EL MAYOR ROBO DE LA HISTORIA
Hoy recibí un correo de un amigo escritor: Alberto Vázquez-Figueroa. Como siempre, Alberto no permanece impávido ante la injusticia, y traigo aquí sus pensamientos de hombre preocupado, antes que de escritor:
Fue al baño y se tropezó con el amenazador cartel de “Agua no potable” y como el niño corría riesgo de deshidratarse a la buena mujer no le quedó mas remedio que meter un euro en una llamativa maquina expendedora adornada con la fotografía de una bella señorita, con el fin de que le proporcionara una botellita de menos de un cuarto de litro de “agua de manantial”.
Como el avión se retrasaba me entretuve en hacer un simple cálculo: aquella infeliz había pagado a cinco euros el litro de agua, cuando potabilizar o desalar mil litros hubiera costado como máximo un euro.
Es decir, había pagado cinco mil veces más caro algo a lo que tenia derecho por ley y sin opción a elegir si no quería que su pequeño enfermara.
Era como si una barra de pan le hubiera costado mil euros.
Y el gobierno lo consiente, al igual que lo consintieron los anteriores, fueran del color que fueran.
A diario nos quejamos del precio de la gasolina pero sin pretender defender a la aborrecidas empresas petroleras, debo admitir que se gastan fortunas en prospecciones, extraen crudo en lugares tan remotos como los polos, los desiertos, las selvas o el fondo de los océanos, lo transportan en enormes buques cisterna a miles de kilómetros de distancia, lo refinan y colocan la gasolina en el surtidor a un precio que ronda el euro por litro.
Y si supera ese precio ponemos el grito en el cielo pese a que la salud de nuestros hijos no dependa de ello.
No obstante, un empresario sin escrúpulos, soborna a un político o un funcionario, se apodera de un manantial que en buena ley pertenece a la nación, abre el grifo, llena cinco botellas de plástico -que además no se reciclan y si se reciclan se hace a cargo del estado- las envía con una camioneta a menos de cincuenta kilómetros de distancia, y cobra esa agua imprescindible para la vida, cinco veces más cara que la gasolina.
Se me antoja injusto escuchar a nadie lamentarse porque le cobren cinco veces menos por algo que nos llega de Alaska o Dubai, que por algo que llega del pueblo vecino. En España consumimos unos ciento cincuenta litros de agua embotellada por persona y año, es decir, casi seis mil millones de litros, con un negocio que ronda los veinte mil millones de euros.
En resumen, a cada ciudadano, hombre, mujer, niño o anciano nos están despojando de doscientos euros anuales por un agua que nos pertenece a todos.
Y lo más lacerante de semejante expolio estriba en el hecho de que la totalidad de los manantiales españoles no son capaces de producir ni tan siquiera las dos terceras partes de esos seis mil millones de litros.
El resto es en realidad agua de grifo disfrazada.
Nos la roban, la camuflan, hacen una llamativa campaña publicitaria asegurando que al beberla nos convertiremos en estrellas de cine y nos la revenden cinco mil veces más cara.
Y el gobierno lo consiente, al igual que lo consintieron los anteriores.
¿Hasta qué punto puede llegar su grado de corrupción o ineptitud cuando permiten que se quiten las fuentes de agua de los lugares públicos con el fin de favorecer a unas determinadas empresas?
Para la salud de aquel niño era más importante un vaso de agua que el hecho de que alguien estuviera fumando a veinte metros de distancia.
¿Y hasta qué punto llega la desidia del ciudadano cuando acepta que su esposa se desriñone cargando botellas desde el supermercado con el fin de que los beneficios de un puñado de canallas crezcan un veinte por ciento anual?
Nuestra ultima esperanza se centra en el hecho de que algún día aprendamos a sobrevivir bebiendo gasolina.
Nos resultara mucho más barato.
Esperaba la salida del avión, hacía mucho calor, un chicuelo tenia sed y su madre, una pobre mujer de clase media baja, buscó con la vista las antiguas fuentes en las que se apretaba un botón y surgía un chorrito de agua, pero habían desaparecido del aeropuerto al igual que los botellones de los que se bebía con un vaso de papel.
