Katty


Escuchar el sonido de los pajarillos que hacían de cada madrugada un evento familiar, no restaba el temor de encontrarse en un lugar extraño, ni levantarse todos los días cuando la penumbra aún no abandonaba el cielo y sentirse ajeno; ajeno en costumbres, extraño en despertares. ¡Cómo añoraba volverse en la cama y tocar el cuerpo tibio —y a veces demasiado caliente— de su mujer!, gorda ya, a los cincuenta, pero que él veía como cuando por primera vez le abrió la blusa y le subió el sostén porque estaba apurado, porque necesitaba, requería, deseaba, ver cómo eran los senos que lo obsesionaban, de los que sólo podía vislumbrar la punta de los pezones a través de la telas que actuaban como dos murallas infranqueables: la del dichoso sostén que, después se dio cuenta, no sostenía nada, porque sus pechos se alzaban con la misma gracia que dos cúpulas bizantinas; y la de la blusa, siempre cerrada, como si las quisiera resguardar del avance enemigo. Sí, del avance enemigo como el que tarde o temprano habría de enfrentar en aquella guarnición remota.

Dos años destacado con un cuerpo de soldados en un rincón perdido, porque la paga era buena y le habían prometido una jubilación excelente. Donde la única mujer a la vista era la vieja que preparaba los sofritos aderezados con grasa de pollo, a la que él casi se había acostumbrado sin que su estómago se resintiera. La vieja con canas hasta en los bigotes que lo saludaba con un golpe en la mano de su cuchara de palo, enorme y renegrida de tantas malas lavadas, anticipándose a su próximo movimiento: ¡deje eso ahí! Gritaba con su voz gorjeante, parecida a los escasos pajarillos que merodeaban por la colina, buscando quién sabe qué de un terreno yermo con sólo dos árboles vetustos.

Pero esa mañana el cucharón de Katty no salió al encuentro de su mano. La cocina estaba vacía. «La vieja no viene hoy ni mañana», le dijeron. Nadie supo dar más información. Esa noche se revolvió en su colchón pensando en ella, en sus golpes, en su voz atiplada y chillona que parecía desbordarse cuando cantaba y que terminaba en los mentados gorjeos de los que ella parecía enorgullecerse. No notó hasta el tercer día que de veras la extrañaba. No a ella, no. Era la presencia de una mujer, aunque fuese vieja, porque las mujeres tenían su propio modo de hacer las cosas, porque los pasos de una mujer, porque los sonidos de las ollas hechos por una mujer, y los golpes dados por una mujer, no tenían nada que ver con los de un hombre. Y hasta ese momento la presencia de una mujer en el campamento había significado un lazo con todas las demás. Con la suya, la que dormía a su lado y a veces estaba tan caliente que golpeaba su espalda con los talones. La vieja Katty representaba todas las mujeres del mundo, y hacía una semana se había ido y él deseaba tenerla cerca, más que nunca, más que cuando su mujer fue por una semana a casa de su madre. Pero pasaban los días y Katty no regresaba.

Una semana que no dormía, y apenas probaba bocado de las latas que el reemplazo, un tipo flaco y escuálido, se afanaba en abrir como un experto. «Esta es comida saludable, libre de gérmenes» «Estas son albóndigas empacadas al vacío», «en estos lugares debemos cuidarnos...» Más de uno lo mandó a la mierda. ¿A quién le importaba cuidarse en ese agujero? Todos estaban de mal humor, el tipo flaco y escuálido se convirtió en blanco de los insultos que se daban a bocajarro. Antes también se los lanzaban a Katty, pero era divertido. Lo hacían a escondidas o entre dientes, y preferían mil veces las porquerías que lograba condimentar la vieja, al antiséptico contenido de las latas. Todos la querían de regreso pero no lo manifestaban, se presentía en sus gestos, en las miradas a un horizonte plano, sin más árboles que los dos que hacían de quién sabe qué para los pájaros. Y quien esperaba con más ansiedad era él. Sentía que si la vieja Katty no regresaba moriría de mengua. La trataría mejor, haría cumplidos a su comida, le rogaría que gorjease; ¿por qué nadie decía nada? ¿Volvería algún día? Ya las noches no tenían la mansedumbre que precede a la mañana, cuando sabía lo que le esperaba en la cocina. El canto de los pájaros le traía recuerdos de Katty, de sus pasos arrastrando sus sandalias, tan maltratadas como ella, ¿quién era Katty? Por primera vez se hizo la pregunta. ¿De dónde venía?, ¿tendría marido?, ¿hijos?

