¿Eres lo que lees?
El mundo virtual es real y puede hacer mucho daño para quienes no estén preparados para afrontarlo.
Hace unos tres años empecé a formar parte del mundo que ahora muchos consideramos imprescindible. Hay pocas cosas que podamos hacer sin usar la nube, desde ver nuestra cuenta bancaria y hacer nuestros pagos o transferencias y comunicarnos; muchísimo más que antes, cuando solo existían el teléfono, los faxes y el correo postal. Incluso llamar por teléfono no era un sistema que utilizáramos demasiado por el alto costo, si las llamadas eran al exterior.
Hoy con Skype la comunicación lejana se ha transformado. Y así como ha ocurrido con las familias y amigos a los que la distancia ha separado, igual ocurre con las relaciones que a diario incrementamos en las redes sociales, nos hemos habituado a usarlas hasta el punto de que cuando no existen porque se nos va la conexión, nos sentimos extraños.
No solo los escritores aprovechan esta tecnología. Lo hacen los gobiernos, industriales, empresarios, comerciantes, vendedores, amas de casa, la educación, la televisión, radio... no creo que exista una manera de hacer algo sin que sea a través de la red. Claro que habrá todavía quienes por falta de conocimiento o inseguridad se alejen de los cajeros automáticos y prefieran ir a los bancos... que no podrían funcionar sin Internet.
La publicación de libros sufrió una transformación cuando algunos emprendedores iniciaron las editoriales digitales, en las que se podían descargar los libros y leerlos en la pantalla del computador, luego vinieron los lectores electrónicos, y la guinda del pastel fue cuando a Amazon se le ocurrió no solo facilitar la autopublicación sino vender un aparato con el que pudieran comprar los libros de su extensa librería.
De la gran masa de escritores publicados o no anteriormente por editoriales que adoptaron el sistema de Escritor Independiente, no todos tuvieron el éxito esperado, para algunos que se habían creado muchas expectativas fue un auténtico fracaso, otros idearon la manera de suplir su falta de calidad con cantidad, algunos aprendieron la lección y acometieron la autopublicación con verdadera seriedad, y unos cuantos prefirieron firmar con editoriales que los habían elegido por estar en los primeros lugares y se alegraron por formar parte del mundo literario regular, para evitar el trabajo de representarse a ellos mismos.
Todas las posiciones son válidas, no todas las personas somos iguales, yo no creo en la igualdad. Cada individuo ve el mundo de diferente manera y lo siente según su modo de ser y de razonar. A esa gran diferencia debemos el estar donde hoy estamos, unos inventan y otros hacen uso de los inventos. Unos venden, otros compran y así podría enumerar hasta el infinito. Como también podría decir que algunos se consideran escritores muy buenos y no lo son (para mí) y sí para otros. Y algunos se consideran mediocres y son muy buenos (para mí), y no para otros.
Lo malo es no aceptar el gusto de los demás. A mí me encanta vestirme de negro, es un color que me favorece y en ocasiones compro dos o más prendas exactamente del mismo modelo y en el mismo color porque sé que después de unas cuantas lavadas, el negro tiende a perder la apariencia suave y el color negro de cuando era nuevo. Pero también me gustan los marrones, los rojos, los azules... creo que depende de la ocasión y como me sienta para elegir usarlos. Y aunque a la gente no le guste que me vista de negro o no esté tan de moda, lo uso porque es lo que mejor me va.
Igual ocurre con la literatura. Me encantan las intrigas internacionales, el misterio, el thriller, y también alguna novela histórica, pero soy capaz de leer cienciaficción, y hasta alguna novela romántica siempre y cuando el tema sea interesante y me atraiga. El erotismo también lo soporto cuando es de altura y mientras menos explícito mejor, porque como escritora sé que es el más trabajado, el más difícil de narrar y aprecio la narrativa que a mi modo de ver está bien hecha.
No es porque me considere una gran escritora, ojo, es porque soy lectora, y lo soy desde que tenía ocho años. Sé distinguir un libro mediocre de uno extraordinario, al menos desde mi punto de vista, porque ya he dicho: cada individuo tiene el suyo. Lo que para mí es bazofia para otro puede ser una maravilla, ¿de qué depende? Indudablemente de nuestra formación. De nuestra manera de ver la vida, de nuestra experiencia, de nuestros gustos y un sin fin de cosas más.
Hay personas que pueden leer historias eróticas sin parar, una tras otra, páginas y páginas de escenas explícitas y gritarán a los cuatro vientos que son maravillosas, que quieren más, que es lo que les llena, les gusta y los estimula. ¡Bien! Es su vida y son sus gustos.
