La Hora 25, C. Virgil Gheorghiu - Reseña
Para las personas que han leído mis libros o las que me conocen no es un secreto que una de las etapas de la historia que me interesa, tanto por motivos personales, como por los literarios, es la Segunda Guerra Mundial. Encontré este libro en una librería de viejo hace ya algunos años y no lo había leído por la cantidad de tareas que desde hace algún tiempo rodea mi vida. De pronto vi el lomo rojo y negro sobresaliendo entre la multitud de libros de la estantería y lo recordé.
Trata de un joven campesino y jornalero rumano de pobreza extrema que se ganaba la vida haciendo trabajos extra para el sacerdote del pueblo donde vivía. Tenía todas las intenciones de viajar a América, no porque supiera que existía las posibilidades de una guerra, pues él vivía ajeno a todo; Johann Moritz era un hombre de una inocencia exasperante, como supongo deben serlo quienes viven sus vidas ajenos a cuanto ocurre fuera de su entorno. Sus planes para marcharse a América al día siguiente se ven interrumpidos la víspera, cuando esa noche, al despedirse de su novia, el padre se entera de que ella no está en casa. Johann se hace cargo de la situación y a partir de allí empieza su tragedia.
Después del matrimonio él olvida sus planes de viaje y procura una vida decente para su familia, y hasta cierto punto lleva una vida feliz con su mujer Suzanne y sus dos hijos, pero un gendarme interesado en ella lo denuncia ante las autoridades como judío. Corre el año 1938, Johann no es judío, sin embargo nadie hace caso de sus reclamos y es encerrado con unos razonamientos dignos de un hospital psiquiátrico. Y es así como se ve la historia: un enorme campo de locos en los que cada cual toma decisiones sin pies ni cabeza con el afán de salvar su pellejo de algún mal mayor, o por la respuesta poco creativa: "estoy cumpliendo órdenes". Así pues, Johann pasa por muchos campos de concentración hasta que un día de manera fortuita se topa con un especialista nazi en reconocer a simple vista los rasgos insuperables de la tan renombrada raza pura aria. Con argumentos igualmente patéticos como todo lo que transcurre en la novela logra convencerlos de que se encuentran ante un ejemplar absolutamente ario y Johann deja de ser un prisionero judío para transformarse en un soldado nazi encargado de vigilar a los prisioneros en un campo de concentración, con tan mala suerte que cuando al final de la guerra llegan los rusos lo toman por nazi y lo encarcelan de nuevo. Su vida se sucede en prisión sin haber tenido culpa de nada durante trece años. Demasiados, si tomamos en cuenta que la II Guerra duró cuatro años.
La historia que contiene datos autobiográficos del autor, Virgil Gheorghiu, probablemente por la experiencia adquirida como secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rumania, cobra mayor valor si se quiere, desde esa perspectiva. Vio cómo la vida era difícil en una época donde era fácil caer en manos de cualquier enemigo, sean estos bolcheviques, aliados o neutrales. En situaciones así las diferencias de clase no existen, simplemente se es un ser humano desnudo ante cualquier tipo de injusticia. El libro tiene una parte retórica sobresaliente que se aleja de los pensamientos elementales de su protagonista, y es la que va transcribiendo otro de los personajes, uno que desea ser escritor: transforma los pensamientos de Johann Moritz en palabras sublimes, pues todo lo que separa a un inculto campesino de un pensador es la manera de expresarse.
El argumento es tan brillante que mereció ser llevado a la pantalla por Carlo Ponti. Antony Queen encarnó al campesino Johann Moritz. Virgil Gheorghiu, el autor, en la vida real, fue detenido por las tropas americanas al final de la guerra y se radicó finalmente en Francia, en donde surgió un escándalo al salir a la luz un libro publicado por él con anterioridad: "Ard malurile Nistrului", en el que atacaba a los judíos y alababa a las tropas de Hitler.
Para cualquiera que haya pasado por la tragedia de aquella época y sea judío, la obra de Gheorghiu es inverosímil. Un judío nunca tuvo posibilidades de sobrevivir durante tanto tiempo en las condiciones que se cuenta en la novela. Eso lo sé por fuentes fidedignas. Es verdad que hubo muchos sobrevivientes, pero ninguno de la manera como se describe en La hora 25. Con todo, y dada la capacidad imaginativa del autor, vale la pena leer el libro, en el que lo más sobresaliente son los pensamientos del escritor vertidos a través de los escritos de Traian, el hijo del sacerdote Koruga.
¡Hasta la próxima, amigos!
