Por favor, ¿quisieras hacer un prólogo para mi novela?
Hoy voy a hablar de un tema que quizá no guste a muchos. Se trata de los prólogos de las novelas.
No acostumbro prologar mis novelas por una razón muy sencilla: como mis novelas se venden en plataformas digitales que permiten leer los primeros capítulos del libro, prefiero que el lector tenga acceso de manera inmediata al contenido, es decir, al Capítulo 1.
Dejo fuera dedicatorias a menos que sean de un par de líneas y voy directo al grano, estoy segura de que muchos lectores me lo agradecerán, pues yo como lectora he abierto libros de muestra y después de las advertencias de no copiar la obra maestra, de los derechos de autor, de los agradecimientos, de las dedicatorias, de la génesis del libro (o cómo fue que se le ocurrió al autor ponerse a escribir); y un prólogo de mínimo, un par de páginas, que muy pocos leen por no decir nadie, aparece finalmente un fragmento del primer capítulo que no me dice absolutamente nada.
Resultado: No compro el libro, pues no sé que encontraré dentro.
Otro de los motivos por los que no prologo mis libros es que no me siento capaz de pedir a un amigo que se lea por compromiso mi libro para que encima, tenga el trabajo de hacer un prólogo. Nadie va a rechazar hacer ese favor, pues se sentirá comprometido y se supone que hacer un prólogo conlleva cierto prestigio para quien lo hace. También el autor podría salir beneficiado si el prologuista es un escritor conocido o famoso en cualquier área. Pero debemos pensar que es probable que el libro sea realmente un ladrillo y el prologuista (generalmente un escritor), por tratarse de una amistad haya aceptado escribir un par de páginas hablando de unas bondades inexistentes en la obra, lo que equivaldría a un cierto desprestigio para él.
He tenido oportunidad, sin embargo, de leer libros de Dostoyevski, Hesse, Hemingway, por mencionar algunos famosos, en los que los prólogos han resultado tan interesantes como el mismo libro. Y es que hay autores cuyas vidas han sido realmente fascinantes. Sin ir muy lejos hace unos meses leí extasiada el prólogo de "El jugador", de Fedor Dostoyevski, en el cual me enteré de la historia de su vida y del camino tortuoso que lo llevó a escribir una de sus grandes obras. Otros de los preciosos prólogos que puedo recordar es el de "Así habló Zaratustra" de Friedrich Nieztsche, que en veintiun páginas me llevó en un recorrido por la vida del autor, y me enteré de sus temores, sus fobias y sus tendencias, así como del porqué de algunas de las secuencias de su controversial obra.
Fueron prólogos extraordinarios, y creo que los autores los merecían. Un prólogo que últimamente he leído (pero siempre al final del libro, porque soy de las que deja siempre los prólogos para leerlos después del epílogo), es el de "El paciente de El Pardo" de José Luis Palma. ¿Y por qué? Sencillamente porque después de leer ese libro que no es una novela sino un documento de unos días en la historia de España relatada por uno de los personajes que formaron parte de ella, quise indagar más, y leí el soberbio prólogo hecho por Victoria Prego, periodista, escritora y politóloga.
Algunos escritores amigos me han solicitado prólogos para sus obras y los he hecho con mucho gusto porque se trataba de personas sumamente especiales para mí. Que yo recuerde en estos momentos: Antony Sampayo, Fernando Hidalgo (mi corrector, editor, amigo y compinche), y Heberto Gamero, una persona que es un personaje de novela. Creo también haber hecho algún prólogo para una antología de cuentos hispanoamericanos, pero fueron casos muy especiales, normalmente no acepto prologar, y agradezco profundamente que no me lo pidan, pues no soy muy buena en eso.
¡Hasta la próxima amigos!
Blanca Miosi
No acostumbro prologar mis novelas por una razón muy sencilla: como mis novelas se venden en plataformas digitales que permiten leer los primeros capítulos del libro, prefiero que el lector tenga acceso de manera inmediata al contenido, es decir, al Capítulo 1.
