Qué es lo que engancha en una novela?
¿Qué es lo que engancha en una novela?
Me preguntan de vez en cuando.
Una constante en los comentarios de mis novelas es la frase: “Me
enganchó desde el comienzo”, y no lo digo para vanagloriarme, aunque saber que
muchos de mis lectores quedan atrapados desde la primera página me haga sentir
intensamente satisfecha porque tuve esa intención al escribirla.
He leído
muchas novelas de todo género y algunas me han resultado bastante aburridas al
principio. Latosas, con descripciones interminables que no llegan a cuajar en
nada determinante que me dé un motivo para seguir leyendo aunque página tras
páginas esté repleta de metáforas deliciosas, paisajes espectaculares o un personaje
que se asoma interesante.
Desde mi punto de vista una historia debe tener un objetivo, de
manera que plantearlo desde el comienzo o al menos mencionarlo someramente
crearía cierto nivel de curiosidad que no se logra con la descripción de un
pueblo sin haber esbozado, por ejemplo, el motivo por el que el personaje vive
determinada situación.
Por poner un ejemplo escribiré dos párrafos que narran lo mismo pero se
leen diferentes:
Ejemplo 1:
Antonio era un sujeto fuerte, acostumbrado a las labores propias de un hombre dedicado a labrar la tierra. Era fornido, de cabello desgreñado y vivaces ojos negros. Ese día, como tantos otros, caminó hacía su sembradío de maíz pensando que tal vez esa temporada las lluvias permitirían humedecer lo suficiente el suelo para que el maizal diera mazorcas con enormes granos como los de Teófilo. Las nubes como pedazos de algodón inmóviles en el cielo parecían observarlo y, a lo lejos, al pie de las colinas se extendía el campo de su vecino, siempre ordenado, como si cada tallo de maíz fuese un soldado esperando una orden. Filas y filas de ellas, con sus largas hojas verdes elevadas gentilmente hacia el cielo. No era un cielo que prometiera lluvia, y sus tierras no contaban con un pozo como el de su vecino. Supo que tendría que tomar una decisión.
Ejemplo 2:
El cabello desgreñado de Antonio apenas dejaba ver sus penetrantes ojos negros que avizoraban a lo lejos, al pie de las colinas, el campo bien cuidado y ordenado de Teófilo. Al contrario del suyo, sus tallos de maíz tenían el aspecto de un ejército de filas verdes y rectas esperando una orden. Filas y filas de ellas, con sus largas y elevadas hojas verdes. Alzó un enorme tronco caído que estorbaba el camino como si fuese una simple rama y se fijó en el suelo seco. Necesitaba suficiente lluvia para humedecerlo, de lo contrario su maíz se secaría, y el cielo azul y las nubes estáticas no contribuían a ello. Observó su maizal desordenado y supo que sin un pozo como el de su vecino, sus hojas verdes se tornarían amarillas. Tendría que tomar una decisión.
En el primer párrafo se describe a Antonio tal cual: fornido, desgreñado y de vivaces ojos negros. Se sabe que tiene un campo de maíz que no prospera como el de su vecino (y ojo: los granos no son de Teófilo, son de las mazorcas). Hay partes descriptivas del cielo azul y de las nubes blancas estáticas sin motivo aparente. El campo de su vecino es mejor, ordenado y Teófilo tiene un pozo.
En el segundo párrafo Antonio no está meramente descrito. La descripción
de su físico va asociada a un elemento indicativo: tiene la vista penetrante
porque puede ver a lo lejos el pie de las colinas, y se menciona el cabello
desgreñado porque podía taparle los ojos. Se nota que es fornido: levanta un
tronco sin esfuerzo y nota el suelo seco. Cada palabra o descripción tiene
un sentido práctico, no meramente paisajístico. Y por si no han observado, no
existe la palabra “era”, un verbo que se usa más en la narrativa infantil:
“Érase una vez”, “era una vez”, “era una casa con techos altos y paredes blancas”,
en lugar de “La casa de techos altos y paredes blancas…”. En mis primeras novelas
yo utilizaba mucho “era”, “estaba”, “porque”; esta última una conjunción que si
se puede evitar, se logra una frase más elaborada y armoniosa:
Consideraba que no necesitaba estudiar porque era rico.
No necesitaba estudiar, tenía como pretexto su riqueza.
Hacer un primer párrafo de una novela o escribirla completa con la
intención de que sea interesante y enganche es fácil si se tienen en cuenta
estos tips. Los fui aprendiendo a medida que escribía. Es la diferencia entre
un escritor novato y otro con cierto recorrido, la experiencia siempre cuenta.
Espero haber sido de alguna utilidad.
Da gusto leerte,Blanca. Ofreces pequenas y valiosas clases en cada comentario.
ResponderEliminarMuchas gracias, Armo, a veces es bueno tomar en cuenta estos pequeños detalles.
EliminarInteresante para tener en cuenta. Yo ya no escribo mucho de literatura pero 4 veces al año debo escribir sobre mis estudiantes en sus hojas de vida... También me sirve mucho esta idea.
ResponderEliminarLe alegra que te sirva la idea, María Angélica. Gracias por tu visita.
EliminarBuen artículo. Tomaré nota.
ResponderEliminarGracias por leer y comentar, Juanjo.
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