Hay otras, en cambio, que se apasionan con las historias de zombies y de vampiros, o con guerras intergalácticas, o con secretos de los templarios, o con biografías de personajes históricos, o con la vida de la gente de farándula. Cada persona tiene derecho a leer lo que más le atrae, Y también cómo no, hay quienes leen de todo. Como era yo. Leía hasta la guía telefónica cuando no tenía qué leer. Ahora lo que me falta es tiempo, por eso soy más selectiva y me decanto por literatura de ficción, preferiblemente thrillers.
No soy una persona extraordinariamente cultivada, he leído a los grandes que la mayoría de los escritores se sienten obligados a mencionar, pero no todos necesariamente me han gustado. Y escribo lo que me gusta leer. ¿Tengo éxito? Tal vez. Tal vez más de lo que algunos colegas quisieran o piensan que debería tener, pero así es la vida. No todo es como nos gusta y debemos aceptarlo.
¡Hasta la próxima, amigos!
Hace unos tres años empecé a formar parte del mundo que ahora muchos consideramos imprescindible. Hay pocas cosas que podamos hacer sin usar la nube, desde ver nuestra cuenta bancaria y hacer nuestros pagos o transferencias y comunicarnos; muchísimo más que antes, cuando solo existían el teléfono, los faxes y el correo postal. Incluso llamar por teléfono no era un sistema que utilizáramos demasiado por el alto costo, si las llamadas eran al exterior.
Hoy con Skype la comunicación lejana se ha transformado. Y así como ha ocurrido con las familias y amigos a los que la distancia ha separado, igual ocurre con las relaciones que a diario incrementamos en las redes sociales, nos hemos habituado a usarlas hasta el punto de que cuando no existen porque se nos va la conexión, nos sentimos extraños.
No solo los escritores aprovechan esta tecnología. Lo hacen los gobiernos, industriales, empresarios, comerciantes, vendedores, amas de casa, la educación, la televisión, radio... no creo que exista una manera de hacer algo sin que sea a través de la red. Claro que habrá todavía quienes por falta de conocimiento o inseguridad se alejen de los cajeros automáticos y prefieran ir a los bancos... que no podrían funcionar sin Internet.
La publicación de libros sufrió una transformación cuando algunos emprendedores iniciaron las editoriales digitales, en las que se podían descargar los libros y leerlos en la pantalla del computador, luego vinieron los lectores electrónicos, y la guinda del pastel fue cuando a Amazon se le ocurrió no solo facilitar la autopublicación sino vender un aparato con el que pudieran comprar los libros de su extensa librería.
De la gran masa de escritores publicados o no anteriormente por editoriales que adoptaron el sistema de Escritor Independiente, no todos tuvieron el éxito esperado, para algunos que se habían creado muchas expectativas fue un auténtico fracaso, otros idearon la manera de suplir su falta de calidad con cantidad, algunos aprendieron la lección y acometieron la autopublicación con verdadera seriedad, y unos cuantos prefirieron firmar con editoriales que los habían elegido por estar en los primeros lugares y se alegraron por formar parte del mundo literario regular, para evitar el trabajo de representarse a ellos mismos.
Todas las posiciones son válidas, no todas las personas somos iguales, yo no creo en la igualdad. Cada individuo ve el mundo de diferente manera y lo siente según su modo de ser y de razonar. A esa gran diferencia debemos el estar donde hoy estamos, unos inventan y otros hacen uso de los inventos. Unos venden, otros compran y así podría enumerar hasta el infinito. Como también podría decir que algunos se consideran escritores muy buenos y no lo son (para mí) y sí para otros. Y algunos se consideran mediocres y son muy buenos (para mí), y no para otros.
Lo malo es no aceptar el gusto de los demás. A mí me encanta vestirme de negro, es un color que me favorece y en ocasiones compro dos o más prendas exactamente del mismo modelo y en el mismo color porque sé que después de unas cuantas lavadas, el negro tiende a perder la apariencia suave y el color negro de cuando era nuevo. Pero también me gustan los marrones, los rojos, los azules... creo que depende de la ocasión y como me sienta para elegir usarlos. Y aunque a la gente no le guste que me vista de negro o no esté tan de moda, lo uso porque es lo que mejor me va.
Igual ocurre con la literatura. Me encantan las intrigas internacionales, el misterio, el thriller, y también alguna novela histórica, pero soy capaz de leer cienciaficción, y hasta alguna novela romántica siempre y cuando el tema sea interesante y me atraiga. El erotismo también lo soporto cuando es de altura y mientras menos explícito mejor, porque como escritora sé que es el más trabajado, el más difícil de narrar y aprecio la narrativa que a mi modo de ver está bien hecha.
