¿Vale la pena publicar en Amazon?
Hace ya diecinueve años publiqué mi primera novela, "La búsqueda", y me parece increíble que haya transcurrido tanto tiempo. Al ser la primera, fue en la que invertí más horas, días, meses y años. La empecé a escribir en 2002 y el resultado fue bastante pasable, pero no como para ser aceptada por una editorial. La reescribí y tampoco resultó como deseaba. Finalmente opté por escribirla en primera persona y fue entonces cuando la novela alzó vuelo. Pero eso fue después.
Recuerdo que en aquel tiempo yo no sabía nada de editoriales, escribía porque tenía deseos de hacerlo, y porque mi esposo estaba muy entusiasmado ya que estaba relatando su vida en la novela. Algunos pensarán: ¿qué de extraordinario puede haber en la vida de un hombre como para convertirla en novela? En este caso, mucho. Una vida que yo desconocía y que fui descubriendo noche tras noche después de un largo día de trabajo, sentada ante un par de tazas de té, preferiblemente Earl Grey, cuyo sabor y aroma a bergamota es insuperable. Una para Henry, mi marido, y otra para mí. Así fue como empecé a conocerlo realmente, y el hombre de quien yo creía saberlo todo, o casi todo (de eso las esposas nunca estaremos seguras), se abrió ante mí y descubrí un mundo rico, lleno de aventuras y momentos trascendentales que jamás habría podido imaginar.
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Cuando terminé de escribir la primera versión, Henry dijo que existía una editorial cerca de mi taller de costura. La había localizado en la guía telefónica, sí, entonces nosotros todavía utilizábamos aquellos enormes libros llenos de nombres y números telefónicos, y señaló la empresa que resultó ser Alfaguara. Estaba ubicada en la Av. Rómulo Gallegos, a pocas manzanas de mi taller, algo que me convenía porque para mí el tiempo era oro. Pues bien, me presenté con mi manuscrito impreso y encuadernado y lo dejé en la recepción. Cerca de un mes después llamé para obtener información y después de consultarlo, la secretaria que me atendió dijo que pasara por la editorial porque deseaban hablar conmigo.
Me atendió la que en aquella época era la Directora de Publicación Adultos, una hermosa mujer que me dejó impresionada. Tuvo la amabilidad de entregarme la carta que los lectores editoriales habían escrito acerca de mi novela "La búsqueda" y en ella había varios puntos importantes:
1. La historia era muy buena, pero estaba tan mal escrita que parecía que la lengua materna de la autora no fuese el español.
2. Falta de sintaxis.
3. El personaje principal se diluía un poco en la segunda parte, al conocer a su esposa (yo, la que escribió el libro).
4. Con una extensa corrección editorial la novela podría ser muy comercial.
Amablemente, la directora me explicó que nunca entregaba la carta de los lectores editoriales (en este caso fueron dos lectores) pero que iba a hacer la excepción conmigo porque pensaba que la novela valía la pena. Salí de su oficina satisfecha porque jamás imaginé que la novela tuviera algún interés para otros que no fuera para mí y mi esposo. No soy de las personas que se creen los halagos, en ese sentido soy bastante objetiva, de manera que agradecí profundamente que alguien se hubiera tomado el trabajo de leer mi manuscrito, señalar los errores y darme una opinión especializada.
A partir de ese momento me dediqué en serio a corregir la novela y creo que la mejoré. Averigüé en Internet (en aquella época no existía demasiada información) acerca de algunos consejos para mejorar la escritura, y me encontré con los foros literarios, ingresé en algunos y comprendí que muchos, al igual que yo, se encontraban en busca de lo mismo: mejorar su narrativa y para hacerlo publicaban relatos, entonces me dediqué a escribir unos cuantos y empecé a participar. Lo hacía de noche, porque de día trabajaba a tiempo completo en mi taller de costura atendiendo clientas, supervisando a las costureras y diseñando, cortando y encargándome de la compra de materiales.
Pasó un año y después de muchas horas de corrección decidí cambiar la narrativa a primera persona. Entonces me transformé en Waldek Grodek. Viví, sentí sufrí y reí como él, el personaje de la novela, es decir, mi marido, que era el que había vivido todo aquello. El resultado fue bastante bueno, y ya me estaba conformando, cuando se me ocurrió contactar al agente literario Guillermo Schavelzon en Argentina. Alfaguara había recibido la novela y no me dio señales de vida, de manera que deduje que tal vez no les interesaba publicar a una desconocida. Schavelzon recibió el manuscrito vía correo electrónico, tuvo la amabilidad de leerlo y me escribió sugiriendo que lo transformara en un thriller.
