¿Conocen a Giovanni Papini?
Reconozco que hay muchos escritores, más de los que sería capaz de calcular, que escapan a mi conocimiento. Trato en lo posible de conseguir libros de autores poco mencionados entre la avalancha de títulos que invaden las librerías y, como siempre, termino acudiendo a mi viejo librero. Esta vez tengo en mis manos un libro muy especial: Gog y El libro negro, escrito por Giovanni Papini en 1931, y en 1951 respectivamente.
Empiezo por aclarar quién es Gog. Para quienes no lo sepan, es un personaje bíblico; aparece en el Apocalipsis, XX, 7: "Satán será liberado de su cárcel y saldrá para reducir a las naciones, Gog y Magog…"
Giovanni Papini nació en Florencia, Italia, el 19 de febrero de 1881, hijo de un ateo y de madre católica, quien lo bautizó a escondidas. Fue filósofo, políglota y un fecundo escritor. Me llamó la atención el título Gog y El libro negro, nada más verlo, y empecé a hojearlo. Después de leer parte del prólogo decidí que tenía que leer sus quinientas once páginas. Es un tomo que consta de dos libros, en los que Gog cuenta sus experiencias, y veinte años después las continúa en El libro negro. Y aprendí mucho, ¡vaya si aprendí! Desde la primera línea del primer párrafo existe un llamamiento impostergable a seguir leyendo:
Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular.
Díganme ustedes si no es un comienzo con el que se intuye una historia extraordinaria. Como lo fue la misma vida de Papini. Escribió Gog recurriendo a la técnica de suponer que publicaba el diario íntimo de un individuo excepcional; Gogins, conocido como Gog. Se sirvió de un personaje, cuyo nombre de origen bíblico, nos da el sentido de su temperamento: personificación de las fuerzas del mal. Descreído, salvaje, cruel, poderoso y anhelante de gloria y placer… y se llega al final de la parábola bíblica tan bien trazada por el autor con un Gog insatisfecho, hastiado, sin haber llegado a conocer la verdad, ni haberse divertido, que por no morir de hambre y miseria, encuentra su única salvación en el mendrugo de pan que le da una muchacha campesina desconocida.
Y para no dejarlos con la miel en los labios, voy a proseguir con el resto del trozo que sigue a la primera línea que copié arriba:
Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular.
Fui allí con objeto de hacer compañía a un joven poeta dálmata, a quien la pasión desesperada por una sombra —la amada era una «reina de la pantalla» y únicamente en la pantalla le había sonreído— condenaba al delirio.
Como ordinariamente estaba tranquilo, el director de aquella casa para locos pensionistas —enano de estatura, pero gigante en carnosidad— nos permitía estar juntos en el jardín. Aquí y allá, a la sombra de los cedros y de los castaños de Indias, había mesas redondas de hierro y sillas como en los cafés. Enfermeros pálidos vestidos de blanco, transcurrían por los paseos, disimulando vigilancia.
Un día muy caluroso en que el poeta y yo estábamos hablando, se acercó a nuestro velador uno de los huéspedes. Era un monstruo que debía tener medio siglo, vestido de verde claro. Alto, pero mal garbado; no tenía ni un solo pelo en toda la cabeza; sin cabellos, sin cejas, sin bigotes, sin barba. Un informe bulbo de piel desnuda, con excrecencias coralinas. La cara era de un escarlata oscuro, casi pavonado, y anchísima. Uno de los ojos era de un bello celeste un poco ceniciento; el otro, casi verde con estrías de un amarillo de tortuga. Las mandíbulas eran cuadradas y potentes; los labios, macizos pero pálidos, se entreabrían en una sonrisa completamente metálica, de oro.
Saludó, sin habla, al poeta y se sentó a nuestro lado. No abrió la boca, pero pareció que seguía atentamente nuestra conversación, Me enteré después, por mi amigo, que ése era Gog.