Dejo fuera dedicatorias a menos que sean de un par de líneas y voy directo al grano, estoy segura de que muchos lectores me lo agradecerán, pues yo como lectora he abierto libros de muestra y después de las advertencias de no copiar la obra maestra, de los derechos de autor, de los agradecimientos, de las dedicatorias, de la génesis del libro (o cómo fue que se le ocurrió al autor ponerse a escribir); y un prólogo de mínimo, un par de páginas, que muy pocos leen por no decir nadie, aparece finalmente un fragmento del primer capítulo que no me dice absolutamente nada.
Resultado: No compro el libro, pues no sé que encontraré dentro.
Ladrillo |
Otro de los motivos por los que no prologo mis libros es que no me siento capaz de pedir a un amigo que se lea por compromiso mi libro para que encima, tenga el trabajo de hacer un prólogo. Nadie va a rechazar hacer ese favor, pues se sentirá comprometido y se supone que hacer un prólogo conlleva cierto prestigio para quien lo hace. También el autor podría salir beneficiado si el prologuista es un escritor conocido o famoso en cualquier área. Pero debemos pensar que es probable que el libro sea realmente un ladrillo y el prologuista (generalmente un escritor), por tratarse de una amistad haya aceptado escribir un par de páginas hablando de unas bondades inexistentes en la obra, lo que equivaldría a un cierto desprestigio para él.
He tenido oportunidad, sin embargo, de leer libros de Dostoyevski, Hesse, Hemingway, por mencionar algunos famosos, en los que los prólogos han resultado tan interesantes como el mismo libro. Y es que hay autores cuyas vidas han sido realmente fascinantes. Sin ir muy lejos hace unos meses leí extasiada el prólogo de "El jugador", de Fedor Dostoyevski, en el cual me enteré de la historia de su vida y del camino tortuoso que lo llevó a escribir una de sus grandes obras. Otros de los preciosos prólogos que puedo recordar es el de "Así habló Zaratustra" de Friedrich Nieztsche, que en veintiun páginas me llevó en un recorrido por la vida del autor, y me enteré de sus temores, sus fobias y sus tendencias, así como del porqué de algunas de las secuencias de su controversial obra.
Fueron prólogos extraordinarios, y creo que los autores los merecían. Un prólogo que últimamente he leído (pero siempre al final del libro, porque soy de las que deja siempre los prólogos para leerlos después del epílogo), es el de "El paciente de El Pardo" de José Luis Palma. ¿Y por qué? Sencillamente porque después de leer ese libro que no es una novela sino un documento de unos días en la historia de España relatada por uno de los personajes que formaron parte de ella, quise indagar más, y leí el soberbio prólogo hecho por Victoria Prego, periodista, escritora y politóloga.
Algunos escritores amigos me han solicitado prólogos para sus obras y los he hecho con mucho gusto porque se trataba de personas sumamente especiales para mí. Que yo recuerde en estos momentos: Antony Sampayo, Fernando Hidalgo (mi corrector, editor, amigo y compinche), y Heberto Gamero, una persona que es un personaje de novela. Creo también haber hecho algún prólogo para una antología de cuentos hispanoamericanos, pero fueron casos muy especiales, normalmente no acepto prologar, y agradezco profundamente que no me lo pidan, pues no soy muy buena en eso.
¡Hasta la próxima amigos!
Blanca Miosi
Creo que si tienes que aprovechar el 10% gratis para enganchar al lector, cada página que desaproveches en dedicatorias, prólogo, etc. estás perdiendo fracciones de ese 10%. Fíjate si es así que los nuevos emplanes de Random House en epub tienen hata la página de copyright al final.
ResponderEliminarAsí es Marlene, sea por ese 10% tan importante para que el lector se anime a la compra del libro, o sea por no fastidiar al lector con prólogos innecesarios, creo qye deberíamos dejarlos de lado. Los considero en la mayoría de los casos, superfluos.
EliminarAsó no te guste lo haces muy bien, je je je, por lo menos el que hiciste a mi libro de cuentos quedó genial.
ResponderEliminarBesos.