Fue al baño y se tropezó con el amenazador cartel de “Agua no potable” y como el niño corría riesgo de deshidratarse a la buena mujer no le quedó mas remedio que meter un euro en una llamativa maquina expendedora adornada con la fotografía de una bella señorita, con el fin de que le proporcionara una botellita de menos de un cuarto de litro de “agua de manantial”.
Como el avión se retrasaba me entretuve en hacer un simple cálculo: aquella infeliz había pagado a cinco euros el litro de agua, cuando potabilizar o desalar mil litros hubiera costado como máximo un euro.
Es decir, había pagado cinco mil veces más caro algo a lo que tenia derecho por ley y sin opción a elegir si no quería que su pequeño enfermara.
Era como si una barra de pan le hubiera costado mil euros.
Y el gobierno lo consiente, al igual que lo consintieron los anteriores, fueran del color que fueran.
A diario nos quejamos del precio de la gasolina pero sin pretender defender a la aborrecidas empresas petroleras, debo admitir que se gastan fortunas en prospecciones, extraen crudo en lugares tan remotos como los polos, los desiertos, las selvas o el fondo de los océanos, lo transportan en enormes buques cisterna a miles de kilómetros de distancia, lo refinan y colocan la gasolina en el surtidor a un precio que ronda el euro por litro.
Y si supera ese precio ponemos el grito en el cielo pese a que la salud de nuestros hijos no dependa de ello.
No obstante, un empresario sin escrúpulos, soborna a un político o un funcionario, se apodera de un manantial que en buena ley pertenece a la nación, abre el grifo, llena cinco botellas de plástico -que además no se reciclan y si se reciclan se hace a cargo del estado- las envía con una camioneta a menos de cincuenta kilómetros de distancia, y cobra esa agua imprescindible para la vida, cinco veces más cara que la gasolina.
Se me antoja injusto escuchar a nadie lamentarse porque le cobren cinco veces menos por algo que nos llega de Alaska o Dubai, que por algo que llega del pueblo vecino. En España consumimos unos ciento cincuenta litros de agua embotellada por persona y año, es decir, casi seis mil millones de litros, con un negocio que ronda los veinte mil millones de euros.
En resumen, a cada ciudadano, hombre, mujer, niño o anciano nos están despojando de doscientos euros anuales por un agua que nos pertenece a todos.
Y lo más lacerante de semejante expolio estriba en el hecho de que la totalidad de los manantiales españoles no son capaces de producir ni tan siquiera las dos terceras partes de esos seis mil millones de litros.
El resto es en realidad agua de grifo disfrazada.
Nos la roban, la camuflan, hacen una llamativa campaña publicitaria asegurando que al beberla nos convertiremos en estrellas de cine y nos la revenden cinco mil veces más cara.
Y el gobierno lo consiente, al igual que lo consintieron los anteriores.
¿Hasta qué punto puede llegar su grado de corrupción o ineptitud cuando permiten que se quiten las fuentes de agua de los lugares públicos con el fin de favorecer a unas determinadas empresas?
Para la salud de aquel niño era más importante un vaso de agua que el hecho de que alguien estuviera fumando a veinte metros de distancia.
¿Y hasta qué punto llega la desidia del ciudadano cuando acepta que su esposa se desriñone cargando botellas desde el supermercado con el fin de que los beneficios de un puñado de canallas crezcan un veinte por ciento anual?
Nuestra ultima esperanza se centra en el hecho de que algún día aprendamos a sobrevivir bebiendo gasolina.
Nos resultara mucho más barato.
AVF
Magnífica..magnífica..magnífica...reflexión Besos
ResponderEliminarTiene toda la razón, es un robo como nos imponen un negocio para unos pocos con un bien tan necesario y público como es el agua. Qué te voy a contar yo sobre el agua siendo de Murcia¡ Tan deseada, tan esperada, tan valorada, tan rezada, tan necesaria, tan importante, tan polémica, el agua es la vida.
