lunes, 27 de junio de 2016

La crónica de mis días en Perú

No soy una viajera frecuente, lo reconozco. Para moverme de un país a otro necesito tener una razón. Ir a pasear simplemente no es algo que me atraiga de manera particular, así ocurrió con cada uno de los viajes que he efectuado en estos últimos años: Estados Unidos, Taiwán, España y ahora Perú. Regresé ayer domingo 26 de un viaje varias veces pospuesto por muchos motivos. Esta vez la razón fue de fuerza mayor; se trataba del quincuagésimo aniversario de la promoción en la que terminé la secundaria, La Gran Unidad Escolar (como se la llamaba en aquellos tiempos) Juana Alarco de Danmert. 

Facebook es un sitio donde nadie se pierde. Allí todos se encuentran. Y así fue como me vi envuelta en una vertiginosa pléyade de amistades (porque en Facebook todos somos amigos) que de alguna extraña manera hizo que me animara visitar el Perú y participar en las bodas de oro de la promoción que se llamó "Promoción Emblemática", apelativo que me agradó en grado sumo, hasta el punto que no dudé en viajar a reencontrarme con viejas compañeras de clase, y en otros casos de colegio, porque en aquel tiempo existían seis quintos: A, B, C, D, E y F. Yo terminé la secundaria en el Quinto A, es decir, en letras, a partir de la C eran las chicas inteligentes que estudiaban ciencias. A algunas las conocía de vista, a otras, con toda franqueza, no las pude reconocer por más que hice memoria, como supongo debió pasar con casi todas. ¡Éramos muchas!, cada clase tenía un promedio de 45 alumnas.

Pero este reencuentro fue hermoso. No importó de que quinto éramos, nos juntamos todas y disfrutamos de nuestros respectivos recuerdos, algunas veces adornado por la mala memoria, y otras, encendidos por los excelentes cerebros de unas cuantas que recordaban detalles insospechados. Este viaje me sirvió para conocer a exalumnas que solo había visto de lejos, y puedo decir que casi todas estaban intactas en la percepción que guardaba de ellas, lo comprobé cuando nos reunimos en el apartamento que Dina Hull rentó para los días que estaría en Lima, pues ella vive en Los Ángeles. Charo Vinaza, una chica preciosa que ahora reside en Italia recordaba sus travesuras y hacía de las suyas mientras Nelly Hinostroza contaba cómo hacía guardia en la puerta del baño del colegio para que ella fumara un cigarrito. ¡Y yo no me enteré nunca! Tampoco supe que las chicas se habían llevado uno de los patos del guardián amordazándolo, (al pato, claro) y una de ellas, quien tiene ahora un restaurante, preparó un delicioso arroz con pato que llevó al colegio. Bueno, Kelly Quiróz me lo dijo ese lunes, al parecer ella estaba enterada de todo, hoy en día es enfermera, se casó con un médico. Nada raro, ¿verdad? siendo una mujer tan hermosa...

María Julia Coronado está igualita, siempre con su aspecto de deportista, Dina Hull con esa hermosa sonrisa que la caracteriza y que ilumina todas las fotos, Eddy Luz Espinoza, socióloga que trabaja para el gobierno de México, es tan terrible como lo era hace cincuenta años, de eso no hay duda, Violeta Hinostroza, la que se desmayó cuando era escolta y llevaba el estandarte en uno de los desfiles, sigue tan traviesa como antes; Yolanda Collazos, la cerebro del grupo sigue siendo una lumbrera, Gloria Barrón la presidenta del Club de Periodismo, siempre ecuánime, serena y comprensiva, una admirable amiga; Rosa Izaguirre, presente en cada detalle, ¡conocí a Edi Netto, una peruana que, como yo, vive en Venezuela! Y Zoraida Chinchay, incansable coordinadora, tesorera, y de todo, porque siempre la veía por todos lados... Carlita Suárez, una chica que recuerdo mucho de la secundaria nos contó su vida en el restaurante al que fuimos después de los festejos en el colegio el lunes 20, ¡qué interesante es la vida de cada persona! Norma Córdova me debe su historia; la salvó la campana. Teresita Arakawa, mi compañera de asiento, también tuvo una vida espectacular en Japón, ¡hay que ver qué historias tiene cada una!, y Gladys Puémape, pintora, una mujer de las que muchas deben saber, estuvo presente en todos los eventos con una entereza envidiable.

Mary Flores, mi querida amiga a la que seguí viendo después de que salimos del colegio ¡también se hizo presente!, fue una gran alegría volver a verla, ¡guardo gratos momentos vividos con ella en mis años juveniles!

Me dio mucho gusto volver a ver a Fryda Sánchez, como siempre, con una energía envidiable, se encargó de repartir los bocaditos quitándoselos a las meseras, ¡Gracias Fryda!, ¡si no fuese por ella nos habríamos muerto de hambre porque la ceremonia en el colegio el día miércoles se alargó demasiado! No puedo dejar de nombrar a Carmencita Figueroa, enérgica, movida, alegre como nadie, pero también había entre nosotras artistas (ya mencioné a Gladys Puémape), sin embargo estaba presente Rosa Ríos, una excelente cajonera, y Esperanza Alcalá, que no es artista, pero su hermana sí. 



No pude estar presente en la celebración final en el Centro Español del Perú, pero al menos mis libros sí lo estuvieron y me da mucho gusto saber que mi querida Kelly se sacó "El Manuscrito"; Rosa Izaguirre, "La Búsqueda" y Zoraida Paredes y Norma Lastra "El cóndor de la pluma dorada". ¡Espero sinceramente que los disfruten!

Las chicas de la directiva hicieron un excelente trabajo, no es fácil reunir a tanta gente, coordinar tantos eventos y hacer que todo salga perfecto. Desde aquí mis felicitaciones a: Elena Salas Freyre, Eddy Luz Espinoza, Rosa Izaguirre, Elizabeth Kelly Quiroz, Vilma Gonzalez, Rosa María Ríos Langle, Gloria Barrón, Gladys Sánchez, por su excelente trabajo. 

¡Muchas gracias por hacernos pasar momentos inolvidables!

Este fue un viaje que recordaré de manera especial, me reencontré con personas que había dejado de ver durante 50 años, y lo digo no solo por mis compañeras de clase; también por familiares a quienes había perdido de vista ya desde antes de que me viniera a vivir a Venezuela. Fue una visita en toda regla. He regresado a Caracas con el sentimiento de la labor cumplida y todo gracias a las chicas del Juana Alarco de Danmert, pues sin ellas y la especial insistencia de Dina Hull, probablemente no hubiera ido al Perú.

¡Un millón de gracias por todo el cariño!

PD: Es imposible nombrarlas a todas, pero sepan que sus rostros los llevo conmigo.