Una vez hecho el pedido, no queda más remedio, Antony, hacerlo mal, sería quedar mal como escritora.
EliminarPersonalmente el prólogo sólo lo veo necesario para las obras clásicas, cuya relevancia está siempre fuera de toda duda y el lector anda cada vez más necesitado de que lo guíen por los tortuosos caminos de los clásicos. Estoy de acuerdo contigo, Blanca: al grano. Si hay algo que decir amén de la obra, lo debe decir el propio autor en el epílogo (para quien le interese). Yo soy de los que, al leer, se saltan los prólogos porque por lo general son alaracas para cantarle los méritos al autor, cosa innecesaria si la obra gusta e inútil si es un coñazo. Por otra parte no creo que ninguno rechazásemos que un famoso autor o periodista nos prologase gentilmente cualquiera de nuestras creaciones (allá él o ella). Un beso.
ResponderEliminarExacto, Francisco. Los prólogos deben estar destinados a los clásicos. No los veo necesarios para toda obra. He visto por ahí a muchos noveles cuyos libros no solo llevan prólogo, sino una nota de autor contando por qué se hizo escritor. Algo como eso solo me interesaría si se tratase de un escritor que ha hecho historia o que ha dejado un legado. Creo que a nadie le interesaría saber por qué empecé a escribir. El lector tiene derecho a leer la novela que compró, no la historia de mi vida.
EliminarEn el caso de los prólogos que se ofrecen por gentileza es diferente.
Muchas gracias por participar, un beso.
Estoy de acuerdo contigo, Blanca. El prologuista se siente siempre "obligado" a ensalzar los valores del personaje y su obra aunque sean inexistentes y eso, créeme, es muy comprometido y hasta desagradable. Los prólogos que merece la pena leer son aquellos que se hacen para conmemorar la reedición de una obra determinada en el centenario del fallecimiento del autor. Habitualmente suelen estar hechos por estudiosos del referido autor y en ellos se vierten datos muy interesantes que enriquecen el conocimiento del escritor y de toda su obra literaria. En las actuales ediciones digitales los prólogos (de haberlos) deberían ser epílogos colocados al final de la obra ya que, como bien dices, el 10% de acceso gratuito que te permite amazon debe ser aprovechado en su totalidad para una aproximación lo más amplia posible hacia lo que se pretende comprar. En el caso de "El paciente de El Pardo" fue la propia Victoria Prego la que se ofreció a hacerlo a modo de agradecimiento y compensación ya que yo había colaborado previamente con ella en la preparación de una serie de mucho éxito sobre la Transición española que vio la luz tanto en papel impreso pero sobre todo en una docena de capítulos que fueron pasados por televisión con enorme éxito de audiencia. Además, si el autor de una obra es "el padre" el prologuista viene a ser algo así como "el abuelo" y ese es un título que no siempre resulta agradable. Un abrazo.
ResponderEliminarHola José Luis,
EliminarCierto todo lo que aportas. Como dije en el artículo, soy una lectora de prólogos de escritores clásicos, o de libros que realmente valen la pena. Hacer un prólogo por compromiso debe ser muy desagradable, más si la obra es mediocre.
En tu novela "El paciente de El Pardo" el prólogo es un apéndice necesario, pues nos hace comprender mejor el contenido, especialmente para personas que, como yo, no hemos vivido esa época en España. Por otro lado, al tratarse de una obra de esa naturaleza creo que se justuifuca, máxime si la prologuista se ofreció a hacerlo, lo cual es todo un lujo.
Abrazos y muchas gracias por participar.
Yo tampoco creo que el prologo sea necesario en una novela a no ser que se trate de algo especial o como tu decias antes en una recopilación porque de esa manera explicas el por qué. De todas maneras tener unas palabras tuyas en cualquier libro siempre es un honor. ;-) Un beso
ResponderEliminarGracias, por tus palabras, María José. Pero sigo pensando que solicitar un prólogo es algo muy delicado. Los mejores prólogos son los que se ofrecen, porque quiere decir que la obra lo vale.