…Cuando le conocí se hallaba allí desde hacía poco. Y todas las veces que fui a visitar a mi poeta le veía también a él. Comenzó a hablarme. De este modo pude saber, un poco por él y un poco por los médicos, su historia. Su conversación era singularísima: pasaba de un discurso paradójico, pero al mismo tiempo inteligente, a manifestaciones de una vulgaridad peor que plebeya, bestial. Parecía que estuviesen unidos en él Asmodeo, con su agudeza cínica, y Calibán, con su ciega torpeza de bruto.
Pero conmigo hablaba gustoso. He tenido siempre la virtud de aplacar a los agitados y de amansar a los locos. Un día, después de haber hablado más que de costumbre, se marchó a su habitación —vivía en una villa, toda para él, en el parque del manicomio— y volvió para entregarme un envoltorio de seda verde.
—Lea —me dijo—, son hojas que he salvado del último naufragio. Aquí dentro hay algo del viejo Gog. Ahora ha llegado para mí el día en que nace más de un sol, y cedo con la máxima despreocupación los harapos de la noche.
Encontré, dentro del envoltorio, un grueso paquete de hojas sueltas, escritas en tinta verde, con una caligrafía pesada e inexperta de muchacho. Las leí todas, a veces con una sonrisa, a veces con disgusto, a veces con horror, pero siempre, lo confieso, con avidez.
Eran apuntes sueltos, páginas de antiguos diarios, fragmentos de recuerdos, mezclados todos sin orden, sin fechas precisas, redactadas en un inglés vulgar, pero bastante descifrable.
… Supuse, y a mi juicio atinadamente, que tuvo la intención de regalarme esas hojas, y tal fue también el parecer de los amigos a quienes consulté. Por eso me he decidido a traducirlas —excepto cinco o seis demasiado repugnantes— y a publicarlas.
Para los que deseen leer la obra completa, los remito a este enlace: Gog, texto completo publicado en Ciudad Seva.
De la segunda parte, El libro negro, resalto algunos capìtulos:
El poema del hombre (de Walt Whitman)
La biblioteca de acero
Noticias del más allá
La fábrica de novelas
Verdugos voluntarios
El mercado de niños
El abate y las pecadoras
El regreso (de Frank Kafka)
La conversión del Papa
Los vendedores de imposibles.
Giovanni Papini falleció el día 8 de julio de 1956, después de pasar tres años de su vida ciego del todo y con buena parte de su cuerpo completamente inutilizada. Fue uno de los escritores más leídos y más combativos de nuestro tiempo. Aquí una parte de su bibliografía: El crepúsculo de los filósofos, su primer libro, publicado en 1906, cuando apenas tenía veinticinco años; Lo trágico cotidiano, antes de finalizar ese mismo año, y El piloto ciego, en 1907. Un hombre acabado, 1913; Bufonadas, 1916; El hombre Carducci, Días de fiesta y Testimonios, los tres en 1918.
Diccionario del hombre salvaje, 1923; A pan y vino, en 1930, Retratos italianos, 1932, y Dante vivo, en 1933. Figuras humanas, 1940, Exposición personal, 1941; Cielo y tierra, 1943.
Cuando escribió Cartas a los hombres del Papa Celestino VI y preparaba Vida de Miguel Ángel, apenas veía, y afirmaba ya que los géneros literarios estaban todos en decadencia. Proseguía trabajando en su novela póstuma: El juicio final, que fue publicada después de su muerte, y antes, escribió El diablo, en 1953. Otro de sus libros registrado en las postrimerías de su vida fue: Pasado remoto.
