Leer una novela para dar una opinión
Este año he estado un poco atrasada con el blog, y a pesar de que soy organizada, a veces es complicado encontrar el momento en que confluyen los deseos de decir algo y el tiempo para hacerlo.
Hoy voy a exponer lo que pienso acerca de una situación que me
parece que ocurre a la mayoría de escritores, como es la petición de lectura
de obras de autores que desconocemos, bien sea porque no hemos leído nada de
ellos o porque no forman parte de nuestro círculo habitual de amistades
internáuticas. Me llegan por correo, a través de mensajes en Facebook o por
mensajes directos de Twitter: “Por favor, lea mi novela y deme su opinión”; “solo
lea el primer capítulo y dígame qué le parece”; “es mi primera obra y tiene muy
buenos comentarios, quisiera que la leyera y me diga qué opina”… Bueno,
particularmente creo que yo no puedo dedicar mi escaso tiempo libre a
convertirme en lectora editorial de una serie de libros de personas que no
conozco y en la mayoría de los casos de gente que ni siquiera se ha tomado la
molestia de leer un libro de mi autoría, y no estoy hablando de asuntos de reciprocidad,
sino de elemental sentido común.
Sé que para un escritor novel su obra es lo más importante,
desea que sea leída por todo el mundo y que le digan que es una maravilla y
algunos pasan horas hablando de ella y explayándose en sus personajes, en cómo
concibió la idea, y por qué la escribió. Eso se refleja en la propia obra, pero
si nos ponemos a pensar: ¿realmente le interesa a alguien por qué escribió un
autor tal o cual novela? A menos que sea un escritor clásico o famoso o que tenga
un motivo determinante para haber escrito su libro. En ninguno de mis libros he
gastado páginas para explicar mi decisión de escribir un libro. Ni para poner
un prólogo que prepare al lector para leer una maravilla.
Hay autores que piensan que si tienen un prólogo de algún
escritor conocido su obra se venderá más, y no se detienen a pensar que tal vez
ese prologuista tuvo que acceder a su petición más por compromiso que porque en
realidad la obra le haya parecido excepcional. Poner en esa tesitura a un
escritor amigo es una falta de consideración, porque la novela puede ser
mediocre y el prologuista debe hablar bien de ella, con lo que su veracidad
queda en entredicho. Sin embargo, cuando los prólogos son hechos por otro
escritor de manera voluntaria porque la obra lo merece, ya es otro cantar. En
este caso me estoy refiriendo a aquellos autores que piden, solicitan, demandan
ayuda de muchas formas, como enviarme un mensaje privado en Facebook con el
link de su novela diciéndome que le ayude a venderla. ¿Cómo puedo yo, una
simple escritora, ayudar a vender un libro que no conozco si no soy dueña de
una librería? Creo que es una desconsideración para conmigo. Tengo mis propios
trabajos, siempre una novela en elaboración, y en estos momentos también el
aprendizaje y la escritura de un guion de una de mis novelas además de mis
ocupaciones regulares.
Sé que lo que digo puede parecer antipático, y con seguridad
muchos pensarán que soy una persona insensible a las necesidades de los colegas
que requieren ayuda, pero también es bueno que sepan que hay muchas maneras de
pedir ayuda. Lo importante es no perder la perspectiva; no por el hecho de que
un autor novel haya culminado su novela merece que todos tengan que ayudarlo a
venderla. Escribir es un gran logro. Escribir una buena novela es aún mayor, pero
para ello es necesario que esa novela realmente interese. La mejor manera de
darse cuenta si una novela es buena o no es enviarla a una editorial. Si recibe
una respuesta negativa, lo más recomendable es trabajar en ella, porque con
seguridad necesita mejoras. Las editoriales no rechazan manuscritos que para
ellas podría significar muchas ventas o como mínimo, recuperar su inversión. Yo he tenido la suerte de que mis novelas hayan pasado por la criba editorial porque me he esforzado por presentar manuscritos repasados hasta el cansancio. Pero esto es algo que los escritores no comprenden y siguen presentando la
misma novela con los mismos errores a otras editoriales y al final terminan subiéndola
a Amazon. Allí es probable que unos cuantos amigos la compren y publiquen
comentarios halagadores. Si la novela vale la pena se venderá; de lo contrario
se irá perdiendo entre los miles de libros que se suben a diario y por más
promoción que hagan en Twitter, Linkedin, Facebook o Instagram, o por reseñas
favorables que hagan de la novela (siempre de amistades que se sienten
comprometidas) no podrán venderla, porque los lectores han aprendido a no
fiarse demasiado de los comentarios; leen la muestra (al menos es lo que yo
hago antes de comprar) y si no los convence simplemente no comprarán.
