Una entrevista a Alberto Vázquez-Figueroa, por Blanca Miosi
Conocí a Alberto Vázquez-Figueroa hace unos años cuando en
una plataforma editorial, Bubok, encontré a un supuesto escritor que había
plagiado una obra mía. Al investigar “su obra” descubrí que yo no era la
única afectada. El supuesto escritor se había dado a la tarea de copiar
literalmente obras de escritores, algunos de ellos reconocidos, otros ya
fallecidos y ni siquiera se había dado la molestia de cambiarles el título.
Como para entonces Vázquez-Figueroa era la cara promocional de
Bubok, y yo lo había visto en Internet hablando de ellos, se me ocurrió
escribirle. Él tiene una Web donde aparece su correo. Me respondió pocas horas
después desde Lanzarote y a partir de allí hicimos cierta amistad. Demás está decir que es un hombre fascinante,
además de un excelente escritor. Le propuse entrevistarlo pero como si la
conversación se hubiera llevado a cabo frente a frente, es decir, en persona. Y
él ni corto ni perezoso aceptó y me siguió el juego. Aquí la entrevista:
Un poco intimidada por encontrarme en presencia de Alberto
Vázquez-Figueroa, respiro profundo, como aconsejaba mi profesora de oratoria;
según ella, haciéndolo con el diafragma se perdía el miedo. Estoy en su casa de
Lanzarote, arriba, en su estudio, el lugar donde cobran vida las maravillosas
historias que millones de personas disfrutan. Las cortinas descorridas ofrecen
una soberbia vista al mar.
Me invita a tomar asiento mientras él se sitúa detrás de su escritorio, deseando tal vez resguardarse de las preguntas que sabe haré. Sus ojos traviesos de color azul intenso me miran sonrientes, mientras pregunta en tono familiar:
—¿No te molesta si fumo, no?
—Por supuesto que no, está usted en su casa—. En realidad detesto el olor del puro, pero no pienso echar a perder una oportunidad como esta.
Viste una camisa de color azul marino de mangas largas que lleva medio arremangadas, en un estilo casual que le va muy bien con su aspecto de hombre de mundo, que sabe hacer uso de su poder; porque aunque él diga que no, lo tiene. Por lo menos en el mundo editorial.
—Soy todo tuyo. Pregunta lo que quieras —dice en tono jovial.
—¿Tiene usted un ritual para escribir? Me refiero al momento de empezar una nueva novela, algo que acostumbra hacer o que le signifique concentración.
—En absoluto: escribo cuando me apetece y no tengo ninguna “manía de escritor”.
—¿Puede escribir con ruido? ¿Necesita música o prefiere el silencio?
— Prefiero el silencio. Soy sordo de un oído a causa de un accidente de inmersión y la música me disturba.
—En alguna parte leí que era usted un mujeriego empedernido, ¿alguna mujer que lo marcó en su vida, formó parte de alguna de sus novelas?
—Varias mujeres marcaron mi vida pero desde luego nunca han formado parte de una novela; todas fueron maravillosamente reales.
—He leído algunos libros suyos, y lo que más llama la atención en ellos es el ritmo. La acción es uno de sus sellos, ¿tiene algo que ver con su forma de ser?
—Supongo que se me puede considerar “un hombre de acción”, aunque sea por el hecho de que jamás estoy quieto.
—Usted tiene la impresionante cantidad de ochenta y cuatro novelas escritas, sería igual de impresionante que todas fuesen igual de buenas. ¿Cuáles cree usted que son sus peores novelas? Si es que las puede recordar...
—No podría tener memoria para eso puesto que casi la mitad son malas; algunas incluso malísimas.
—¿Qué lo mueve a seguir escribiendo? ¿Cree que aún le queden temas por tocar?
—Cada día al abrir la prensa o ver la televisión descubres que hay tema por tocar. Lo malo es que me falta tiempo.
—Está escribiendo algo en estos momentos?
—Estoy mejorando mi novela Saud el leopardo —responde con una sonrisa pícara. (Es la novela que me envió para que la leyera y yo me atreví a hacerle algunas sugerencias).
