Alberto Vázquez-Figueroa, una entrevista diferente. Por Blanca Miosi
No le agrada que le llamen escritor de best sellers; dice que sus libros no tienen los ingredientes básicos que los conforman, y tiene razón. Cualquiera que lea algún libro tomado al azar del gran repertorio de su bibliografía, encontrará historias interesantes que, además de proporcionar entretenimiento, dejan alguna enseñanza. Tal es el caso de «Coltan». Una novela publicada después de «Por mil millones de dólares», y que toma algunos de sus personajes; sin embargo, «Coltan» es más que una novela de ficción: es una denuncia a una triste realidad que se está viviendo actualmente en la República Democrática del Congo. Su actual presidente, Joshep Kabila, hijo del dictador que depuso al anterior por medio de un golpe de estado con la ayuda de los presidentes de Uganda y Ruanda, hizo nuevos tratados con empresas canadienses y norteamericanas. El sanguinario dictador anterior tenía fuertes lazos comerciales con capitales imperialistas de origen francés. ¿Pero por qué todo este embrollo?, se preguntaría uno. ¿Qué tiene que ver la desproporcionada pobreza de una tierra tan rica como la del Congo con una novela llamada «Coltan»?
La República Democrática del Congo, dueña de las vetas diamantíferas más importantes, así como de minas de cobre y cobalto, explotadora de petróleo en su reducido litoral desde 1975, y que por si fuera poco, se estima que posee alrededor de un octavo del potencial hidroeléctrico mundial, también tiene los yacimientos más importantes de coltan. Un mineral escaso e indispensable para la fabricación de aparatos de uso generalizado en comunicaciones, satélites, misiles y todo lo relacionado con los sistemas electrónicos de aviones, centrales atómicas y espaciales, fibra óptica, y en un aparato que se ha vuelto insustituible: los teléfonos móviles. El Congo tiene el ochenta por ciento de este mineral en sus tierras. El resto está repartido entre Tailandia y Brasil. Copio un extracto de la polémica novela:
La Sociedad Minera de los Grandes Lagos tiene el monopolio en el sector y financia al movimiento rebelde Reagrupación Congoleña para la Democracia que cuenta con unos 40.000 soldados, apoyados por Ruanda. Con la venta de diamantes ganaban unos 200.000 dólares al mes. Con el coltan ganan más de un millón. Informaciones reservadas de las Naciones Unidas revelan que el tráfico lo organiza la hija del presidente kazako, Nursultan Nazarbaev, que está casada con el director general de una empresa kazaka que extrae y refina uranio, coltan y otros minerales estratégicos.
Ésta es, a grandes rasgos, la tela de araña de un negocio internacional que está alimentando una guerra en el corazón de África y empobreciendo a los ciudadanos de uno de los países más ricos de la Tierra. Pero hay más: el Servicio de Información para la Paz Internacional ha realizado un minucioso estudio sobre las vinculaciones de empresas occidentales con el coltan y, por tanto, con la financiación de la guerra en la República Democrática del Congo.
Alcatel, Compaq, Dell, Ericsson, HP, IBM, Lucent, Motorola, Nokia, Siemens y otras compañías punteras utilizan condensadores y otros componentes que contienen tántalo (coltan); también lo hacen las compañías que fabrican estos componentes como AMD, AVX, Epcos, Hitachi, Intel, Kemet, NEC. Hay que subrayarlo una vez más: estos oscuros negocios son, en primera instancia, los culpables de una guerra no por olvidada menos dramática. Con un agravante: se teme que sobre el mismo territorio de la República Democrática del Congo pese la amenaza de la fragmentación. Es decir, la división en varios estados, lo que facilitaría la explotación de sus recursos. Ya lo denunció en su día —y por eso lo asesinó el ejército ruandés— monseñor Christophe Munzihirwa, arzobispo de Bukavu.
