PALABRAS DE CENIZA, de Pilar González Álvarez
En esta novela, la tercera de la serie “La detective”, Pilar González hace gala de una imaginación sorprendente. Son varios los momentos en que, como lectora, me tomaron de sorpresa y espero que a los que la lean les ocurra lo mismo, pues no hay nada más interesante que una trama impredecible. En este caso, la detective Julia Soler se nos muestra como una mujer frágil, un semblante de su personalidad diferente al que había conocido en sus anteriores casos. El suicidio de Ariadna Wharton, la duquesa que la había contratado para resolver la muerte de su padre, la hizo sentir culpable por no haberla previsto. Y aunque no se detalló con precisión los sentimientos que la unían a ella, en esta novela aparecen con claridad. Julia Soler no solo se sentía culpable; también había estado profundamente enamorada de la duquesa. Además de la fragilidad que he mencionado, se abre una nueva faceta de su personalidad: es promiscua, pero siempre con personas de su mismo sexo. Aunque en parte chocante en lo que respecta a la imagen que de ella me había forjado, creo que esto le da a la novela un toque diferente, la hace más realista y cruda, si se quiere.
Cruda
también es la escena del asesinato de María Lozano, declarada bruja por un
sacerdote despiadado. Las historias entretejidas de varios personajes que
tuvieron que ver con la muerte de María Lozano, dan como resultado una serie de
asesinatos que ni la policía ni la misma Julia Soler sospechaban. Esta última
estuvo recluida en un sanatorio para personas con problemas psiquiátricos, algo
impensable tratándose de ella, pero gracias a una terapeuta que la trató de una
manera diferente pero eficaz, Julia Soler recobró la lucidez y más allá de eso,
obtuvo un don que le permitió resolver el caso en el que estaban trabajando. Es
difícil resumir todos los acontecimientos que suceden, pues la novela está
narrada en varios tiempos: En 1947 y 1957; en el presente, y un año antes de
que se sucedieran los asesinatos, cuando Julia Soler todavía se encontraba en
el sanatorio, no obstante, se lee con facilidad y no hay lugar a confusión.
En esta
obra queda claro que no todo lo que brilla es oro. Los sacerdotes, los
políticos, la policía, la justicia, actúan según sus intereses y los seres
humanos de acuerdo a sus tendencias. El asesino quiso hacer justicia por su
propia mano debido a la incapacidad de las leyes promulgadas por los hombres y
también por la Iglesia. Es difícil juzgar en esta situación: ¿Debemos
comprender al asesino? ¿Estamos capacitados para juzgar el comportamiento de
una persona que no actúa según lo que se espera de su género sexual?
La autora toca todos estos puntos y los deja a la libertad de pensamiento del lector. Tenemos libre albedrío, y es el momento de darle uso. Una novela muy recomendable, ¡felicidades a Pilar González Álvarez por tan merecido Premio!
¡Hasta la próxima, amigos!
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