domingo, 27 de abril de 2014

Realismo mágico venezolano: "Buen momento literario en el país"

Aparentemente según decía un escritor a través de la televisora VALE TV de Venezuela, "el país está atravesando por un buen momento literario, y tal vez iría aún mejor si no fuera por la escasez de papel". 

Lástima que vivamos en un país tan atrasado en donde tener un simple lector electrónico sea todo un lujo por la falta de facilidades para adquirirlo en el exterior o por el alto costo que tiene aquí. Así evitarían depender del papel.

Deduzco por lo que escuché decir a este escritor del que lamentablemente no recuerdo el nombre, que él únicamente se refería a la edición impresa. Para un país donde escasean desde los productos de primera necesidad hasta los repuestos más elementales para los automóviles, qué bien caería poder descargar libros electrónicos.  Y es que el mundo editorial venezolano está tan atrasado… Tanto desde la parte editorial como de los hacedores de historias, es decir, los escritores, porque pocos se interesan de lo que está revolucionando al mundo.

Este escritor se refería de manera un poco peyorativa a los escritores de bestsellers. Según él prefería que la escritura tuviera más fundamento, que fuera más allá del final feliz que tiene un superventas, aunque reconoce que en el país ya hay escritores que se dedican con relativo éxito a escribir novelas policiales, o de ese corte.
Cuando escucho hablar a un escritor dando opiniones de esta índole, me pregunto qué tiene el mundo literario venezolano en contra de las novelas súper ventas.

En primer lugar, una novela se convierte en bestseller porque a la gente le ha gustado y la compra. En el lenguaje actual puedo decir que se convierte en “viral”. No es que un autor escriba un bestseller. El bestseller se va formando conforme más libros de ese título se vendan. ¿Y qué de malo tiene que un libro venda mucho? ¿Por qué los autores para ser considerados “dignos” tenemos que escribir obras filosóficas ilegibles o dirigidas a unos pocos iluminados?

A cada presentación de libros que asisto que, invariablemente se trata de libros de poemas, que es lo que más abunda en este país, los ejemplares que se venden son los que se presentan ese día. Hay círculos literarios en donde los autores auto-publican sus libros, hacen concursos y se reparten los premios. Los escritores que realmente vendemos no participamos de estos concursos ni somos dignos de ganar premios literarios, pero llegamos a cientos de miles de lectores en todo el  mundo, tanto en formato digital como en edición de papel a través de plataformas internacionales como Amazon, pionera en la publicación independiente.

Puedo decir que soy una escritora a la que nadie conoce en Venezuela, excepto un pequeño grupo de amigos escritores. Soy una absoluta desconocida por el público lector y por suerte para mí, aquí las editoriales ignoran mi existencia. Y agrego: No veo ese buen momento por el que está atravesando el mundo literario venezolano, según este escritor. Prometo estar más atenta cuando repitan el programa (que siempre lo hacen) y tomar nota del nombre.

¡Hasta la próxima, amigos!

Blanca Miosi

jueves, 24 de abril de 2014

¿Eres un "escritor de verdad" o uno "de mentira"?

¿Qué puedo decir de la auto-publicación o publicación independiente que no haya dicho ya?

Aparentemente todavía hay mucho que decir. Y aprovecho el Segundo Encuentro Literario de autores en Cartagena para retomar sobre este punto una vez más.

Hoy en día ya es usual ver que un autor ha auto-publicado. Algo que solo hace un par de años era impensable. Y que lo hizo con relativo éxito. Y la tendencia está en alza. Ya no parece una Utopía publicar y vender libros. Antes se veía a la auto-publicación como resultado de la vanidad. Ahora es todo lo contrario. Se mira a los escritores que publican por editorial como si ejercieran un acto vanidoso, pues auto-publicar es sencillo y muy fácil.

¿Por qué digo esto? Por lo que se ha hablado últimamente en algunos blogs y sitios de literatura. No todos los escritores que han firmado por editorial han obtenido los resultados que esperaban. Antes debo aclarar para quienes no lo sepan, que algunas editoriales escogen a sus próximos autores de las listas de Amazon, de manera que aquellos autores que han tenido éxito y ocupaban los primeros lugares en las listas de esa plataforma son ahora publicados a través de editoriales. ¿Qué los impulsa a aceptar sin detenerse a pensar demasiado en los pros y los contras? El saberse “aceptado” finalmente como un escritor “de verdad”. Como si antes hubiesen sido “escritores de mentira”.

