martes, 10 de febrero de 2009

Personajes: Pablo Paniagua, escritor en la red.


Hace días paseando por la blogosfera, fui a dar, como ocurre en esos casos, con un blog que me llamó la atención. Se trata de un prolífico escritor que no ha renunciado a escribir y dar a conocer su obra. Escribió un polémico artículo titulado Manifiesto del escritor , donde plantea lo que sucede con muchos escritores con deseos de publicar. Pablo Paniagua ha escrito varias novelas que se pueden descargar de manera gratuita: Aquí, en formato PDF, y según parece con bastante éxito. De manera gentil me autorizó a publicar uno de sus cuentos, que es una muestra de su genio creativo:

FRANZ KAFKA, UN DESCONOCIDO ESCRITOR
Por Pablo Paniagua

La otra mañana, a eso de las seis, me desperté con esta pregunta en la cabeza: ¿Qué pasaría si Franz Kafka viviera ahora, siendo un total desconocido, e intentara buscar un editor? Esta pregunta, sin duda, nace de la afirmación de un amigo que dice: “Los grandes escritores del siglo XX serían rechazados hoy en todas las editoriales, por lo menos en las de España.”

Un modesto escritor, llamado Franz Kafka, dormía acurrucado en un colchón cubierto con un par de mantas. Era viernes y no había ido a trabajar porque estaba enfermo, tenía una incipiente bronquitis y no paraba de toser. Ya desde pequeño su salud se demostró bastante frágil, sobre todo en las vías pulmonares, y ahora, por ser invierno, era proclive a enfermarse con facilidad. Entre el compás de su forzada respiración de pronto escuchó el timbre de la puerta, por lo que se levantó casi tiritando, con una manta sobre los hombros, para ver quién llamaba con tanta insistencia. Al abrir, pudo comprobar que era la señora encargada de limpiar la escalera que, en sus manos, traía una carta con membrete.
–Esto estaba encima de los buzones, señor Kafka. Es para usted –dijo la señora.
–Gracias –dijo al recibirla.
–Y cuídese, que no le veo muy bien –añadió antes de irse, a modo de despedida.
Franz Kafka miró el remitente y vio que se trataba de la editorial Adiagrama (la del prestigioso editor Juan Iturralde), sita en la ciudad de Barcelona. Hacía justo dos meses les envió un original, sin ser un ejemplar solicitado, y le extrañó que le contestaran con tal prontitud. Con la emoción casi se olvidó del frío, de su malestar y de la tos, pensando que podían haber aceptado su novela. Abrió el sobre y extrajo una carta que decía:

28/02/2007
Estimado Franz Kafka,
Sentimos comunicarle que, debido al exceso de títulos contratados, nos resulta imposible incluir EL PROCESO en nuestra programación, sin que eso suponga un juicio negativo de su obra.
Confiamos en que no tenga problemas para su publicación en cualquier otra editorial con menos agobio de títulos y, agradeciéndole haya pensado en Adiagrama, le saludamos muy cordialmente.
Atentamente, Laura Carral.
Le recordamos que no nos resulta posible devolver los originales no solicitados, a no ser que el autor lo recoja por sus propios medios en el plazo de un mes de esta carta.
Editorial Adiagrama.