El escritor ha recibido amenazas, pues toca intereses de empresas transnacionales, tal como ocurrió cuando publicó su novela «Vivir del viento», en la cual trata el tema de los consorcios dedicados al oscuro negocio que existe tras las aspas de la energía eólica. Él ha dicho públicamente que a estas alturas de la vida no se volverá un cobarde, no después de haber sorteado el fuego de bandos enemigos mientras trabajaba como corresponsal de guerra.
Con lo antes expuesto, creo que es fácil comprender los motivos que me llevaron a entrevistar a este famoso escritor, y dado que no le gusta hablar demasiado acerca de las setenta y cuatro novelas que lleva escritas; la última: Saud el leopardo, a la venta únicamente a través de Internet, llevaré a ustedes una entrevista sui géneris, pues se trata de una visita virtual a su estudio en Lanzarote, una isla del archipiélago canario, frente a las cosas del sur de Marruecos.
Alberto se prestó con la entereza que lo caracteriza y me siguió el juego:
Principios de noviembre, 2008
Un poco intimidada por encontrarme en presencia de Alberto Vázquez-Figueroa, respiro profundo, como aconsejaba mi profesora de oratoria; según ella, haciéndolo con el diafragma se perdía el miedo. Estoy en su casa de Lanzarote, arriba, en su estudio, el lugar donde cobran vida las maravillosas historias que millones de personas disfrutan. Las cortinas descorridas ofrecen una soberbia vista al mar.
Me invita a tomar asiento mientras él se sitúa detrás de su escritorio, deseando tal vez resguardarse de las preguntas que sabe haré. Sus ojos traviesos de color azul intenso me miran sonrientes, mientras pregunta en tono familiar:
—¿No te molesta si fumo, no?
—Por supuesto que no, está usted en su casa—. En realidad detesto el olor del puro, pero no pienso echar a perder una oportunidad como esta.
Viste una camisa de color azul marino de mangas largas que lleva medio arremangadas, en un estilo casual que le va muy bien con su aspecto de hombre de mundo, que sabe hacer uso de su poder; porque aunque él diga que no, lo tiene. Por lo menos en el mundo editorial.
—Soy todo tuyo. Pregunta lo que quieras —dice en tono jovial.
—¿Tiene usted un ritual para escribir? Me refiero al momento de empezar una nueva novela, algo que acostumbra hacer o que le signifique concentración.
—En absoluto: escribo cuando me apetece y no tengo ninguna “manía de escritor”.
—¿Puede escribir con ruido? ¿Necesita música o prefiere el silencio?
— Prefiero el silencio. Soy sordo de un oído a causa de un accidente de inmersión y la música me disturba.
—En alguna parte leí que era usted un mujeriego empedernido, ¿alguna mujer que lo marcó en su vida, formó parte de alguna de sus novelas?
—Varias mujeres marcaron mi vida pero desde luego nunca han formado parte de una novela; todas fueron maravillosamente reales.
—He leído algunos libros suyos, y lo que más llama la atención en ellos es el ritmo. La acción es uno de sus sellos, ¿tiene algo que ver con su forma de ser?
—Supongo que se me puede considerar “un hombre de acción”, aunque sea por el hecho de que jamás estoy quieto.
—Usted tiene la impresionante cantidad de setenta y cuatro novelas escritas, sería igual de impresionante que todas fuesen igual de buenas. ¿Cuáles cree usted que son sus peores novelas? Si es que las puede recordar...
—No podría tener memoria para eso puesto que casi la mitad son malas; algunas incluso malísimas.
—¿Qué lo mueve a seguir escribiendo? ¿Cree que aún le queden temas por tocar?
—Cada día al abrir la prensa o ver la televisión descubres que hay tema por tocar. Lo malo es que me falta tiempo.
-Está escribiendo algo en estos momentos?
-Estoy mejorando mi novela Saud el leopardo.
—La mayoría de los escritores con cierta fama, son prácticamente inaccesibles. Sin embargo he visto que usted pone sus obras al alcance de todo el que desee, y también tiene la amabilidad de responder los correos que le envían, no sólo eso, en su blog le hacen peticiones de novelas que según parece usted envía a los lectores que no pueden adquirirlas. ¿A qué se debe que sea usted diferente? ¿Es acaso una promesa por algún favor recibido?