Todavía hay escritores que publican por editorial que miran a los independientes con cierto aire de suficiencia. Pero estoy segura de que no se atreverían a publicar por su cuenta, pues tendrían que competir con la gran cantidad de obras que generan los “escritores de mentira” y que son las que ocupan los primeros lugares, a pesar del esfuerzo promocional que las editoriales prestan a sus autores favoritos situándolos indefectiblemente en los primeros lugares, producto de no sé qué manejos.

Hay ciertos escritores que publican de manera independiente y culpan el que sus libros no se vendan a que “ellos no se rebajarán a hacer propaganda o a promocionar sus libros”. Hay que ver… como si la gente los conociera de toda la vida y fuera a pelearse por comprarlos.  Y están allí, en el fondo, perdidos en la selva.

Apartando estos casos, las ventajas de hacerlo por cuenta propia son muchas, amén del hecho de que se gana mucho más y se tiene pleno control sobre las cifras y los pagos. Algunos piensan que aceptando un contrato editorial se liberarán de la promoción. Craso error. Tendrán que seguir haciéndolo, pero ganarán mucho menos.

Y cuando digo esto lo digo desde la experiencia que tengo como escritora híbrida. Publico por editorial y también soy independiente.

¿Hay libros auto-publicados malísimos, sin corregir y de temas incomibles? Los hay. Nadie lo niega. Pero también los hay muy buenos, tanto, que las editoriales desean publicarlos. Y lo más gracioso es que fueron producto del rechazo editorial, porque al fin y al cabo, ¿de qué depende que un libro sea aceptado por una editorial? Obviamente del lector editorial. Y no todos están preparados para una función tan delicada. Algunos se fijan simplemente en los errores ortográficos, cosa fácilmente corregible, sin fijarse en el tema de fondo, que puede ser extraordinario. Tampoco los correctores editoriales son una maravilla. He leído libros que dejan mucho que desear.

Pero en el mundo amazónico de la auto-publicación también existen fenómenos extraños. Libros malos, por no decir: re-malos, ocupan los primeros lugares. Lo que me lleva a pensar que tal vez los lectores se estén acostumbrando a la mediocridad. Aunque es cierto que también ocurre con algunos libros publicados a través de editoriales. ¿Es probable entonces que nuestra sociedad se esté acostumbrando a los temas banales,  al mero hecho folclórico, a un relato sin mayor profundidad, que no deje la mínima enseñanza y cuyo contenido no tenga la riqueza literaria con la que ha crecido la mayoría de los lectores que hoy son escritores?

Sí. Es posible. Pero no es culpa de la auto-edición. En este caso es responsabilidad de las empresas editoriales que por tener en sus manos un superventas, transan cifras millonarias por publicar obras que se convierten en el boom del momento y que al cabo de un par de meses nadie recuerda, y esto ocurre tanto a uno como al otro lado del charco. Personajes de farándula que fallecen o que se divorcian o algún cantante que no ha llegado a la treintena y ya desea contar su vida, para evitar tener que hacerlo cuando ya no tenga nada que decir.

De manera que yo diría a los que se halan de los cabellos hablando mal de los escritores independientes, que mirasen un poco más allá y observasen dónde surge el problema. Hasta hace poco eran las editoriales las que llevaban la batuta en cuanto a tendencias, ahora es el lector quien escoge lo que desea leer, y nosotros los escritores, tenemos el deber de que le llegue un material de buena calidad, perdurable en el tiempo y que nuestros libros no sean aves de paso.

Y recuerden: No todo escritor independiente es necesariamente malo por no haber pasado por el “filtro” editorial. Muchas veces esos filtros son verdaderamente malos y para muestra basta un botón.