Así era esa carta de rechazo, una de tantas, pero esta vez de su editorial predilecta. El contenido venía a ser el mismo de las demás editoriales, casi con idénticas palabras, de la amable carta que le imposibilitaba para publicar y que, de plano, le arrojaba al ostracismo. Había pedido informes por Internet, enviado la información requerida y algún que otro original, pero ningún editor del mundo tenía interés en publicar su novela. Tanto tiempo y tanto esfuerzo para escribir una novela incomprendida, sin valor comercial, una rareza literaria sin sentido para cualquier editor, cuando el predominio del género novelístico oscilaba entre historias de misterio y ambientaciones de relatos históricos. Su novela, sin duda, era vista como la obra excéntrica de un loco, algo anodino y sin sentido para cualquier lector, una apuesta estética inútil y, por tanto, un producto desechable. Total, Franz Kafka era un don nadie, un escritor sin futuro, un asunto menor, un fracasado para cualquiera y para él mismo. “Ya podía ponerse a trabajar en vez de escribir semejante basura”, debían pensar en las editoriales donde envió el original de “El Proceso”.
Pero Franz Kafka escribía por una necesidad visceral, porque era un artista al que no le importaba pasar hambre y sufrir penalidades con tal de seguir adelante con su pasión. Ésa era su vida y su sueño, su apuesta.
Él era un emigrado checo que decidió abandonar el hogar familiar, e incluso su país, después de haber sufrido un desengaño amoroso, lo que le sirvió de pretexto, además, para librarse de un insufrible padre al estaba cansado de soportar. De tal modo que en compañía de su mejor amigo, Max Brod, tomó rumbo hacia tierras españolas con destino a la ciudad de Madrid, donde ambos alquilaron un pequeño apartamento en el barrio de Tetuán. Ese viernes, cuando abrió la puerta para recibir la carta, su amigo Max se había ido como de costumbre a trabajar, y él estaba solo y enfermo entre las estrechas paredes de lo que suponía su nuevo hogar. Encima de la mesa estaba su vieja computadora portátil, que compró de segunda mano, y dentro de ella un par de novelas y algunos relatos. Pensó, entonces, que empezaría una nueva novela, de un castillo que estaba siempre a la vista pero que era inalcanzable, donde todos los caminos conducían a él y por ellos nunca se llegaba, donde se sabía de sus habitantes pero difícilmente se dejaban ver. Era la metáfora de esa incapacidad de publicar sus escritos, de editoriales que eran castillos de burocracias inexpugnables e incapacidad. Ahora, no podía hacer nada más que escribir esas historias, que sólo él y su amigo Max comprendían, para olvidarse de todos los infortunios de su vida sumergiéndose en la literatura, cuando se preguntaba si algún día su trabajo vería la luz pública. Así, influido por estos pensamientos, se pasó toda la tarde escribiendo, con la tos y la manta sobre los hombros, algo que empezaba así:

Cuando K llegó ya era de noche. La aldea estaba cubierta por una espesa capa de nieve. Nada se podía distinguir en las alturas, sumidas entre niebla y oscuridad, y ni siquiera la más débil luz indicaba la presencia de un gran castillo. K se quedó un buen rato de pie en el puente de madera que unía la carretera con el pueblo, elevando su mirada hacia un vacío penetrante.

Ésa era precisamente la imagen de su vida, todo brumas y oscuridad a su alrededor, incomprensión por todos lados ante su forma de entender la literatura, con un estilo tan peculiar de laberintos conceptuales que a la vez buscaban una justificación por medio de un proceso racional, donde el protagonista de sus historias chocaba contra esa muralla de convencionalismos inamovibles, los mismos que él padecía con la industria editorial. Pero él, a pesar de todo, no podía dejar de escribir y escribir…
Max Brod llegó del trabajo, envuelto en un abrigo largo y con la cara enrojecida por el frío, pero con una sonrisa por estar de nuevo ante la presencia de su admirado y gran amigo.
–¿Cómo te fue, Franz? ¿Estás mejor? –fueron sus primeras palabras.
–Hoy es un gran día para mí –contestó–. Empecé una nueva novela que se llama “El Castillo”.
En ese momento, Max Brod vio sobre la mesa la carta de la editorial Adiagrama, que cogió para leer.
–Podía haber sido un mejor día… –dijo con tristeza.
–No te preocupes, lo importante es creer en lo que haces por encima de todas las trivialidades que nos acosan, sin perder los ánimos para continuar con lo que un día decidiste hacer.
–Eso no lo dudo Franz –dijo Max con una leve sonrisa–, pero creo que deberías hacer algo más que escribir.
–¿Algo como qué?
–Tú lo que necesitas son lectores, eso es lo importante. Si la industria editorial te rechaza, lánzate como escritor por Internet y demuéstrales de lo que eres capaz. Tú, mi querido amigo, eres un buen escritor que no merece el desprecio de un grupo que sólo mira por el dinero, mientras rechazan el arte. No dejes que nadie eche por tierra tu sueño de ser escritor, porque tú ya lo eres, de eso no tengo ninguna duda.
Franz Kafka se quedó pensativo por unos instantes, tosió un par de veces, y levantó la cabeza para mirar a su amigo, con esos ojos oscuros que siempre denotaban cierta melancolía, y dijo:
–Seguiré tu consejo… De nada necesito a los que no valoran mi trabajo… Me lanzaré como escritor por Internet, para encontrar lectores que no se conformen con lo que el mercado editorial les trata de imponer como literatura de calidad, cuando muchas veces no lo es… Les demostraré, como tú dices, de lo que soy capaz, que la literatura es un arte que nada tiene que ver con el comercio, que la literatura no son hamburguesas de McDonald´s ni latas de Coca-Cola, que la literatura se merece mucho más que ser vilipendiada por actos de mercadotecnia...
Ahora Franz Kafka se expresaba con entusiasmo, pues, desde luego, no iba a dejar que nadie pisoteara sus sueños, lucharía por hacerse un lugar frente esa industria editorial que había perdido, en gran parte, su vocación de servir al engrandecimiento de algo que se estaba olvidando, para pasar a un descolorido pastiche de lo que decía o ambicionaba ser.
–¿Quién publicaría hoy a autores como Thomas Mann o Marcel Proust? –se terminó por preguntar.
Max Brod, al escuchar lo que era una queja más que una pregunta, una crítica feroz, una realidad, soltó una carcajada que rebotó en las paredes del pequeño salón, mientras se despojaba del abrigo.
–Bien lo dices, mi querido Franz… Bien lo dices…
–¡Ya sé lo que haré! –exclamó Franz Kafka, ante una idea repentina–. Publicaré en un blog, como novela por entregas, “La metamorfosis”. Creo que la historia de Gregorio Samsa, que de un día para otro se convirtió en cucaracha, será ideal para publicar en Internet.
Y los dos amigos decidieron abrir una botella de vino tinto de Rioja, para así brindar por todos aquellos que creen en la salvación de la literatura.
–¡Bienvenido sea Internet, porque muy pronto de ahí saldrán grandes escritores!
Exclamó Max Brod, entre el tintineo de los dos vasos al chocar.