Ese día, todos se pusieron de acuerdo sin haber hablado. Tácitamente fueron llegando uno a uno al patio y exigieron una explicación: «¿Dónde estaba Katty?» «¡Queremos a Katty!»

«La señora Katty tuvo que ir a acompañar a su marido al hospital. Está tardando en regresar porque él falleció hace dos días. Mañana vuelve»

Silencio absoluto. ¿Katty era una señora? Fue lo primero que le vino a la mente. Era obvio que sí. Miró a los demás y en sus caras descubrió alegría, satisfacción por la respuesta. Todos empezaron a gritar de felicidad. «¡Katty vuelve!» «¡Katty vuelve!», gritaban como locos, y él también lo hacía. ¿Dijeron que mañana? Esa noche sería como las de antes. Casi un preludio amoroso, esperaría la fría madrugada y estaba seguro de que escucharía el horrible gorgojeo que esta vez sonaría a himno.

Mansamente extendió la mano cuando vio a Katty con la cuchara de palo. Ella lo miró con sus ojos como carbones y sonrió con tristeza. No le pegó. Bajó la mirada para ocultar las lágrimas que empezaban a asomar. Él entonces bajó la mano y se acercó a ella. La abrazó. Fuerte, como si quisiera traspasarle todos los abrazos de los hombres, y sintió en sus carnes flojas un cuerpo de mujer. Y Katty, la mujer, la madre, la hija, la esposa, la amante, la prostituta, la joven, la anciana, con el gesto milenario de mujer, le acarició el cabello y lo acunó en sus brazos. De pronto, recobró la compostura, sólo por salvar su honor se alejó de él y le dio un golpe duro, más fuerte que nunca, con la cuchara de palo. Agradecido, él bajó la mirada y se fue con el corazón en su lugar. Sintió que todo era como debía ser.

B. Miosi

Comentarios

  1. Las mujeres, siempre las mujeres desde la perspectiva de los hombres. Las imprescindibles mujeres. Cuando se dan cuenta de que "Katty era una mujer", en esa frase se resume todo.

    Muy bonito, Blanca, muy bonito

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  2. Increíble y fantástico relato, Blanca!
    Es un deleite leerte! De eso no hay ninguna duda, me encantó!!

    FELICES PASCUAS SI LAS CELEBRÁS!!

    BESOTES QUERIDA AMIGA!

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  3. Que deleite me resulta leerte Blanca, Mi Katy particular era mi cantinera en el colegio, esa que perdí a los años péro nunca olvido. Hermoso relato con alma de mujer.
    Besos Blanca

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  4. Leerte es un placer Blanca y leer un relato con esta hermosura en estos días de algo de relax es un regalo. Un abrazo

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  5. ¡Qué gran relato, Blanca! Se nota el sentimiento, la profundidad del mensaje. Me quedo con una frase: "ajeno en costumbres, extraño en despertares". Sublime.
    Un abrazo!!

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  6. Querida Blanca, fantástico tu relato, como siempre.
    Me gustó el contenido, ese tema tan traído y llevado, que es el de la visión que el hombre tiene de la mujer, en general. La vieja, aunque vieja, seguía siendo una mujer y, aunque fuese por sus comidas, se hizo querer y llegaron a echarla de menos. Bueno, algo es algo, ¿no? A lo mejor a otras, ni nos recuerdan un sólo día.