¡Hasta la próxima, amigos!
Blanca Miosi

martes, 22 de abril de 2014

Por cortesía del Club "Letras entre Amigos"
Edición especial para el Día del Libro
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Pulsa AQUÍ para descargar PDF






II Antología de relatos españoles
e hispanoamericanos

martes, 15 de abril de 2014

¿Conocen a Giovanni Papini?

Reconozco que hay muchos escritores, más de los que sería capaz de calcular, que escapan a mi conocimiento. Trato en lo posible de conseguir libros de autores poco mencionados entre la avalancha de títulos que invaden las librerías y, como siempre, termino acudiendo a mi viejo librero. Esta vez tengo en mis manos un libro muy especial: Gog y El libro negro, escrito por Giovanni Papini en 1931, y en 1951 respectivamente.

Empiezo por aclarar quién es Gog. Para quienes no lo sepan, es un personaje bíblico; aparece en el Apocalipsis, XX, 7: "Satán será liberado de su cárcel y saldrá para reducir a las naciones, Gog y Magog…"

Giovanni Papini nació en Florencia, Italia, el 19 de febrero de 1881, hijo de un ateo y de madre católica, quien lo bautizó a escondidas. Fue filósofo, políglota y un fecundo escritor. Me llamó la atención el título Gog y El libro negro, nada más verlo, y empecé a hojearlo. Después de leer parte del prólogo decidí que tenía que leer sus quinientas once páginas. Es un tomo que consta de dos libros, en los que Gog cuenta sus experiencias, y veinte años después las continúa en El libro negro. Y aprendí mucho, ¡vaya si aprendí! Desde la primera línea del primer párrafo existe un llamamiento impostergable a seguir leyendo:

Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular.
Díganme ustedes si no es un comienzo con el que se intuye una historia extraordinaria. Como lo fue la misma vida de Papini. Escribió Gog recurriendo a la técnica de suponer que publicaba el diario íntimo de un individuo excepcional; Gogins, conocido como Gog. Se sirvió de un personaje, cuyo nombre de origen bíblico, nos da el sentido de su temperamento: personificación de las fuerzas del mal. Descreído, salvaje, cruel, poderoso y anhelante de gloria y placer… y se llega al final de la parábola bíblica tan bien trazada por el autor con un Gog insatisfecho, hastiado, sin haber llegado a conocer la verdad, ni haberse divertido, que por no morir de hambre y miseria, encuentra su única salvación en el mendrugo de pan que le da una muchacha campesina desconocida.

Y para no dejarlos con la miel en los labios, voy a proseguir con el resto del trozo que sigue a la primera línea que copié arriba:

Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular.
Fui allí con objeto de hacer compañía a un joven poeta dálmata, a quien la pasión desesperada por una sombra —la amada era una «reina de la pantalla» y únicamente en la pantalla le había sonreído— condenaba al delirio.
Como ordinariamente estaba tranquilo, el director de aquella casa para locos pensionistas —enano de estatura, pero gigante en carnosidad— nos permitía estar juntos en el jardín. Aquí y allá, a la sombra de los cedros y de los castaños de Indias, había mesas redondas de hierro y sillas como en los cafés. Enfermeros pálidos vestidos de blanco, transcurrían por los paseos, disimulando vigilancia.
Un día muy caluroso en que el poeta y yo estábamos hablando, se acercó a nuestro velador uno de los huéspedes. Era un monstruo que debía tener medio siglo, vestido de verde claro. Alto, pero mal garbado; no tenía ni un solo pelo en toda la cabeza; sin cabellos, sin cejas, sin bigotes, sin barba. Un informe bulbo de piel desnuda, con excrecencias coralinas. La cara era de un escarlata oscuro, casi pavonado, y anchísima. Uno de los ojos era de un bello celeste un poco ceniciento; el otro, casi verde con estrías de un amarillo de tortuga. Las mandíbulas eran cuadradas y potentes; los labios, macizos pero pálidos, se entreabrían en una sonrisa completamente metálica, de oro.
Saludó, sin habla, al poeta y se sentó a nuestro lado. No abrió la boca, pero pareció que seguía atentamente nuestra conversación, Me enteré después, por mi amigo, que ése era Gog.

