De Manuscritos y Escritores
¿Cuál es la mejor forma de presentar un manuscrito a una editorial? La respuesta sería: encuadernado, o personalmente, o enviándolo por correo o por e-mail.
La respuesta correcta es: lo mejor posible.
Un manuscrito es la obra que nos representa. Es significativo cómo la mayoría de las veces se presentan manuscritos inacabados, llevados por la premura en el afán de ser publicados. Yo he incurrido en ello algunas veces, y después, volviendo sobre el trabajo, he encontrado errores imperdonables.
También me asombra la ligereza con la que se usa la palabra escritor. Yo apenas tengo siete años escribiendo, por tanto, siento el título demasiado grande. Tal vez me considero una escribidora. Que significa: «mal escritor o escritora», según el diccionario. Para ser escritor se requiere no sólo tener el don; se precisa el buen uso de la lengua. Saber narrar con exactitud lo que se desea contar. Tener además de imaginación, sentido común para elaborar tramas creíbles. Documentarse tanto como para no pecar de mentiroso, aunque lo que contemos sea una completa mentira, pues las novelas no son sino producto de la imaginación, pero deben parecer tan veraces que hagan pensar que se lee la verdad. Y, sobre todo, saber trasmitir emociones.
El manuscrito no sólo cuenta una historia, también habla de quien lo escribió. No es de extrañar entonces, que muchos sean rechazados antes de concluir el primer capítulo. La primera novela que escribí me pareció digna del Premio Nóbel. No aceptaba de buen grado las críticas, las sentía un oprobio a mi magna obra. Orgullosa, la daba a leer a mi hijo, a mi esposo y también a algunas amigas. Recuerdo que mi hijo me dijo: «mamá, es la mejor novela que he leído». Mi hermana lloraba como una madre cuando comentaba las partes que la habían conmovido, al igual que mi amiga Ana María. Y mi esposo se sintió tan entusiasmado, que pagó la autoedición de la novela. Craso error. Debí hacer caso a la editorial Alfaguara, que me devolvió el manuscrito lleno de anotaciones en rojo, que yo presa de indignación, boté a la basura. Ahora me arrepiento, pues ¡hubiera aprendido tanto leyendo con cuidado las observaciones!
Tiempo después me enteré que no todos tenían ese privilegio, algo debió llamarles la atención de mi novela para darse un trabajo que yo no supe apreciar.
El segundo manuscrito que les presenté —debo aclarar que Alfaguara queda a tres cuadras de mi lugar de trabajo, de ahí que me decidiera por ellos—, tuvo un poco más de suerte, pero no porque estuviera bien escrito, fue por la historia. Terriblemente humana. Esta vez, recibí el manuscrito con todas las anotaciones, y también la carta del evaluador con un comentario tan ácido que aún ahora que lo recuerdo me produce vergüenza. Pero me sirvió mucho. Decía que lo único bueno que había en la novela era la historia, que si corregía las fallas la recomendaban para su publicación. Bueno, era mejor que un «no» rotundo. A partir de ese día dediqué tres años a rescribir la novela, busqué ayuda, absorbí como una esponja los consejos que me daban, y encontré una persona que me hizo abrir los ojos, que por cierto, conocí en un foro literario. Al principio me costó, pero un día sucedió algo asombroso: fue como si se encendiera una luz en mi cerebro. Y algo aprendí.
Siete años después, vuelvo sobre las líneas de mi primera novela, de la que me sentí tan oronda y satisfecha y siento que el rostro me quema. Me siento incapaz de seguir leyendo, pienso, sin embargo, que ese primer trabajo podría tener la finalidad de enseñar cómo no se debe escribir. Sigo pensando que el tema es bueno, pero la calidad literaria es pésima.
¿Cómo se puede mejorar? Escuchando los consejos con atención. Teniendo humildad para aceptar críticas duras, que son las que valen. Los que dicen: «Escribes precioso». «Qué bonito». «Quiero seguir leyendo». Podrán ser buenas personas, pero no ayudan para que uno se supere. En algunos casos, hacen más daño que bien. Aunque reconozco que para el principiante podrían servir de aliciente para seguir escribiendo, contando claro está, con el sentido común de quien desea dedicarse a la escritura. Al final uno mismo se da cuenta qué tan mal escribe.
