miércoles, 10 de febrero de 2021

Leer una novela para dar una opinión

 Este año he estado un poco atrasada con el blog, y a pesar de que soy organizada, a veces es complicado encontrar el momento en que confluyen los deseos de decir algo y el tiempo para hacerlo.

Hoy voy a exponer lo que pienso acerca de una situación que me parece que ocurre a la mayoría de escritores, como es la petición de lectura de obras de autores que desconocemos, bien sea porque no hemos leído nada de ellos o porque no forman parte de nuestro círculo habitual de amistades internáuticas. Me llegan por correo, a través de mensajes en Facebook o por mensajes directos de Twitter: “Por favor, lea mi novela y deme su opinión”; “solo lea el primer capítulo y dígame qué le parece”; “es mi primera obra y tiene muy buenos comentarios, quisiera que la leyera y me diga qué opina”… Bueno, particularmente creo que yo no puedo dedicar mi escaso tiempo libre a convertirme en lectora editorial de una serie de libros de personas que no conozco y en la mayoría de los casos de gente que ni siquiera se ha tomado la molestia de leer un libro de mi autoría, y no estoy hablando de asuntos de reciprocidad, sino de elemental sentido común.

Sé que para un escritor novel su obra es lo más importante, desea que sea leída por todo el mundo y que le digan que es una maravilla y algunos pasan horas hablando de ella y explayándose en sus personajes, en cómo concibió la idea, y por qué la escribió. Eso se refleja en la propia obra, pero si nos ponemos a pensar: ¿realmente le interesa a alguien por qué escribió un autor tal o cual novela? A menos que sea un escritor clásico o famoso o que tenga un motivo determinante para haber escrito su libro. En ninguno de mis libros he gastado páginas para explicar mi decisión de escribir un libro. Ni para poner un prólogo que prepare al lector para leer una maravilla.

Hay autores que piensan que si tienen un prólogo de algún escritor conocido su obra se venderá más, y no se detienen a pensar que tal vez ese prologuista tuvo que acceder a su petición más por compromiso que porque en realidad la obra le haya parecido excepcional. Poner en esa tesitura a un escritor amigo es una falta de consideración, porque la novela puede ser mediocre y el prologuista debe hablar bien de ella, con lo que su veracidad queda en entredicho. Sin embargo, cuando los prólogos son hechos por otro escritor de manera voluntaria porque la obra lo merece, ya es otro cantar. En este caso me estoy refiriendo a aquellos autores que piden, solicitan, demandan ayuda de muchas formas, como enviarme un mensaje privado en Facebook con el link de su novela diciéndome que le ayude a venderla. ¿Cómo puedo yo, una simple escritora, ayudar a vender un libro que no conozco si no soy dueña de una librería? Creo que es una desconsideración para conmigo. Tengo mis propios trabajos, siempre una novela en elaboración, y en estos momentos también el aprendizaje y la escritura de un guion de una de mis novelas además de mis ocupaciones regulares.

Leer una novela para dar una opinión requiere de horas de concentración.
Cuando recibo esa clase de mensajes, especialmente de escritores que jamás me han dejado una opinión, nunca han entrado en mi muro, y mucho menos han leído un libro mío, me siento utilizada. Creo que merezco respeto. Respeto a mi tiempo, a mis gustos y a mis necesidades. Yo soy incapaz de enviarle un libro a alguien que no me lo haya pedido, mucho menos con la condición de que deje un comentario en Amazon. No lo he hecho ni pienso hacerlo. Y yo también he sido novata, todos hemos empezado de cero. Obviamente, tengo amigos con la suficiente confianza como para intercambiar manuscritos y opiniones, pero son amigos forjados a través del buen hacer de los años, amistades que pueden haber nacido en las redes sociales pero que se han consolidado y con quienes mantengo una amistad permanente. Con gusto leo sus obras y hasta me atrevo a hacer sugerencias, pero no puedo gastar mi tiempo en leer novelas de desconocidos y dar una opinión que generalmente equivale a hacer una revisión completa de la gramática y de la estructura de la novela.

Sé que lo que digo puede parecer antipático, y con seguridad muchos pensarán que soy una persona insensible a las necesidades de los colegas que requieren ayuda, pero también es bueno que sepan que hay muchas maneras de pedir ayuda. Lo importante es no perder la perspectiva; no por el hecho de que un autor novel haya culminado su novela merece que todos tengan que ayudarlo a venderla. Escribir es un gran logro. Escribir una buena novela es aún mayor, pero para ello es necesario que esa novela realmente interese. La mejor manera de darse cuenta si una novela es buena o no es enviarla a una editorial. Si recibe una respuesta negativa, lo más recomendable es trabajar en ella, porque con seguridad necesita mejoras. Las editoriales no rechazan manuscritos que para ellas podría significar muchas ventas o como mínimo, recuperar su inversión. Yo he tenido la suerte de que mis novelas hayan pasado por la criba editorial porque me he esforzado por presentar manuscritos repasados hasta el cansancio. Pero esto es algo que los escritores no comprenden y siguen presentando la misma novela con los mismos errores a otras editoriales y al final terminan subiéndola a Amazon. Allí es probable que unos cuantos amigos la compren y publiquen comentarios halagadores. Si la novela vale la pena se venderá; de lo contrario se irá perdiendo entre los miles de libros que se suben a diario y por más promoción que hagan en Twitter, Linkedin, Facebook o Instagram, o por reseñas favorables que hagan de la novela (siempre de amistades que se sienten comprometidas) no podrán venderla, porque los lectores han aprendido a no fiarse demasiado de los comentarios; leen la muestra (al menos es lo que yo hago antes de comprar) y si no los convence simplemente no comprarán.