B. Miosi
Empiezo por aclarar quién es Gog. Para quienes no lo sepan, es un personaje bíblico; aparece en el Apocalipsis, XX, 7: "Satán será liberado de su cárcel y saldrá para reducir a las naciones, Gog y Magog…"
Giovanni Papini nació en Florencia, Italia, el 19 de febrero de 1881, hijo de un ateo y de madre católica, quien lo bautizó a escondidas. Fue filósofo, políglota y un fecundo escritor. Me llamó la atención el título Gog y El libro negro, nada más verlo, y empecé a hojearlo. Después de leer parte del prólogo decidí que tenía que leer sus quinientas once páginas. Es un tomo que consta de dos libros, en los que Gog cuenta sus experiencias, y veinte años después las continúa en El libro negro. Y aprendí mucho, ¡vaya si aprendí! Desde la primera línea del primer párrafo existe un llamamiento impostergable a seguir leyendo:
Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular.
Díganme ustedes si no es un comienzo con el que se intuye una historia extraordinaria. Como lo fue la misma vida de Papini. Escribió Gog recurriendo a la técnica de suponer que publicaba el diario íntimo de un individuo excepcional; Gogins, conocido como Gog. Se sirvió de un personaje, cuyo nombre de origen bíblico, nos da el sentido de su temperamento: personificación de las fuerzas del mal. Descreído, salvaje, cruel, poderoso y anhelante de gloria y placer… y se llega al final de la parábola bíblica tan bien trazada por el autor con un Gog insatisfecho, hastiado, sin haber llegado a conocer la verdad, ni haberse divertido, que por no morir de hambre y miseria, encuentra su única salvación en el mendrugo de pan que le da una muchacha campesina desconocida.
Y para no dejarlos con la miel en los labios, voy a proseguir con el resto del trozo que sigue a la primera línea que copié arriba:
Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular.
Fui allí con objeto de hacer compañía a un joven poeta dálmata, a quien la pasión desesperada por una sombra —la amada era una «reina de la pantalla» y únicamente en la pantalla le había sonreído— condenaba al delirio.
Como ordinariamente estaba tranquilo, el director de aquella casa para locos pensionistas —enano de estatura, pero gigante en carnosidad— nos permitía estar juntos en el jardín. Aquí y allá, a la sombra de los cedros y de los castaños de Indias, había mesas redondas de hierro y sillas como en los cafés. Enfermeros pálidos vestidos de blanco, transcurrían por los paseos, disimulando vigilancia.
Un día muy caluroso en que el poeta y yo estábamos hablando, se acercó a nuestro velador uno de los huéspedes. Era un monstruo que debía tener medio siglo, vestido de verde claro. Alto, pero mal garbado; no tenía ni un solo pelo en toda la cabeza; sin cabellos, sin cejas, sin bigotes, sin barba. Un informe bulbo de piel desnuda, con excrecencias coralinas. La cara era de un escarlata oscuro, casi pavonado, y anchísima. Uno de los ojos era de un bello celeste un poco ceniciento; el otro, casi verde con estrías de un amarillo de tortuga. Las mandíbulas eran cuadradas y potentes; los labios, macizos pero pálidos, se entreabrían en una sonrisa completamente metálica, de oro.
Saludó, sin habla, al poeta y se sentó a nuestro lado. No abrió la boca, pero pareció que seguía atentamente nuestra conversación, Me enteré después, por mi amigo, que ése era Gog.
…Cuando le conocí se hallaba allí desde hacía poco. Y todas las veces que fui a visitar a mi poeta le veía también a él. Comenzó a hablarme. De este modo pude saber, un poco por él y un poco por los médicos, su historia. Su conversación era singularísima: pasaba de un discurso paradójico, pero al mismo tiempo inteligente, a manifestaciones de una vulgaridad peor que plebeya, bestial. Parecía que estuviesen unidos en él Asmodeo, con su agudeza cínica, y Calibán, con su ciega torpeza de bruto.
Pero conmigo hablaba gustoso. He tenido siempre la virtud de aplacar a los agitados y de amansar a los locos. Un día, después de haber hablado más que de costumbre, se marchó a su habitación —vivía en una villa, toda para él, en el parque del manicomio— y volvió para entregarme un envoltorio de seda verde.
