¿Te preocupan los comentarios negativos?
J. D. Salinger, ante su obra "El guardián entre el centeno", uno de los escritores más enigmáticos del siglo XX. Le bastó una sola obra para ser idolatrado. |
Ser escritor es someterse al
escrutinio público. No solo de los lectores sino de las personas a las que un
escritor no les cae bien aunque no hayan leído una página de algún libro de su
autoría. Antes no existían las redes sociales y no enterarse de la opinión de
los lectores concedía cierta tranquilidad a cualquier escritor publicado.
Ignorar qué pensaban los lectores hacía la vida más sencilla de cualquier
escritor, quienes temían, eso sí, la opinión de los críticos literarios, capaces
de situar un libro en las estrellas o hundirlo en el olvido. Hoy en día con el
advenimiento de Internet y el acceso a las redes sociales es posible que la
opinión de los lectores llegue directamente al autor, antes un ser inaccesible,
impenetrable y en nuestra imaginación de lectores situado en algún lugar mágico
en el que se encerraba a crear sus obras, los imaginábamos como seres
tortuosos, con un cigarrillo entre los dedos o varias botellas de algún líquido
espirituoso vacías a su alrededor escribiendo día y noche. Se tejían en su
entorno una serie de leyendas que aupaban el misterio ya de por sí endilgado a
la dama en cuestión, como fue el caso de Agatha Christie o Amandine Aurore
Lucile Dupin, de seudónimo George Sands, la escritora francesa amante de
Chopin, o las leyendas misteriosas que se crearon alrededor de Edgar Allan Poe
y la vida de Oscar Wilde.
En la actualidad la idea que se
tiene de un escritor es absolutamente diferente. Son personas accesibles, en
muchos casos bastante normales, aunque también existen los que se crean un aura
de relativo misterio o de viajeros empedernidos o los que prefieren permanecer
ocultos al público y no tienen cuenta en ninguna red social, o escriben bajo
seudónimos —en algunos casos varios—, porque prefieren su intimidad o porque
temen que lo que escriben pueda marcarlos de alguna manera nefasta en su vida
cotidiana.
El asunto es que cualquier novela
que se publique o autopublique terminará vendiéndose en alguna plataforma
digital en donde se alienta al lector a dejar comentarios. Igual sucede en
sitios como Twitter, Instagram, Linkedin y en especial en Facebook, en los
grupos de lectores y escritores en donde gente que lee y también la que no lee opina
públicamente de la obra de cualquier escritor, trátese de García Márquez, Faulkner,
Hemingway, Proust, Cervantes, Coelho como también de cualquier escritor autopublicado.
Estoy segura de que a un Dan
Brown le importa menos una crítica negativa que a cualquier escritor
independiente por la sencilla razón de que los últimos están más expuestos y
son más frágiles. Pero no debe ser razón para rechazar cualquier crítica
negativa. Cada persona es un mundo, y acabo de ver en un hilo en Facebook con
más de trescientos comentarios que a unos les encantaba El Quijote, La divina comedia, Cien años de soledad y Las Uvas de la ira
mientras otros denostaban enérgicamente de ellas. Tenemos la suerte de que
exista tanta diversidad; unos dicen que Rayuela
es una maravilla y otros que no llegaron a la tercera página, mientras que El hombre de la rosa era odiado y amado
con igual intensidad por casi la misma cantidad de lectores. No se puede
complacer a todo el mundo. Así como existen diversidad de escritores la hay de
lectores. No podemos desanimarnos porque un lector deja un comentario negativo,
claro, los escritores preferiríamos que si es negativo fuese lo más delicado y
educado posible, pero los lectores simplemente escriben lo que piensan o lo que
sintieron al leer un libro así como nosotros pensamos y sentimos al escribirlo.
