EL JUGADOR, por Fiódor Mijáilovich Dostoievski
A los veintidós años, apenas graduado de ingeniero, Fiódor Dostoievski comenzó a trabajar en el Departamento de Ingenieros de Petesburgo, y ese mismo año, 1843, tradujo al ruso Eugenia Grandet, del escritor francés Honorato de Balzac, que se publicaría al año siguiente en el diario Repertorio y Panteón. Pese a su precaria situación económica, un año después, decidió consagrarse por entero a la literatura; ya el gusanillo de las letras había infestado su ser. Antes de cumplir los veintitrés trabajó en su primera obra: Pobres Gentes. El manuscrito llegó a manos del director de El contemporáneo; lo dio a leer al santón de la crítica, Bielinski, quien con enorme entusiasmo puso a Dostoievski la etiqueta de «creador de la novela social». Pobres gentes se publicó dos años después en Almanaque Petesburgués, cuando ya Fiódor estaba en plena elaboración de El doble, La patrona y Nietochka Nezvanona. A partir de allí su carrera fue imparable, a la par que su vida sufrió toda clase de vaivenes: se salvó de la pena capital por ataques a
Tenemos a un escritor que empezó muy joven, fue un lector empedernido desde pequeño, admirador de Balzac, Gogol, Walter Scott, Byron, Víctor Hugo y sobre todo Pushkin, y que sin embargo su etapa más creativa se dio en la medianía de su vida: Tenía cuarenta y cinco años cuando escribió Crimen y Castigo y Los hermanos Karamzov, poco antes de su muerte, casi a los sesenta años de edad, lo cual nos da una idea aproximada del tiempo que toma madurar literariamente hablando.
La novela que concierne a esta entrada, El jugador, fue escrita por Fiódor mientras terminaba una de sus obras capitales, Crimen y Castigo. Acosado por las deudas y las angustias económicas a pesar de ser un escritor consagrado y famoso, se había comprometido con el editor Stellovski a entregarle un manuscrito antes del 1 de noviembre de 1866 para cobrar un anticipo. ¿Se imaginan ustedes el trance? Una obra tan demoledora como Crimen y castigo, y Fiódor en medio de las profundidades abismales de la conclusión de la novela, ¡tiene que escribir otra para evitar ir a la cárcel por incumplimiento de contrato! El editor Stellovski estaba despechado por el éxito de Crimen y Castigo en entregas sucesivas en una revista, así que a Fiódor no le queda más remedio que apelar a su enorme creatividad y surge así El jugador, una novela relativamente corta, doscientas páginas a lo sumo, dependiendo del formato, que Dostoievski dicta a una taquígrafa llamada Anna Griegorevna Snitkina durante veinticinco días. ¿No les parece asombroso? Lo cierto es que él ya tenía dentro el germen de la obra, pues él mismo era un jugador, y la novela trataría de un hombre atrapado por el embrujo fatal de la ruleta. Pienso que en momentos así se acude a experiencias autobiográficas, lo cual ayuda a profundizar en personajes que de otra manera resultarían lejanos.
El jugador es una novela que se mueve en los umbrales de la intensa pasión psicológica que lleva a un hombre a convertirse en jugador empedernido. Está escrita en primera persona; Alexei Ivánovich, nos sirve de ventana a través de la cual nos situamos como fisgones y observamos el mundo que lo rodea, las pasiones y los deseos de la gente que lo trata como si fuese un ser anónimo, y que yo creo, es la única manera de infiltrarse sin ser un estorbo. Cada personaje lo utiliza como confidente, cada mujer se dirige a él como si fuese un ayudante de cámara ante el cual puede descubrir no solo su cuerpo sino su alma. Y cada hombre ve en él al ser insignificante que no proporciona mayor peligro pues no es un rival a tomar en cuenta. De esta manera, Alexei va enterando al lector de toda la trama en la que se basa la novela, que no es en realidad una historia extraordinaria, yo diría que más bien llega a rozar la caricatura de los amores imposibles de la época, en la que el amor más que un sentimiento, es un fin en sí mismo.
La obra se centra en un personaje anodino, Alexei, supremamente enamorado de un amor imposible, preceptor de dos niños pertenecientes a la clase rusa acomodada; un hombre a quien todos, incluyéndose él, tratan con condescendencia, y en la magistral descripción de su pasión por el juego, que ocupa la última parte de la novela.
Fiódor Dodtoyevski nació el 11 de julio de 1821 y falleció el 28 de enero de
B. Miosi
Blanca, desde hace tiempo aguarda en mi biblioteca El jugador. Sospecho que pronto le daré lectura, :-)
ResponderEliminarUn saludo,
Alejandro.
Me has metido el gusanillo en el cuerpo. La leeré. Es increible que obras maestras fueran escritas en tiempos record por encargos.....Alucinante. Un beso Blanca y feliz fin de semana
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada, Blanca, ¡chapó por ella! Concisa, clara y apasionante, la vida de Dostoievski fue intensa y demuestra lo que bien dices: que la literatura necesita maderar para llegar a ser equilibrada y grandiosa. El jugador lo tengo a medias, y muchos otros libros... Un abrazo, amiga.