—Lea —me dijo—, son hojas que he salvado del último naufragio. Aquí dentro hay algo del viejo Gog. Ahora ha llegado para mí el día en que nace más de un sol, y cedo con la máxima despreocupación los harapos de la noche.
Encontré, dentro del envoltorio, un grueso paquete de hojas sueltas, escritas en tinta verde, con una caligrafía pesada e inexperta de muchacho. Las leí todas, a veces con una sonrisa, a veces con disgusto, a veces con horror, pero siempre, lo confieso, con avidez.
Eran apuntes sueltos, páginas de antiguos diarios, fragmentos de recuerdos, mezclados todos sin orden, sin fechas precisas, redactadas en un inglés vulgar, pero bastante descifrable.
… Supuse, y a mi juicio atinadamente, que tuvo la intención de regalarme esas hojas, y tal fue también el parecer de los amigos a quienes consulté. Por eso me he decidido a traducirlas —excepto cinco o seis demasiado repugnantes— y a publicarlas.
Para los que deseen leer la obra completa, los remito a este enlace: Gog, texto completo publicado en Ciudad Seva.
De la segunda parte, El libro negro, resalto algunos capìtulos:
El poema del hombre (de Walt Whitman)
La biblioteca de acero
Noticias del más allá
La fábrica de novelas
Verdugos voluntarios
El mercado de niños
El abate y las pecadoras
El regreso (de Frank Kafka)
La conversión del Papa
Los vendedores de imposibles.
Giovanni Papini falleció el día 8 de julio de 1956, después de pasar tres años de su vida ciego del todo y con buena parte de su cuerpo completamente inutilizada. Fue uno de los escritores más leídos y más combativos de nuestro tiempo. Aquí una parte de su bibliografía: El crepúsculo de los filósofos, su primer libro, publicado en 1906, cuando apenas tenía veinticinco años; Lo trágico cotidiano, antes de finalizar ese mismo año, y El piloto ciego, en 1907. Un hombre acabado, 1913; Bufonadas, 1916; El hombre Carducci, Días de fiesta y Testimonios, los tres en 1918.
Diccionario del hombre salvaje, 1923; A pan y vino, en 1930, Retratos italianos, 1932, y Dante vivo, en 1933. Figuras humanas, 1940, Exposición personal, 1941; Cielo y tierra, 1943.
Cuando escribió Cartas a los hombres del Papa Celestino VI y preparaba Vida de Miguel Ángel, apenas veía, y afirmaba ya que los géneros literarios estaban todos en decadencia. Proseguía trabajando en su novela póstuma: El juicio final, que fue publicada después de su muerte, y antes, escribió El diablo, en 1953. Otro de sus libros registrado en las postrimerías de su vida fue: Pasado remoto.
B. Miosi
En mi gran incultura...no había oído de este escritor. Pero por lo que cuentas tiene una pinta estupenda. Gracias por una entrada tan completa. Intentaré seguirle la pista. Besos Blanca
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, Blanca, una entrada completa y muy amena. Tampoco yo lo conocía y me has puesto los dientes largos porque el fragmento es una delicia descriptiva. La primera frase llama la atención, ¿por qué serán tan importantes los principios?
ResponderEliminarJe,je.. Te felicito de corazón por esta entrada maravillosa.
Un abrazo. Sergio.
Desde luego, un gran escritor. La descripción me ha parecido fantástica.
ResponderEliminarAlgunos dicen que Pappini sufrió una especie de transformación espiritual. En su juventud era un ateo convencido, pero luego se convirtió en un ferviente católico. Eso le perjudicó en ciertos ámbitos, aunque hoy su literatura se ve a través de un prisma distinto. Quizás la misma conversión la tuvo Juan Manuel de Prada, otro genio -para mí-, que con 24 ó 25 años fue capaz de escribir una obra maestra como "Las máscaras del héroe".