—La mayoría de los escritores con cierta fama, son prácticamente inaccesibles. Sin embargo he visto que usted pone sus obras al alcance de todo el que desee, y también tiene la amabilidad de responder los correos que le envían, no sólo eso, en su blog le hacen peticiones de novelas que según parece usted envía a los lectores que no pueden adquirirlas. ¿A qué se debe que sea usted diferente? ¿Es acaso una promesa por algún favor recibido?
—El que actúa por una promesa hace algo que no està en consonancia con su forma de ser natural. Yo actúo así porque es mi manera de ser y me apetece.
—En todo caso, le aseguro que su táctica es muy buena. Tiene lectores incondicionales por millones; pocos escritores pueden decir lo mismo. ¿Nunca le ha sucedido que de pronto se encuentra sin ideas para su próxima obra?
—Me quedan ideas para el resto de mi vida; lo malo es que no puedo publicarlas todas.
—Me lo imaginaba. Su creatividad es envidiable.
—Gracias.
—La desalación del agua de mar por osmosis inversa, es un invento que parece que no ha tenido una entusiasta acogida en su tierra. ¿Cómo le vino la idea?
—Es fruto de mi época como buceador profesional y un poco de sentido común, En realidad es muy simple; tan solo había que pensar un poco.
—Usted ha escrito mucho acerca del desierto, también ha vivido en él, ¿sueña con la idea de que algún día pueda hacer de él un edén?
—El desierto debe seguir siendo el desierto, aunque me gustaría pensar que algún día podría cambiar una minúscula parte de él y hacerlo habitable. Con eso me basta.
Alberto arruga la frente y mira a través de la ventana hacia el horizonte. Exhala el humo del puro y se queda en silencio. Parece sentirse muy cómodo en mi presencia, como si yo no existiera. Respeto esos momentos de introspección o quién sabe, de creatividad. Después de todo, estamos en el sitio donde nacen todas sus novelas; el ambiente está impregnado de imaginación, de olor a tabaco, de noches en vela. Me siento privilegiada. No siempre se está en presencia de la creación.
Se vuelve hacia mí y pienso que va a preguntarme si es todo.
—¿Cómo se te ocurrió hacerme esta loca entrevista?
—Sólo lo pensé y me dije: tal vez a Alberto Vázquez-Figueroa le guste que lo visite virtualmente en su estudio, tal vez él quiera participar en este juego, y veo que no me equivoqué. Usted tiene espíritu aventurero, le entusiasman los experimentos, si no, no fuese inventor, tal vez algún día escriba algo al respecto, tal vez...
—Está bien, Blanca, no sigas, aquí el entrevistado soy yo —dice, abrumado por mi balbuciente verborrea.
—Bueno, pues, entonces mi siguiente pregunta sería: ¿Se siente satisfecho de su vida? ¿Si tuviera que cambiar algo de lo que ha hecho, qué sería?
—Esa no es una pregunta, son dos, y bastante trilladas, por cierto —comenta, sonriendo.
—Es verdad. Se nota que es un hombre satisfecho. Le diré entonces lo que pienso de usted: Ha tenido la suerte de vivir experiencias que marcaron su vida desde muy joven, ha tenido el arresto suficiente como para enfrentar los trabajos más extremos, ha tenido la suerte de poseer a las mujeres más apetecibles, y encima, ha tenido la brillantez suficiente como para ser el escritor más leído de España y tal vez del mundo, y a estas alturas de la vida, vive con una mujer que lo adora y a quien usted ama. Tomando en cuenta todo eso, siente usted temor de tener demasiado de la vida. Y sabe que todo tiene un precio. ¿Cuál podría ser el suyo a cambio de todo lo que ha recibido? Hasta estoy por creer que ha hecho un pacto con el diablo, pues ser corresponsal de guerra y salir ileso ya de por sí es increíble. Por eso le pregunté si estaba pagando una promesa... y usted se rió.
