"No puedo hacerlo" No va conmigo

Hace diecisiete años cuando empecé a escribir, no tenía idea de cuál sería mi futuro en ese renglón. Empecé haciéndolo como un pasatiempo; escribía un par de horas después de regresar del trabajo, entonces tenía un taller de alta costura en el que pasaba cerca de doce horas diarias que sentía que se iban volando porque siempre quedaba mucho por hacer. Horas que mis costureras y yo pasábamos entretenidas escuchando música, tocando telas, y yo la mayor parte del tiempo dibujando y diseñando nuevos modelos o tratando de hacer realidad los deseos de mis clientas que, en algunos casos, tenían la imaginación desbordada. Pero ese era mi deber: complacerlas. Decir "no puedo hacerlo" no cabía en mi vocabulario.
Creo que fue lo que me enseñó a buscar solución a todo tipo de problemas. Y también a la crisis. Esa crisis económica que veníamos arrastrando desde hace años y que ahora se ha agudizado. Tuve que idear nuevas formas de encarar el negocio, de formas de cobro, de formas de pago y de adquisición de materiales, todo aquello me mantuvo siempre con la mente despierta, la imaginación a tope y me acostumbré a trabajar bajo presión, y creo que es la mejor manera en que me desenvuelvo. El "no puedo hacerlo" no entra en mi vida.
Es uno de los motivos que me impulsó después a escribir en serio. Con la mentalidad puesta en publicar. Henry siempre decía que si se tiene algo se debe usar al cien por cien. Y eso abarcaba desde cerrar la puerta con doble llave, mantener los cajones cerrados, tener en casa todo en buen estado de funcionamiento para que nuestras pertenencias puedan usarse en el momento en que se requieran. "Si haces algo, hazlo bien, porque te costará el mismo esfuerzo", decía. ¡Y cuánta razón tenía! Por ejemplo: ¿por qué pegar un cierre torcido si coserlo recto toma el mismo trabajo? ¿Por qué pegar botones mal cosidos si hacerlo bien toma el mismo número de puntadas? ¿Por qué freír mal un bistec si hacerlo en su tiempo correcto es mejor?, y así todo en la vida, poniendo por delante la excelencia. 
Cuando empecé a escribir en serio, me dijo: "¿por qué no lo publicas?" Y no supe qué contestarle. Jamás se me había ocurrido que lo que escribía pudiera publicarse, ni siquiera sabía qué había que hacer para lograrlo. Y Henry fue al directorio telefónico y buscó en la letra "E". "Editoriales". Encontró una cerca del taller (para que no tuviera que perder mucho tiempo) y me dijo: Aquí puedes presentar el manuscrito. Era "La búsqueda". 
Así fue como empecé. Y comencé aprendiendo que no sabía escribir pues mi manuscrito fue rechazado, por suerte, acompañado de un par de folios en el que me indicaban los errores. Y como sabía que cuando se hace algo hay que hacerlo bien, me propuse aprender a escribir, porque no es verdad que se aprende a escribir leyendo buenas novelas. No, señor. Cuando uno lee simplemente se fija en la historia, no en los pleonasmos, falta de sintaxis, armonía de las frases, cadencia en la escritura, gramática o riqueza de vocabulario, simplemente se lee y punto. Es cuando uno escribe que se fija en ese tipo de cosas. 
Varios años después pude publicar mi novela a través de una buena editorial española. Seguidamente firmé con una agencia literaria también española muy conocida, y otra editorial publicó mi segundo libro: "El legado". Después de la primera experiencia nunca tuve problemas para que mis libros fueran aceptados por las editoriales, excepto una vez con "El manuscrito", e ¡ ironías de la vida, esa novela batió todos los récords de venta al publicarla en Amazon! Entonces una gran editorial me llamó y quiso publicarla.
Pero no puedo decir todavía que soy una excelente escritora a pesar de haber publicado diecisiete libros y de haber pasado por la criba editorial. Cada día soy más consciente de que tengo mucho que aprender, y cada libro que escribo procuro que sea mejor. Un nuevo reto, una competencia conmigo misma. Leo mis libros después de escribirlos con ojo crítico, como si no fueran míos, y si hay partes que considero malas, las modifico o simplemente las borro aunque a mí me parezcan hermosas, porque a veces escribimos cosas muy bonitas pero sin el sentido que requiere la historia.
Estoy escribiendo un nuevo libro: "Hijo del pasado". Y me estoy tomando el tiempo necesario para hacer una historia diferente, como cada una de las que he escrito. Creo que parte de ese espíritu desafiante que me quedó de mis años de diseñadora ahora lo vuelco a mis libros. Algunos pueden pensar que es una mala táctica, se supone que un escritor debe tener una línea, un género en el que se especializa, pero para mí es un reto escribir diferentes géneros y procuro no encasillarme. 
Hoy fui al cementerio. Un año más en el que dejo flores en la tumba de Waldek. Ocho años ya de su muerte y sigo recordando sus consejos, pues mucho de lo que soy ahora se lo debo a él. Sin embargo, la tumba en el cementerio rodeada de otras que al igual que la de él tienen sus debidas lápidas de bronce, todas iguales, no me hizo sentirme más cerca. Es un sitio hermoso pero impersonal, Es aquí, ahora, cuando escribo estas líneas que lo siento detrás de mí, mirando la pantalla y diciéndome al oído: Mój drogi Blanesko, niech to będzie zrozumiałe, proszę. /Querida Blanquita, haz que se entienda, por favor. Porque para él lo más importante era que mis escritos fueran claros, entendibles, no le gustaba adivinar lo que yo quería decir. 
Así lo estoy haciendo, Henry Waldek, ¿no ves cómo ha quedado esta entrada? hasta te incluí a ti.