Bueno, perdón por el coñazo. Pero me ha salido así.
Un abrazo, Blanca, y gracias por regalarnos otra perla.
Blanca, sabía de la existencia del autor pero no había leído nada de él. Gracias por tu crónica, pues me hará buscarlo para leerlo. Muchas veces uno ubica autores pero no se ha detenido a leerlos, con Pappini y otros muchos, a decir verdad,sucede que el nombre precede a sus obras.
ResponderEliminarcariños,
Venator
Asumo mi ignorancia, no tenía ni idea quien era. Que el libro promete, no hay ninguna duda. Gracias por permitir que, al menos, sepa quien es.
ResponderEliminarBESOTES BLANCA Y BUENA SEMANA!
Gracias Blanca. Me lo apunto!!
ResponderEliminarun abrazo.
¿Verdad que su descriptiva es buenísima? copié el fragmento porque me pareció muy bueno. el libro es interesante, es una forma de ver el mundo desde su prisma particular y realista.
ResponderEliminarGracias, amigos, por pasar y compartir sus ideas.
Besos!
Blanca
Te imagino buscando en la librería y abriendo las primeras páginas de los libros y leyendo la primera frase y descubriendo a Papini, no sólo esa novela, sino toda su vida. Es así el maravilloso mundo de la literatura, Blanca, un viaje al pasado, a lo desconocido, a lo misterioso y a la belleza de las palabras encadenadas que nos transmiten emociones.
ResponderEliminarNo conocía su obra pero desde luego después de leer esta entrada Blanca me han entrado muchas ganas de leerlo. La descripción es buenísima y como bien dices desde la primera frase parece atrapar. Me lo apunto en mi lista de "pendientes". Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Cris
Pues tampoco conocía su obra, Blanca. Te aseguro, amiga, que si leo ese título con lo del libro negro también me hubiera llamado la atención, con lo que me gusta un misterio :). La primera línea es para quedarse enganchada, desde luego. Y ese fragmento igual, tiene una manera de narrar que te quedas con ganas de seguir leyendo. Me parece que va otro libro para la lista de lecturas. Gracias por darlo a conocer. ¿Has leído “El maestro y Margarita” de Mijaíl Bulgákov? La primera línea de éste de Panini me lo recordó un poco, también hay un protagonista en el manicomio y un personaje de las tinieblas por ahí suelto, creo que te gustaría, si no lo has leído ya.
ResponderEliminarAh, el cuadro que te regaló Sergio Astorga, es una maravilla y luce estupendo como cabecera exclusiva, con el puente la rosa, tu foto y las portadas de tus novelas, no me extraña que estuvieras feliz. Es un regalazo, me alegro mucho por ti, querida Blanca.
Un besazo,
Margarita
¡Hola Blanca!
ResponderEliminar¡Gracias! La verdad que se agradecen posts como el tuyo. Te tomo la recomendación.
¡Un beso!
MIGUEL
No te equivocas, Deme, esa es una librería especial. En ella encuentro libros extraños, muchas veces escondido bajo rumas textos escolares, tratados de derecho, es decir, es como si el librero no guardase orden ni concierto. Me encanta revolver, halar un libro que está debajo, olvidado, y generalmente no me equivoco. Encuentro verdaderas joyas.
ResponderEliminarGracias por tu visita!
Blanca
Cristina, es un libro que me imagino no todas las librerías lo deben tener, yo lo conseguí usado, una edición especial con un maravilloso prólogo de casi veinte páginas.
ResponderEliminarMe da gusto que te haya interesado,
Muchas gracias por pasar, amiga,
Blanca
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Hola Margarita!
ResponderEliminarQué bien que te diste tiempo de visitarme! No he leído “El maestro y Margarita” de Mijaíl Bulgákov, pero seguro que me gustará, sabes que me encantan los temas de misterio, y las historias de manicomios me seducen, debe ser porque soy un poco loca, ja, ja,
Ha sido un gustazo leer tus líneas, amiga!