Alberto V-F, mira el reloj que lleva en la muñeca. Siento que es hora de salir de su vida, de su estudio y de Lanzarote. Me mira y me hace un guiño cómplice.
—No puedo afirmar ni negar lo que has dicho. ¿Comprendes?
—Está bien, Alberto, gracias por la entrevista: es usted tal como lo había imaginado.
Siento que muchas cosas quedaron en el aire. Siento que tras la fachada de hombre amable existe un misterio.
—Detrás de mí no hay ningún misterio; soy tan simple como parezco —afirma rotundo, como si me hubiese leído el pensamiento, pero creo que ni es tan simple ni lo parece.
—Sólo algo más: ¿Qué le diría a sus lectores?
—Procuren que no les devore la crisis.
Sonríe y se despide con un beso en mi mejilla.
Hago un gesto y me esfumo. Tengo ahora en mis manos la entrevista; creo que nunca hice una igual. También es verdad que nunca antes hice una entrevista.
Agradezco a Alberto la oportunidad de prestarse a este experimento. Es sin lugar a dudas un personaje fascinante.
Para mayor información acerca de la vida y obra del autor:
http://www.vazquezfigueroa.es/
Me invita a tomar asiento mientras él se sitúa detrás de su escritorio, deseando tal vez resguardarse de las preguntas que sabe haré. Sus ojos traviesos de color azul intenso me miran sonrientes, mientras pregunta en tono familiar:
—¿No te molesta si fumo, no?
—Por supuesto que no, está usted en su casa—. En realidad detesto el olor del puro, pero no pienso echar a perder una oportunidad como esta.
Viste una camisa de color azul marino de mangas largas que lleva medio arremangadas, en un estilo casual que le va muy bien con su aspecto de hombre de mundo, que sabe hacer uso de su poder; porque aunque él diga que no, lo tiene. Por lo menos en el mundo editorial.
—Soy todo tuyo. Pregunta lo que quieras —dice en tono jovial.
—¿Tiene usted un ritual para escribir? Me refiero al momento de empezar una nueva novela, algo que acostumbra hacer o que le signifique concentración.
—En absoluto: escribo cuando me apetece y no tengo ninguna “manía de escritor”.
—¿Puede escribir con ruido? ¿Necesita música o prefiere el silencio?
— Prefiero el silencio. Soy sordo de un oído a causa de un accidente de inmersión y la música me disturba.
—En alguna parte leí que era usted un mujeriego empedernido, ¿alguna mujer que lo marcó en su vida, formó parte de alguna de sus novelas?
—Varias mujeres marcaron mi vida pero desde luego nunca han formado parte de una novela; todas fueron maravillosamente reales.
—He leído algunos libros suyos, y lo que más llama la atención en ellos es el ritmo. La acción es uno de sus sellos, ¿tiene algo que ver con su forma de ser?
—Supongo que se me puede considerar “un hombre de acción”, aunque sea por el hecho de que jamás estoy quieto.
—Usted tiene la impresionante cantidad de ochenta y cuatro novelas escritas, sería igual de impresionante que todas fuesen igual de buenas. ¿Cuáles cree usted que son sus peores novelas? Si es que las puede recordar...
—No podría tener memoria para eso puesto que casi la mitad son malas; algunas incluso malísimas.
—¿Qué lo mueve a seguir escribiendo? ¿Cree que aún le queden temas por tocar?
—Cada día al abrir la prensa o ver la televisión descubres que hay tema por tocar. Lo malo es que me falta tiempo.
—Está escribiendo algo en estos momentos?
—Estoy mejorando mi novela Saud el leopardo —responde con una sonrisa pícara. (Es la novela que me envió para que la leyera y yo me atreví a hacerle algunas sugerencias).
—La mayoría de los escritores con cierta fama, son prácticamente inaccesibles. Sin embargo he visto que usted pone sus obras al alcance de todo el que desee, y también tiene la amabilidad de responder los correos que le envían, no sólo eso, en su blog le hacen peticiones de novelas que según parece usted envía a los lectores que no pueden adquirirlas. ¿A qué se debe que sea usted diferente? ¿Es acaso una promesa por algún favor recibido?