—El que actúa por una promesa hace algo que no està en consonancia con su forma de ser natural. Yo actúo así porque es mi manera de ser y me apetece.
—En todo caso, le aseguro que su táctica es muy buena. Tiene lectores incondicionales por millones; pocos escritores pueden decir lo mismo. ¿Nunca le ha sucedido que de pronto se encuentra sin ideas para su próxima obra?
—Me quedan ideas para el resto de mi vida; lo malo es que no puedo publicarlas todas.
—Me lo imaginaba. Su creatividad es envidiable.
—Gracias.
—La desalación del agua de mar por osmosis inversa, es un invento que parece que no ha tenido una entusiasta acogida en su tierra. ¿Cómo le vino la idea?
—Es fruto de mi época como buceador profesional y un poco de sentido común, En realidad es muy simple; tan solo había que pensar un poco.
—Usted ha escrito mucho acerca del desierto, también ha vivido en él, ¿sueña con la idea de que algún día pueda hacer de él un edén?
-El desierto debe seguir siendo el desierto, aunque me gustaría pensar que algún día podría cambiar una minúscula parte de él y hacerlo habitable. Con eso me basta.
Alberto arruga la frente y mira a través de la ventana hacia el horizonte. Exhala el humo del puro y se queda en silencio. Parece sentirse muy cómodo en mi presencia, como si yo no existiera. Respeto esos momentos de introspección o quién sabe, de creatividad. Después de todo, estamos en el sitio donde nacen todas sus novelas; el ambiente está impregnado de imaginación, de olor a tabaco, de noches en vela. Me siento privilegiada. No siempre se está en presencia de la creación.
Se vuelve hacia mí y pienso que va a preguntarme si es todo.
—¿Cómo se te ocurrió hacerme esta loca entrevista?
—Sólo lo pensé y me dije: tal vez a Alberto Vázquez-Figueroa le guste que lo visite virtualmente en su estudio, tal vez él quiera participar en este juego, y veo que no me equivoqué. Usted tiene espíritu aventurero, le entusiasman los experimentos, si no, no fuese inventor, tal vez algún día escriba algo al respecto, tal vez...
—Está bien, Blanca, no sigas, aquí el entrevistado soy yo —dice, abrumado por mi balbuciente verborrea.
—Bueno, pues, entonces mi siguiente pregunta sería: ¿Se siente satisfecho de su vida? ¿Si tuviera que cambiar algo de lo que ha hecho, qué sería?
—Esa no es una pregunta, son dos, y bastante trilladas, por cierto -comenta, sonriendo.
—Es verdad. Se nota que es un hombre satisfecho. Le diré entonces lo que pienso de usted: Ha tenido la suerte de vivir experiencias que marcaron su vida desde muy joven, ha tenido el arresto suficiente como para enfrentar los trabajos más extremos, ha tenido la suerte de poseer a las mujeres más apetecibles, y encima, ha tenido la brillantez suficiente como para ser el escritor más leído de España y tal vez del mundo, y a estas alturas de la vida, vive con una mujer que lo adora y a quien usted ama. Tomando en cuenta todo eso, siente usted temor de tener demasiado de la vida. Y sabe que todo tiene un precio. ¿Cuál podría ser el suyo a cambio de todo lo que ha recibido? Hasta estoy por creer que ha hecho un pacto con el diablo, pues ser corresponsal de guerra y salir ileso ya de por sí es increíble. Por eso le pregunté si estaba pagando una promesa... y usted se rió.
Alberto V-F, mira el reloj que lleva en la muñeca. Siento que es hora de salir de su vida, de su estudio y de Lanzarote. Me mira y me hace un guiño cómplice.
—No puedo afirmar ni negar lo que has dicho. ¿Comprendes?
—Está bien, Alberto, gracias por la entrevista: es usted tal como lo había imaginado.
Siento que muchas cosas quedaron en el aire. Siento que tras la fachada de hombre amable existe un misterio.