…Cuando le conocí se hallaba allí desde hacía poco. Y todas las veces que fui a visitar a mi poeta le veía también a él. Comenzó a hablarme. De este modo pude saber, un poco por él y un poco por los médicos, su historia. Su conversación era singularísima: pasaba de un discurso paradójico, pero al mismo tiempo inteligente, a manifestaciones de una vulgaridad peor que plebeya, bestial. Parecía que estuviesen unidos en él Asmodeo, con su agudeza cínica, y Calibán, con su ciega torpeza de bruto.
Pero conmigo hablaba gustoso. He tenido siempre la virtud de aplacar a los agitados y de amansar a los locos. Un día, después de haber hablado más que de costumbre, se marchó a su habitación —vivía en una villa, toda para él, en el parque del manicomio— y volvió para entregarme un envoltorio de seda verde.

—Lea —me dijo—, son hojas que he salvado del último naufragio. Aquí dentro hay algo del viejo Gog. Ahora ha llegado para mí el día en que nace más de un sol, y cedo con la máxima despreocupación los harapos de la noche.
Encontré, dentro del envoltorio, un grueso paquete de hojas sueltas, escritas en tinta verde, con una caligrafía pesada e inexperta de muchacho. Las leí todas, a veces con una sonrisa, a veces con disgusto, a veces con horror, pero siempre, lo confieso, con avidez.
Eran apuntes sueltos, páginas de antiguos diarios, fragmentos de recuerdos, mezclados todos sin orden, sin fechas precisas, redactadas en un inglés vulgar, pero bastante descifrable.

… Supuse, y a mi juicio atinadamente, que tuvo la intención de regalarme esas hojas, y tal fue también el parecer de los amigos a quienes consulté. Por eso me he decidido a traducirlas —excepto cinco o seis demasiado repugnantes— y a publicarlas.


Para los que deseen leer la obra completa, los remito a este enlace: Gog, texto completo publicado en Ciudad Seva.
De la segunda parte, El libro negro, resalto algunos capìtulos:

El poema del hombre (de Walt Whitman)
La biblioteca de acero
Noticias del más allá
La fábrica de novelas
Verdugos voluntarios
El mercado de niños
El abate y las pecadoras
El regreso (de Frank Kafka)
La conversión del Papa
Los vendedores de imposibles.

Giovanni Papini falleció el día 8 de julio de 1956, después de pasar tres años de su vida ciego del todo y con buena parte de su cuerpo completamente inutilizada. Fue uno de los escritores más leídos y más combativos de nuestro tiempo. Aquí una parte de su bibliografía: El crepúsculo de los filósofos, su primer libro, publicado en 1906, cuando apenas tenía veinticinco años; Lo trágico cotidiano, antes de finalizar ese mismo año, y El piloto ciego, en 1907. Un hombre acabado, 1913; Bufonadas, 1916; El hombre Carducci, Días de fiesta y Testimonios, los tres en 1918.
Diccionario del hombre salvaje, 1923; A pan y vino, en 1930, Retratos italianos, 1932, y Dante vivo, en 1933. Figuras humanas, 1940, Exposición personal, 1941; Cielo y tierra, 1943.
Cuando escribió Cartas a los hombres del Papa Celestino VI y preparaba Vida de Miguel Ángel, apenas veía, y afirmaba ya que los géneros literarios estaban todos en decadencia. Proseguía trabajando en su novela póstuma: El juicio final, que fue publicada después de su muerte, y antes, escribió El diablo, en 1953. Otro de sus libros registrado en las postrimerías de su vida fue: Pasado remoto.

B. Miosi

miércoles, 9 de abril de 2014

SAMUEL BECKETT, El escritor maldito


En la literatura hay dos mundos: uno que está montado sobre el pensamiento de los llamados clásicos, como Platón, Aristóteles o Sócrates, a quienes la sociedad eligió como ejemplo o guía, y el otro en el que se tienen como paradigma a personajes irreverentes como Heráclito, que a 400 años antes de Cristo ya atacaba los conceptos y ceremonias de las religiones populares de su tiempo; pasando por Joyce, Eugène Ionesco, Samuel Beckett, por supuesto, y mucho antes: Schopenhauer, quien llegó a la conclusión de que la realidad innata de todas las apariencias materiales es la voluntad, y que la realidad última es una voluntad universal. Y Nietzsche, con su famosa proclama: «Dios ha muerto», catalogados estos últimos —aunque faltan algunos otros por enumerar—, como los escritores malditos de todas las épocas.

