Un problema engorroso
En la
actualidad las redes sociales ocupan un lugar importante en nuestras vidas,
aunque existan muchos detractores y digan que son la enfermedad del siglo XXI.
Y lo que me
ocurrió hace poco con Facebook, que utilizo para comunicarme con mis lectores y
amigos en línea, también para promover mis libros y acercarme a otros
escritores. Un día abro Facebook y me sale un aviso:
Entre su
contraseña.
Lo hago.
Sale un
error. Dice que no es la correcta. (Hace años no la uso y al parecer, la que
tengo anotada en el gestor de contraseñas de Google no funciona).
Me pregunta
si deseo cambiarla.
Lo hago. Me
dice que me enviará un mensaje a mi celular o un correo. (Resulta que mi
contraseña está asociada a un correo de Hotmail que no uso desde hace años y
tampoco funciona mi contraseña que tengo anotada para ese correo).
Me dice
entonces que me le dé otro correo para que pueda recibir el mensaje. (Espero
varias horas y nunca llegó; tampoco me llegó el mensaje a mi celular).
Cuando
intenté recuperar mi cuenta en Hotmail sucedió algo parecido. Pude recuperar el
correo, pero cuando quise ingresar de nuevo mi contraseña otra vez no era
válida.
¿Qué se
supone que debía hacer? No me consideraba una inútil en cuestiones de Internet.
He podido registrarme en algunos sitios como Amazon, subir mis obras desde la
época en la que solo se recibían instrucciones en inglés y no existía el famoso
traductor de Google, he abierto cuentas en varios sitios, tengo varios blogs,
cuenta en Instagram, Threads, X, desde hace años y hasta el momento no me había
ocurrido algo así. En Facebook me preguntaron por mi nombre, edad, y por mi
personaje favorito en la historia. ¿Después de quince años ¿cómo iba a
recordarlo? ¡Mis gustos han cambiado y la historia también! Lógicamente no
respondí de manera adecuada y me cerraron la cuenta. Lo mismo ocurrió con
Facebook.
Pero eso no
es lo peor. Lo peor es que no hay forma ni manera de comunicarse con una
operadora de carne y hueso. Todo se limita a unas cuantas preguntas generales
en las que no se incluye mi problema. Cuando hago clic en “Otros” y expongo mi
situación, me remite a las mismas preguntas generales de antes. Definitivamente
algo está fallando en el sistema y me llama la atención, porque se supone que
fue creado por personas con una capacidad intelectual por encima de la del
resto de los humanos.
Tuve que
abrir una nueva cuenta en Facebook y otra en Instagram y empezar desde cero. Al
igual que en mi correo, porque no puedo hacer uso de mi celular cada vez que
intento escribir una carta, un informe o enviar un archivo.
Escribo
esto en el blog porque no puedo plantear mi problema de otra manera a la espera
de que algún día, tal vez por casualidades de la vida alguna persona que se
interese o que trabaje en alguno de esos sitios, tenga a bien hacer algo para
evitarles a los seres de a pie cómo solucionar este tipo de problemas.
Lo peor de
todo es que no puedo prescindir de un correo ni de Internet. Mi trabajo es
pasar algunas horas al día frente a la pantalla escribiendo y comunicándome, en
mi trabajo la conexión con el mundo exterior es imprescindible.
¡Hasta la
próxima, amigos!
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