-Detrás de mí no hay ningún misterio; soy tan simple como parezco -. Afirma rotundo, como si me hubiese leído el pensamiento, pero creo que ni es tan simple ni lo parece.
-Sólo algo más: ¿Qué le diría a sus lectores?
-Procuren que no les devore la crisis.
Sonríe y se despide con un beso en mi mejilla.
Hago un gesto y me esfumo. Tengo ahora en mis manos la entrevista; creo que nunca hice una igual. También es verdad que nunca antes hice una entrevista.
Agradezco a Alberto la oportunidad de prestarse a este experimento. Es sin lugar a dudas un personaje fascinante.
Para mayor información acerca de la vida y obra del autor:
http://www.vazquezfigueroa.es/
La República Democrática del Congo, dueña de las vetas diamantíferas más importantes, así como de minas de cobre y cobalto, explotadora de petróleo en su reducido litoral desde 1975, y que por si fuera poco, se estima que posee alrededor de un octavo del potencial hidroeléctrico mundial, también tiene los yacimientos más importantes de coltan. Un mineral escaso e indispensable para la fabricación de aparatos de uso generalizado en comunicaciones, satélites, misiles y todo lo relacionado con los sistemas electrónicos de aviones, centrales atómicas y espaciales, fibra óptica, y en un aparato que se ha vuelto insustituible: los teléfonos móviles. El Congo tiene el ochenta por ciento de este mineral en sus tierras. El resto está repartido entre Tailandia y Brasil. Copio un extracto de la polémica novela:
La Sociedad Minera de los Grandes Lagos tiene el monopolio en el sector y financia al movimiento rebelde Reagrupación Congoleña para la Democracia que cuenta con unos 40.000 soldados, apoyados por Ruanda. Con la venta de diamantes ganaban unos 200.000 dólares al mes. Con el coltan ganan más de un millón. Informaciones reservadas de las Naciones Unidas revelan que el tráfico lo organiza la hija del presidente kazako, Nursultan Nazarbaev, que está casada con el director general de una empresa kazaka que extrae y refina uranio, coltan y otros minerales estratégicos.
Ésta es, a grandes rasgos, la tela de araña de un negocio internacional que está alimentando una guerra en el corazón de África y empobreciendo a los ciudadanos de uno de los países más ricos de la Tierra. Pero hay más: el Servicio de Información para la Paz Internacional ha realizado un minucioso estudio sobre las vinculaciones de empresas occidentales con el coltan y, por tanto, con la financiación de la guerra en la República Democrática del Congo.
Alcatel, Compaq, Dell, Ericsson, HP, IBM, Lucent, Motorola, Nokia, Siemens y otras compañías punteras utilizan condensadores y otros componentes que contienen tántalo (coltan); también lo hacen las compañías que fabrican estos componentes como AMD, AVX, Epcos, Hitachi, Intel, Kemet, NEC. Hay que subrayarlo una vez más: estos oscuros negocios son, en primera instancia, los culpables de una guerra no por olvidada menos dramática. Con un agravante: se teme que sobre el mismo territorio de la República Democrática del Congo pese la amenaza de la fragmentación. Es decir, la división en varios estados, lo que facilitaría la explotación de sus recursos. Ya lo denunció en su día —y por eso lo asesinó el ejército ruandés— monseñor Christophe Munzihirwa, arzobispo de Bukavu.
El escritor ha recibido amenazas, pues toca intereses de empresas transnacionales, tal como ocurrió cuando publicó su novela «Vivir del viento», en la cual trata el tema de los consorcios dedicados al oscuro negocio que existe tras las aspas de la energía eólica. Él ha dicho públicamente que a estas alturas de la vida no se volverá un cobarde, no después de haber sorteado el fuego de bandos enemigos mientras trabajaba como corresponsal de guerra.
Con lo antes expuesto, creo que es fácil comprender los motivos que me llevaron a entrevistar a este famoso escritor, y dado que no le gusta hablar demasiado acerca de las setenta y cuatro novelas que lleva escritas; la última: Saud el leopardo, a la venta únicamente a través de Internet, llevaré a ustedes una entrevista sui géneris, pues se trata de una visita virtual a su estudio en Lanzarote, una isla del archipiélago canario, frente a las cosas del sur de Marruecos.
