jueves, 19 de julio de 2018

El autor detrás del libro


Empecé a leer desde muy niña. A la edad en que la mayoría suele jugar con muñecas yo prefería olvidarme del mundo que me rodeaba y vivir otras vidas. A medida que crecí empecé a desarrollar un profundo respeto por los autores, los imaginaba como seres especiales; había que serlo para escribir acerca de temas tan diversos, en ocasiones tan profundos que dejaron huella en mi manera de pensar.  En mi imaginación cada escritor tenía una personalidad característica que yo detectaba a través de sus letras, de la manera de expresarse, de plantear las situaciones, y hasta ahora pienso así.

A través de la escritura se puede conocer a la persona que está detrás, aunque no acostumbre hablar de sí misma. Se puede intuir cómo es, qué le gusta, su cultura, su manera de ser y hasta sus modales. Al menos es lo que me sucede y cuando he conocido en persona al autor de un libro no me he equivocado. No sé si les sucederá a todos los lectores, reconozco que me gusta ir más allá de lo que leo. En ocasiones me detengo en la biografía que aparece en los libros más de una vez tratando de identificar la sonrisa de la foto que la acompaña. Pero una foto es más difícil de definir, generalmente se posa. Y cuando es así, no se está siendo sincero. Y es normal, se trata de causar la mejor impresión, exhibir nuestro mejor ángulo, la mejor sonrisa o la mirada más inteligente posible. Con la escritura es diferente. No hay manera de ocultar lo que somos; lo digo ahora que escribo. A veces pienso que a través de mis novelas la gente me conoce mejor que yo misma.

¿Alguna vez te has puesto a pensar en la persona que está detrás del libro?

sábado, 7 de julio de 2018

Qué es lo que engancha en una novela?


¿Qué es lo que engancha en una novela? Me preguntan de vez en cuando.

Una constante en los comentarios de mis novelas es la frase: “Me enganchó desde el comienzo”, y no lo digo para vanagloriarme, aunque saber que muchos de mis lectores quedan atrapados desde la primera página me haga sentir intensamente satisfecha porque tuve esa intención al escribirla.

He leído muchas novelas de todo género y algunas me han resultado bastante aburridas al principio. Latosas, con descripciones interminables que no llegan a cuajar en nada determinante que me dé un motivo para seguir leyendo aunque página tras páginas esté repleta de metáforas deliciosas, paisajes espectaculares o un personaje que se asoma interesante.

Desde mi punto de vista una historia debe tener un objetivo, de manera que plantearlo desde el comienzo o al menos mencionarlo someramente crearía cierto nivel de curiosidad que no se logra con la descripción de un pueblo sin haber esbozado, por ejemplo, el motivo por el que el personaje vive determinada situación.

Por poner un ejemplo escribiré dos párrafos que narran lo mismo pero se leen diferentes:

Ejemplo 1:
Antonio era un sujeto fuerte, acostumbrado a las labores propias de un hombre dedicado a labrar la tierra. Era fornido, de cabello desgreñado y vivaces ojos negros. Ese día, como tantos otros, caminó hacía su sembradío de maíz pensando que tal vez esa temporada las lluvias permitirían humedecer lo suficiente el suelo para que el maizal diera mazorcas con enormes granos como los de Teófilo. Las nubes como pedazos de algodón inmóviles en el cielo parecían observarlo y, a lo lejos, al pie de las colinas se extendía el campo de su vecino, siempre ordenado, como si cada tallo de maíz fuese un soldado esperando una orden. Filas y filas de ellas, con sus largas hojas verdes elevadas gentilmente hacia el cielo. No era un cielo que prometiera lluvia, y sus tierras no contaban con un pozo como el de su vecino. Supo que tendría que tomar una decisión.

Ejemplo 2:
El cabello desgreñado de Antonio apenas dejaba ver sus penetrantes ojos negros que avizoraban a lo lejos, al pie de las colinas, el campo bien cuidado y ordenado de Teófilo. Al contrario del suyo, sus tallos de maíz tenían el aspecto de un ejército de filas verdes y rectas esperando una orden. Filas y filas de ellas, con sus largas y elevadas hojas verdes. Alzó un enorme tronco caído que estorbaba el camino como si fuese una simple rama y se fijó en el suelo seco. Necesitaba suficiente lluvia para humedecerlo, de lo contrario su maíz se secaría, y el cielo azul y las nubes estáticas no contribuían a ello. Observó su maizal desordenado y supo que sin un pozo como el de su vecino, sus hojas verdes se tornarían amarillas. Tendría que tomar una decisión.

En el primer párrafo se describe a Antonio tal cual: fornido, desgreñado y de vivaces ojos negros. Se sabe que tiene un campo de maíz que no prospera como el de su vecino (y ojo: los granos no son de Teófilo, son de las mazorcas). Hay partes descriptivas del cielo azul y de las nubes blancas estáticas sin motivo aparente. El campo de su vecino es mejor, ordenado y Teófilo tiene un pozo.