ResponderEliminarMe ha encantado la reflexión de Alberto. Nos meten por los ojos la injusticia de la gasolina cuando hay otras cosas mucho peores. Totalmente de acuerdo. Apenas veo la tele, pero cuando voy al trabajo y pongo la radio solo se escucha hablar de: gripe A, precio de la gasolina y las ayudas del gobierno para los parados, ah, y el futbol y las vacaciones de los famosos. En medio no hay nada más. Y luego se quejan de la poca cultura de la juventud y cosas por el estilo. Pero básicamente lo que expone Alberto es cierto: abusan de nosotros con cuestiones fundamentales: el agua, el incremento desorbitado de los productos del campo, la carne, la educación, la vivienda... Muy buena entrada, Blanca, te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tremendamente cierto; vivo en España y no conocía estas cifras, aunque si me siento robado con lo del agua. En Fuerteventura, isla donde vivo, no hay agua potable, absolutamente toda el agua que consumimos la compramos embotellada.
ResponderEliminarEn el futuro no muy lejano nos cobrarán el aire, y encontraremos por doquier máquinas expendedoras de bombonas de oxigeno para el consumo diario y normal de las personas.
Gran entrada. Un saludo.
El problema de las industrias cuando se quieren adueñar de los recursos naturales y luego abusan del consumidor.
ResponderEliminarGracias querida amiga por traernos la inquietud de Alberto.
Un beso,
Daniel DC
¡Vaya reflexión! me acaba de entrar una mala leche...
ResponderEliminar¡Gracias por compartirlo!
MIGUEL
Muy buena reflexión, aunque todos la hemos hecho cuando necesitamos comprar la dichosa botellita de agua.
ResponderEliminarPero debo aclarar que nos referimos a máquinas y puestos que abusan con ese precio, porque en los supermercados hay botellas de cinco litros de agua mineral que cuestan menos de un euro.
No dudo que haya mujeres que se desriñonan llevando agua a casa, pero es un comentario sexista. En mi caso particular, soy yo quien se desriñona, y en el caso general, las compras "gordas" las de mucho peso, se suelen hacer en pareja y en coche la mayoría de las veces.
Aún así, buena reflexión. Lo de la gasolina lo hemos citado todos más de una vez.
Un beso,
Queridos amigos:
ResponderEliminarEl problema del agua es ya un asunto global. Vivo en un país donde abunda el agua, tenemos lagos, ríos y lluvia en grandes cantidades, pero hay poblaciones que carecen de ella. ¿Qué explicación existe? Decidia gubernamental, como en todos los países.
Pero los gobernantes los elegimos nosotros, y al hacerlo, les dimos una patente de corso para que hagan lo que quieran, por lo menos, aquí es así. Estoy segura de que cuando se va a la urna a sufragar, nadie le otorga el permiso a un presidente para que declare la guerra a otro país, o para que dilapide el herario público.
Mejor no sigo hablando.
Muchas gracias por todos sus aportes, en estos días ando un poquitín apurada, pero siempre doy una vuelta por sus blogs.
Besos!
Blanca
Blanca...
ResponderEliminarTema complicadillo...
Yo me confieso como un "consumista consumado", y si el agua sale de manantiales, el petróleo de yacimientos, el trigo de la tierra, y todo sale de algún lado... NO ME IMPORTA.
Yo soy un consumidor final y hago lo que todo individuo en su sano juicio, y con un bolsillo moderado hace, COMPRO.
Fácil seria demostrar en este foro con términos de economía y macro que las cuentas que proporciona tu invitado no están bien realizadas, pero como decir esto sin dar por lo menos algunos ejemplos estaría mal, los daré:
En el costo de producción para que esa botella de plástico llegue con agua potable a una maquina expendedora hay que sumar: Costas por utilizar un recurso hidrico natural + Instalación y mantenimiento de una planta de extracción y embotellado que mantenga los protocolos del ente regulador de salubridad e higiene + Compra, verificacion, y transporte de las botellas vacías + Compra, verificacion y transporte de las tapas roscadas de seguridad que toda botella de agua tiene + Compra y mantenimiento de un sistema vehicular de transporte para el abastecimiento de las botellas de agua a sus clientes + Sueldos, cuotas sociales, y aportes patronales de todo el personal que trabaje para es empresa en todas sus VARIAS secciones + Gastos emanados de la distribución, publicidad, y comercialización del producto + Comisiones, sobornos, y gentilezas.