Alberto se prestó con la entereza que lo caracteriza y me siguió el juego:
Principios de noviembre, 2008
Un poco intimidada por encontrarme en presencia de Alberto Vázquez-Figueroa, respiro profundo, como aconsejaba mi profesora de oratoria; según ella, haciéndolo con el diafragma se perdía el miedo. Estoy en su casa de Lanzarote, arriba, en su estudio, el lugar donde cobran vida las maravillosas historias que millones de personas disfrutan. Las cortinas descorridas ofrecen una soberbia vista al mar.
Me invita a tomar asiento mientras él se sitúa detrás de su escritorio, deseando tal vez resguardarse de las preguntas que sabe haré. Sus ojos traviesos de color azul intenso me miran sonrientes, mientras pregunta en tono familiar:
—¿No te molesta si fumo, no?
—Por supuesto que no, está usted en su casa—. En realidad detesto el olor del puro, pero no pienso echar a perder una oportunidad como esta.
Viste una camisa de color azul marino de mangas largas que lleva medio arremangadas, en un estilo casual que le va muy bien con su aspecto de hombre de mundo, que sabe hacer uso de su poder; porque aunque él diga que no, lo tiene. Por lo menos en el mundo editorial.
—Soy todo tuyo. Pregunta lo que quieras —dice en tono jovial.
—¿Tiene usted un ritual para escribir? Me refiero al momento de empezar una nueva novela, algo que acostumbra hacer o que le signifique concentración.
—En absoluto: escribo cuando me apetece y no tengo ninguna “manía de escritor”.
—¿Puede escribir con ruido? ¿Necesita música o prefiere el silencio?
— Prefiero el silencio. Soy sordo de un oído a causa de un accidente de inmersión y la música me disturba.
—En alguna parte leí que era usted un mujeriego empedernido, ¿alguna mujer que lo marcó en su vida, formó parte de alguna de sus novelas?
—Varias mujeres marcaron mi vida pero desde luego nunca han formado parte de una novela; todas fueron maravillosamente reales.
—He leído algunos libros suyos, y lo que más llama la atención en ellos es el ritmo. La acción es uno de sus sellos, ¿tiene algo que ver con su forma de ser?
—Supongo que se me puede considerar “un hombre de acción”, aunque sea por el hecho de que jamás estoy quieto.
—Usted tiene la impresionante cantidad de setenta y cuatro novelas escritas, sería igual de impresionante que todas fuesen igual de buenas. ¿Cuáles cree usted que son sus peores novelas? Si es que las puede recordar...
—No podría tener memoria para eso puesto que casi la mitad son malas; algunas incluso malísimas.
—¿Qué lo mueve a seguir escribiendo? ¿Cree que aún le queden temas por tocar?
—Cada día al abrir la prensa o ver la televisión descubres que hay tema por tocar. Lo malo es que me falta tiempo.
-Está escribiendo algo en estos momentos?
-Estoy mejorando mi novela Saud el leopardo.
—La mayoría de los escritores con cierta fama, son prácticamente inaccesibles. Sin embargo he visto que usted pone sus obras al alcance de todo el que desee, y también tiene la amabilidad de responder los correos que le envían, no sólo eso, en su blog le hacen peticiones de novelas que según parece usted envía a los lectores que no pueden adquirirlas. ¿A qué se debe que sea usted diferente? ¿Es acaso una promesa por algún favor recibido?
—El que actúa por una promesa hace algo que no està en consonancia con su forma de ser natural. Yo actúo así porque es mi manera de ser y me apetece.
—En todo caso, le aseguro que su táctica es muy buena. Tiene lectores incondicionales por millones; pocos escritores pueden decir lo mismo. ¿Nunca le ha sucedido que de pronto se encuentra sin ideas para su próxima obra?
—Me quedan ideas para el resto de mi vida; lo malo es que no puedo publicarlas todas.
—Me lo imaginaba. Su creatividad es envidiable.