EliminarBesos, amiga!
Me gusta el prólogo si éste expresa algo a tener en cuenta en la lectura de la obra. He leído algunos muy interesantes. Es verdad que en las ediciones digitales de Amazon es conveniente no saturar el inicio con contenido extra, pero creo que a veces un buen prólogo, corto y preciso, puede generar interés en el lector. Si no lo genera, es mejor suprimirlo. Por otro lado, para un autor novel, un prólogo de un autor reconocido es, sin duda, un apoyo efectivo para su obra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Mayte,
EliminarPor el contrario, yo pienso que un prólogo en el libro de un autor novel es jactancioso. Es como inducir al lector o convencerlo de que la obra que leerá realmente vale la pena, y la mayoría de las veces no es así.
Una buena obra debe sustentarse por ella sola, sin necesidad de apoyo externo. No creo que un prólogo de una autor conocido ayude a mejorar la obra. Pero sí puede contribuir a que desmejore la percepción que los lectores tengan del autor prologuista si la obra es mala, con lo cual se le hace un flaco vafor al amigo escritor.
Yo prefiero no abusar de los amigos escritores. No solicito prólogos, comentarios, reseñas, entrevistas, publicidad, ni nada que ellos voluntariamente me concedan.
Un abrazo.
Me estoy pensando poner los prólogos a mis obras (los hechos por otros autores) como epílogos, de ese modo no ocupan espacio dentro del 10% inicial. A fin de cuentas son reseñas y no pasaría nada por ponerlos al final, o eso creo. Sólo pongo un breve prólogo escrito por mí cuando la obra requiere aclaraciones previas, como por ejemplo señalar los datos astronómicos reales que se manejan en una novela de ciencia-ficción space-opera.
ResponderEliminarMe parece muy sensato, José Enrique. Creo que para señalar los datos astonómicos o cualquier otro, en lugar de un prólogo sirve más una nota de autor puesta al final.
EliminarYo generalmente leo los prólogos, sobre todo si son cortos y concisos. Creo que de alguna manera le brindan cierta formalidad a la obra y anticipan información que muchos lectores agradecen. Siempre es un asunto delicado a fin de cuentas. Vista tu opinión al respecto, Blanca, me siento privilegiado de ser uno de los pocos prologados por ti. Un abrazo.
ResponderEliminarYo leo todos los prólogos, pero al final, cuando terminé la novela, y si la novela me gustó mucho, los leo con más atención, porque me sucede que no deseo desprenderme del libro tan fácilmente.
EliminarEl prólogo a tu libro lo hice con mucho gusto, Heberto, por eso te nombré, pues fue un privilegio. No todos los días me pide un escritor como tú prologar su libro. Eres profesor de narrativa, has escrito varios libros y recibido galardones.
En esta entrada me refiero más que nada a los escritores noveles, los que nadie conoce, o que apenas empiezan, creo que en esos casos un prólogo es algo demasiado accesorio.
Estoy de acuerdo con Francisco, los prólogos deberían ser para los clásicos o para las obras que ya hayan alcanzado cierta trayectoria. De los prólogos que recuerdo haber leído con mucho interés y (releí al leer nuevamente dichas obras) hay algunos de los que mencionas, como el de "Así habló Zaratustra", el de "Hesse" y en especial el de Cumbres Borrascosas de Emeli Bronte, para enterarme de los horrores de esa familia y la pena por una vida que se va destiempo privándonos de tanto talento. En país aun se ultiliza mucho este recurso. Autores noveles prologados por autores conocidos. Creo que la mayoría de lectores hace como tu, no va a perder tiempo o a cansarse leyendo un prologo en lugar de ir directamente a la obra. Particularmente yo pienso que los prólogos deben ser espontáneos y para obras que ya tengan cierta trayectoria.