22 comentarios:

  1. iba a cerrar internet para seguir corrigiendo mi novela y mira, me encuentro con otra de tus magníficas entradas. Y desde luego este cuento es muy original, muy bien escrito, fácil de leer y original sobre todo. Le echaré en otra ocasión un vistazo a ese blog y leeré algo más. Gracias Blanca por acercarnos a otro de tantos escritores que no encuentran un lugar en las grandes editoriales, pero que no se rinden jamás. Gracias.

    besos

    pd:por cierto, ese tal Max me recuerda a uno de los personajes de la novela que estoy corrigiendo... ¿será un llamamiento para que continúe arreglando? no tengo ni idea, pero no deja de ser curioso.

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  2. HOla Blanca,
    magnifica información, como siempre.
    Visitaré el blog de Paniagua.
    El relato tambien me ha parecido muy interesante.

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  3. Interesantísimo.
    Haci bien poquito y hablando sobre Poe, también nos preguntábamos si hoy en día hubiera publicado. Todos llegamos a la conclusión que probablemente lo hubieran rechazado.

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  4. Hola Blanca
    Ando paseando por la red mientras pienso en crear un Club de Lectura. He pasado un rato muy agradable en "Su Mundo". felicitaciones y saludos desde Venezuela. Jabier

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  5. Arwen: gracias por pasar por mi blog, siempre tan puntual y con tus comentarios tan precisos, Lo que dices de los personajes, tal vez sea un aviso del destino...

    Besos

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  6. Ay, Blanca, que siempre nos sorprendes con una cosa o con otra. Es evidente que tu talento no se limita a la creación literaria...

    muchos besos!

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  7. Hola Lola, ¿verdsad que el relato es interesante? gracias por dejar tu rastro...

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  8. Belén dijo:
    "Interesantísimo.
    Haci bien poquito y hablando sobre Poe, también nos preguntábamos si hoy en día hubiera publicado. Todos llegamos a la conclusión que probablemente lo hubieran rechazado."

    Tienes razón, Belén, a veces las editoriales no están preparadas para los genios. Cuántos escritores que ahora son famosos, antes no fueron tomados en cuenta.

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  9. Hola Jabier, bienvenido a Mi Mundo, yo también estoy en Venezuela, pasaré por tu blog a hacerte una visita.

    Saludos,
    Blanca

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  10. Teo, qué agradable sorpresa, tengo muy buenas noticias...

    Gracias por visitarme
    Besos

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  11. Buen descubrimiento en le red y buena recomendación. Gracias por compartirlo. Cuánta razón hay en lo que manifiesta en el artículo.¿Quien leería lo que autores desconocidos como yo escribimos, sino fuera por internet y los blogs?
    Un abrazo.