—Gracias.
—La desalación del agua de mar por osmosis inversa, es un invento que parece que no ha tenido una entusiasta acogida en su tierra. ¿Cómo le vino la idea?
—Es fruto de mi época como buceador profesional y un poco de sentido común, En realidad es muy simple; tan solo había que pensar un poco.
—Usted ha escrito mucho acerca del desierto, también ha vivido en él, ¿sueña con la idea de que algún día pueda hacer de él un edén?
-El desierto debe seguir siendo el desierto, aunque me gustaría pensar que algún día podría cambiar una minúscula parte de él y hacerlo habitable. Con eso me basta.
Alberto arruga la frente y mira a través de la ventana hacia el horizonte. Exhala el humo del puro y se queda en silencio. Parece sentirse muy cómodo en mi presencia, como si yo no existiera. Respeto esos momentos de introspección o quién sabe, de creatividad. Después de todo, estamos en el sitio donde nacen todas sus novelas; el ambiente está impregnado de imaginación, de olor a tabaco, de noches en vela. Me siento privilegiada. No siempre se está en presencia de la creación.
Se vuelve hacia mí y pienso que va a preguntarme si es todo.
—¿Cómo se te ocurrió hacerme esta loca entrevista?
—Sólo lo pensé y me dije: tal vez a Alberto Vázquez-Figueroa le guste que lo visite virtualmente en su estudio, tal vez él quiera participar en este juego, y veo que no me equivoqué. Usted tiene espíritu aventurero, le entusiasman los experimentos, si no, no fuese inventor, tal vez algún día escriba algo al respecto, tal vez...
—Está bien, Blanca, no sigas, aquí el entrevistado soy yo —dice, abrumado por mi balbuciente verborrea.
—Bueno, pues, entonces mi siguiente pregunta sería: ¿Se siente satisfecho de su vida? ¿Si tuviera que cambiar algo de lo que ha hecho, qué sería?
—Esa no es una pregunta, son dos, y bastante trilladas, por cierto -comenta, sonriendo.
—Es verdad. Se nota que es un hombre satisfecho. Le diré entonces lo que pienso de usted: Ha tenido la suerte de vivir experiencias que marcaron su vida desde muy joven, ha tenido el arresto suficiente como para enfrentar los trabajos más extremos, ha tenido la suerte de poseer a las mujeres más apetecibles, y encima, ha tenido la brillantez suficiente como para ser el escritor más leído de España y tal vez del mundo, y a estas alturas de la vida, vive con una mujer que lo adora y a quien usted ama. Tomando en cuenta todo eso, siente usted temor de tener demasiado de la vida. Y sabe que todo tiene un precio. ¿Cuál podría ser el suyo a cambio de todo lo que ha recibido? Hasta estoy por creer que ha hecho un pacto con el diablo, pues ser corresponsal de guerra y salir ileso ya de por sí es increíble. Por eso le pregunté si estaba pagando una promesa... y usted se rió.
Alberto V-F, mira el reloj que lleva en la muñeca. Siento que es hora de salir de su vida, de su estudio y de Lanzarote. Me mira y me hace un guiño cómplice.
—No puedo afirmar ni negar lo que has dicho. ¿Comprendes?
—Está bien, Alberto, gracias por la entrevista: es usted tal como lo había imaginado.
Siento que muchas cosas quedaron en el aire. Siento que tras la fachada de hombre amable existe un misterio.
-Detrás de mí no hay ningún misterio; soy tan simple como parezco -. Afirma rotundo, como si me hubiese leído el pensamiento, pero creo que ni es tan simple ni lo parece.
-Sólo algo más: ¿Qué le diría a sus lectores?
-Procuren que no les devore la crisis.
Sonríe y se despide con un beso en mi mejilla.
Hago un gesto y me esfumo. Tengo ahora en mis manos la entrevista; creo que nunca hice una igual. También es verdad que nunca antes hice una entrevista.
Agradezco a Alberto la oportunidad de prestarse a este experimento. Es sin lugar a dudas un personaje fascinante.