No es porque me considere una gran escritora, ojo, es porque soy lectora, y lo soy desde que tenía ocho años. Sé distinguir un libro mediocre de uno extraordinario, al menos desde mi punto de vista, porque ya he dicho: cada individuo tiene el suyo. Lo que para mí es bazofia para otro puede ser una maravilla, ¿de qué depende? Indudablemente de nuestra formación. De nuestra manera de ver la vida, de nuestra experiencia, de nuestros gustos y un sin fin de cosas más.
Hay personas que pueden leer historias eróticas sin parar, una tras otra, páginas y páginas de escenas explícitas y gritarán a los cuatro vientos que son maravillosas, que quieren más, que es lo que les llena, les gusta y los estimula. ¡Bien! Es su vida y son sus gustos.
Hay otras, en cambio, que se apasionan con las historias de zombies y de vampiros, o con guerras intergalácticas, o con secretos de los templarios, o con biografías de personajes históricos, o con la vida de la gente de farándula. Cada persona tiene derecho a leer lo que más le atrae, Y también cómo no, hay quienes leen de todo. Como era yo. Leía hasta la guía telefónica cuando no tenía qué leer. Ahora lo que me falta es tiempo, por eso soy más selectiva y me decanto por literatura de ficción, preferiblemente thrillers.
No soy una persona extraordinariamente cultivada, he leído a los grandes que la mayoría de los escritores se sienten obligados a mencionar, pero no todos necesariamente me han gustado. Y escribo lo que me gusta leer. ¿Tengo éxito? Tal vez. Tal vez más de lo que algunos colegas quisieran o piensan que debería tener, pero así es la vida. No todo es como nos gusta y debemos aceptarlo.
¡Hasta la próxima, amigos!
La igualdad mi querida amiga Blanca, no es ser "iguales", es tener las mismas oportunidades. En lo que sí tienes razón es que, sobre gustos no hay nada escrito y cada uno de nosotros tenemos el nuestro propio. Y la razón de tanta envidia en este mundo literario nuestro es bien simple "la vida literaria es como una gran piscina de gelatina y mientras algunos saben cómo mantenerse a flote o incluso nadar muy bien en ella, otros en cambio se hunden hasta el fondo y se ahogan sin remedio. ¿Solución? para algunos como yo mismo... seguir pataleando incansablemente procurando sacar los orificios nasales todo lo más que pueda por encima de la gelatina. Interesante post amiga mía. Un gran abrazo y feliz semana.
ResponderEliminarNunca mejor dicho, Frank: "La igualdad no es ser iguales. Es tener las mismas oportunidades". Grande, Frank!
EliminarEvery successful person must have a failure. Do not be afraid to fail because failure is a part of success.
ResponderEliminarQuerida Blanca. En mi opinión no somos tanto lo que leemos como lo que no leemos. Y las redes sociales o las plataformas presuntamente sociales están llenit@s de ejemplos constatativos. Besos.
ResponderEliminarEs una opinión válida e interesante, como todas las tuyas, Francisco. Besos!
ResponderEliminarMe identifico con tu reflexión, Blanca. La experiencia me ha mostrado que el arte no es una ciencia exacta. Y la literatura es arte. Cada ser humano pone en palabras las emociones, sensacionesy su particular visión del mundo. En toda obra intervienen las subjetividades del autor y del lector. Dos personas pueden leer el mismo libro e interprtarlo diferente.
ResponderEliminarExclente post,¡Un beso grande, Blanca!
Así es Federico, pídele a dos personas por separado qué es lo que ve en un cuadro (particularmente si es abstracto) y te darán dos opiniones diferentes.
EliminarOtro beso para ti, Fede!
El precio para el éxito es un trabajo duro, dedicación y determinación que hemos estado dando nuestro mejor esfuerzo para nuestro trabajo.
ResponderEliminarDe acuerdo, Pengobatan.
Eliminarno soy lo que leo soy lo que escribo
ResponderEliminarabrazos
¡Bien!
EliminarEstoy de acuerdo en que los gustos literarios son subjetivos, para mi ningún libro es bazofia, independientemente de que lo lea o deje de leerlo. El mero hecho de que una persona se siente a escribir y a plasmar en sus letras lo que siente o imagina, ya es un verdadero reto. No obstante estoy muy de acuerdo también con Blanca en que somos lo que leemos por una razón simple: por lo general los libros los elegimos en función de lo que pensamos o sentimos. Es una especie de química literaria. Un abrazo a todos.
ResponderEliminarAsí es, una especie de química literaria. Gracias por tu visita y comentario, Lusa.
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