Lo que esconde tu nombre - Reseña
En una reunión de tertulianos literarios comenté que me
gustaría escribir como lo hacen los ganadores de premios. Una de mis amigas me recomendó
la novela “Lo que esconde tu nombre” de Clara Sánchez, una escritora española,
y el dueño de casa, que tenía el libro en su extensa biblioteca, me lo
prestó.
Aunque estoy escribiendo “El manuscrito III, el regreso”, no
pude evadirme de leerlo porque me picaba la curiosidad. Pensé que tal vez aprendería
mucho, especialmente tratándose de una ganadora de los premios Alfaguara, Nadal
y Planeta, además de otros.
Pues bien, leí la novela en tres días, no tanto porque no
pudiera parar de leerla, sino porque no tengo mucho tiempo para dedicarlo a la
lectura, ya que como dije estoy escribiendo.
Lo que esconde tu nombre empezó
de una manera lenta. Narrada en primera persona desde dos puntos de vista: el
de Sandra, una chica embarazada que no tiene rumbo en la vida, no quiere al
padre de su hijo, y lleva una argolla en la nariz; y Julián: un octogenario que
en su juventud estuvo recluido en Mauthausen, y al salir se dedicó a la cacería
de nazis.
He escrito dos novelas ambientadas en la época del nazismo,
y he vivido durante treinta y ocho años al lado de un hombre que estuvo en Auschwitz
y Mauthausen, de manera que sé de primera mano cuándo alguien dice verdades o
mentiras acerca de estos campos, pero en el caso de esta novela en particular,
no encontré muchas inexactitudes, excepto
por el hecho de que considero difícil que Raquel, la difunta esposa de Julián y
él, hubiesen empezado su enamoramiento en el campo de concentración. La razón
es muy sencilla: hombres y mujeres estaban separados. A menos que ella haya pertenecido al burdel, cosa que se aclaró desde un comienzo que no fue así.
Salvando este escollo, diré que el argumento de la novela es
poco creíble. No porque una chica embarazada pueda hacer todo lo que Sandra
hizo ni porque Julián sea un octogenario. Aunque no se dicen fechas para hacer
cálculos de edad, tanto de Julián como de los nazis radicados en un pueblecito
perdido en la costa levantina, por las descripciones, se supone que todos ellos
eran ancianos. Pero este tampoco es un escollo para que la novela sea creíble.
Mi marido a los 78 años era fuerte como un roble. El que ha sobrevivido a un
campo de concentración parece dotado de una fuerza y una resistencia espiritual
y física poco comunes. Por eso me parece que la autora no debe de haber tratado
con gente de la época o con sobrevivientes de los campos. Yo hubiera puesto a Julián
con características físicas diferentes, no como a un anciano al que se le puede hacer
daño en la muñeca con un simple retorcijón. Tampoco creo que sufriera de tantos
males como para tener que ingerir diez pastillas diarias. Los débiles
simplemente morían en los campos, más uno tan terrible como Mauthausen en el
que tenían que trabajar en las canteras, cargando bloques de piedra y picando
roca tantas horas al día.
Pero esto lo hubiese dejado pasar. Es probable que con los
años Julián se hubiese convertido en un anciano frágil y enfermizo. Lo que no
me convence para nada es que en un pueblo tan pequeño y habiendo sido ya
identificado como sospechoso, los nazis de La Hermandad no lo
hubiesen reducido, más, si como narra la autora, desde el comienzo de su estadía
en el pueblo alguien entró a su cuarto de hotel para revolverlo todo.
De una carencia
absoluta de credibilidad el escape de Sandra saltando del primer piso por una
rama lejana a la ventana con Roberto, el Anguila. Y mucho menos creíble que, éste, que pertenecía a La Hermandad, hubiese ayudado a Sandra estando todos en la
casa.
Tampoco logré comprender cómo es posible que Julián fuera a
recoger a casa de los noruegos las pertenencias de Sandra y saliera tan
campante. Ni logré entender cómo, después de tantos años él todavía guardaba
tanto rencor y recordaba cada dos por tres lo sucedido en los campos. Tampoco
la novela logró convencerme de los motivos que tenía Sandra para involucrarse
hasta el punto de poner en riesgo su vida por algo que ni le iba ni le venía,
siendo ella una muchacha indolente y sin una idea clara. No me convenció la
manera que tuvieron de conocerla los nazis noruegos Fred y Karim en la playa.
¿Socorriéndola porque estaba vomitando? ¿Unos nazis que en todo momento fueron
pintados como lo peor de lo peor del Tercer Reich?
Tampoco me convenció el hecho de que ellos quisieran que
ella perteneciera a La Hermandad porque estaba esperando un hijo. Algo como en El bebé de Rosmary; solo que en la
novela era porque ellos deseaban tener adeptos a su causa. Una causa que tenía
más motivos para su extinción por su propio peso que otra cosa. Y por último y lo peor de todo:
El hecho de que las famosas inyecciones simplemente fueran
complejos vitamínicos y los que los tomaban sentían rejuvenecer (y de hecho lo
hacían), por su efecto placebo. Hasta allí llegó mi paciencia.
A pesar de todo lo anterior, debo reconocer que la novela está
escrita de manera impecable y fue lo que hizo que terminara de leerla, porque
la narrativa de Clara Sánchez es sencillamente envolvente, extraordinaria. Tanto,
que a pesar de todos los peros logró que sintiera empatía por Julián y por
Sandra. Tenía razón mi amiga al recomendarme el libro: "¿quieres saber cómo
escribe una ganadora de premios? Con esta novela podrás aprender".
Tal vez haya aprendido algo, eso no se sabe hasta llegado el
momento.
¡Hasta la próxima, amigos!
La magia del autor es que el lector crea en ese mundo inventado. Muy buena reseña.
ResponderEliminarClaro, Marlene, de eso se trata la narrativa. De hacernos creer lo que se cuenta.
EliminarPor lo visto la autora se confió más de su narrativa que de exponer datos verídicos o coherentes. Esto funciona cuando el lector desconoce la realidad, o no puede o no le interesa verificarla. Es un riesgo que un buen escritor como ella no debería de tomar... Una reseña muy honesta y sin ripios. Ojalá la señora Sánchez nos diera su opinión al respecto.
ResponderEliminarLa narrativa de Clara Sánchez es impecable. Son los detalles los que dejan la sensación de que optó por el camino fácil. Hay una parte en la que Santi se volvió invisible para los nazis en Mauthausen. Algo muy poco creíble en sus circunstancias. Si hubiese sucedido en otro contexto me lo creo pero no en un escenario como ese. Yo también quisiera que ella se pasara por aquí y explicara por qué escribió una novela así, Heberto, muchas gracias por tu comentario.
EliminarEs muy buena tu reseña Blanca. Tienen mucho que aprender de ti. Lo digo de corazon
ResponderEliminarPretendo ser lo más justa posible, Mars. Muchas gracias.
EliminarCaramba. Siempre uno aprende algo nuevo
ResponderEliminarCreo que ella es la que aprenderá de ti. Besos.
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