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  12. Así, es Jorge, este medio es uno de los mejores para darse a conocer.
    Me alegra que haya despertado tu interés el manifiesto.

    Un abrazo,

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  13. Todo un tema. Aca en Argentina publican libros modelos, vedettes y actores. Todos dan por descontado que la calidad literaria no existe en esos textos, pero se sabe que se venderan. Y eso es lo que importa ahora. Incluso mas: una "rima" de una vedette escrita en una servilleta en un canal de Tv donde la estaban entrevistando por su "libro" de rimas, alcanzo en internet el precio de 1000 euros!!!

    Que vamo a hacer...

    Saludos

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  14. Una editorial acaba de rechazar mi novela, pero tu entrada me ha puesto de buen humor y a la vez me da esperanzas. Podría ser la historia de cualquier escritor novel.
    Un saludo.

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  15. Germánico!! qué agradable sorpresa tú por aquí! Tienes razón, ahora todo el mundo, o el que puede, tiene un blog, pero no confundamos "fama" con calidad. Una servilleta escrita puede ser muy valiosa como souvenier, pero no como literatura.
    Pasaré por tu increíble blog, ya veo que has empezado una nuvea blognovela.

    Besos,

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  16. MJesus, no te desanimes,no siempre las primeras veces somos aceptadas, cada rechazo te enseñará algo, estoy segura de que tu novela será publicada.

    ¡Ánimo!
    Blanca

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  17. Hola Blanca, gracias por ofrecernos este relato de este gran autor. Ya lo conocía y de vez en cuando me llega información vía mail sobre él y, sin duda, tiene mano con las letras. Pienso que este escrito refleja muy bien la situación actual de muchos de los que tratamos de hacernos camino en la literatura. Me ha hecho gracia ver las letras de contestación de la editorial, todas usan más o menos la misma retahíla que, por desgracia, me he visto obligado a leer de primera mano en muchas ocasiones. Bueno... un placer pasearme por aquí y devorar cada cosa que nos muestras. Un fuerte abrazo. Besos.

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  18. Víctor, yo creo que las editoriales reciben tantos trabajos que necesariamente tienen que enviar de respuesta una carta con formato standard. Pablo Paniagua es un buen escritor, y sin embargo aún no ha contado con suerte editorial, si así sucede con él, ¿que resta para otros?
    Pienso que el ingrediente es "Oportunidad", y con esto me refiero a: una novela que esté bien escrita, cuyo tema sea interesante y que trate de un tema que esté captando la atención en el momento.

    Muchas gracias por dejar tu opinión,
    Besos,

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  19. Siempre es un placer pasearme por tu casa. Aportas una riqueza sorprendente a todos los escritores-lectores que buscamos un momento de evasión.
    Pienso que la cita es acertada, he oído, pero no me hagas mucho caso porque, se dicen tantas cosas, que la escritora de Harry Potter estuvo durante nueve años de editorial en editorial y todas rechazaban su trabajo. ¡Cosas de la vida!
    Me imagino la de cabezazos que se tiene que estar dando la primera editorial que la rechazó viendo el éxito que tiene ahora.

    Un beso.

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  20. Hola Arlette, lo que cuentas que se dice de Rowlins, creo que es verdad. ¡Nueve años!, pero fíjate ahora, al cine, y de allí a la eternidad, pues formará parte de la historia de los libros para niños.

    Creo que es el mejor ejemplo de oportunidad. Nueve años después que tuvo el primer rechazo, encontró el momento apropiado y tenía el tema que todos ansiaban leer.

    Besos,

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  21. Felicitaciones, Blanca, por este excelente artículo.

    También hago propicia la ocasión para decirte que me alegro muchísimo por tu próxima novela: "EL LEGADO". Será un éxito, por lo poco que he leído de lo que subiste al foro, ¡YO TE LA COMPRARÍA!

    Tratá por favor que la editora -cualquiera sea ella-,se encargue de su venta en Argentina. ¡No es posible que no se pueda acceder a tus libros!

    Un abrazo grtande.

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  22. Querida Turkesa, agradezco muchísmo que hayas pasado por mi blog, leer tus palabras de apoyo es muy importante en estos momentos para mí.

    Creo que El legado se difundirá más que La búsqueda, (eso espero) me encantará saber que la has leído.

    Besos, amiga,
    Blanca

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