Besos!
Blanca
Blanca, gracias por descubrirme este autor, no lo conocía. En cuanto leí tu entrada -lo has propuesto demasiado bien como para pasar tu recomendaci´´on por alto- empec´´e a leer la novela. De momento me est´´a gustando. Por cierto, el fragmento que has colgado lo has editado de manera tal que engancha todav´´ia m´´as.
ResponderEliminarPerdona por mis acentos, tengo el teclado m´´as loco que Gog... y ya es decir.
Saludos.
Magnifica entrada; no conocía las obras de Giovanni Papini.
ResponderEliminarMe llama la atención la novela Gog. La buscaré en amazon.
Por favor, publica más artículos sobre estos autores desconocidos.
Un beso,
Daniel DC
Qué perla más variopinta descubriste, ¿no?
ResponderEliminarMe causó un efecto contradictorio, placer, extrañeza y curiosidad todo en uno.
A veces surgen ante los ojos obras como estas, que parecen olvidas pero que contribuyen a crear un efecto indescriptible al leerlas, y remueven algo en algún lugar, a la vez que te afilan el juicio, el cual me lleva a valorar la particular rareza del alma que timonea el texto (en este caso, Papini).
Aventuro (osadía mía) que es de los libros que deja muchas joyas entrelíneas...
Qué decirte, sino gracias por este regalo. Cuando robe al tiempo, cuatro o cinco instantes (larguitos), lo leeré al completo, en el enlace.
Un abrazo.
MiánRos
Gracias, Hanet por pasar a visitarme, espero que la lectura no te defraude, a mí me parece muy bueno, Giovanni Papini fue un autor que hizo época.
ResponderEliminarBesos!
Blanca
Eso pretendo, Daniel, dar a conocer escritores que en su momento sentaron precendente. No me parece justo que los tngamos relegados.
ResponderEliminarBesos!
Y no te equivocas, Mián, Papini fue un gran pensador, creo que fue una de las mentes más lúcidas de su tiempo.
ResponderEliminarBesos!
Blanca
Blanca, tengo que agradecerte que seas tan buenísima lectora y que nos acerques a escritores geniales y sin embargo desconocidos por el gran público. Es un ejercicio magnífico el de descubrir autores, obras, buena literatura..., el de bucear en las librerías hasta encontrar el tesoro perdido. Tú eres única para eso. Gracias por descubrirme a Papini. Después de leer los extractos que transcribes es obligación leerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tu visita, querida Blanca!
ResponderEliminarBESOTES Y BUEN FINDE!!!!
Ja, ja, Maribel, es cierto eso de que "buceo" en las librerías, a mí me gusta mucho toparme con célebres desconocidos, es como jugar al tesoro escondido.
ResponderEliminarBesos!
Blanca
Buen finde a ti también, Stan!
ResponderEliminarBesos!
No lo conocía, interesante artículo el que armaste.
ResponderEliminarGenial brief and this fill someone in on helped me alot in my college assignement. Thank you on your information.
ResponderEliminarMi nombre es Grobert Anderson. Yo he leido el Libro negro hace dos años. Aca en Peru es dificil consegir esta clase de joyitas literarias. Consegui el libro negro en un tacho de basura: observe que la madre de un amigo, que no tenia gusto por la lectura, arrojaba algo parecido a una caja. Me aproxime al balde de basura recogi el libro y lo guarde: al llegar a casa lo lei con fruicion y con temblor. Ahora he conseguido Gog: este es uno de mis autores favoritos su obra suscita la reflexion, es esceptico, oscuro, misterioso.
ResponderEliminarHola Grobert, lo que me cuentas es sorprendente. ¿Una persona arrojando un libro a la basura? y ni más ni menos que El libro negro de Papini!