    En cuanto a la forma quería comentarte que he notado un cambio con tus otros relatos, donde usabas frases cortas generalmente. En este has utilizado frases largas, y algunas, muy largas. Creo que es bueno saber escribir en diferentes estilos y tú puedes, tú sabes!

    Te felicito y te mando un fuerte abrazo.
    Conchi

    (En la Plaza estamos jugando a escribir un relato compartido. ¡Qué osadas!)

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  7. Hola, Blanca.

    A partir de la soledad, desde la inmensidad de esa aridez emocional, la vida del soldado que en tales condiciones se sostiene en la fortaleza de la fragilidad de Katty empuja a la idea de un abrazo universal de todas las mujeres y los hombres de buena voluntad. Abrazo trasmitido de forma irreprochable a través de una historia singular sobre personas singulares, con sus sinos, bondades y flaquezas a cuestas por la vida. Es realmente esa paradoja -lo universal contado a través de singularidades- lo que dota a la historia de brillo y ternura a partir de la resignación y la docilidad de sus protagonistas, debilitados a causa de amores idos, amores lejanos, amores que sólo pueden ser recordados y recreados en la memoria sufrida.

    El recurso de la cuchara de palo es sencillamente encantador, movilizante; emociona y arranca alguna lágrima indiscreta en tanto se avanza en la lectura.

    Has cincelado una historia que transmite una melancólica delicia desde su núcleo. O desde su alma, si los cuentos pudieran tener alma.

    Me quedo con la idea de que la vida, sin amor, no tiene sentido. ¡Es un cuento precioso!

    Te mando un beso.

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  8. Me gusto el inicio de tu historia. Se ve muy interesante...besos.judith

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  9. ...era una mujer... porque una mujer hace girar el mundo, sea como sea, su origen, su cultura, sus costumbres... el mundo gira alrededor de la mujer y es lo importa y es lo que dejaste plasmado en este cuento. Bello relato, Blanca con ese matis triste, doloroso y sorpresivo con sueles aderezar sus textos.

    Abrazos

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  10. Queridos amigos,

    Muchas gracias por los cumplidos a los que dejaron comentarios y a los que no, también.

    Este cuento lo escribí una madrugada pensando en la terrible pérdida sufrida por un querido amigo. Él sabe quién es, y a él va dirigido.

    Una cosita que me gustaría dejar claro: Katty no es un relato feminista aunque glorifique la presencia de la mujer. Solo deja constancia de lo diferentes que somos, y que son necesarias esas diferencias para poder vivir.

    Katty representa a todas las mujeres del mundo que los que están lejos de su hogar añoran. Es todo.

    ¡Es un placer tener lectores como ustedes!

    ¡Un beso y un fuerte abrazo para tod@s!

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  11. ¡Blanca!

    ¡No sé como lo has hecho, pero has hecho recordar a mi madre (que vive, y espero que por muchos años!

    ¡Un beso!

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  12. Blanca,

    Yo creo que a todos nos ha quedado claro que la tal Katty (y, por cierto, tengo una amiga que se llama así) representa todo lo que las mujeres significáis para nosotros aunque a veces no nos demos cuenta. Me sumo al compañero: creo que todos hemos identificado a nuestras "Kattys" particulares a través de la tuya.
    Sugerencia: deberías reunir tus relatos cortos y plantearlo como obra a publicar. Los relatos cortos están de moda en España. Visita la web de la editorial Renacimiento, de Sevilla, por ejemplo.

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  13. Fantástico relato, Blanca!! Me uno a los comentarios de los compañeros, tienes un don especial para deleitar al lector con estas historias cortas, pero profundas y cargadas de mensaje.

    Por cierto, que como no comenté tu anterior entrada, te lo digo ahora. Me gusta mucho el planteamiento y argumento de tu nueva novela, pinta muy bien. esperemos que te den pronto buenas noticias.