No puedo terminar esta entrada sin mencionar un factor que considero importante, y que tal vez haya quien considere poco serio: el factor suerte. Que no es otra cosa que la oportunidad: estar en el lugar apropiado, en el momento preciso.
B. Miosi
La respuesta correcta es: lo mejor posible.
Un manuscrito es la obra que nos representa. Es significativo cómo la mayoría de las veces se presentan manuscritos inacabados, llevados por la premura en el afán de ser publicados. Yo he incurrido en ello algunas veces, y después, volviendo sobre el trabajo, he encontrado errores imperdonables.
También me asombra la ligereza con la que se usa la palabra escritor. Yo apenas tengo siete años escribiendo, por tanto, siento el título demasiado grande. Tal vez me considero una escribidora. Que significa: «mal escritor o escritora», según el diccionario. Para ser escritor se requiere no sólo tener el don; se precisa el buen uso de la lengua. Saber narrar con exactitud lo que se desea contar. Tener además de imaginación, sentido común para elaborar tramas creíbles. Documentarse tanto como para no pecar de mentiroso, aunque lo que contemos sea una completa mentira, pues las novelas no son sino producto de la imaginación, pero deben parecer tan veraces que hagan pensar que se lee la verdad. Y, sobre todo, saber trasmitir emociones.
El manuscrito no sólo cuenta una historia, también habla de quien lo escribió. No es de extrañar entonces, que muchos sean rechazados antes de concluir el primer capítulo. La primera novela que escribí me pareció digna del Premio Nóbel. No aceptaba de buen grado las críticas, las sentía un oprobio a mi magna obra. Orgullosa, la daba a leer a mi hijo, a mi esposo y también a algunas amigas. Recuerdo que mi hijo me dijo: «mamá, es la mejor novela que he leído». Mi hermana lloraba como una madre cuando comentaba las partes que la habían conmovido, al igual que mi amiga Ana María. Y mi esposo se sintió tan entusiasmado, que pagó la autoedición de la novela. Craso error. Debí hacer caso a la editorial Alfaguara, que me devolvió el manuscrito lleno de anotaciones en rojo, que yo presa de indignación, boté a la basura. Ahora me arrepiento, pues ¡hubiera aprendido tanto leyendo con cuidado las observaciones!
Tiempo después me enteré que no todos tenían ese privilegio, algo debió llamarles la atención de mi novela para darse un trabajo que yo no supe apreciar.
El segundo manuscrito que les presenté —debo aclarar que Alfaguara queda a tres cuadras de mi lugar de trabajo, de ahí que me decidiera por ellos—, tuvo un poco más de suerte, pero no porque estuviera bien escrito, fue por la historia. Terriblemente humana. Esta vez, recibí el manuscrito con todas las anotaciones, y también la carta del evaluador con un comentario tan ácido que aún ahora que lo recuerdo me produce vergüenza. Pero me sirvió mucho. Decía que lo único bueno que había en la novela era la historia, que si corregía las fallas la recomendaban para su publicación. Bueno, era mejor que un «no» rotundo. A partir de ese día dediqué tres años a rescribir la novela, busqué ayuda, absorbí como una esponja los consejos que me daban, y encontré una persona que me hizo abrir los ojos, que por cierto, conocí en un foro literario. Al principio me costó, pero un día sucedió algo asombroso: fue como si se encendiera una luz en mi cerebro. Y algo aprendí.
Siete años después, vuelvo sobre las líneas de mi primera novela, de la que me sentí tan oronda y satisfecha y siento que el rostro me quema. Me siento incapaz de seguir leyendo, pienso, sin embargo, que ese primer trabajo podría tener la finalidad de enseñar cómo no se debe escribir. Sigo pensando que el tema es bueno, pero la calidad literaria es pésima.
¿Cómo se puede mejorar? Escuchando los consejos con atención. Teniendo humildad para aceptar críticas duras, que son las que valen. Los que dicen: «Escribes precioso». «Qué bonito». «Quiero seguir leyendo». Podrán ser buenas personas, pero no ayudan para que uno se supere. En algunos casos, hacen más daño que bien. Aunque reconozco que para el principiante podrían servir de aliciente para seguir escribiendo, contando claro está, con el sentido común de quien desea dedicarse a la escritura. Al final uno mismo se da cuenta qué tan mal escribe.
