De la perspectiva al contar una historia
Creo que la mejor manera de atrapar al lector desde el comienzo de una novela, es eligiendo la perspectiva adecuada. Siempre me ha parecido que es mucho más fácil escribir en primera persona, pues no existe el peligro de equivocar los sentimientos. Es mucho más sencillo decir: “sentí que...” sin caer en la omnisciencia.
En cambio, cuando se narra en primera persona desde la perspectiva de un amigo, es decir, cuando el personaje principal no es el propio narrador, se debe tener en cuenta que sólo se debe describir. Es el caso de “El gran Gatsby”. La novela está contada todo el tiempo en primera persona a través de los ojos de Nick Carraways, un sujeto que vive al lado de la mansión del personaje principal. Él es un narrador tan pasivo, que por momentos uno se olvida que es quien cuenta la novela.
Escribir en tercera persona implica saber qué va a ocurrir con cada uno de los personajes, y saber qué sienten. Pero muchas veces caemos en el error de ser omniscientes. Un ejemplo que se me ocurre sobre la marcha:
“En la mañana que había escogido Carlos para cometer el asesinato se asomaban nubes de lluvia en el horizonte, y por el viento que hacía sabía que no tardaría en empezar a llover. Vio pasar una pareja de estudiantes preocupados, como cuando él estudiaba y tenía que rendir examen. Se sorprendió al pensar en esas tonterías...”
Aquí cabría preguntar: ¿Cómo sabía Carlos que los estudiantes estaban preocupados? Lo correcto sería decir: “Vio pasar una pareja de estudiantes cuyos rostros que reflejaban preocupación, trajeron a su memoria la época de colegio, especialmente cuando había que rendir examen. Le sorprendió estar pensando en esas tonterías...”
Al relatar en tercera persona debemos cuidar esos detalles, pues un lector avezado se hará la pregunta lógica. Y lo peor de todo es que de alguna manera empezará a dudar de lo que lee, aunque se supone, por supuesto, que es ficción. Escribir consiste como muchos saben, en hacer creer que lo que se cuenta es real. Y cuanta más sensación de realidad, más compenetración existirá con el lector.
Tal vez por ello las novelas históricas sean tan exitosas, pues se mezclan realidades irrefutables que dan visos de veracidad al entorno de ficción en el que se desarrolla la trama.
En cualquiera de los dos casos, es importante describir, no explicar. Hay una gran diferencia, y generalmente se nota mucho en los diálogos:
—Teresa dijo que pasaría a retirar la ropa durante la mañana —dijo María, angustiada porque no confiaba en Teresa, siempre había sido impuntual y era necesario que entregase el encargo.
Lo correcto sería:
—Teresa dijo que pasaría a retirar la ropa durante la mañana —dijo María. Vio su reloj de pulsera una vez más, y una arruga apareció en su frente. Miró el paquete y supo que tendría que llevarlo ella misma.
Una técnica muy buena, y que a mí en particular me ayudó mucho, es tratar de imaginar la escena, e ir relatándola como si viese una película. Imagino los personajes, sus actitudes, el timbre de sus voces, sus ademanes, y es lo que voy reflejando a medida que escribo.
Es importante que una vez escrita la novela se revise exhaustivamente, y se la dé a leer a alguna persona fuera del entorno, pues será de la única manera en la que se podrá tener una valoración imparcial. Muchas veces los amigos o familiares tienden a alabar las novelas, ni siquiera por ser buenos amigos; podría ser por la simple razón de que no saben leer. Me refiero a que no leen como los lectores de editorial. Copio un extracto de un artículo de Álvaro Colomer, publicado en Ciudad Seva:
Cada editorial cuenta con un comité de lectura encargado de hacer una primera criba del material recibido. Por unas siete mil pesetas el libro, los lectores deben valorar la calidad literaria y comercial del producto que tienen delante. Son profesores, críticos, filólogos o profesionales amantes de las letras. Necesitan ser intuitivos, objetivos, severos, confiar en su propio criterio y, como sentencia R.R., lector de la editorial Lengua de Trapo y de Plaza y Janés, "tener muchísima paciencia, sillones cómodos, poca vida social y unas necesidades económicas mínimas. Además, mucha modestia. Un lector no tiene que expresarse a sí mismo en un informe, sino que debe explicar un libro a alguien que no lo ha leído". R.H., lectora de Debate, añade: "Y saber leer, que no es tan fácil".