¿Por qué?

Porque es una literatura difícilmente aceptable por una sociedad en la que cada cual se ocupa de sí mismo y rechaza los discursos reflexivos. Samuel Beckett, (1906-1989); un irlandés nacido en el seno de una familia acomodada, que en su juventud tuvo amigos como James Joyce (Ulises), y que durante la ocupación en Francia trabajó para la resistencia contra los nazis, empezó escribiendo como terapéutica. Su primera obra: Watt, no captó el menor interés de los editores. Durante veinte años Beckett estuvo en la zona oscura, entre aquellos escritores a los que nadie hace caso. Sin embargo, siguió escribiendo y un buen día sus obras empezaron a ser publicadas. Molloy, una obra rechazada por muchos editores, vio la luz en Francia en 1953 con el apoyo de algunos intelectuales que ya conocían algunos de sus trabajos. Algo equivalente a lo que sucede hoy en día con gran cantidad de escritores que, vía Internet divulgan sus trabajos a la espera de que llegue la oportunidad tan esperada.

A partir de allí se le abrieron las puertas. Malone muere y Esperando a Godot; una obra teatral que pertenece al «teatro del absurdo», se estrena dando lugar a uno de los que muchos dijeron, era el acontecimiento del siglo. Entonces el público descubre a Beckett. Pero la dificultad que encierra su literatura y la absoluta falta de respeto a los prejuicios lo mantuvo circunscrito a un determinado tipo de público, no al de las grandes masas acostumbrada a respetar los cánones, no. Beckett fue escogido por el grupo selecto de pensadores existencialistas de la década de los cincuenta. Cuando en octubre de de 1969 recibe el Premio Nobel de Literatura, sólo pocos amigos sabían su paradero pues era un hombre que huía de la propaganda. Y de hecho, creo que con ese premio se le quiso untar de vaselina. La razón: Beckett era algo más que un escritor social, su literatura sólo puede compararse en violencia destructora, de denuncia radical de la sociedad absurda en que vivimos, con la de Kafka, silenciado y también desconocido durante muchos años. Al otorgarle el premio se le quiso convertir en artículo de consumo y hacerlo inofensivo. Pero al parecer, ya Beckett había dicho todo lo que tenía que decir. En los años siguientes escribió cada vez menos, y como parece que ninguno de los problemas que sus obras plantean tiene respuestas, él mismo se planteó una vez la pregunta: ¿Para qué seguir escribiendo?

El lector de Beckett no debe hacerse ilusiones, no es un premio Nobel cualquiera, su lectura no es un sedante reposado que asegura un sueño tranquilo aunque su estilo sea en ocasiones monótono. Y aquí voy a copiar literalmente lo que escribió de él Carlos Ayala, el prologuista de Molloy:
¡Es dinamita! ¡La mejor dinamita avalada nunca por Alfred Nobel! Beckett nos arroja al rostro el único revulsivo capaz de despertar al dormido mundo nuestro: al hombre mismo, con una sinceridad brutal, escandalizante, ofensiva, tan desnudo e indigente que no hay escape posible a la contemplación de sus vergüenzas. Pero tampoco a su inmensa belleza.
Tengo en mis manos Molloy. Mentiría si digo que comprendí en toda su profundidad lo que Beckett quiso decir. Es una obra escrita de manera continua, no hay descansos, no hay párrafos, se debe leer casi sin respirar, metiéndose en la mente del personaje, haciéndose sus mismas preguntas y contestándose a sí mismo. A la larga es como si una misma estuviese ejerciendo un monólogo que se hace eterno, confuso, irritante, y por momentos demasiado parecido a nuestros propios pensamientos, porque al fin y al cabo, ¿qué hacemos cuando hablamos sino escucharnos en los demás nuestro propio eco, y tratar de encontrarnos? Es como cuando caminamos entre las tinieblas con miedo y cantamos o tarareamos una melodía para sentirnos acompañados por nosotros mismos. Porque la verdad es que queremos oírnos, así como deseamos leernos. Por eso escribimos.