Siempre he sido una lectora empedernida, y entre mis autores favoritos se encontraban Grisham, Follet, Baldacci y también había leído El código DaVinci, que entonces hacía furor en todas partes. Estudié bien el asunto y resolví reescribir la novela. Cuando la di por acabada estábamos finalizando 2006. En uno de los foros literarios conocí a muchos buenos escritores, digo buenos porque los cuentos que publicaban lo eran, dentro de ellos, un participante escribía cuentos espectaculares, no se podía encontrar falla en ellos y, sus opiniones acerca de los cuentos de los demás, eran toda una materia de reflexión y aprendizaje. Sin embargo, nunca había corregido uno de los míos, de manera que me daba cierto pudor preguntarle el porqué. Sin embargo, mi necesidad de aprendizaje era tal, que me armé de valor y le escribí para pedirle que, por favor, leyera mi manuscrito. Con asombro, recibí una respuesta. Dijo que se lo enviase y que vería si podía ayudarme. Supongo que primero querría saber si valía la pena hacerlo.
Varios días después, cuando yo ya había perdido las esperanzas, me respondió. Dijo que le había gustado mucho la novela y que me ayudaría a corregir los errores. Fernando Hidalgo, un médico a quien le encantaba escribir cuentos, inclusive uno de ellos, La fábula de la cebra Filipa había sido comprada por una escuela en Puerto Rico y era uno de los libros del pensum escolar, fue quien ejerció como mi maestro. De manera que no era ningún advenedizo, sabía analizar un texto y descuartizarlo a su antojo. ¿Quién mejor que él para ayudarme a corregir “La búsqueda”?
Entonces empezamos. Recuerdo que la primera página del libro nos llevó una semana. Había que dejarla clara, concisa y que al mismo tiempo diera una idea general de qué trataba la novela, algo bastante difícil para cualquier escritor. Y así fuimos avanzando capítulo a capítulo, corrigiendo, cambiando, insertando nuevos párrafos, nuevas ideas, matizando los personajes, borrando lo que no servía… y de pronto un día sentí como si mi cerebro hubiera hecho clic. Empecé a comprender lo que Fernando me decía. Lo que yo había tomado como observaciones y las seguía al pie de la letra esta vez cobraron un enfoque diferente. A partir de entonces mi visión de la narrativa cambió y empecé a escribir como se debe. A corregir por mi cuenta antes de enviarle cada capítulo “corregido” primero por mí, y en los que él siempre encontraba errores. A partir de ese momento los errores eran cada vez menores y sentía que mi maestro se sentía satisfecho de mis avances.
Terminamos la corrección de la novela en seis meses. Una vez que la releí por quincuagésima vez, me atreví a enviarla a una editorial. Para esa fecha una amiga me había enviado su novela “El pintor de Flandes” en edición impresa. La leí y quedé encantada con la historia que contaba, Rosa Ribas es una enorme escritora, publicó con Roca Editorial para su sello Puzzle y la edición estaba tan bien cuidada, la portada tan buena y sobria que le pregunté si podía darme el contacto con la editorial. Me envió un correo electrónico, pero no me sirvió. Entonces busqué a la editorial en Internet y escribí a “Contactar” una pequeña carta con una sinopsis corta de lo que trataba mi novela. Ese mismo día recibí la respuesta. El director de publicaciones me dijo que le enviara el manuscrito por mail y lo hice. Quince días después se comunicó conmigo y dijo que estaban interesados en publicarla. Yo no cabía en mí de felicidad. La correctora editorial no tuvo demasiado trabajo con “La búsqueda”, ¿qué errores podía ella encontrar después de tantos meses de corrección?
La novela se publicó en enero de 2008. Ganó el Premio Thriller Award de ese año y a partir de allí todo cambió. Envié mi novela “El legado” a la agencia Literaria Antonia Kerrigan y fue publicada por la editorial Viceversa, que empezaba en esos días y dijeron que les gustaría iniciar su singladura con mi novela, lo cual me parecía magnífico. Viceversa se portó estupendamente conmigo, “El legado” se vendió en España, Argentina, México, Perú y algún otro país sudamericano hasta el punto de que los libros se agotaron. Había terminado de escribir mi novela “El manuscrito” y a Antonia Kerrigan le pareció un libro muy bueno. Lo presentó a Viceversa, pero al cabo de un mes me escribió para decirme que la lectora editorial les había dicho que la novela era demasiado enrevesada o algo por el estilo, que tal vez los lectores no estaban preparados para leerla. No quiero imaginarme quién fue esa lectora editorial. No acostumbro a pensar que mis novelas son excelentes y que todas deberían ser aceptadas por el público, pero me extrañó el resultado de esa lectura editorial. Guardé la novela y no tuve tiempo de dedicarle más tiempo porque para esas fechas, 2010, estaba dedicada a la salud de mi esposo, le detectaron un absceso en el pulmón izquierdo y las expectativas no eran buenas. Él fue un fumador empedernido durante toda su vida. Dejé de lado la escritura y mi taller y me desentendí de todo lo que no fuera la salud de Henry. Recorrí consultorios médicos, clínicas y hospitales y finalmente, en diciembre de 2010 mi amado Henry falleció. El cáncer se había extendido y no había nada que hacer.