Tampoco es válido pensar que por medio de recomendaciones es posible que un libro sea publicado, leí hace tiempo ya, me parece que en MiseriasLiterarias, que cuando un editor recibía un recomendado, generalmente lo dejaba de lado. Es decir, hay menos posibilidades de ser tomado en cuenta. Por supuesto, no es así en el caso de los agentes literarios, ellos recomiendan a sus representados, y en la mayoría de los casos tienen éxito.
En una entrada anterior, puse especial énfasis en que la mejor manera de presentar un manuscrito, es teniendo la seguridad de que se hizo el mejor trabajo posible. Esto es: una presentación sobria, sencilla, sin dibujos, notas de autor o aclaratorias. Lo importante se concentrará en el contenido, en especial en la primera página. Si un lector de editorial pasa de la primera página, es probable que siga leyendo.
Y hasta aquí llego en esta entrada. Espero que les sea de alguna utilidad.
B. Miosi
En cambio, cuando se narra en primera persona desde la perspectiva de un amigo, es decir, cuando el personaje principal no es el propio narrador, se debe tener en cuenta que sólo se debe describir. Es el caso de “El gran Gatsby”. La novela está contada todo el tiempo en primera persona a través de los ojos de Nick Carraways, un sujeto que vive al lado de la mansión del personaje principal. Él es un narrador tan pasivo, que por momentos uno se olvida que es quien cuenta la novela.
Escribir en tercera persona implica saber qué va a ocurrir con cada uno de los personajes, y saber qué sienten. Pero muchas veces caemos en el error de ser omniscientes. Un ejemplo que se me ocurre sobre la marcha:
“En la mañana que había escogido Carlos para cometer el asesinato se asomaban nubes de lluvia en el horizonte, y por el viento que hacía sabía que no tardaría en empezar a llover. Vio pasar una pareja de estudiantes preocupados, como cuando él estudiaba y tenía que rendir examen. Se sorprendió al pensar en esas tonterías...”
Aquí cabría preguntar: ¿Cómo sabía Carlos que los estudiantes estaban preocupados? Lo correcto sería decir: “Vio pasar una pareja de estudiantes cuyos rostros que reflejaban preocupación, trajeron a su memoria la época de colegio, especialmente cuando había que rendir examen. Le sorprendió estar pensando en esas tonterías...”
Al relatar en tercera persona debemos cuidar esos detalles, pues un lector avezado se hará la pregunta lógica. Y lo peor de todo es que de alguna manera empezará a dudar de lo que lee, aunque se supone, por supuesto, que es ficción. Escribir consiste como muchos saben, en hacer creer que lo que se cuenta es real. Y cuanta más sensación de realidad, más compenetración existirá con el lector.
Tal vez por ello las novelas históricas sean tan exitosas, pues se mezclan realidades irrefutables que dan visos de veracidad al entorno de ficción en el que se desarrolla la trama.
En cualquiera de los dos casos, es importante describir, no explicar. Hay una gran diferencia, y generalmente se nota mucho en los diálogos:
—Teresa dijo que pasaría a retirar la ropa durante la mañana —dijo María, angustiada porque no confiaba en Teresa, siempre había sido impuntual y era necesario que entregase el encargo.
Lo correcto sería:
—Teresa dijo que pasaría a retirar la ropa durante la mañana —dijo María. Vio su reloj de pulsera una vez más, y una arruga apareció en su frente. Miró el paquete y supo que tendría que llevarlo ella misma.
Una técnica muy buena, y que a mí en particular me ayudó mucho, es tratar de imaginar la escena, e ir relatándola como si viese una película. Imagino los personajes, sus actitudes, el timbre de sus voces, sus ademanes, y es lo que voy reflejando a medida que escribo.