Para no dejarlos con la curiosidad acerca del estilo de este peculiar escritor, copio un párrafo de Molloy:

"Estoy en el cuarto de mi madre. Ahora soy yo quien vive aquí. No recuerdo cómo llegué. En una ambulancia, en todo caso en un vehículo. Me ayudaron. Yo solo no habría llegado nunca. Quizás estoy aquí gracias a este hombre que viene cada semana. Aunque él lo niega. Me da un poco de dinero y se lleva los papeles. Tantos papeles. Tanto dinero. Sí, ahora vuelvo a trabajar, un poco como antes, sólo que ya no me acuerdo de cómo se trabaja. Tampoco parece que eso tenga mucha importancia. A mí lo que ahora me gustaría es hablar de las cosas que aún me quedan, despedirme, terminar de morirme de una vez. No me dejan, sí, parece que son varios. Pero siempre viene el mismo. Más tarde, más tarde, me dice. Bueno. La verdad es que mucha voluntad ya no me queda. Cuando viene a recoger los nuevos papeles trae los de la semana anterior. Vienen señalados con signos que no comprendo. Tampoco me tomo la molestia de releerlos. Y cuando no he hecho nada no le doy nada y gruñe un poco. Pero no trabajo por dinero. ¿Por qué trabajo? No lo sé. No sé gran cosa, si he de ser franco. La muerte de mi madre, por ejemplo. ¿Había muerto ya cuando llegué? ¿O murió más tarde? Muerta para enterrarla, quiero decir. No lo sé. A lo mejor no la han enterrado todavía. Sea como sea, soy yo el que estoy en su cuarto. Duermo en su cama. Uso su vaso de noche. He ocupado su lugar. Cada vez debo parecerme más a ella. Sólo me falta tener un hijo. Puede que tenga alguno en cualquier parte. Pero no es probable. Ahora ya sería casi tan viejo como yo. No era más que una putilla. El verdadero amor no es esto. Mi verdadero amor lo tenía puesto en otra. Ya os contaré. Mira, hasta he olvidado su nombre. A veces incluso me parece que he llegado a conocer a mi hijo, que me he ocupado de él. Luego pienso que esto es imposible. Es imposible que me haya ocupado de nadie. También he olvidado la ortografía, y la mitad de las palabras. No parece que esto tenga mucha importancia."
Y así, con frases cortas, al parecer inconexas, sin significado, sin coherencia, página tras página, hasta que una va encontrando sentido, uno asombroso, que aterra, que parece que destapara las capas de cebolla con las que nos hemos ido cubriendo a lo largo de los años…

Algunas de sus obras más importantes:

Watts, Mercier et Carmier, Premier amour, L’Expulsé, La Fin, Le Clamant, Eleutheria, Molloy, Malone muere, Esperando a Godot, El innombrable, Fin de la partida, La última cinta, Comment c’est, Oh les Meaux tours, Días felices, Acto sin palabras, No yo, That Time, y Footfall; los relatos Murphy y Cómo es, y dos colecciones de poemas. Una de sus últimas obras es Compañía.

B.Miosi



viernes, 4 de abril de 2014

Olga Núñez Miret y Waldek, the boy who defied the Nazis

I wish to thank the writer Olga Nuñez Miret for kindly talk about my book in her popular blog:

Hi all:


Waldek, the boy who defied the Nazis
Normally I bring you a post in English and one in Spanish the days I blog, but today it is a bit different. One of the authors I know from a group of independent writers who write in Spanish, Blanca Miosi (she’s from Peru but has lived in Venezuela now for many years), has published one of her bestsellers, ‘La Búsqueda’ in English version. The book is called ‘Waldek. The Boy Who Defied the Nazis’ and tells the story of Blanca’s husband, Waldek Grodek, who was a concentration camp prisoner as a child and survived to tell the tale. I cannot recommend the book highly enough and audiences of the Spanish version testify to what a gripping read it is. It will tear your heart apart and put it back together.When was the last time you cried and laughed with a novel? WALDEK, the boy who defied the Nazis by BlancaMiosi.