ResponderEliminarHola Blanca:
ResponderEliminarDe este genial escritor solo he leído “Crimen y Castigo”. Después de leer tu reseña de “El jugador” me he quedado con unas inmensas ganas de leerlo, la cual encuentro muy interesante.
Besos,
Tessa
Estupenda semblanza del escritor y de la obra, Blanca.
ResponderEliminarLa leí no hace mucho (está comentada en mi blog), ahora la está leyendo mi hijo.
Un beso.
¡Hola Blanca!
ResponderEliminarDe nuevo mis felicitaciones. Muy interesante tu artículo.
No he leído nada de él; pero nada es para siempre.
¡Un beso!
Miguel
Muy interesante este análisis.
ResponderEliminarTe felicito Blanca!
Hola, Blanca,
ResponderEliminarNo he leído nada de Dostoievski, pero quizá se acerque el momento para reencontrarme con los grandes clásicos. A ver si me tropiezo algún día con alguna obra suya.
Besos,
Mián Ros
Hola amiga!!!
ResponderEliminarLeyendo tu post, es increíble cómo una obra que fue creada con tanto apremio, haya sido tan buena!!!
Excelente análisis,y la sinopsis también está muy bien hecha que dan ganas de saber más, sobre todo, el por qué, casi al final de la obra, él se convierte en lo que da título al libro, en jugador (si mal no entendimos).
Un beso muy fuerte, y gracias por tu solidaridad y comentario!!!!
Hola Blanca
ResponderEliminarSolamente diré que el siglo XIX es para mí un referente literario imprescindible. No como el autor que no soy, sino como el lector que seré hasta que me muera: parió los mejores literatos "modernos" de Rusia, Inglaterra, Irlanda, Alemania, Francia... y asentó el camino para los que habrían de venir de esos países y de muchos otros (entre ellos España). No hay más que comparar los diez primeros premios Nobel de literatura con los diez últimos. Servidor, que no es muy de Dostoievsky, se queda con Leónidas Andreyev, pero la literatura francesa desde 1820 hasta 1920 es una joya (leed a Guy de Maupassant o a Anatole France entre otros... si es que los encontráis en las librerías, claro)
Interesante aportación, Blanca. Qué manera de sufrir. ¿No te da la impresión, cuando nos adentramos en biografías así, de que hoy en día no existen escritores de verdad? No sé si me entiendes; hoy todo es fácil y la gente no está a favor de complicarse la vida, o sencillamente "sufrimos" de otro modo, habría que analizarlo.
ResponderEliminarUn beso.
Hola! Con motivo del segundo aniversario de nuestro blog, queremos regalarte un presente. Pasa a buscarlo al blog del Taller.
ResponderEliminarPues ya es hora de que lo leas, Alex, te darás cuenta de las sutilezas del narrador oculto.
ResponderEliminarSaludos!
Blanca
Winnie, es lo que yo pensé cuando me enteré. ¡25 días! es asombroso.
ResponderEliminarBesos, linda,
Blanca
Gracias por tu apreciación, Sergio, lo cierto es que la vida de Fédor da para una novela bien gorda, ja, ja, y no dejes El jugador a medias, vale la pena terminarlo.
ResponderEliminarBesos,
Blanca
Gracias, Tessa, Crimen y Castigo, su obra cumbre, la que ha llegado a todos los públicos... ¿pensaría él que algún día sería así?
ResponderEliminarGracias por participar, Tessa!
Besos,
Blanca
Recuerdo haberlo leído en tu blog, Lola, creo que junto a otros dos libros más, ¿no? ¡bárbara!
ResponderEliminarMe alegra que tu hijo la esté leyendo.
Besos,
Blanca
Miguel: Dostoievski tiene también cuentos, más fáciles de leer y menos densos, el asunto es encontrarlos, ja, ja,
ResponderEliminarBesos,!
Blanca
¡Gracias, Carla!
ResponderEliminarMián: es bueno leer a los clásicos, siempre hay algo que aprender, claro que antes los tempos, el ritmo, eran diferentes, ahora todo es más veloz, y quizá para algunas personas estos autores sean demasiado minuciosos, como en una oportunidad alguien me dijo.
Estoy leyendo Ángeles de Cartón, impresionante.
Besos!
Blanca
Neuronas en Fuga:
ResponderEliminarPara mí es un placer hacer un análisis de una obra que me hagustado, y de inmediato paso a informarme del autor, es una costumbre arraigada.
Me alegra que te haya gustado!
Besos!
Blanca
Francisco:
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, el siglo de oro de la literatura es sin duda el XIX, y curiosamente se dio casi de manera simultánea en varios países, parece que son como oleadas, ¿no?
Gracias por participar, siempre con tan buenos aportes, Francisco,
Un abrazo,
Blanca
Maribel,
ResponderEliminarEs exactamente lo que yo estaba pensando, ¿cuánto más habremos de sufrir para llegar a ser grandes escritores?
Un beso, amiga,
Blanca
Querida Blanca, la semana pasada me robaron mi blog y mi correo electrónico. Me dejaron sin nada. Te invito mañana a la apertura de mi nuevo blog. ¡Te espero!
ResponderEliminarBesotes!
Voy volaaando, Stanley! ¡qué bien que regresaste! Supe lo de tu blog, y es lamentable, pero me han contado que el de ahora está genial!
ResponderEliminarBesos,
Blanca