Es importante que una vez escrita la novela se revise exhaustivamente, y se la dé a leer a alguna persona fuera del entorno, pues será de la única manera en la que se podrá tener una valoración imparcial. Muchas veces los amigos o familiares tienden a alabar las novelas, ni siquiera por ser buenos amigos; podría ser por la simple razón de que no saben leer. Me refiero a que no leen como los lectores de editorial. Copio un extracto de un artículo de Álvaro Colomer, publicado en Ciudad Seva:
Cada editorial cuenta con un comité de lectura encargado de hacer una primera criba del material recibido. Por unas siete mil pesetas el libro, los lectores deben valorar la calidad literaria y comercial del producto que tienen delante. Son profesores, críticos, filólogos o profesionales amantes de las letras. Necesitan ser intuitivos, objetivos, severos, confiar en su propio criterio y, como sentencia R.R., lector de la editorial Lengua de Trapo y de Plaza y Janés, "tener muchísima paciencia, sillones cómodos, poca vida social y unas necesidades económicas mínimas. Además, mucha modestia. Un lector no tiene que expresarse a sí mismo en un informe, sino que debe explicar un libro a alguien que no lo ha leído". R.H., lectora de Debate, añade: "Y saber leer, que no es tan fácil".
Tampoco es válido pensar que por medio de recomendaciones es posible que un libro sea publicado, leí hace tiempo ya, me parece que en MiseriasLiterarias, que cuando un editor recibía un recomendado, generalmente lo dejaba de lado. Es decir, hay menos posibilidades de ser tomado en cuenta. Por supuesto, no es así en el caso de los agentes literarios, ellos recomiendan a sus representados, y en la mayoría de los casos tienen éxito.
En una entrada anterior, puse especial énfasis en que la mejor manera de presentar un manuscrito, es teniendo la seguridad de que se hizo el mejor trabajo posible. Esto es: una presentación sobria, sencilla, sin dibujos, notas de autor o aclaratorias. Lo importante se concentrará en el contenido, en especial en la primera página. Si un lector de editorial pasa de la primera página, es probable que siga leyendo.
Y hasta aquí llego en esta entrada. Espero que les sea de alguna utilidad.
B. Miosi
¡Claro que es de utilidad! Gracias por tus muy útiles lecciones.
ResponderEliminarUn beso,
Vaya, Blanca, entro a leerte y me encuentro con una lección magistral totalmente gratis; y además, dada por alguien con experiencia. Me alegra que compartas experiencias pues aunque nunca me veré en esa tesitura, por lo menos entenderé más fácilmente como se mueve este mundo de las letras. Espero la segunda entrega con impaciencia.
ResponderEliminarHola Blanca Miosi
ResponderEliminarGracias por tus consejos, al prorrogar tu tiempo en aconsejarnos y servirnos de guía.
Un saludo
Me uno a los comentarios, Blanca, ya sabes que estas lecciones magistrales son tan amenas como didácticas y siempre vienen bien.
ResponderEliminarYa conoces mi caso y me he visto en la tesitura de pegarme con la primera persona al revisar mi novela. Miedo me da ponerme a revisar la segunda obra, ya que está en tercera persona y seguro que habrá casos en los que he vuelto a perder la perspectiva.
Pero de todo se aprende, así que seguiremos leyendo, escribiendo y disfrutando de entradas como la tuya.
Un abrazo.
Eres una autoridad en la materia, Blanca. No te imagina cuanto me ayudas con tus ponencias, tus explícitas explicaciones las voy fotocopiando para tenerlas siempre a mano.
ResponderEliminarGracias por tus lecciones.
Excelente post amiga,
ResponderEliminarEs primordial tener claro el punto de vista, antes de abordar el proceso de escritura de una novela. Todo dependerá del género que se esté manejando y el contacto que se quiera tener con el lector a través de sus personajes y situaciones.