No puedo terminar esta entrada sin mencionar un factor que considero importante, y que tal vez haya quien considere poco serio: el factor suerte. Que no es otra cosa que la oportunidad: estar en el lugar apropiado, en el momento preciso.
B. Miosi
Tienes toda la razón. La verdad es que a veces me gustaría que alguien me dijese donde tengo los errores. Con William lo estoy pasando fatal. Me divierto escribiendo, quiero llevar la novela por un lado y ella me lleva por el otro, pero he de reconocer que me gusta que eso pase porque me lleva por senderos que yo jamás imaginé que pudiera caminar. Pero claro está, tiene muchos fallos, lo se bien, lo sé, pero no los veo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta entrada, y esos consejos creo que nos viene bien a los que estamos empezando, y a los que ya llevan tiempo.
Querida Arwen, no sé si te llegó mi correo. Lo envié hoy.
ResponderEliminarMe alegra tu receptividad a esta entrada, aprendemos todos los días, lo importante es darnos cuenta dónde están nuestros errores, como dices.
Te recomiendo lectores imparciales o a los que tú les des el permiso de criticar lo que escribes. También funciona.
Besos, linda,
Blanca
Bravo por este sincero post. Eso es, un profesor hablaba una vez de que para ser un buen escritor hay que corregir,corregir, corregir y vuelve a corregir. Dejarlo reposar y volver a corregir.
ResponderEliminarSomos escribidores, si es que somos algo.
Me encanta este post, blanca
Ante todo no tenemos que tener prisa por enviar nuestros manuscritos. Hay que dejarlos reposar.
ResponderEliminarTuviste mucha suerte con esas correcciones que te hicieron en Alfaguara, pues es así como se aprende, y no todas las editoriales mandan correcciones, sino solo cartas de agradecimiento y palabras acerca de que la obra no es considerada para su publicación.
Yo quedé semi-finalista de un premio y tuve la suerte de recibir los comentarios de los "lectores" y aunque alguna crítica era también "ácida" como la tuya, me sirvió de aprendizaje. Luego, con el tiempo, (y sobretodo con la lectura del libro de Stephen King "Mientras escribo", me di cuenta de los fallos que cometemos al escribir.)
Yo escribo ya desde hace casi 19 años de forma continua (tuve un perído de bloqueo-barbecho de casi 2 años) y aún no me considero escritora. (Pero en la reseña de mi premio, el otro día pusieron ese adjetivo delante de mi nombre, así que hay alguien que lo piensa!:) Escribidores, cuentacuentos, narradores, no sé lo que somos, pero tenemos en nuestras manos y en nuestra mente el don de hacer aparecer otros mundos y de vivir otras vidas. Somos lo que somos, y nada puede cambiarlo.
A aprender se aprende escribiendo, pero sobretodo leyendo mucho. Eso y el tiempo nos ayuda a mejorar nuestros escritos, y también porqué no, algún taller o curso literario, aunque no son imprescindibles.
Saludos, Blanca!
Ja, ja, "a calzón quitao" como decimos por aquí. Es cierto, corregir y corregir, siempre y cuando sepamos qué corregir, a veces no sabemos ni eso.
ResponderEliminarBesos!
Blanca
Querida Martikka, sí tuve suerte con Alfaguara, fue la primera editorial a la que envié mis dos primeras novelas, y la receptividad fue muy buena, ¡hasta logré hacerme amiga de la directora de publicaciones! Pero en esos casos, la amistad no basta para publicar, ellos exigen excelencia. Los manuscritos devueltos; bueno, el segundo, me sirvió mucho, pero una cosa es que te corrijan y otra que te digan por qué. Ese es un punto muy importante. Cuando aprendí el porqué, empecé a escribir. Pero valió la pena, pues la primera editorial a la que presenté el manuscrito, la publicó: La búsqueda. Yo nunca he ganado concursos, espero algún día tener una buena noticia de esas, creo que me desmayaría de emoción.
ResponderEliminarGracias por tu precioso comentario.
Besos,
Blanca
Blanca, ya estoy trabajando sobre el correo que me has enviado, gracias de nuevo.
ResponderEliminarSi necesitas algo, no dudes en pedirlo, me gusta hacer cosas por las personas que me ayudan.
