jueves, 30 de julio de 2015

Todo llega en su debido momento

Cuando era niña no tenía la menor idea de lo que me depararía la vida. Después de tantos años empiezo a creer que tenemos el destino trazado desde que nacemos y una serie de coincidencias hace que nos topemos con las personas adecuadas a lo largo del camino, para llegar al sitio justo en el tiempo preciso. No antes ni después.

Como toda adolescente soñé con mi príncipe azul. No importaba que yo viviera rodeada de personas con las que tenía nulas probabilidades de encontrarlo. Yo creía firmemente que algún día sería rescatada como una princesa, sería diferente a todo lo que conocía, mi príncipe debía ser fuerte, valiente, y ya lo admiraba antes de conocerlo. Ese día llegó y conocí a Waldek.

Pero muchos años tuvieron que transcurrir para que yo supiera cuál era mi verdadero camino; ese día llegó cuando Waldek leyó la primera novela que escribí y le gustó tanto que me pidió que escribiera la historia de su vida.

Así empezó esta parte de mi existencia, descubrí una faceta a la que nunca había dado importancia pese a que siempre estuvo allí haciéndome guiños, como cuando ganaba concursos de narrativa en la escuela o escribía cartas comerciales e informes que convencían a mis jefes o a empresarios.

Fue a partir de La búsqueda que supe que ya no podría dejar de escribir, y tuve la fortuna de que esa novela fuera publicada antes de que mi querido Waldek falleciera, así él pudo leerla muchas veces y admirarse él mismo de haber llevado una vida extraordinaria. Hoy ya no se encuentra conmigo, nunca llegó a enterarse de que su novela ocupaba los primeros lugares de ventas, ni de la cantidad de gente que llegó a encariñarse con él a través de la novela de su vida. Pero fue gracias a ella que tuve el valor suficiente para seguir adelante y disfrutar estos años de momentos increíbles, cuando pensaba que estaba en el declive (como diría mi querido amigo José Luis Palma). Hoy más que nunca me encuentro haciendo lo que más me gusta y, como siempre, Waldek tuvo mucho que ver en ello. Creo que si me viera se sentiría satisfecho de lo que he logrado hasta ahora en estos años, siete más o menos, desde que publiqué por primera vez,  y los últimos tres que fueron como un torbellino, en el que cada día tengo un motivo de satisfacción.

Mis libros, doce en total, se venden en todo el mundo. Una renombrada
editorial  tiene dos de ellos, otra me está traduciendo todos al francés, una tercera al alemán, tengo un programa de radio: "La Hora Amazónica" y próximamente la totalidad de mis libros saldrá en formato de audio a través de la empresa más importante del mundo como es Audible. ¿Qué más puedo pedir? Cuando empecé no aspiraba sino a llegar a la última página de mi novela.

A veces pienso: si hubiera empezado antes... Pero no. El momento no había llegado. Tenía que estar preparada para lo que me está sucediendo.

Muchas gracias por leer mis pensamientos, queridos amigos. Me despido como siempre:

¡Hasta la próxima!