Tres ejemplos de novelas exitosas caracterizadas por su perspectiva:
.- En primera persona: “Twilight” de Stephanie Meyer (centra su atención en el personaje Bella Swan y es narrado bajo su óptica cuando conoce y se enamora del vampiro Edgard Cullen)
.- En tercera persona omnisciente: “The Lord of The Rings” de J.R.R. Tolkien (debido a las proporciones épicas de ésta obra, y por el hecho de que Tolkien creó una mitología, era necesario que supliera las veces de un dios en su narrativa)
.- Tercera persona limitado: “Harry Potter” de J.K. Rowling (todo lo que sucede en el mundo mágico, es visto bajo la óptica del personaje principal, pero con la ventaja de conocer ciertos detalles del entorno)
Mi novela aunque es un drama ambientado en la Segunda Guerra Mundial, está trabajada bajo los géneros: Ficción Histórica y Suspenso. Como presento a varios personajes en diferentes situaciones, decidí emplear la perspectiva en tercera persona múltiple limitada (no me fue fácil y la editorial me presionó el triple, pero las nuevas canas que adornan mi cabello valieron la pena)
Un beso amiga y gracias por el post
Una entrada muy interesante, Blanca.
ResponderEliminarPrestaré especial atención a lo que dices de mostrar los sentimientos en lugar de explicarlos (yo tiendo a explicarlos, debe ser mi deformación profesional de psicóloga, jajaja...).
En cuanto a la perspectiva, para mi la más fácil de manejar es la tercera persona, el narrador omnisciente; pero creo que cada historia encuentra su propia voz.
Besos y gracias por esta estupenda entrada.
El intimismo de un narrador en primera persona introdiegético-homodiegético, también definido como focalización interna, aquel que usa el punto de vista de uno de los personajes, es para mí el que más calor le da a la narración, el que más se acerca al lector. A mí es el que más me impacta. Pero sigamos leyendo la voz de la experiencia de Blanca que algo quedará en esta cabeza hueca que llevo puesta.
ResponderEliminarComo siempre, interesante post y muy educativo además. Gracias por deleitarnos con tu saber hacer. Besos y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuy interesante entrada. Está claro que los personajes deben actuar, debemos verlos, ponernos en su lugar, no decir cómo piensan sino qué piensan, qué hacen.
ResponderEliminarYo ahora trabajo en tercera persona omniniscente. Estoy con catorce personajes, ¡imagínate!
¡Ah, se me olvidaba! Voy a encargar tu libro "La búsqueda", pues para mayo tengo que hacer un trabajo de la universidad sobre literatura concentracionaria y además de la lectura obligatoria, "K.L.Reich", de Joaquim Amat-Piniella, quería ir leyendo otro del estilo y tal vez me ayude a profundizar un poco más en el trabajo posterior.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy interesante el tema de la perspectiva, Blanca. Supongo que cada escritor se siente más cómodo de un modo o de otro. A mí, por ejemplo, me gusta la primera persona para los relatos cortos, creo que les da más intensidad, el lector vive lo que lee como un testimonio del que lo cuenta, traspasa la ficción. Sin embargo en obras largas me resulta dificilísimo mantener la primera persona, porque el narrador sólo puede contar lo que conoce, ha vivido, piensa o le han contado. Me gusta mucho el narrador omnisciente, el que todo lo sabe y todo lo ve, con él no tenemos problemas, todo le está permitido.
ResponderEliminarEn cualquier caso, aunque debemos conocer las normas para escribir bien, conviene trasgredirlas de vez en cuando, es entonces cuando salen las mejores obras.
Un abrazo.
TitoCarlos, no intento dar lecciones, sólo expongo mi punto de vista de lo que he ido aprendiendo, porque pienso que podría serle útil a alguien.
ResponderEliminarGRacias,
Gracias a ti, Febade, por pasar y dejar tu opinión.
ResponderEliminarYo no creo que tengas muchos problemas con tu novela, Armando, tienes una pluma formidable, así que espero que sabrás solventar las situaciones.
ResponderEliminarGracias por pasar!
¡Ah! MaJesus! ya quisiera yo ser una autoridad en la materia, creo que nunca dejamos de aprender, y lo mío es sobre la marcha.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus elogiosas palabras. No me las merezco,
Besos,
Estoy impaciente por ver tus canas, Daniel, que te deben quedar muy bien, además, :) lo que dices es cierto, me imagino lo complicado que es escribir desde varias perspectivas.