Me encanta pasearme por tu blog Blanca... es como si pasease por casa, pues tratas las palabras con una sencillez directa, cordial y repletas de familiaridad. Hacen que uno se sienta muy cómodo leyéndote. Y bueno, en cuanto al artículo, cuánta razón tienes. Yo creo que aún me puedo considerar un escribidor tratando de ser buen escritor, aprendiendo cada día de otros que ya avanzaron más pasos y de los errores que, inevitablemente, surgen de mi pluma. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNo sabes cómo me agrada tu comentario, Victor, no hay mejor música para mis oídos que me digan que trato las palabras con sencillez y que hago sentir cómoda a la persona que me lee, saberlo eso es grandioso para mí.
ResponderEliminarPienso que nunca dejaremos de cometer errores, lo importante es aprender a detectarlos.
Un abrazo, amigo
Blanca
¡Hola Blanca!
ResponderEliminarme ha encantado tu post, y que me vuelvas a centrar en mi camino, yo me entiendo y creo que tú también.
¡y que no nos falte nunca esa buena ducha de humildad!
voy a leer todo, te he agregado y no te vas a escapar ;)
un besazo.
Querida, Blanca, te felicito por ese chorro de sencillez y humildad que derrochas en esa entrada. Y porque con ello estás ayudando a otros a tener perspectiva de cómo son las cosas en este mundillo y lo duró que es llegar a escribir algo medianamente aceptable, como para que lleguen a publicarlo. Así que también hay muchas dosis de generosidad en este acto de desnudar el alma.
ResponderEliminarMe ha encantado leer esta entrada, de verás. Y cuánta razón tienes. Ahora, que La búsqueda te quedó genial. Doy fe :).
Besos,
Margarita
¡Mamen! ¡Qué agradable regalo tu visita! Sí, ya lo creo que nos entendemos.
ResponderEliminarMuchos besos, amiga,
Blanca
Margarita, cada uno desde su rincón hace lo que puede. Si puedo ayudar a que otros lo logren, estaré feliz. Y no creo que sea humildad, sólo es verdad lo que dije.
ResponderEliminarTe invito a que sigas progresando, que la mejoría en tus preciosos cuentos se nota, el trabajo, el oficio, se debe practicar a diario.
Muchas gracias por tus palabras, amiga,
Besos,
Blanca
Una entrada muy interesante y útil para todos los que andamos en este mundo de las letras.
ResponderEliminarYo tambien opino que has tenido mucha suerte de que se hayan molestado en corregir tu trabajo y hacerte sugerencias, eso sería porque le verían interés. Normalmente no dicen nada y te quedas con la duda de por qué te lo rechazan; al menos de esta manera se aprende algo.
Gracias por compartir tu experiencia con todos nosotros.
Blanca,pulcro y honesto tu legado,
ResponderEliminargracias por abrir ojos y cancelar soberbias inútiles.
Un abrazo con suerte.
Sergio Astorga
Sí, Lolita, Alfaguara, por lo menos la oficina de Caracas, me atendió muy bien. De allí recuerdo a Karlinda Hernández, Directora de Publicaciones Adultos, fue la que habló conmigo y aunque ahora está en USA, seguimos en contacto. Nunca publiqué por esa editorial, pues quise hacerlo por España, y no me arrepiento, pues tengo más posibilidades de internacionalizar mi obra.
ResponderEliminarGracias por tu participación, amiga,
Blanca
Ja, ja, un abrazo con suerte... cierto lo que dije, Sergio:
ResponderEliminarla oportunidad y el momento justo, cuando se unen no hay quien pierda.
Tus palabras vayan por delante,
Un abrazo,
Blanca
Interesante entrada, Blanca. Muy aleccionadora, como siempre. Y para los que empezamos en esto, siempre nos das buenos consejos e ideas para seguir mejorando.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con los compañeros que opinan sobre la suerte de que te enviaran el manuscrito corregido. Seguramente yo hubiera hecho lo mismo que tú al principio del todo, tirarlo todo a la basura, pensando que eran unos ineptos que no valoraban mi trabajo. Aunque ahora sé que sería algo fabuloso, poder ver los fallos de tu obra y trabajar sobre ellos.