Cada escritor especulará que su
obra es mejor que la de cualquier otro, y se sentirá ofendido si alguien se
atreve a decir que su obra es un bodrio. Pero esa misma obra para otro lector
puede ser sublime. Comprobado en el debate al que me referí líneas arriba en el
que escritores famosos sufrieron el escarnio público de sus obras más
galardonadas. Así como hay escritores incultos, necios, soeces, ignorantes,
cretinos, tercos, obtusos, fanáticos religiosos, ateos, sabios, científicos,
brillantes, genios, aventureros, misteriosos…, también hay lectores incultos,
necios, soeces, ignorantes, cretinos, tercos, obtusos, fanáticos religiosos,
ateos, sabios, científicos, brillantes, genios, aventureros, misteriosos… No debería
preocuparnos la diversidad en los comentarios sino el contenido de nuestro
libro. Contra la opinión pública no podemos hacer nada. Está fuera de nuestro
alcance, enfoquémonos en lo que sí podemos cambiar.
Qué fantástico poder ser todo a la vez si consideramos la idolatría a Messi en la familia de "fanático religioso" !!!!
ResponderEliminarAy, Jordi...
EliminarYo hasta el momento tengo una sola opinion negativa de uno de mis libros, que por lo demas, esta bastante bien valorado. Pero se trata de una persona que segun me han dicho, tiene la misma opinion de TODOS los libros de TODO el mundo. Intente darle otra novela mia y su comentario fue similar: aburrida, un comienzo lento, etc. No le he dado mas nada.
ResponderEliminar¿Dices que le diste una novela tuya para que la valore? Si es un conocido o amigo tuyo tal vez habría que prestarle atención. Los comentarios de la mayoría de los amigos son excelentes. Yo no me fio mucho de ellos, solo de un amigo al que le doy a leer mis novelas y siempre encuentra infinidad de fallas. A ese sí le hago caso.
ResponderEliminarEs un conocido, un escritor de cierto renombre aca en Cuba. Pero desgraciadamente tiene esa fama, todo lo considera una mierda, excepto a Tolkien.
EliminarHay escritores que se creen sabios. Déjalos en su error y sé feliz. en el fondo cada uno sabe cuál es la calidad de su escritura.
EliminarPues...yo creo que, sea como sea, debe ser dificil encontrarse con criticas negativas. Algo bien adentro debe de...hacernos pensar " que hice mal?" Pero, debemos tener la disciplina necesaria para hacer constructivas esas críticas y aprender. Lo claro está que hay gentes que simplemente no tienen nada bueno que decir...nunca. Y con el tiempo uno aprende a conocer ese tipo de personas y no permitir que nos afecten.
ResponderEliminarCariñosamente,
Mikky
Bueno, también hay de esas personas, es cierto. Parece que sintieran placer especial al hacer sentir mal a otros. Pero es su problema, nosotros a lo nuestro, que es escribir y mejorar cada día.
EliminarHola que bueno saber de ti andu e vagando y sufriendo con mi madre enferma ahora ella ya no está y retomo el leer para darle cariño a mi alma
ResponderEliminarComo siempre he dicho... No somos monedas de oro para caerle a todo el mundo bien. Muy acertivo tu post Blanca.
ResponderEliminarGracias, Kass, no podemos gustar a todo el mundo. Es verdad.
Eliminar¡Uy! Ese tema da mucha tela, sobre todo para los que tenemos obras en el Premio Literario Amazon.
ResponderEliminarCreo que para todos, Danilo.
ResponderEliminarHay que distinguir entre la crítica constructiva y la crítica a mala leche, con saña. Aunque la primera sensación al leer cualquiera de ellas es como si nos dieran un bofetón; con la primera, tras meditarlo, y después de hacer examen de conciencia, no nos queda más remedio que aceptarla y aprender de esos fallos que alguien con buena voluntad nos apunta. Nos hace mejores. La segunda forma de criticar es la insana, producto seguramente de gente envidiosa con extremo complejo de juez, y mucha mala baba. De esa no se aprende. Bueno sí, a bandear hijos de su madre.
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