—El que actúa por una promesa hace algo que no està en consonancia con su forma de ser natural. Yo actúo así porque es mi manera de ser y me apetece.
—En todo caso, le aseguro que su táctica es muy buena. Tiene lectores incondicionales por millones; pocos escritores pueden decir lo mismo. ¿Nunca le ha sucedido que de pronto se encuentra sin ideas para su próxima obra?
—Me quedan ideas para el resto de mi vida; lo malo es que no puedo publicarlas todas.
—Me lo imaginaba. Su creatividad es envidiable.
—Gracias.
—La desalación del agua de mar por osmosis inversa, es un invento que parece que no ha tenido una entusiasta acogida en su tierra. ¿Cómo le vino la idea?
—Es fruto de mi época como buceador profesional y un poco de sentido común, En realidad es muy simple; tan solo había que pensar un poco.
—Usted ha escrito mucho acerca del desierto, también ha vivido en él, ¿sueña con la idea de que algún día pueda hacer de él un edén?
—El desierto debe seguir siendo el desierto, aunque me gustaría pensar que algún día podría cambiar una minúscula parte de él y hacerlo habitable. Con eso me basta.
Alberto arruga la frente y mira a través de la ventana hacia el horizonte. Exhala el humo del puro y se queda en silencio. Parece sentirse muy cómodo en mi presencia, como si yo no existiera. Respeto esos momentos de introspección o quién sabe, de creatividad. Después de todo, estamos en el sitio donde nacen todas sus novelas; el ambiente está impregnado de imaginación, de olor a tabaco, de noches en vela. Me siento privilegiada. No siempre se está en presencia de la creación.
Se vuelve hacia mí y pienso que va a preguntarme si es todo.
—¿Cómo se te ocurrió hacerme esta loca entrevista?
—Sólo lo pensé y me dije: tal vez a Alberto Vázquez-Figueroa le guste que lo visite virtualmente en su estudio, tal vez él quiera participar en este juego, y veo que no me equivoqué. Usted tiene espíritu aventurero, le entusiasman los experimentos, si no, no fuese inventor, tal vez algún día escriba algo al respecto, tal vez...
—Está bien, Blanca, no sigas, aquí el entrevistado soy yo —dice, abrumado por mi balbuciente verborrea.
—Bueno, pues, entonces mi siguiente pregunta sería: ¿Se siente satisfecho de su vida? ¿Si tuviera que cambiar algo de lo que ha hecho, qué sería?
—Esa no es una pregunta, son dos, y bastante trilladas, por cierto —comenta, sonriendo.
—Es verdad. Se nota que es un hombre satisfecho. Le diré entonces lo que pienso de usted: Ha tenido la suerte de vivir experiencias que marcaron su vida desde muy joven, ha tenido el arresto suficiente como para enfrentar los trabajos más extremos, ha tenido la suerte de poseer a las mujeres más apetecibles, y encima, ha tenido la brillantez suficiente como para ser el escritor más leído de España y tal vez del mundo, y a estas alturas de la vida, vive con una mujer que lo adora y a quien usted ama. Tomando en cuenta todo eso, siente usted temor de tener demasiado de la vida. Y sabe que todo tiene un precio. ¿Cuál podría ser el suyo a cambio de todo lo que ha recibido? Hasta estoy por creer que ha hecho un pacto con el diablo, pues ser corresponsal de guerra y salir ileso ya de por sí es increíble. Por eso le pregunté si estaba pagando una promesa... y usted se rió.
Alberto V-F, mira el reloj que lleva en la muñeca. Siento que es hora de salir de su vida, de su estudio y de Lanzarote. Me mira y me hace un guiño cómplice.
—No puedo afirmar ni negar lo que has dicho. ¿Comprendes?
—Está bien, Alberto, gracias por la entrevista: es usted tal como lo había imaginado.
Siento que muchas cosas quedaron en el aire. Siento que tras la fachada de hombre amable existe un misterio.