    Un abrazo.

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  14. Hola Blanca me encanto leer Katty.
    Una historia magnifica y real como la vida misma.
    La mujer, siempre la mujer , con su don especial de ser única ,y el hombre no la valora, hasta que la pierde , o cree perderla entonces todo cambia y se ve a la mujer y se mira desde otra pespectiva,dandole el valor real que tiene y que merece.

    Dice el refrán en mi tierra: La primera mujer, escoba y la segunda señora.
    Y eso no debería ser así.

    Abrazos de MA para ti querida amiga Blanca.

    Un placer leer tu relato.

    Gracias mil por tu bella huella en mi casa tu casa amiga.

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  15. Holla Blanca,
    Gostaria de convidar você e seus leitores para as comemorações do segundo aniversário do blog Jazz + Bossa + Baratos Outros:
    www.ericocordeiro.blogspot.com
    Un fuerte abrazo, diretamente de Brasil.
    Saludos!

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  16. Hola Blanca,
    Qué decirte después del bienestar que me dejas tras la lectura del cuento.
    Es una delicada historia escrita con el pálpito de un gran corazón. Te felicito.

    Besos,
    Mián Ros

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  17. Me encantó cuando lo leí en Prosófagos, allá por Diciembre de 2008 (apenas dos meses habían pasado, Dios Santo), y me vuelve a encantar ahora. Me encantó, y en aquel momento, y ahora también, me impactó profundamente, ya sabes perfectamente porqué.

    Recuerdo que dijiste de mi comentario que era mejor que tu relato. Nada más lejos de la realidad, Blanca. Reflejas como nadie esa necesidad de madre, o mejor dicho, de mujer, que mantenemos todos a lo largo de la vida, esa indefensión tan humana en la que se busca el consuelo en vuestros brazos.

    No puedo decirte nada más. Me ha emocionado. A pesar de la distancia en el tiempo, la sensación que me produce este relato es exactamente la misma.

    Magistral, Blanca. Besos

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  18. Blanca, siempre lo diré: Tienes una prosa maravillosa. Besos.

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  19. Miguel, querid amigo, si te hice recordar a tu madre, me doy por bien servida.

    Besos!
    Blanca

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  20. Francisco, ¡cuánto quisiera yo publicar mis cuentos! pero me he enfocado más en mis novelas, creo que lo pensaré en serio. Gracias por el dato, pasaré por ahí.

    Un abrazo,
    Blanca

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  21. ¡Armandito! qué bien que me visitas, andas medio perdido, hijo, me alegra que te gustara "Katty". Y también que el planteamiento de mi nueva novela te parezca interesante. De veras, agradezco tu interés.

    No te olvides de saludar a Arantza, please!
    Besos,
    Blanca

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  22. Así es querida Ma. Kattyu es Katty, el eterno femenino que será difícil sustituir.

    Muchas gracias por tus cálidas palabras siempre bienvenidas.

    Un beso,
    Blanca

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  23. Mián la pequeña historia fue escrita con el corazón, eso ni lo dudes.
    Espero haberlo podido trasmitir.

    Un beso, amigo,
    Blanca

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  24. ¡Ah, Félix! ¡Qué de recuerdos se generan a partir de este relato! Espero que empecemos a aprender a recordar sin sufrimiento, al menos yo estoy en ese proceso.

    Muchas gracias por pasar y comentar, querido amigo,
    Besos,
    Blanca

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  25. Víctor:


    ¿Y ese nuevo look? ¿desde cuándo te dejaste la barba? Te ves todo un escritorazo, ja, ja, ¡muy bien!

    Gracias por leer mi cuento, amigo,
    Besos,
    Blanca

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  26. Hola Blanca, bonito relato.
    Creo, a mi parecer, que en el fondo el hombre siempre busca a una madre.
    La imagen, la persona de Katty, aunque fría en modales,regalaba calor humano y se dieron cuenta de eso cuando no estaba.

    Besitos.

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