Trata de un joven campesino y jornalero rumano de pobreza extrema que se ganaba la vida haciendo trabajos extra para el sacerdote del pueblo donde vivía. Tenía todas las intenciones de viajar a América, no porque supiera que existía las posibilidades de una guerra, pues él vivía ajeno a todo; Johann Moritz era un hombre de una inocencia exasperante, como supongo deben serlo quienes viven sus vidas ajenos a cuanto ocurre fuera de su entorno. Sus planes para marcharse a América al día siguiente se ven interrumpidos la víspera, cuando esa noche, al despedirse de su novia, el padre se entera de que ella no está en casa. Johann se hace cargo de la situación y a partir de allí empieza su tragedia.
Después del matrimonio él olvida sus planes de viaje y procura una vida decente para su familia, y hasta cierto punto lleva una vida feliz con su mujer Suzanne y sus dos hijos, pero un gendarme interesado en ella lo denuncia ante las autoridades como judío. Corre el año 1938, Johann no es judío, sin embargo nadie hace caso de sus reclamos y es encerrado con unos razonamientos dignos de un hospital psiquiátrico. Y es así como se ve la historia: un enorme campo de locos en los que cada cual toma decisiones sin pies ni cabeza con el afán de salvar su pellejo de algún mal mayor, o por la respuesta poco creativa: "estoy cumpliendo órdenes". Así pues, Johann pasa por muchos campos de concentración hasta que un día de manera fortuita se topa con un especialista nazi en reconocer a simple vista los rasgos insuperables de la tan renombrada raza pura aria. Con argumentos igualmente patéticos como todo lo que transcurre en la novela logra convencerlos de que se encuentran ante un ejemplar absolutamente ario y Johann deja de ser un prisionero judío para transformarse en un soldado nazi encargado de vigilar a los prisioneros en un campo de concentración, con tan mala suerte que cuando al final de la guerra llegan los rusos lo toman por nazi y lo encarcelan de nuevo. Su vida se sucede en prisión sin haber tenido culpa de nada durante trece años. Demasiados, si tomamos en cuenta que la II Guerra duró cuatro años.
La historia que contiene datos autobiográficos del autor, Virgil Gheorghiu, probablemente por la experiencia adquirida como secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rumania, cobra mayor valor si se quiere, desde esa perspectiva. Vio cómo la vida era difícil en una época donde era fácil caer en manos de cualquier enemigo, sean estos bolcheviques, aliados o neutrales. En situaciones así las diferencias de clase no existen, simplemente se es un ser humano desnudo ante cualquier tipo de injusticia. El libro tiene una parte retórica sobresaliente que se aleja de los pensamientos elementales de su protagonista, y es la que va transcribiendo otro de los personajes, uno que desea ser escritor: transforma los pensamientos de Johann Moritz en palabras sublimes, pues todo lo que separa a un inculto campesino de un pensador es la manera de expresarse.
El argumento es tan brillante que mereció ser llevado a la pantalla por Carlo Ponti. Antony Queen encarnó al campesino Johann Moritz. Virgil Gheorghiu, el autor, en la vida real, fue detenido por las tropas americanas al final de la guerra y se radicó finalmente en Francia, en donde surgió un escándalo al salir a la luz un libro publicado por él con anterioridad: "Ard malurile Nistrului", en el que atacaba a los judíos y alababa a las tropas de Hitler.
Para cualquiera que haya pasado por la tragedia de aquella época y sea judío, la obra de Gheorghiu es inverosímil. Un judío nunca tuvo posibilidades de sobrevivir durante tanto tiempo en las condiciones que se cuenta en la novela. Eso lo sé por fuentes fidedignas. Es verdad que hubo muchos sobrevivientes, pero ninguno de la manera como se describe en La hora 25. Con todo, y dada la capacidad imaginativa del autor, vale la pena leer el libro, en el que lo más sobresaliente son los pensamientos del escritor vertidos a través de los escritos de Traian, el hijo del sacerdote Koruga.
¡Hasta la próxima, amigos!
Lo que me extraña es la muy notable diferencia entre la película y el libro ya que la película además de tener casi 2 horas nunca muestra la vida de su segunda esposa aun los detalles de su muertes o el conocido Salve Sclave, aun cierta decepción por ver la película en su final el aparecía y se encontraba con su esposa y según daba mucho que imaginar sin embargo en el libro hora aparece en el final y pudiera seguir contando detalles , Aun siendo una novela EH estado interesado en algún día ir a fontana e imaginar todo en la vida real sin mas que decir acá esta mi correo mrpedrin07@gmail.com no esta demás que me recomiendes un par de buenos libros.
ResponderEliminarLas películas no siempre son fieles a los libros, anónimo. Te dejo aquí una reseña de Atila, el azote de Dios. Una novela que me pareció muy buena. http://blancamiosiysumundo.blogspot.com/2009/12/atila-el-azote-de-dios_26.html
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