ResponderEliminarVaya sorpresas que nos da la vida. En todo caso, celebro que hayas podido rescatarlo. El libro negro se puede decir que es la continuación de GOG, así que empezaste por el final, pero es lo de menos, Papini es un autor que se puede leer de cualquier forma.
Hoy pasé por tu blog y veo que te gusta el arte, pasaré con más frecuencia, y lo vincularé al mío.
Un abrazo y gracias por la visita.
Blanca
así como "gog" y "el libro negro", que son extraordinarios, existen tambien el "de palabras y sangre", "el crepúsculo de los filósofos",Bufonadas, "historias Inverosímiles" y su gran autobiografía "hombre acabado"; que, me arriesgo a decirlo, son superiores a las dos primeras obras aludidos. Debo decir, además, que Borges, juan Rulfo y Juan José Arreola, por mencionar algunos, le dieron un especial reconicimiento como inspiración de sus respectivos trabajos. Papini es un gran escritor y no debe estár en el sótano de la casa de los estupendos escritores. Blanca, celebro la invitación que haces para leer a Papini. Gracias. felicidades por el blog.
ResponderEliminarExcelente el Blog sobre este ENORME AUTOR, sin embargo me apena el no tener acceso a su obra el Juicio Universal, Quien lo podrá compartir...???
ResponderEliminarUn saludo cordial y fraterno desde Mexicali, Baja California, Mexico...!!!
Tengo sus obras completas y me encanta
ResponderEliminarRescaté del fondo de un arcón vetusto -y nunca me arrepentiré- el volumen incompleto y casi destrozado de Gog, la casa de veraneo de mi madre. Era entonces un adolescente. La lectura de Gog me conmovió y me preguntaba entonces qué significaba. Los veranos fueron pasando y tuve oportunidad de practicar varias relecturas hasta que esa casa se vendió y con ella, perdí contacto con el viejo libro. Pasaron casi cuatro décadas desde ese hallazgo, y mediante un familiar en Firenze, conseguí la única obra que se encontraba disponible allí de Papini: "un uomo finito". En ella, un Papini aún joven (36 años) pasa revista a su vida utilizando una prosa realmente vibrante. Haciendo gala de cierto don de profecía, anticipa admirablemente las limitaciones físicas con que finalizará su vida. Más sintética, con capítulos breves como en Gog, en "el diablo" propone con agudeza mayúscula una respuesta formidable a uno de los misterios que la religión judeo-cristiana plantea desde el comienzo de la Biblia: la relación entre el Supremo Creador y el ángel caído, a la vez que desarrolla una de las máximas apologías-al menos de las que he podido conocer- en favor de la Misericordia Divina. Es una pena que se condene al ostracismo a un autor del calibre de Papini, quizás solamente porque en alguna etapa de su vida adhirió al fascismo y en su Toscana natal gobiernen hoy exjóvenes comunistas.
ResponderEliminarSiento un gran placer al leer este precioso comentario de una entrada que tiene ya dos años y sin embargo no ha perdido vigencia. Y es que la buena literatura y algunos geniales escritores no solo pasaron, marcaron una época, influyeron en otros y dejaron una huella permanente.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu intervención, la acepto con gusto aunque seas anónimo.
Blanca, mi nombre es Aimèe. Lectora hedonista como la gran mayorìa, he llegado a las pàginas de Papini desde hace algunos años. Sin meditarlo demasiado decidì hacer mi proyecto de tesis acerca de sus ficciones y ahora me encuentro en eso. Dentro de poco podrè ir a Italia a conseguir sus textos en la lengua original (sòlo he podido conseguir algunos en Mèxico), pues irònicamente me ha sido imposible conseguir Gog en Italiano, a pesar de ser uno de esos libros imprescindibles. Me alegra que haya una comunidad de lectores de Papini que, a pesar de la terrible logìstica editorial, podamos seguir disfrutando de su prosa.
EliminarAbrazos , y en buena hora por tu entrada.