidenta del Círculo de Escritores de Venezuela y a toda la directiva por pensar en mí. 

Me hubiera encantado hacer la presentación de La búsqueda, pero no tengo conmigo los libros en físico. Tal vez algún día...