lunes, 9 de enero de 2023

Algunas cosas de aquí y allá.

Cuando empecé a escribir hace ya veintidós años no creí que lo haría durante tanto tiempo. En realidad comenzó como un pasatiempo que me servía de distracción del trabajo de mi taller de alta costura. Lo que menos imaginaba era que me absorbería tanto. Ni que algún día llegase a publicar, mucho menos por medio de una editorial, y sí lo hice, no de una sino de tres con bastante facilidad; no hablo de editoriales de autopublicación, que eso fue después, cuando me enteré que en Amazon podía hacerlo teniendo mejores condiciones.

Probablemente muchos preferirían seguir con editoriales de renombre, como era mi caso, Roca, Viceversa, Ediciones B, pero yo deseaba ir más allá, llegar a todos los países y lo conseguí con Amazon. Hoy algunos de mis libros están traducidos al francés, inglés, turco, chino, checo, polaco y alemán sin usar los servicios de alguna plataforma de traducción, sino vendiendo los derechos de traducción. Para una persona como yo que no soñaba desde la infancia en ser escritora es un logro bastante aceptable.

He leído en un artículo que hay más escritores que escritoras y, que las editoriales siempre prefieren decantarse por aceptar obras de varones antes que las de mujeres. Como no comulgo con el pensamiento radical del feminismo, nunca me he ocupado de investigar a fondo este asunto, pero creo que pueden existir algunas razones para que las editoriales actúen de esa manera. Exceptuando las novelas románticas en las que algunas editoriales han puesto sus miras en exclusiva (las novelas románticas tienen legiones de lectoras), acepto que encuentro más variedad de los temas que me atraen en novelas escritas por hombres. Obviamente hay excepciones, y las escritoras que están dentro de las excepciones son ampliamente conocidas y sus novelas son extraordinarias, pero generalmente prefiero leer a escritores porque me atraen más los thrillers, la acción, la intriga y no tanto los devaneos amorosos.

En mi experiencia personal no he tenido trabas a la hora de publicar y puedo decir que mis novelas han tenido una acogida positiva entre hombres y también mujeres, aunque no estoy en la línea del género romántico. Tal vez habría que preguntarse si las mujeres que se sienten rechazadas por las editoriales deberían reflexionar si su literatura es tan buena como para que interese a las editoriales. Recordemos que estas empresas no publican por amor al arte. Son un negocio, y de los grandes.

Creo que cada persona debería asumir sus fallas, o al menos ser autocrítica. No por mucho que las amistades digan que escribo muy bien yo lo creo a pie de juntillas, generalmente los amigos nos darán una opinión poco fiable. Me fio de los desconocidos, esos lectores anónimos que leen mis libros y de vez en cuando dejan alguna crítica negativa o ensalzan mis libros sin un motivo de amistad. Las críticas negativas las leo con cuidado, y muchas veces llevan razón. Escribo para el público, para que me lean, no escribo para mí. Si así lo hiciera guardaría los manuscritos en un archivo y no los publicaría.

Sin embargo he escrito dos novelas románticas que están fuera de los cánones establecidos para este tipo de género que parece que no se me da muy bien. Hay que decirlo. Una de ellas es "El pacto" y la otra "Amanda". Esta última es una novela corta que publiqué en Amazon y debía etiquetarla de alguna manera, así que terminó siendo romántica.

Bueno, amigos, después de tener este blog prácticamente en sequía, me he animado a escribir (o a divagar) acerca de algunos aspectos que tal vez no tengan nada que ver unos con otros, pero que merecían al menos unas cuantas líneas.

Me acabo de enterar del fallecimiento de una gran amiga, Mercedes Gallego Moros, escritora. La conocí personalmente y aún recuerdo el cocido que me invitó a comer en su casa en Madrid. Una mujer de carácter, a quien llegué a admirar por su tenacidad y deseos de vivir. Hoy se ha ido para siempre una gran persona. Que descanse en paz donde sea que se encuentre. Adiós, Mercedes, te tendré en mis pensamientos.