Para mayor información acerca de la vida y obra del autor:
http://www.vazquezfigueroa.es/
Impresionante. No se me ocurre otro adjetivo.
ResponderEliminarVerdaderamente espectacular, Blanca, no tengo palabras.
ResponderEliminarYo ya había leído lo del coltan en algún sitio, por el tema del recrudecimiento actual de la guerra en el Congo, que andaban otra vez revueltos los tutsis, creo. Pero no sabía que existía esta obra, que tiene tantos frentes abiertos y de tanto calibre. Yo vi la película "Diamantes de sangre", que trataba un tema parecido, las relaciones de esas guerras con las multinacionales de los diomantes. O el libro que si he leido de "El jardinero fiel", con el tema de las farmacéuticas y las pruebas que hacen en el Tercer Mundo.
Pero lo sensacional es lo de la entrevista. No sé cómo lo has hecho, pero veo que eres una mujer de recursos. Admirable, diría yo. Muchas gracias por estos bellos momentos que nos proporcionas.
Saludos
Enhorabuena, Blanca, por esta entrevista. He disfrutado lo que no está en los escritos, se trata, ni más ni menos, del autor del que más libros he leído. Me encanta.
ResponderEliminarHas hecho un trabajo magnífico. Un abrazo.
Una entrevista estupenda, Blanca, se percibe en ella tu admiración por el autor y tu pasión por las letras.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Enhorabuena, Blanca. Una entrevista magnífica. Le dan ganas a uno de salir corriendo a comprarse "Coltan", y de hecho, lo voy a hacer mañana mismo, qué carajo.
ResponderEliminar¿Como hiciste la entrevista?. Me ha encantado esa referencia al olor del puro que te molesta. Un detalle de la gran imaginación que tienes.
Un abrazo, y enhorabuena otra vez.
Teo, Gracias por lo de impresionante.
ResponderEliminarArmando eres muy amable, lo cierto es que la entrevista salió así porque el escritor es muy bueno.
ResponderEliminarLo del coltan es totalmente cierto, si entras a la página del autor, cuyo enlace tengo en esta página, verás una extensa entrevista en el programa Milenium, referida al tema. Escalofriante, por demás.
GRacias por tu opinión.
Gracias, Maribel, yo no he leído tantos libros de él como quisiera, pues por aquí no son muy vendidos, pero los que he leído me han encantado.
ResponderEliminarAbrazo!
Lola: Sí que lo admiro, y él indudablemente siente pasión por las letras, escribir tanto en poco más de veinte años no es juego!
ResponderEliminarBesos!
Felix, el olor del puro, el color de su camisa, el paisaje que se ve a través de su ventana son obra de él. Es una entrevista que se hizo como escribir a dos manos.
ResponderEliminarTe recomiendo Coltan, es muy buena, sé que te va a gustar.
Un beso, amigo,
Blanca
racias por compartir este estupenda e impresionante entrevista con nosotros, gracias
ResponderEliminarpor cierto blanca te añado a mi lista vale? asi no te pierdo
ResponderEliminarGracias a ti por pasar, arwen,
ResponderEliminarun abrazo,
Blanca, tu entrevista escapa de los marcos tradicionales periodísticos y constituye una narración de impresiones, tan propias tuyas, las que matizas con tu siempre incomparable estilo. Me gustó mucho el diálogo, el intercambio de puntos de vista acerca de la obra, las apreciaciones del autor, y del hombre, como así también tus percepcionesn y sentimientos al estar allí. Ahí creo que tienes un plus, que es un gran mérito para hacer la entrevista más ágil y con ritmo, pero sobre todo, denotando gran versatibilidad y dominio del idioma.
ResponderEliminarNo lo tomes como un halago cualquiera, pues realemente disfruté leyéndola.
Un gran abrazo,
Venator
Venator, qué agradable sorpresa que hayas pasado por aquí. Recuerda que no soy periodista, así que hice la entrevista con los recursos que sabía, ja, ja, pero no todo dependió de mí. El entrevistado puso mucho de su parte y en eso es un maestro.