Al resultado que de esta cuenta habrá el muy merecido derecho a obtener dividendos que tiene ese empresario, y de allí saldrá el precio de venta.
Yo no veo ningún problema en que una botellita de agua tenga un precio de venta al publico de un euro.
Y seria bueno agregar que dentro de cualquier parque temático de categoría (Walt Disney World, M.G.M., Universal Studios, Ocean World, todos los Seaquarium, etc...) que son emprendimientos privados como es la gestión comercial de un aeropuerto... una botella de agua cuesta 2,5 euros.
No quiero emprender un debate, pero insisto que no encuentro ninguna dificultad o inconveniente en el costo del agua en los aeropuertos del mundo... y Blanca tu sabes bien que conozco unos 150 aeroestaciones.
Blanca un cariño gigante.
Carlos Hugo Becerra
Olé por Alberto. En toda defensa de un ideal hay cierta demagogia, no vamos a negarlo, pero tiene razón, hay un gran abuso con el "negocio del agua", además sé que él está o ha estado involucrado en un proyecto de desalinización del agua del mar.
ResponderEliminarComo pequeña maldad iba a comentar algo pero se me ha adelantado TitoCarlos. A mí también me parece inadecuado y sexista el comentario final de Alberto, el de la señora desriñonada cargando botellas desde el supermercado.
Lo cortés no quita lo valiente.
Muy bueno haberlo traído aquí, Blanca.
Besos.
No me voy a meter con el tema del trasvase (yo soy de Valencia, aquí las cosas están caldeadas con eso, y, de paso, politizadas). Pero es cierto que el agua es de todos (o mejor, es del mundo, no sólo de los hombres) y me parece aberrante que alguien tenga que pagar por beber un cuarto de litro (otra cosa es cuando hablamos de intereses más mundanos, como querer agua para campos de golf, por ejemplo). Parece que hoy en día todo es un negocio. Triste realidad.
ResponderEliminarMe gustó la entrada, Blanca. Nosotros también compramos agua para beber pero nunca se me ocurrió comparar el precio de la misma con la gasolina. Como siempre todo esto lo sufre el que menos medios económicos tiene.
ResponderEliminarTambién a mí me llamó la atención lo del ciudadano y la esposa desriñonada, pero pienso que hay que tomarlo como pura anécdota y que esto no desvíe el tema del escrito.
Te mando un fuerte abrazo
Conchi Moral
blanca:
ResponderEliminares cierto el problema del agua, es mundial. esto sucede desde mucho tiempo.
todo el mundo sabe que hay países que carecen de agua.y no tienen la posibilidad de la botellita de agua.
ni de poseer un euro para su compra.
pienso que la mirada debe ser general y no particular.
esta reflexión del agua, espero que nos sea útil, para otras cosas que se carecen.
besos y abrazos
¿Sabes, Blanca? En mi pueblo, cuando yo era pequeña había agua potable en todas las fuentes de los parques, y en todas las casa había un pozo para el suministro personal. Ahora, resulta que de pronto toda esa agua es “no potable” y tenemos que comprarla embotellada. ¡Pagamos dos veces por el agua que tomamos!
ResponderEliminarBesos
Muy buena reflexión la que hoy presentas.
ResponderEliminarLa verdad es que he tenido la suerte de vivir gran parte de mi vida en Madrid, que tenía un agua excelente, y rehusaba comprar agua embotellada en bares, grandes almacenes o aeropuertos. Ahora vivo en Barcelona y me doy cuenta de esta realidad que comentas, y echo aquellos tiempos en que iba a un restaurante y pedía una jarra de agua del grifo.
Supongo que en una época en que se vende hasta oxígeno puro en grandes urbes, todo lo demás es "vendible" y "comprable".
Un abrazo.
Hola Blanca:
ResponderEliminarLo que cuenta tu amigo es tremendo... Ya se sabe que en cualquier lugar donde haya escasez, entran en juego la oferta, la demanda y la avaricia. Pero un aeropuerto sin agua potable... es el colmo del atraso. El agua es vida, ¿y pretenden vendérnosla embotellada?
Absurdo, realmente absurdo. ¿Adónde vamos a ir a parar?
la injusticia social se esconde de muchos modos
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