Hasta la próxima, amigos.






Comentarios

  1. Ya sabés que me emocionó La búsqueda, Blanca.
    Me emocioné de nuevo.
    Un abrazo grande.

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  2. Ya sabes Blanquita lo que opino de tus libros. Un fuerte abrazo


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  3. Increíble Blanca! Tienes una fuerza de voluntad increíble de la que yo carezco. Siempre he escrito desde pequeña pero por muchas circunstancias no continúe. Ahora he empezado pero me cuesta tanto trabajo que las palabras fluyan como lo hacían de adolescente. Ojalá algún día pueda publicar mi libro y me encantaría que lo leyeras. Gracias de nuevo Blanca.

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    1. Todos tenemos fuerza de voluntad, Celina. Lo que debemos hacer es ponerla en práctica. ¡Y ojalá algún día publiques tu libro para leerlo!

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  4. Mucho de lo que dices me ocurrió a mí también, Blanca. Me puse a escribir Desde la terraza, pero estaba tan mal escrita que la tuve que reescribir dos veces más. También es cierto que cuando lees a otros escritores no te fijas en los detalles, solo en la historia, y aprecias tus errores cuando al cabo del tiempo relees lo escrito, y te toca hacer las correcciones pertinentes. Yo también tuve que estudiar, y a pesar de eso, todavía sigo corrigendo, pensando despues de 23 años dedicados a la novela, de que soy un aprendiz de escritor

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  5. Vaya... no sabía que llevabas ya 23 años escribiendo, pero tienes razón, siempre se aprende. Todos hemos empezado escribiendo libros malos, o bueno, casi todos, algunos son unos genios. Y eso de que leyendo se aprende a escribir no es cierto. A escribir se aprende escribiendo.

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  6. Tesón, coraje, voluntad, fe y ganas. Un fuerte abrazo Blanca.

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  7. Una entrada preciosa... Y didáctica

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  8. Genial, como siempre, y como todo lo que escribes, Blanca. No sabes lo mucho que nos inspiras y nos alientas a las que, como tú, nos gusta llegar al corazón de los lectores (aunque no siempre lo consigamos). Te tengo mucha envidia (sana), no por tus éxitos comerciales sino por tu forma de escribir, y una admiración total, pues tus logros son los que demuestran que con tesón, constancia y humildad, se puede llegar a cualquier sitio. Gracias, Blanca, y por favor, no cambies nunca. ¡Eres fantástica! Te envío un beso enorme desde España. Mi más sincera enhorabuena por todo proyecto editorial. ;-)

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  9. Servir de inspiración significa un compromiso que asumo con responsabilidad, sé que hay muchos jóvenes tras el mismo camino que yo recorrí, y no es fácil, pero cuando se hace lo que a uno le gusta es posible obtener lo que uno desea. Muchas gracias por leer mis libros, Hamaya.

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  10. Blanca, me gustó mucho esta entrada. Escribes para que el lector entienda y disfrute. Henry, era un hombre sabio.

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    1. Si, Iris, Henry leía todos mis manuscritos, y cuando algo no lo comprendía a la primera me decía que lo aclarase, no que lo explique, pero sí que escribiera de tal manera que el lector pudiera "verlo".

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  11. Y no dejes de hacerlo, sigue escribiendo para dar vida a esos personajes que dicen tanto de tu enorme imaginación.

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    1. Querida Mercedes, en eso estoy, creo que escribiré hasta que ya no me queden fuerzas. Muchas gracias por tu vista, querida amiga.

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