ResponderEliminarApenas salga tu novela, me avisas, porfa.
Besos!
Lolita, muchas veces se confunde el narrador omnisciente con el narrador que narra una historia y que se supone debe saberlo todo. El narrador tiene que saberlo. Otra cosa es plantear lo que sabe de una manera que no parezca que emita opiniones subjetivas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu coemntario, amiga,
Blanca
Incongruente, o Alejandro, te contesto tus dos intervenciones en una:
ResponderEliminarMuchas gracias por pensar que he dado una lección, además, magristral, trataré de creerlo, pero será difícil. En la segunda dices que te gusta más la narración desde el punto de vista interno de uno de los personajes, y estoy de acuerdo contigo, pues son las obras que mejor se recuerdan, los pensamientos, las emociones del narrador quedan impresas en la mente del lector.
Gracias por tu participación.
Gracias Víctor, y a través de ti me disculpo por la tardanza en las respuestas, pero ando muy apurada, debo entregar las últimas correcciones de mi novela y el plazo vence mañana.
ResponderEliminarBesos,
Hola Martikka, gracias por dejar tu opinión.
ResponderEliminarEn cuanto a lo segundo, podría decirte que "La búsqueda" te servirá mucho. El personaje estuvo en Auwchzwitz y también en Gusen, Mathaussen. La novela está contada en primera persona y todo lo que se lee de esos campos son experiencias reales, sin el sesgo que generalmente se le dado, es decir, narrado por un católico, no por un judío.
Espero que tengas suerte y la encuentres, pues ya he sabido de amigos que han tenido dificultades para conseguirla.
Besos y gracias,
Blanca
Completamente de acuerdo contigo, Maribel. Tus participaciones siempre son didácticas.
ResponderEliminarPienso que para escribir una novela en primera persona, el tema debe ser muy bueno, para que no se noten las limitantes que da una perspectiva única. De todas las novelas que he escrito, La búsqueda es la única que está relatada en primera persona, con el agravante, además, (para mí) que el personaje es hombre.
Muchos besos, amiga,
Blanca, he pasado a saludarte y a darte las gracias por tu receta sobre las manzanas. Acabo de publicarla en mi blog, espero que mucha gente la pruebe, yo lo haré mañana mismo!!!
ResponderEliminarQue tengas un feliz fin de semana.
Un abrazo.
Conchi
En primer lugar, disculparme contigo, Blanca, por no visitar tu blog más a menudo. Pero el tiempo es ha convertido en mi peor enemigo (demasiado trabajo, aunque mejor no quejarse. Conforme están las cosas por aquí se puede decir que soy un privilegiado).
ResponderEliminarY luego, quitarme el sombrero con tu clase magistral. Tomo nota. Yo he probado todo tipo de estilo: primera persona, tercera, narrador omnisciente, ¡incluso en segunda persona!
Un beso.
PD: por cierto, te he entregado un premio blogger, más que merecido. Pasa por mi blog cuando puedas.
¡Ah, y acabo de pedirme La Búsqueda! ¡Aunque deberás tener un poco de paciencia, tengo acumulada una torre de libros en mi mesita de noche, jajaja!
Querido Javier, muchas gracias por pasar por mi blog y dejar tan amable comentario, y por pedir mi libro, lo agradezco desde el fondo de mi corazón.
ResponderEliminarDisculpa la tardanza en contestar, y ¡Ya recogí el premio! Un millón de gracias!
Besos,
Blanca
He disfrutado mucho de esta entrada, muchas gracias Blanca, me aportas mucha riqueza literaria.
ResponderEliminarGracias a tí, querida Arlette.
ResponderEliminarUn abrazo,
Hola
ResponderEliminarLo de los puntos de vista en una narración es uno de los aspectos más importantes. A mí me gusta utilizar el mismo tipo de narrador que a ti. Los ejemplos que das son muy buenos, aunque quiero matizarlos un poco, desde el punto de vista de los que escribimos cuentos :-).