—Detrás de mí no hay ningún misterio; soy tan simple como parezco —afirma rotundo, como si me hubiese leído el pensamiento, pero creo que ni es tan simple ni lo parece.
—Sólo algo más: ¿Qué le diría a sus lectores?
—Procuren que no les devore la crisis.
Sonríe y se despide con un beso en mi mejilla.
Hago un gesto y me esfumo. Tengo ahora en mis manos la entrevista; creo que nunca hice una igual. También es verdad que nunca antes hice una entrevista.
Agradezco a Alberto la oportunidad de prestarse a este experimento. Es sin lugar a dudas un personaje fascinante.
Para mayor información acerca de la vida y obra del autor:
http://www.vazquezfigueroa.es/
Muy interesante. Y un hombre fascinante. Gracias Blanca!
ResponderEliminarSí, Vázquez-Figueroa siempre se ha destacado por ser diferente, por decir las cosas de frente, además de por su productividad como escritor. ¡Gracias por pasar, Olga!
EliminarExcelente entrevista, Blanca. Vazquez Figueroa no figura entre mis autores preferidos pero reconozco que tiene millones de lectores que lo siguen, incondicionalmente. Hace años leí alguno de sus libros de aventuras que llegaron a atraparme por su inverosimilitud. Un personaje más admirable por lo que es como hombre, que por lo que representa como escritor.
ResponderEliminarAsí es, José Luis, es un hombre con el que da gusto conversar. Es el escritor más prolífico y vendido de España y muchas partes del mundo, sus novelas de acción y aventuras son muy buenas, aunque muchos lo califican de poco literarias. A mí me encantan. ¡Muchas gracias por visitar mi blog, JL!
EliminarPeculiar, curiosa, excelente e interesante entrevista. Muchas gracias, Blanca, por deleitarnos una vez más y por tener el valor de aproximarte a un gigante como Vázque-Figueroa. Un saludo
ResponderEliminarFué tal vez suerte de principiante, era la primera entrevista que hacía, y él gentilmente aceptó. Gracias por comentar, Juan Nadie.
EliminarFelicidades por la entrevista. Se trata de un gran escritor. Recuerdo que hace unos años me resultaba imposible dejar de leer las novelas de Vázquez Figueroa. La que más me gustaron entre otras, Manaos, Panamá Panamá, Marfil, Ébano, Tuareg. Es el gran narrador de las letras españolas, a la altura de los grandes escritores anglosajones, Frederick Forsyth, Larry Collins, escritores que también me fascinaban. Pero lo que más me impresionó de Vázquez Figueroa fue una entrevista en un periódico en la que hablaba de su vocación literaria y de sus comienzos como escritor. Al parecer le manifestó a un editor su deseo de escribir y publicar novela, el hombre le miró con expresión de espanto y le dijo algo así como que no sabía bien lo que estaba diciendo. “Ten en cuenta, Alberto, que este es un oficio en el que no sólo cuentan los escritores que publican en la actualidad, sino que incluso escritores muertos hace decenas, cientos de años son competidores formidables, que ocupan los mejores puestos en editoriales y librerías”. La advertencia, parece que le asustó en un primer momento, pero su vocación y su talento le llevaron a superar todas las dificultades. Y en aquel momento a mí se me ocurrió que siendo cierto lo que el editor le dijo, no dejaba de ser verdad que el de escribir y publicar es quizá el único oficio del mundo en el que el curriculum, la edad, el aspecto físico, el sexo o la raza no tienen ninguna influencia. Sólo importa la historia, la novela y lo que el lector encuentre en ella.
ResponderEliminarHola, José Ramón,
EliminarAlberto Vázquez Figueroa es uno de los escritores famosos más accesibles. He leído muchas entrevistas suyas, y sus anécdotas son interesantísimas. De lo que no podemos dudar es de su talento. Lo que dices es una gran verdad, escribir y publicar es el único oficio en el que solo importa la historia que se cuente, lo demás depende del talento innato.
Muchas gracias por tu visita.