El 2011 fue para mí un año muy extraño. No recuerdo bien qué sucedió en los primeros meses de ese año. Solo sé que caí enferma y para junio o julio más o menos, ya recuperada, ingresé a uno de los blogs que seguía en aquella época y encontré una noticia que me interesó mucho. Un par de escritores muy buenos habían publicado en Amazon (para entonces Amazon solo existía en EEUU como amazon.com y solo se podía publicar por allí) y les estaba yendo fantásticamente bien. La curiosidad me llevó a estudiar el asunto y decidí hacer la prueba, publiqué “La búsqueda” que tenía los derechos digitales libres y “El legado”, que estaba en iguales condiciones. Solo tuve que cambiarles la portada, pues pertenecían a las editoriales. Pasaron los meses y no ocurría nada. Solo vendí dos o tres libros, me refiero a descargas digitales. Mis ánimos estaban por el suelo. Yo había cerrado mi taller de costura para dedicarme a mi esposo, porque requería de cuidados a tiempo completo, de manera que había dejado de trabajar. Solo recuerdo que viajé a Estados Unidos porque una amiga me había invitado a pasar unos días en su casa porque tenía un negocio que quería iniciar conmigo, pero que no me convino y regresé. Unos meses más tarde, en noviembre se me ocurrió publicar en Amazon “El manuscrito”, la novela que la lectora de Viceversa había desechado. Lo hice sin esperar mayores resultados, porque si mis dos novelas anteriores, publicadas por editoriales no habían tenido éxito en Amazon, ¿qué podía esperar de la que supuestamente no era legible?
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Yo estaba tan entusiasmada por la aceptación del público de mi novela rechazada que se agolparon en mi mente una serie de razonamientos, en primer lugar: publicar en Amazon hacía mucho más factible el hecho de ser leída en muchos países, lo cual es importante para cualquier escritor. En segundo lugar: los ingresos por descarga eran mayores que los que podía obtener publicando a través de una editorial, con ellas se obtiene un 8% o un 10 o 12% si los arreglos son excelentes.
Con Amazon se obtiene el 70% por cada descarga. Es decir, la diferencia es grande. Claro que no recibí ningún anticipo, pero era como si lo hubiera recibido, porque los ingresos rondaban los 1500 a 2000 dólares mensuales y algunos meses más, cuando empecé a publicar el resto de novelas que había escrito durante varios años, mientras corregía y esperaba por la publicación de “La búsqueda”.Entonces ocurrió: “La búsqueda” llegó al primer lugar en Amazon y se mantuvo allí por más de un año. Supongo que después de leer “El manuscrito”, los lectores empezaron a buscar mis otras novelas y fue así como Amazon me seleccionó para ir a España a presentar una ponencia en un evento que se llamó Amazon Academy, llevado a cabo en Madrid debido a que era la autora de la novela que había tenido más ventas desde que Amazon había iniciado la publicación en español. Se trataba de “La búsqueda”. Hoy en día hay escritores que venden mucho más, lo sé por la cantidad de miles de comentarios que reciben sus novelas, y me alegro mucho por ellos.
Durante estos años aprendí que si bien Amazon es una plataforma que distribuye los libros en muchos países, solo se puede llegar a vender mucho si uno publica novelas que a los lectores les guste, de manera que eso de “escribo para mí y no me importa lo que los demás digan” no es para los que deseen vender y ganarse la vida escribiendo. Si lo hacen por hobby y por tener un recuerdo en forma de novela impresa está bien que lo hagan por Amazon porque la plataforma de la facilidad de publicar en digital, tapa blanda y tapa dura. Y últimamente también como audiolibro y todo gratis. Ellos ganan por cada venta o descarga. No se paga comisiones a agentes ni a editoriales. Sé que para un escritor es importante que una editorial reconozca su obra y la publique porque se supone que pasó por el filtro de los lectores editoriales y demás, pero ellos no son infalibles. La prueba está en lo que ocurrió con “El manuscrito”, una novela que se ha traducido al francés, turco, chino y alemán y no tuve que pagar ni un centavo, vendí los derechos. Reconozco que pagué por la traducción al inglés, pero fue por un asunto puntual del cual hablaré en otra ocasión. En aquellos días Ediciones B se comunicó conmigo para publicar “El manuscrito” y alguna otra novela que tuviera. Lo hice, pero el resultado no fue el esperado. Después de cobrar el anticipo cobre unas cantidades muy pequeñas cada año y tres meses hasta que se venció el contrato. Ahora la tengo publicada por Amazon Publishing, que compró los derechos para la trilogía: “El secreto”, “El coleccionista” y “El retorno” y me va muy bien con ellos.

Con un grupo de escritoras que conocí en el evento Amazon Academy. |
Y respecto a la pregunta de esta entrada, solo me queda responder: Desde mi punto de vista, vale la pena publicar en Amazon, siempre y cuando estés dispuesto a promocionar tu obra en mil y una formas, escribir mucho, corregir mucho y, sobre todo, aprender cada día.
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