Desde luego en España no me he encontrado ese caso, aunque todo puede pasar. Y menos en esta época de crisis, en la que además tienen más trabajo que nunca y es difícil dar con la tecla adecuada y llegar a la persona idónea.
Pero seguro que todos seguiremos intentándolo, porque de todo se aprende y poco a poco mejoraremos nuestras obras.
Saludos.
Armando, a veces los manuscritos que se envían a las editoriales llegan a manos inapropiadas. Por eso recomendaría entrar a la página web de la editorial, saber quiénes conforman el directorio, averiguar más de ellos para saber a quién dirigir el manuscrito.
ResponderEliminarA propósito de esto, dejé un mensaje en "Contacto" en tu Web de la novela. Espero que lo hayas leído.
Besos,
Blanca
Blanca, suscribo todo lo que has dicho. Ser escritor no es tarea fácil, escribir ya es otra cosa. Hoy en día escribe mucha gente y con las nuevas tecnologías es sencillo hacer llegar un manuscrito a una editorial (vía e-mail, por ejemplo). Las editoriales reciben de todo y hartas a veces de recibir lo pésimo, dejan pasar por alto lo realmente bueno, por puro aburrimiento de leer lo malo.
ResponderEliminarLo que comentas de tu primera novela creo que nos ha pasado a todos, nos parece la mejor obra jamás escrita, pero después de leerla treinta veces, corregirla, dejarla en el cajón, recibir unos cuantos rechazos editoriales y releerla de nuevo, ya vamos apreciando el churro que hay en ella. De todos modos yo creo que la insatisfacción es inherente a la cualidad de escritor. Ya no hablemos de la primera obra, incluso de la última, nunca estamos del todo satisfechos. Sartre ya decía que esto es así, venía a expresar (con mejores palabras, sin duda), que cuando un crítico literario saca defectos a nuestra obra no debemos ofendernos porque tres meses después de haberla escrito pensaremos como el crítico. Esa es la esencia, la constante superación. En fin, no me enrollo más. Muy interesante que narres esto desde tu experiencia personal porque las cosas se palpan más cercanas cuando les ha pasado a alguien a quien apreciamos.
Un abrazo.
Sartre sin duda era un hombre que sabía mucho. Creo como tú que en la constante superación está el secreto de llegar a ser escritor.
ResponderEliminarY como dije más arriba, puedes pasar la vida corrigiendo, pero si no sabes cómo hacerlo, o qué es lo que está mal en la novela, nunca llegarás a la excelencia.
Muchas gracias por tu valiosa participación, Maribel,
Besos!
Tienes mucha razón, Blanca. Y ese es el problema, poder llegar a la excelencia. Cuando lo consigamos, estaremos más cerca de nuestros sueños.
ResponderEliminarTe he escrito a tu mail privado comentandote éstas y otras cosas, espero que puedas verlo.
Un abrazo.
Me ha encantado el artículo. Me he sentido identificado, aunqeu la verdad es que yo suelo aceptar bastante bien las críticas y los consejos, ya lo sabes bién.
ResponderEliminarAmig@s, sigan los consejos de Blanca, déjense criticar. Eso sí, siempre desde el respeto.
PD: yo también llevo poco tiempo escribiendo en serio, más o menos el mismo tiempo que tú. Y a veces siento que lo de "escritor" me sienta grande.
Maravillosa tu visita, Javier, sé que sabes aceptar críticas, y a propósito, se te extraña en el foro. Y como dicen los grandes:
ResponderEliminarno digas que escribo bien, dimé por qué lo dices.
Un abrazo,
Blanca
Publicar y encontrar en la escritura la profesión del escritor...
ResponderEliminarUn sueño infinitamente común entre las miles de almas que leen y escriben en estos mares.
Yo creo y observo a una cantidad de excelentes narradores que nos cuentan historias, que en la mayorías de los casos, son fácilmente predecibles o con finales varias veces contados.
He escrito algo sobre la crítica y los tesoros que buscamos en ella, pero que solo nos consuela con algunas flores, y de plástico...
Saludos, y como siempre, muy interesantes tus posts.
Vanidoso, Coincido contigo en que el camino al fracaso está regado de flores de plástico.
ResponderEliminarPrefiero una dura crítica a un jarrón lleno de flores plásticas.
Agradezco tu intervención.
Un abrazo,
Blanca