Por eso repito lo dicho ya muchas veces: Si eres rechazado
por una editorial revisa tu novela. Yo lo hice con la única de mis novelas
rechazada: “El manuscrito”. Y qué bien que la rechazaron, porque pude
modificarla hasta quedar satisfecha. Y no es que la editorial me haya dicho
dónde se encontraban los errores o cuáles eran sus carencias; utilicé mi
sentido común y la autocrítica. En ese sentido nunca he sido autocomplaciente.
¿Pero qué hacer cuando no se conoce a nadie que pueda ayudarlo a uno?
Les voy contar cómo hice yo. Debo aclarar que empecé a
escribir como pasatiempo, sin intenciones de publicar, pero me interesaba
compartir con otros escritores acerca de mis escritos. Busqué en Internet (en
aquella época no existían tantos foros literarios, pero los que había eran
realmente buenos) y encontré “Bibliotecas Virtuales” en donde conocí a muchos
escritores que estaban en mi situación. Intercambiábamos opiniones, publicábamos
cuentos y entre nosotros opinábamos, criticábamos y corregíamos. Fui
aprendiendo que escribir no era tan fácil. En ese foro encontré personas
maravillosas que me abrieron los ojos a un campo inexplorado para mí. Ese foro
cerró y nos mudamos a otro llamado “Prosófagos” en el que realmente hice muy
buenas amistades, que después de casi quince años siguen siendo mis amigos. Allí
fue donde encontré a la persona que sería crucial en mi desarrollo como
escritora, pero fue consecuencia de muchos intercambios de opiniones,
conversaciones y lecturas mutuas. No es que de un momento a otro yo escribí a
un autor y le pedí que leyera mi novela y listo. Las amistades se deben
cultivar, y si son autores noveles y de verdad desean recibir opiniones sinceras,
deben ser de una persona de confianza, que conozcan, que sepa de sus
inquietudes, que desee colaborar, y eso solo se puede conseguir con paciencia,
buenas relaciones y reciprocidad.
También pueden hacerlo diferente: pagar a un lector
profesional o contratar los servicios de una página que se ocupe de la
corrección del manuscrito. Antes no existían; hoy en día las hay por montones,
pero así como hay libros mediocres, también hay correctores mediocres, que no
tienen idea de lo que es escribir, y si escriben lo hacen de manera deficiente.
Se debe tener mucho cuidado al elegir un corrector o un lector especializado.
No me atrevo a recomendar a ninguno(a) porque no he utilizado esos servicios,
pero es cuestión de investigar y no irse por el camino más fácil como pedir que
lean su novela como si fuese un simple favor. Leer BIEN una novela para dar una
opinión real requiere de muchas horas y días de dedicación y eso solo están
dispuestos a hacerlo los que elaboran Informes Literarios y cobran por el
servicio.
¡Hasta la próxima, amigos!
Muy buen artículo. Decir la verdad no es ser antipático, es ser sincero. Yo como escritora seguiré tus consejos. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias por tu visita, Entrenosotras.
EliminarBuenos consejos que dicen verdades, y con los que estoy de acuerdo. Hay que luchar mucho por no creerte que eres único en este difícil mundo de la escritura. Nunca he puesto en el brete a ningún escritor para exigir que leyera alguno de mis libros, quiero ser lo bastante humilde para aceptar que aún me queda mucho por aprender. Un beso, gracias por todo.
ResponderEliminarOjalá todos pensaran como tú, Carmen. Muchas gracias por tu comentario.
EliminarMe ha gustado mucho...
ResponderEliminarGracias, Desiderio.
EliminarEn general, estoy bastante de acuerdo con tu artículo, menos en una cosa: las editoriales no siempre rechazan después de leer, es más, en muchas ocasiones no se preocupan ni de leer el título.
ResponderEliminarSiempre son interesantes tus post.
Es cierto lo que dices, Mercedes, las editoriales no siempre rechazan después de leer, algunas veces elijen los libros que consideran interesantes. Y me imagino que habrá casos en que ni siquiera los leen porque la sinopsis no les llama la atención, o porque no acostumbran leer los manuscritos que les envían, lo cual sería muy extraño, porque de esos se alimentan.
EliminarEn general coincidimos bastante. Que levante la mano alguien que asegure que yo le insté a leer un libro mío. No me parece ni decente. En cuanto a las editoriales podría contarte alguna anécdota de peso, pero me alargaría.
ResponderEliminar¡Saludos desde el Atlántico, querida Blanche!
Rafael
¡Hola Rafael!
EliminarGracias por tu visita. Me consta que eres de los que menos publicitan sus libros y tampoco piden ayuda para promoverlos, creo que es como debe ser.