La tertulia de los sábados
Somos cuatro en la tertulia de los sábados; cuatro fijos,
algunas veces se suman Alessandra u Oscar, pero siempre Iris, Heberto, Krina y
yo fieles a nuestra cita nos reunimos y cada sábado leemos nuestros trabajos.
Heberto con los cuentos de su nuevo libro de minibiografías, esta vez de
inventores; Krina con sus cuentos para una antología de autores consagrados y
yo con mi novela El rastreador, que poco a poco va tomando forma.
Iris no escribe, pero es un águila para cazar errores.
Especialmente estos, los adverbios terminados en mente que se nos escapan de
manera rutinaria y que el maestro García Márquez odiaba como la peste. También
las repeticiones, cacofonías e incongruencias son la especialidad de Iris.
Krina es una polaca criada en Israel, viuda de un portugués,
nacionalizada venezolana. No me sorprende que hable tan bien español. Lo que de
verdad me asombra es que escriba en nuestro idioma con tal soltura y belleza
como para haber ganado varios premios literarios. Heberto dice: Si Krina se presenta a un concurso, yo no lo
hago. Lo más probable es que se lleve el premio. Como en efecto ha
sucedido. Qué orgullo sentarme al lado
de estos dos pesos pesados de la Literatura con mayúsculas.
Este martes feriado de carnaval, nos reunimos en casa como
algo inusual, pues siempre lo hacemos en casa de Heberto. Krina llevó un cuento con un título extraño: “Pizza
y destino”. Lo que llama la atención en su narrativa es la capacidad que tiene
para relatar un acontecimiento de manera detallista, sin perder el hilo
conductor, sin hacer concesiones, no importa si el cuento llega a quince o
veinte páginas, en cada párrafo habrá un motivo de regocijo, de admiración o se
abrirá una nueva interrogante. Es lo que llamo escritora innata. Aunque si a
ver bien vamos, todos los que escribimos somos escritores innatos, de lo
contrario no pudiéramos hilvanar una frase tras otra. Algunos hemos empezado
tarde, como el caso de Heberto, quien después de apenas diez años se ha
convertido en un ganador de premios literarios y profesor de narrativa. Pasó de
no escribir absolutamente nada a escribir todos los días —porque es metódico—, y es un lector tan atento
que detecta los errores que a otros les pasan inadvertidos.
Esa coma está de más, es
su acotación preferida. Y nosotros borramos con fervor esas comas de los
lugares inútiles. Siempre tiene razón, el texto cobra soltura, elegancia. O
también cuando se trata de artículos: Krina,
quita esa ‘la’, o ese ‘lo’, o no pongas ‘un’, bórralo. Y ella sonríe
satisfecha: No saben qué feliz soy cuando
me eliminan los artículos.
Los cuentos de Heberto son pulcros, definidos, reconocibles
por el uso del asíndeton que ya forma parte de su estilo, lo que confiere a su
narrativa una pasión contenida, una fluidez que muchas veces envidio. Rara vez
le encontramos errores, y cuando sucede uno siente que está aprendiendo y que
es capaz de detectar fallas en un texto ya pulido.
Dicen que la escritura es una labor solitaria y tienen razón
quienes así lo aseveran, porque se escribe en soledad. En el acto de escribir
uno se encuentra solo, sin nadie en quién apoyarse, salvo Google para alguna
información o para sacarnos de alguna duda, pero la creatividad, el momento
mágico en el que el escritor se encuentra frente al papel o a la pantalla es
íntimo. No hay espacio para nadie más. La corrección, en cambio, es diferente.
Con estas lecturas conjuntas tenemos la oportunidad de captar la reacción de
los demás, presentir si lo que estamos haciendo va por buen camino o, como en
el caso de los cuentos, cuya extensión permite leerlos completos de una sola
sentada, si causaron el efecto deseado. ¿En
serio les pareció bien el cuento? Es la pregunta acostumbrada de Krina.
Sabe que escribe bien, porque refuta con pasión cada enmienda o intento de
cambio, pero aquella duda que corroe a todo escritor también puede con ella, y
la comprendo, porque me ocurre igual. Yo prefiero no preguntar si lo que
escribí gustó. Soy como el avestruz, escondo la testa porque me horroriza saber
lo mal que lo hice. Sin embargo mis amigos siempre alaban cada nuevo capítulo: Es un verdadero Thriller, dicen y yo no
estoy segura si es un halago o una crítica solapada, porque los thrillers, aunque me encantan y a mucha
gente también, no se consideran precisamente literatura de la buena.
Cada escritor sabe hasta dónde llega su destreza, qué genero
le va mejor, o qué es lo que le apasiona escribir. Y aunque digan que yo escribo
todos los géneros sé que en todos pervive la tendencia que tengo por las
historias de aventuras. Por eso creo que “La búsqueda”; una historia acerca de
nazis y campos de concentración me salió como un thriller; cualquiera de los cuentos de Krina asemejan novelas por
los giros y descripciones detalladas, y Heberto es una autoridad en cuentos. La
teoría llevada a la práctica como resultado de una fórmula mágica de la que es
imposible sustraerse: El cuento debe
tener introducción, nudo y desenlace. (No siempre en ese orden). El
nudo surge a partir de un quiebre o alteración de lo planteado en la
introducción. Sin estos elementos no puede escribirse un cuento, pues
carecería de interés. Sería una mera enumeración de acontecimientos.
Así voy adentrándome en ese misterioso proceso de la
escritura, voy descubriendo tertulia tras tertulia que todavía me falta mucho
por aprender, y agradezco a la vida que siempre ponga en mi camino personas de
quienes pueda hacerlo. Mi carrera como escritora es la suma de situaciones y de
encuentros especiales. Cuando doy una mirada hacia atrás veo que todo sucedió
como debía ser. No hubo ningún movimiento en falso, cada tropezón tuvo su
motivo y me encaminó hacia la vía correcta. Todo a su tiempo, ni antes ni
después. No tengo dudas.
Muchas gracias a mis amigos contertulios y a todos quienes se
cruzaron en mi camino durante estos catorce años. Me siento satisfecha por el camino recorrido y
tengo curiosidad por lo que me depara el futuro.
¡Hasta la próxima, amigos!
Qué linda y sincera descripción! He aquí nuestros secretos develados...
ResponderEliminarY tienes razón: todo en la vida es la suma de encuentros que suceden cuando deben suceder, especialmente las amistades. Un abrazo
Gracias por tu visita, Krina, las tardes de los sábados son lo más bonito que está ocurriendo en mi vida.
ResponderEliminar¡Buenísimo! Qué lastima que no puedo ir a las reuniones pues los sábados es cuando más trabajo...
ResponderEliminarEn otro orden, estoy haciendo un taller con Milagros Socorro en el Ateneo y debemos finalizarlo en abril
Qué bien lo del taller, Alí, ¡siempre es bueno ponerse al día!
EliminarQué buen post, Blanca. Sin duda tú sabes cómo escribir además de ser "especialmente" meticulosa con tus escritos. Me siento muy feliz de tener amigos tan talentosos y de participar cada sábado en nuestras tertulias. Aprendo un montón. Y por supuesto estoy muy orgullosa de mi
ResponderEliminarPiloto; me declaro su fans # 1.
Besos
La copiloto
Todas nos declaramos fans de tu Piloto, faltaría más. Heberto es indispensable, ¡sin él no existirían las tertulias!
EliminarBesos!