Por eso repito lo dicho ya muchas veces: Si eres rechazado por una editorial revisa tu novela. Yo lo hice con la única de mis novelas rechazada: “El manuscrito”. Y qué bien que la rechazaron, porque pude modificarla hasta quedar satisfecha. Y no es que la editorial me haya dicho dónde se encontraban los errores o cuáles eran sus carencias; utilicé mi sentido común y la autocrítica. En ese sentido nunca he sido autocomplaciente. ¿Pero qué hacer cuando no se conoce a nadie que pueda ayudarlo a uno?

Les voy contar cómo hice yo. Debo aclarar que empecé a escribir como pasatiempo, sin intenciones de publicar, pero me interesaba compartir con otros escritores acerca de mis escritos. Busqué en Internet (en aquella época no existían tantos foros literarios, pero los que había eran realmente buenos) y encontré “Bibliotecas Virtuales” en donde conocí a muchos escritores que estaban en mi situación. Intercambiábamos opiniones, publicábamos cuentos y entre nosotros opinábamos, criticábamos y corregíamos. Fui aprendiendo que escribir no era tan fácil. En ese foro encontré personas maravillosas que me abrieron los ojos a un campo inexplorado para mí. Ese foro cerró y nos mudamos a otro llamado “Prosófagos” en el que realmente hice muy buenas amistades, que después de casi quince años siguen siendo mis amigos. Allí fue donde encontré a la persona que sería crucial en mi desarrollo como escritora, pero fue consecuencia de muchos intercambios de opiniones, conversaciones y lecturas mutuas. No es que de un momento a otro yo escribí a un autor y le pedí que leyera mi novela y listo. Las amistades se deben cultivar, y si son autores noveles y de verdad desean recibir opiniones sinceras, deben ser de una persona de confianza, que conozcan, que sepa de sus inquietudes, que desee colaborar, y eso solo se puede conseguir con paciencia, buenas relaciones y reciprocidad.

También pueden hacerlo diferente: pagar a un lector profesional o contratar los servicios de una página que se ocupe de la corrección del manuscrito. Antes no existían; hoy en día las hay por montones, pero así como hay libros mediocres, también hay correctores mediocres, que no tienen idea de lo que es escribir, y si escriben lo hacen de manera deficiente. Se debe tener mucho cuidado al elegir un corrector o un lector especializado. No me atrevo a recomendar a ninguno(a) porque no he utilizado esos servicios, pero es cuestión de investigar y no irse por el camino más fácil como pedir que lean su novela como si fuese un simple favor. Leer BIEN una novela para dar una opinión real requiere de muchas horas y días de dedicación y eso solo están dispuestos a hacerlo los que elaboran Informes Literarios y cobran por el servicio.

¡Hasta la próxima, amigos!

10 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Decir la verdad no es ser antipático, es ser sincero. Yo como escritora seguiré tus consejos. Muchas gracias.

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  2. Buenos consejos que dicen verdades, y con los que estoy de acuerdo. Hay que luchar mucho por no creerte que eres único en este difícil mundo de la escritura. Nunca he puesto en el brete a ningún escritor para exigir que leyera alguno de mis libros, quiero ser lo bastante humilde para aceptar que aún me queda mucho por aprender. Un beso, gracias por todo.

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    1. Ojalá todos pensaran como tú, Carmen. Muchas gracias por tu comentario.

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  3. En general, estoy bastante de acuerdo con tu artículo, menos en una cosa: las editoriales no siempre rechazan después de leer, es más, en muchas ocasiones no se preocupan ni de leer el título.
    Siempre son interesantes tus post.

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    1. Es cierto lo que dices, Mercedes, las editoriales no siempre rechazan después de leer, algunas veces elijen los libros que consideran interesantes. Y me imagino que habrá casos en que ni siquiera los leen porque la sinopsis no les llama la atención, o porque no acostumbran leer los manuscritos que les envían, lo cual sería muy extraño, porque de esos se alimentan.

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  4. En general coincidimos bastante. Que levante la mano alguien que asegure que yo le insté a leer un libro mío. No me parece ni decente. En cuanto a las editoriales podría contarte alguna anécdota de peso, pero me alargaría.
    ¡Saludos desde el Atlántico, querida Blanche!

    Rafael

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    1. ¡Hola Rafael!
      Gracias por tu visita. Me consta que eres de los que menos publicitan sus libros y tampoco piden ayuda para promoverlos, creo que es como debe ser.

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