El secreto de saber vivir
Con el uso de las redes sociales
nos llegan cantidades de información, y no es recomendable seguir todos los consejos
sin antes consultar fuentes confiables. Los consejeros gratuitos (y también los
no gratuitos) muchas veces no siguen sus propias recomendaciones. Conozco gente que pregona todo el bien que
hace a los demás; amistades, conocidos, familia, extraños… y dice que todo el
bien o todo lo que se haga a los demás se devuelve. De acuerdo. De eso no hay
duda. Pero no creo que deba irse por ahí contando lo que hace o hizo por los
demás. Puede ser contraproducente. Recuerden que todo se devuelve…
También están los que recomiendan
comer sano: prohíben la sal, el azúcar, las grasas, y una enormidad de cosas
para conservar la salud. Sin embargo, ellas mismas son personas que sufren de
migrañas, infecciones, problemas digestivos, virus… ¿será que a sus organismos
les hace falta lo que prohíben comer?
También están los que aconsejan
cómo adelgazar y cuando vienes a ver son más gordos que mandados a hacer.
Creo que todo radica en la moderación.
Nuestro organismo necesita grasas, carbohidratos, proteínas, sales minerales, y
toda clase de alimentos pero ingeridos con moderación. Una dieta exenta de sal
es tan perjudicial como una salada.
Si hacemos el bien no lo hagamos
para que nos vaya mejor. Hagámoslo porque deseamos hacerlo. Y, por favor: en
silencio.
Tratemos en lo posible de no
hablar demasiado de nosotros mismos. Eso de yo, yo, yo, yo… llega a cansar.
Para conocer a las personas no necesito que me repitan diez veces qué hizo para
llegar adonde se encuentra ahora, o si es brillante en su carrera, si es inteligente,
si las demás personas le dijeron esto o aquello respecto de su inteligencia y
capacidad. No. Obviamente, si se trata de promocionar nuestros libros debemos dar
publicidad a todo lo concerniente a ellos y a uno mismo como autor, pero en la
vida cotidiana es preferible pasar inadvertida.
Creo que no prestar demasiada
atención a la imagen que los demás tengan de uno es la mejor manera de vivir en
paz. Eso de “fulano piensa que yo soy…”
es algo que no nos debería importar, y de hecho no me interesa. Tampoco me
interesa enfrascarme en largas discusiones para que mi idea sea la que
prevalezca. Cuando veo que no hay manera de hacer entrar en razón a una
persona, simplemente me quedo en silencio. Siento que es tan inútil seguir
escuchándola como seguir hablando, y dejo que mi mente divague por caminos
agradables.
¡No sé cuándo dejaré de existir, y me parece una pérdida de tiempo
prestar atención a las tonterías!
Prefiero disfrutar la vida,
sonreír viendo el éxito y la alegría de los demás, guardar los secretos que a
veces me veo obligada a escuchar, no contar mis intimidades, comer todo lo
que me gusta sin caer en excesos. Y, por supuesto, leer. Y escribir.
¡Hasta la próxima, amigos!
Ay Blanca, me encantan tus escritos siempre dices las verdades y de forma hermosa!
ResponderEliminarGracias por leerlas, Armo. Un abrazo cariñoso.
EliminarCon esa filosofía, estoy convencido —y por lo que me concierne, así lo deseo— de que podremos felicitarte en tu centenario. Un cariñoso saludo desde Suiza de uno de tus lectores. Rafael.
ResponderEliminarQuerido lector Rafael, Si puedo llegar a mi centenario sin perjudicar y pesarle a nadie, estaría encantada. Creo que prefiero vivir un poco menos y dejar gratos recuerdos. Muchas gracias por tu comentario, y felicidades para ti en la hermosa Suiza. Pasé preciosos días por allá.
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