ResponderEliminarMuchas gracias por esas palabras, amigo,
Besos,
Blanca
No me perdonaría que no me perdonases el no pasarme.
ResponderEliminarUna fenomenal entrevista virtual. Ciertamente confirmo en lo que le había visto a este hombre en las entrevistas cuerpo a cuerpo: tras el escritor hay una persona como la copa de un pino.
Un abrazo y enhorabuena!!!!
(Recuerdas que cuando empezó todo esto, te dije que ya te habías hecho amiga de él y tu dijiste que no era para tanto... Al final, no me equivoqué)
Una curiosa entrevista, pero llena de magia, Alberto Vázquez-Figueroa, uno de las grandes escritores, estupendo. Blanca, si pinchas en mi blog las entradas de junio, entrada "Aprés moi, le déluge" -una obra de teatro que habla de esto-, el tema de la explitación africana por los occidentales es tremendo.
ResponderEliminarBuenas Blanca,tarde pero por aquí me tienes.
ResponderEliminar¿Qué puedo decir?
Una entrevista original, muy fresca e interesante y que por otra parte tiene mucho de ejercicio literario.
Has sabido evitar ese toque tan frio e impersonal que vienen teniendo la mayoría de entrevistas.
Enhorabuena y como siempre un placer leerte ;)
Vitolink: Me encanta tu percepción, Y sigo diciendo lo mismo, ja, ja!
ResponderEliminarEldeme: Gracias por tu visita, me alegra que te gustase la entrevista. Pasaré por tu blog y veré lo que dices en Junio :)
Palabras: Yo también la veo como un ejercicio literario, muchas gracias por pasar, Ángel!
Abrazos,
Blanca
Una entrevista fresca, simpática y cercana. ¡enhorabuena Blanca! Conocíamos al autor, ahora también un poco a la persona.
ResponderEliminarMe gustó la forma de plantearla, como una visita virtual a su casa. Le echaste imaginación al asunto. Y también me gustó la forma en que Alberto Vázquez-Figueroa, se presta y sigue ese juego, siendo un autor tan reconocido. Tu forma de describir el lugar, la situación del momento, con él fumando puros, en fin, muy acertada. Se hace amena leerla e interesante.
Una de las cosas que me asombraron fue descubrir que tenía setenta y cuatro obras publicadas… Me parece increíble la capacidad intelectual, imaginativa y de trabajo que tienen algunas personas. Yo no estoy segura de si podría, no ya escribirlas, tengo la certeza de que no, sino de leer las setenta y cuatro obras.
Otra de las cosas que me llamó mucho la atención, es su cercanía. Siendo una persona con tanto camino recorrido, que sea tan cercana, que conteste a las personas que le escriben correos, en el blog, y que incluso acerque sus libros a aquellos que no tienen acceso a ellos. Dice mucho de él, de su valía, no ya como autor, que es incuestionable, sino como ser humano. Me pareció un gran tipo.
Un placer leer esta entrevista con la que se inaugura este foro. Mis felicitaciones, para los dos.
Besos,
Margarita
Gracias, Margarita, qué hermoso comentario el tuyo, estoy segura que AVF, pasará de vez en cuando por aquí y podrá leerlo.
ResponderEliminarComparto contigo que es una persona muy cercana, él contesta todos los mails que le envían, sin distingos.
Inaugurar el foro de Entrevistas de Prosófagos con Alberto Vázquez-Figueroa, abre las puertas para que otros autores deseen seguir sus pasos. Él siempre ha sido un pionero.
Recibe un beso grande, amiga,
Blanca
Impresionante entrevista, Blanca. Impresionante todo lo que desconocemos sobre la sangría de Africa.
ResponderEliminar¡Africa no sale nunca en los telediarios!¿Es que no existe?
Un saludo
(PD: Qué buena mano tienes para las entrevistas)
Querido Blas, muchas gracias por visitarme. Vázquez-Figueroa es uno de los que más recuerdan los pueblos africanos y sus problemas, para los demás, es como dices tú, como si África no existiera.
ResponderEliminarY agradezco tus palabras.
Blanca