En el segundo párrafo Antonio no está meramente descrito. La descripción de su físico va asociada a un elemento indicativo: tiene la vista penetrante porque puede ver a lo lejos el pie de las colinas, y se menciona el cabello desgreñado porque podía taparle los ojos. Se nota que es fornido: levanta un tronco sin esfuerzo y nota el suelo seco. Cada palabra o descripción tiene un sentido práctico, no meramente paisajístico. Y por si no han observado, no existe la palabra “era”, un verbo que se usa más en la narrativa infantil: “Érase una vez”, “era una vez”, “era una casa con techos altos y paredes blancas”, en lugar de “La casa de techos altos y paredes blancas…”. En mis primeras novelas yo utilizaba mucho “era”, “estaba”, “porque”; esta última una conjunción que si se puede evitar, se logra una frase más elaborada y armoniosa:
Consideraba que no necesitaba estudiar porque era rico.
No necesitaba estudiar, tenía como pretexto su riqueza.
Hacer un primer párrafo de una novela o escribirla completa con la intención de que sea interesante y enganche es fácil si se tienen en cuenta estos tips. Los fui aprendiendo a medida que escribía. Es la diferencia entre un escritor novato y otro con cierto recorrido, la experiencia siempre cuenta.

Espero haber sido de alguna utilidad.


jueves, 5 de julio de 2018

Crítica a El Sustituto de Blanca Miosi, por Lidia Salas


Hoy temprano recibí una grata sorpresa en mi correo. La carta de Lidia Salas, una lectora y crítica literaria que me envía sus impresiones de mi más reciente novela.

EL SUSTITUTO  DE BLANCA MIOSI: UNA LECTURA INTERESANTE

              He sido una lectora fiel de los libros de Blanca Miosi. Quizás he encontrado en su lenguaje un ritmo que se acopla al de  mi respiración según teoría de Gabriel García Márquez, para escribir un libro que no deje escapar, a quien ose abrir una primera página.
            Muchos de sus libros son best sellers. A diferencia de otros autores,  quienes piensan en la literatura como un arte puro con un número reducido de lectores exquisitos,  pienso que el objetivo de todo escritor es despertar el interés de muchas personas. Es oportuno mencionar, que aunque textos basura  con un manejo excelente de mercadeo, pueden lograr éxito en su distribución y venta, no es menos cierto, que obras de reconocido valor literario, como las novelas del ya citado Gabo y de Milos Kundera, han logrado millones de seguidores en los muchos idiomas que su narrativa ha sido traducida.  Autores  que no han tenido la fortuna de despertar el interés de críticos  pero  escudriñaran la estructura del relato,  como  la profundidad de los  personajes, sin embargo, han quedado en la lista universal de escritores por sus obras de buena factura y el desarrollo temático de  innegable interés. Esta reflexión pretende derrumbar el mito que cataloga con desprecio y minusvalía a las obras  que han logrado  buenos records de venta. 
          Al llegar a la última página de esta novela de Blanca Miosi, conservo  la imagen de personajes muy bien estructurados, no sólo en el desarrollo de su prosopografía, sino en la habilidad para mostrarnos la agitación de sus mentes y de sus almas a través del monólogo interior.  Es así cómo comprendemos la antipatía de Mark Carter, por su padre, un militar de alto rango, asesor de programas de seguridad militar de los Estados Unidos de América.  Su angustia ante lo irreversible de su enfermedad y sus dudas sobre lo que significa el amor y la felicidad. A diferencia de otras novelas, también muy interesantes de la misma autora, destaco su habilidad para entregarnos personas humanas verosímiles que se quedan en el imaginario del lector. Fedor Mogliani, es el protagonista positivo, cae quizás en el estereotipo del estudiante inteligente, correcto, sensible y siempre dispuesto a hacer lo correcto.  A quien sin embargo, a pesar de sus dudas y sospechas de las intenciones algo turbias de su mentor, el ambicioso  investigador  de la biogenética: Peter Dodum, accede a sus propuestas, desencadenando hechos que mantienen a quien sigue los capítulos de la ficción, amarrado al hilo cronológico lineal de la novela.  
             En cada nueva entrega, se aprecia la rigurosa investigación de quien se atreve a incluir en el tema de sus páginas, asuntos tan serios como la experimentación en la cura de la Fibrodisplasia Osificante  Progresiva,  enfermedad que aqueja al protagonista, al igual que programas de seguridad militar y el manejo de aviones, en una manera tan convincente, que nos hace reconocer el oficio cada vez más cierto de esta escritora de best sellers.
             Toda novela desarrolla uno de los nueve temas planteados en la literatura clásica griega, pero, es el tratamiento humano  de las  historias, los rasgos y parlamentos de los personajes, lo que hace la diferencia entre un bodrio y una obra digna de ser recomendada.   EL sustituto plantea un tema aderezado con actuaciones retorcidas de algunos de sus personajes, lo cual comunica intensidad a los acontecimientos que se suceden. El protagonista en estas páginas, no sólo recuerda la poesía inglesa memorable, sino que él mismo escribe sus propios versos para exorcizar sus angustias, lo que concede al lector identificarse con tal personaje
         Estaba en deuda con alguien que me ha concedido con su escritura, momentos de intensa lectura.  Recomiendo ampliamente esta nueva novela por su lenguaje pleno de descripciones exactas y en ocasiones hermosas,  por la humanidad de los personajes y por la manera interesante y verosímil de unas páginas que finalmente, celebran la vida y el amor de pareja. Los personajes femeninos, muy bien logrados: Candence Mogliani la madre, o la enfermera que cuida a Mark, y sobre todo Bertha, a quien se presenta con un toque misterioso al principio de la obra, pero  quien está libre de estereotipos y logra convencernos con la sencilla personalidad de una lugareña.  Éxitos como siempre.
 
Lidia salas
Poeta / Ensayista
4 de julio del 2018