ResponderEliminarUn beso Blanca
PS. Ya olvidaba el motivo de mi comentario: ¿Quieres prologarme? Ja, ja, ja,!!! Besos
He leído muchos prólogos interesantes, algunos autores prefieren prescindir de ellos, como en ciertos libros que tengo de Gabriel García Márquez, que prefieren poner una nota de autor o agradecimiento al final, en el que nos cuenta cómo se llevó a cabo el libro y el motivo de haberlo escrito. Me gustó el de "El general y su laberinto", unas cuantas páginas de agradecimiento al final, tan deliciosamente escritas que todavía las reuerdo.
EliminarHola Blanca!!!
ResponderEliminarBueno, para mí el prólogo es algo importante,si no importantísimo, aunque lo entiendo de forma completamente diferente a ti... Yo suelo escribir un prólogo en mis cuentos/novelas, a modo de introducción, pero que es parte de la historia. Es decir, nada tiene que ver con el prólogo del que hablas aquí. Yo prefiero prólogos donde se ponga al lector en situación con lo que va a leer, se cuente algo que le deje con ganas, algo que introduzca la historia, que la desencadene o a veces pezados del propio cuento que son intrigantes, y que se repiten en el cuerpo, más adelante, para que el lector les dé sentido.
Está claro que el concepto de prólogo del que nos hablas es diferente al mío.
Oye, me encantaría que un autor reconocido escribiera una introducción o prólogo, contando mi vida, éxitos, etc, pero desde luego no lo veo relevante para la obra, y pienso que puede ir perfectamente al final. Tampoco lo llamaría epílogo, yo suelo añadir epílogos que dan algo de información extra sobre la propia historia, dejando al lector con ganas de más, o concluyendo definitivamente la obra...
Bueno, no sé cómo llamarías tú a "mis prólogos", si tienen otro nombre, dímelo, así puedo hablar con propiedad, jeje.
En todo caso, interesante entrada.
Ahora sé que no debo pedirte un prólogo para mis cuentos, ajajaja, es broma.
Saludos!!! Y buen veranito a tod@s!!
Chris.
En realidad, Chris, se llama prólogo o prefacio a:
Eliminarprólogo.(RAE)
(Del gr. πρόλογος).
1. m. En un libro de cualquier clase, escrito antepuesto al cuerpo de la obra.
2. m. Aquello que sirve como de exordio o principio para ejecutar una cosa.
3. m. Primera parte de algunas obras dramáticas y novelas, desligada en cierto modo de las posteriores, y en la cual se representa una acción de que es consecuencia la principal, que se desarrolla después.
4. m. Discurso que en el teatro griego y latino, y también en el antiguo de pueblos modernos, solía preceder al poema dramático, y se recitaba ante el público.
De manera que lo que dices es correcto. Pero algunos escritores llaman "prólogo" o "prologar una obra" a hablar de la obra ensalzándola, tanto a ella como al autor. De ahí que soliciten a amigos escritores que "prologuen" su novela.
Cuando es el autor quien hace el prefacio o prólogo, trata directamente de una parte inherente a la obra, yo he prologado tres de mis novelas, pues sin ese pequeño prólogo sería incomprensible lo que sigue a continuación. En mi caso, forma parte de la novela.
Interesante entrada Blanca, sobre todo para los que compartís la escritura como modo de vida. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti por visitarme, Jesús.
EliminarEn esto soy novel, como sabes, estoy en mi primera novela y el prólogo equivale a la primera página, la que ha de enganchar al lector.
ResponderEliminarBesos, Ester
En esta entrada, obviamente me e refiero a los prólogos solicitados a otros escritores, Ester. Los que pertenecen a la propia novela, indiscutiblemente son necesarios.
Eliminarpues mi pequeña obra ni lleva prólogo ni nada , solo mis poemas
ResponderEliminarpero me ha tocado hacer un prólogo a un amigo también poeta
quizá para quienes escribimos poesía, el prólogo ayuda al lector a darle una columna "entendible"
a las ensoñaciones, emociones y metáforas usadas continuamente en la creación poética
la novela tiene otro tratamiento supongo así como los manuales académicos o empresariales por dar ejemplos , de todos modos cada quien sabe si lo incorpora o no a su obra
cada autor sabe para que público va su obra
desde Chile un saludo