Poco que decir del primero. No hay nada malo en la tercera persona omnisciente, pero si estás narrando desde el punto de vista de Carlos, no deberías incluir rasgos omniscientes. Totalmente de acuerdo. Sin embargo, si has hecho un buen trabajo previo, y ha quedado bien claro que todo se está narrando desde el punto de vista de Carlos, te puedes permitir, de vez en cuando, alguna elipsis y decir algo como: "Vio pasar a un chico que hablaba muy enfadado por el teléfono móvil", en vez de "Vio pasar a un chico, que a Carlos le pareció muy enfadado, hablando por el teléfono móvil". En ese caso, a la pregunta de, ¿cómo sabía Carlos que estaba muy enfadado?, la respuesta es: por el tono con que hablaba, porque daba gritos, etc... El lector debería presuponer que si Carlos dice que estaba enfadado, era porque iba pegando gritos o insultando al interlocutor, a una distancia tal que era perfectamente audible para él. Pero claro, esto sólo vale si ya llevas varias páginas narrando siempre desde su óptica, y si no haces estas elipsis a menudo. Una ventaja es que esto tiene la virtud de introducir cambios de ritmo. Para nosotros, los cuentistas, estos trucos son importantes :-).
Con el segundo ejemplo también estoy de acuerdo en lo de evitar en lo posible el exceso de explicación, salvo que tenga alguna razón de ser, como mostrar los pensamientos de un personaje que está planeando algo, o que está intentando explicarse qué ha sucedido. De hecho, en ese caso, tiene mucha gracia hacerlo de forma que el personaje encuentre una explicación a algo pero, por las pistas que se da al lector, éste se de cuenta de que su explicación es errónea. Eso humaniza mucho al personaje narrador, ya que todos nos equivocamos de vez en cuando.
En este segundo ejemplo hay una cosa y es que, en el párrafo alternativo hay un cambio acusado de técnica, y la narradora es mucho más cinematográfica. Coincido en que es muy aconsejable imaginarse la escena, pero sería lícito que, de alguna forma, se pudiera transmitir la información de que Teresa no es puntual. Yo haría una mezcla de esta forma:
"- Teresa dijo que pasaría a retirar la ropa durante la mañana - dijo María angustiada. Sabía que Teresa no era puntual, y era necesario que este encargo se entregase a tiempo. Miró su reloj de pulsera otra vez y supo que tendría que llevarlo ella misma."
En una novela, dar tanta información en una escena no es tan relevante. Pero si estás escribiendo un cuento, esta alternativa te permite sugerir mucho: que María es una mujer nerviosa (se angustia, mira el reloj de nuevo), algo rígida y muy responsable (no le gusta la falta de puntualidad y está dispuesta a hacer el trabajo de otra para que todo salga bien). Si quitas la pequeña explicación de que María se angustia porque Teresa es poco puntual, pierdes una oportunidad de caracterizarla. En una novela hay más oportunidades y carece de importancia, pero en un cuento puede que no.
Un saludo.
Juan.
Qué extraordinario comentario, Juan. Estoy plenamente de acuerdo con los diversos matices que se le pueden dar a los cuentos, que siendo cortos, requieren de alguna clase de especificación. En las novelas, hay más espacio para trabajar el personaje, y el lector se habrá acostumbrado a su perfil, o a su personalidad, por lo tanto, no es necesaria tanta explicación.
ResponderEliminarEl par de ejemplos fueron simples maneras de enfocar el asunto, pero, por supuesto, hay muchas técnicas.
Me alegra que hayas pasado por aquí a aportar tus conocimientos, de eso se trata, de compartir opiniones y de aprender cada vez más.
Un abrazo,
Blanca
Blanca, tus consejos son muy prácticos y reflejan oficio y autocrítica permanente.
ResponderEliminarLos sentí en carne propia pues yo adolezco de una serie de ellos, que en más de una vez me los han resaltado pertinazmente, si bien ello ha sido de manera constructiva y con afán de ayudar solamente.
Cariños,
Venator
Ni tienes que decirlo, amigo, yo también aprendo mucho leyendo a otros.
ResponderEliminarBesos,
Blanca