Waldek, the boy who defied the Nazis (La Búsqueda in Spanish) chronicles the dramatic and heroic story of Waldek Grodek, who experienced first-hand and at a very young age the German occupation of his native Poland. Many decades later, while visiting the UN offices that granted compensation to the survivors of the Nazi concentration camps, Waldek reflects on the events that started when he was made prisoner and taken to Auschwitz and Mauthausen and, in the years following his liberation, subjected him to the whims of European and Latin American totalitarian regimes, international espionage and the Mossad. Waldek Grodek is a memorable character whose unique perspective and amazing life story deserves to be told. After more than 700 days Waldek, the boy who defied the Nazis “La búsqueda,” still occupies the top 10 ranking on Amazon Spanish language. And just in case you read in Spanish and want a bit of practice, here is the link to the Spanish version: http://viewbook.at/B005BVW0PG

Go to the original site: JUST OLGA Olga's things: writing, reading, stories, life...

martes, 1 de abril de 2014

Conociendo Autores: Mercedes Gallego

Hoy voy a hablar de la escritora Mercedes Gallego. Pasé por su blog Lo que el viento no se Llevó y leí su reciente entrada. Se ha mudado de ciudad, ya no es más barcelonesa o catalana, ahora vive en Madrid. Para quienes estamos tan lejos de España cualquiera de las dos ciudades se percibe lejana, con el exotismo que brinda todo lo que es ajeno a nuestro entorno, al menos es así como las siento. Para mercedes es un nuevo reto en su vida, cambiar de casa ya es todo un acontecimiento; mucho más cuando se pensaba que tenía la vida asentada. Pero la vida es así, y cada cambio nos trae vientos nuevos, oportunidades, y algunas veces también viene acompañada de suerte, aquella que nos fue esquiva en el lugar anterior.

Y parece que tengo razón, pues desde que Mercedes empezó a respirar aires de cambio una de sus novelas cogió vuelo y se situó entre los primeros lugares del ranking de Amazon en España. Un sitio envidiado por muchos y logrado por unos pocos.

¿Quién es Mercedes Gallego?

Antes que nada: una mujer vanguardista, que tomó las riendas de su vida muy joven en una época en la que era impensable hacerlo. Mucho menos si se vivía en España, donde la férrea dictadura franquista había dejado su huella. Sin embargo Mercedes no solo salió del hogar paterno a temprana edad; se alistó en el Cuerpo de Investigaciones de la Policía de la época, sentando un precedente para quienes lo harían después.

Conocí a Mercedes en Facebook, ¿dónde más podía conocer a alguien que vive en otro continente? Su trato franco, inteligente y directo me atrajeron de inmediato. Es una mujer que hace burla de sí misma, y dejó atrás la coquetería para entrar en el mundo de la sincera camaradería y el compañerismo. Ella es como es y no hay mejor foto de Mercedes que esta, en donde se respira su carácter:

Sus novelas son el reflejo de parte de su vida y de su manera de verla. Sus personajes: campechanos, que dicen las cosas con todas sus palabras, y circulan a lo largo de la obra con la desfachatez como lo haría la misma Mercedes, con buenas dosis de humor tejidas con tramas inquietantes. Sus libros cuentan parte de la España contemporánea, están escritos con buen ritmo y estoy segura de que encantarán a más de uno, no por gusto El asesino del Ajedrez está entre los más vendidos.

En su serie Candela Luque  recrea la incorporación de la mujer a los cuerpos de seguridad españoles. Ambientada en La Transición política durante los años 70 y 80; refleja los cambios que fue sufriendo la policía.
La serie consta hasta el momento de 3 títulos: Operación Maletín, Matar al mensajero y La Trampa.


Creo que Mercedes nos estará dando mucho de qué hablar en los próximos meses y años que le quedan por delante, solo me queda desearle desde mi trinchera un futuro prometedor y una estancia larga y productiva en Madrid. 
Todas sus obras las pueden encontrar en Amazon AQUÍ, en formato digital y en papel.
¡Te deseo la mejor de la suertes, querida amiga!
Blanca Miosi